PUENTE NUEVO SOBRE EL RÍO ODRA
VILLASANDINO. Burgos
N-120 PK 150,670
Aunque la estrella pontonera
de este pueblo es su puente medieval tampoco desmerece en categoría su antiguo
puente carretero sobre la nacional N-120 que probablemente tenga cerca de 150
años de historia.
Como ya se comentó en la
entrada para el puente viejo medieval, estas calzadas se asocian al Camino de
Santiago e incluso a la Carrera de Aquitania o vía romana que pasaba cerca de
estos contornos. En Villasandino existen hasta hospederías que sirven al
peregrino y lo hacen desde antiguo aunque muchos historiadores de la caminería
consideran que este sector era una variante del viejo o genuino camino francés
que pasaría más al norte, quizás por Sasamón y Grijalba. Con respecto al puente nuevo y a la carretera
nacional N-120 pues comentar que tampoco es un camino excesivamente viejo. Si
observamos mapas de carreteras de hace 100 años el entramado de caminos que
desde Burgos se dirigían a León era variado y sólo a partir del Plan Peña de
Carreteras hacia el año 1940 se decide matricular las calzadas aglutinando
diferentes vías, independientemente de que estas fueren de primer, segundo o
tercer orden, pues el proyecto lo que quería era elaborar rutas directas a los
puntos más convenientes o importantes de cada área de nuestro país. Este es el
caso de la mítica N-120 (Camino de Santiago) donde también se clavaron los
mojones o hitos kilométricos y se consideró que esta nacional N-120 nacía en
Logroño y moría en Vigo.
Esta histórica carrera en lo
referente a Burgos-León empieza a tomar forma a mediados del siglo XIX con
proyectos que trataban de imitar lo que ya se hacía en otros países: carreteras
más rectas, evitando curvas pronunciadas y repechones, adaptación de peraltes,
incorporación de arbolado que acotaba el camino y daba sombra a caminantes y
carreteros así como medidas uniformes en cuanto a anchura de la calzada que
permitiera el buen tránsito de vehículos y los andenes para viajeros a pie. Se
normaliza un ancho regular para estos caminos de 6 metros: entre 4 y 4,50 como
calzada y viales peatonales de 0,75/1 metros de ancho en cada borde.
En los artículos que escribe
el ingeniero Cayetano González de la Vega en el año 1855 para la ROP sobre las
carreteras de Burgos que administra como responsable de esa Dirección
Provincial de Carreteras nos cuenta que ya desde principios del siglo XIX
existía un cierto camino carretero de Burgos a León aunque en su inicio se
solapaba con el de Valladolid al menos hasta la línea que marcaba el río
Arlanzón o Villalbilla. Esta ruta se va alargando como camino preferente hacia
León y así nos cuenta que hacia el año 1874 el ingeniero Cipriano Martínez de
Velasco está trabajando en esta calzada desde Carrión de los Condes hacia
Sahagún y León. Sobre esta base y a falta de otros testimonios al respecto
deberemos de considerar -con las debidas cautelas- que nuestro puente de
Villasandino se construye en esa horquillas de años que pudiera ser entre 1860
y 1870, probablemente según proyecto del
propio Cipriano Martínez. Estos caminos carreteros con firme no muy homogéneo
que sufría continuamente la agresividad de las ruedas de carros y carretas o el
profundo golpeo de los cascos de las caballerías pues se deterioraban con
frecuencia y requerían continuos parcheos y rehabilitaciones. Hacia finales del
siglo XIX y acomodándose a nuestro sistema carreteril los nuevos firmes del
tipo macadam, entre otros, se aprueba un proyecto de renovación de firmes bien
documentado y que refleja la ROP del año 1896 en su tomo VI: Renovación del
firme del sector Burgos-Melgar de Fernamental de 41 kilómetros con un
presupuesto de 12.883.- pesetas con utilización de piedra machacada de sílice y
caliza que se detraerán de las canteras próximas de Villarmenteros, Las
Quintanillas, Vallejo, Valdeortera, Vallevelasco, Citores y Mostelares para
vetas de caliza. La piedra de componentes silíceos se obtendría de los nichos
de Los Cascajos, Puente de Villalón, Azuelas, Pradillo y Puente de Melgar.
En los años 20 del siglo XX
y durante el Directorio de Primo de Rivera se pone en funcionamiento el CNFE
(Circuito Nacional de Firmes Especiales) siendo ministro de fomento el
ingeniero Rafael Benjumea Burín cuyo patronato se aprobó en 1926 y que aspiraba
a reacondicionar miles de kilómetros de carreteras nacionales y asfaltar otros
tantos a base de mezclas bituminosas en caliente (capa asfáltica) por donde
rodarían mucho mejor los primeros automóviles de tracción mecánica que ya
menudeaban por nuestro territorio. En este plan del CNFE entraba el primer
sector de esta calzada (Burgos-río Arlanzón) y más adelante el sector burgalés
y palentino para terminar con el tramo de Astorga-León y por último, el tramo
Ponferrada-Vigo.
El firme de esta vía que
podemos observar en la actualidad -cuando nos lo permite la vegetación aledaña
que crece en las grietas del asfalto vigorosamente- tiene los recrecidos
propios de época republicana e incluso del conocido Plan Peña (Plan General de
Carreteras de 1939-1941) diseñado por el ingeniero y ministro del ramo Alfonso
Peña Boeuf y que también afectó a la matriculación de carreteras, ya fueren
nacionales, comarcales o locales así como a la incorporación de los hitos
carreteros o mojones de hormigón o piedra que todos conocemos y que,
precisamente, tiene dos buenos ejemplos en los que se hincaron en ambas
cabeceras de nuestro puente.
Lo cierto es que nuestro
puente presenta e incluso presentó en tiempos de su abandono un aspecto robusto
y útil para soportar los tráficos de vehículos habituales. Lo que ocurre es que
por aquellos años, los proyectos pontoneros se solían adaptar a los cauces de
los ríos sobre los que se elevaban con una proyección ortogonal o perpendicular
al propio cauce para que las pilas sufrieran menos erosión ante las embestidas
de riadas violentas. En muchas ocasiones, esta disposición perpendicular del
tablero no cuadraba con la proyección del camino por lo que se producían curvas
bastante cerradas en ambas cabeceras que si bien es cierto no creaban problemas
al tráfico de carros o caballerías, sí resultaban conflictivas para los
vehículos a motor que ya alcanzaban velocidades vertiginosas de 60
kilómetros/hora y que además, estos puentes decimonónicos tenías tableros
demasiado angostos. En los años 60/70 del siglo XX se produjeron muchas
adaptaciones de estos vetustos puentes al tráfico moderno ensanchando estos tablero
de variadas formas. Curiosamente y en este caso, donde el puente no presenta
entradas en curva pronunciadas, se decidió construir un puente nuevo que es el
actual por el que circula la nacional N-120 quedando plenamente abandonado
nuestro puente del siglo XIX.
El abandono premeditado de
esta interesante obra pontonera ya sea por la propia DPC (Dirección Provincial
de Carreteras), la CHD (Confederación Hidrográfica del Duero) así como por los
organismos territoriales, sea Ayuntamiento de Villasandino, Diputación o la
propia Junta de Castilla y León, no tiene razón de ser y obedece a la incuria,
ignorancia y falta de interés de todos los citados por rehabilitar este puente
histórico y ponerlo en valor. Pese a su firmitas,
venustas y utilitas que ya preconizaba Marco Vitruvio en el siglo I antes
de nuestra Era, y que parece evidente en esta obra civil, estos organismos han decidido
arrinconarle, olvidarle, mimetizarle con un espeso arbolado que hace
impracticable su estudio, observación y fotografiado como podemos ver en las
múltiples tomas que intenté hacer de él. Yo ciertamente entiendo que el
protagonismo local lo tiene el Puente Viejo, sin duda, y así lo expresé en el
trabajo minucioso que elaboré sobre esta obra pero también quiero reflejar que
este puente decimonónico al que bautizo como Puente Nuevo, también tiene su
atractivo y deberemos clasificarle como monumento de obra civil de interés
histórico o monumental pues representa un modo y técnica ingenieril centenario
que conviene preservar e incluso divulgar, como hago yo aquí. Claro que existen
ejemplos parecidos en nuestro país de estos puentes pero en territorio burgalés
y que no hayan sufrido las drásticas modificaciones en sus tableros, yo diría
que ninguno. Un buen ejemplo aunque con una discutida restauración es el de
Sandoval de la Reina, el de Melgar de Fernamental o el cercano de Osorno la Mayor pero como decía, todos modificados. Quizás, en las cercanías el único
puente de finales del siglo XIX que aún se mantiene incólume y sin
modificaciones es el de Villaeles de Valdavia en la provincia palentina. Estamos
hablando de los últimos modelos de puentes en los que predomina la cantería de
piedra en toda la estructura siguiendo las pautas que marcaban los catálogos
oficiales del ministerio del ramo (fomento u obras públicas), probablemente el
que diseñaron los ingenieros Lucio del Valle, Víctor Martín y Ángel Mayo en el
año 1845 o bien, el catálogo modificado por Manuel Peironcely en 1882 titulado
"Obras para salvar corrientes de agua" donde evolucionan los puentes
hacia bóvedas con arcos escarzanos.
Características actuales de
la obra. Se trata de un puente con
una longitud aproximada de 38,25 metros en una disposición perpendicular con
respecto al cauce del río Odra. La anchura regular es de 6 metros, quedando una
anchura neta para calzada de 4,20 metros y pretiles de fábrica en bordes de
40x2 centímetros. Esta estructura dispone de 3 preciosos vanos escarzanos con
luces semejantes de 9 metros cada una. Los apoyos se producen en dos fuertes
estribos que se empotran en los taludes de arcillas y sílices de ambas orillas
y un par de pilas intermedias del tipo tabique con una profundidad semejante a
la de bóvedas y una anchura de aproximadamente 1,50 metros. Los cantos de estas
pilas se redondean a modo de tajamares-espolones coronándose con airosos
tejadillos de forma semicónica. Los refuerzo en basas de pilas y tajamares
también son pronunciados y altos, quizás en alguna restauración de los años 50
del siglo XX a base de hormigones hidráulicos y empedrado ciclópeo en lecho del
río y perímetro de estribos bajo agua.
Lo más llamativo de la obra
civil y que merece nuestra atención es el aparejo. Sobre rellenos de hormigón
en masa e hidráulico habitual en esa época, se procede a un chapado cuidadoso
en piedra caliza prácticamente al completo. Se utiliza sillería de perfecta
escuadría, volumen y disposición en hiladas perfectas con su cara vista lisa o
ligeramente picada con bujarda fina que apenas deja llagado para cubrir con el
correspondiente mortero. Los pocos lienzos de sillería que cubren los tímpanos
se cierran sobre arcos con piezas trapezoidales que se ajustan perfectamente a
la curvatura de las roscas del dovelaje en una actuación muy pulcra. El aparejo
de pilas y estribos es isodomo con
piezas iguales en altura y bien solapado entre cada hilada de perfecta
ejecución, incluyendo los plintos de basas también en piedra. Se presta
atención a los aspectos decorativos como son los listeles en relieve que
perimetran las pilas bien en las bases como en coronación. Así mismo el trabajo
en bóvedas es de gran técnica con dovelaje bien unido y trabado a soga y tizón
que se realza al elegir las piezas de boquillas con cierto relieve al modo de
aristones que embellecen estas bóvedas. Hacia extremos y cubriendo los estribos
se utiliza el muro en talud para reforzar la estructura ante posibles fuertes
avenidas y se hace a base de buena sillería de caliza.
Sobre vanos y claves se
dispone una imposta en relieve con cierto vuelo que aporta armonía por el juego
de luces y sombras que proyecta sobre los planos de la obra. En zonas de claves
la imposta aporta como otro elemento interesante una serie de imbornales
tallados en piedra para el desalojo de aguas en cubierta. En el tablero cabe
considerar pequeños tramos de pretil original a base de dos hiladas de piedra
más o menos regulares coronadas por una albardilla de piedra bien trabajada
hasta en su cara superior con forma convexa. Se han añadido otros tramos con
mampostería e incluso con hormigón y pequeños apaños con ladrillo. En la
medianía del tablero que afecta a la bóveda central se prescindió de pretiles
de fábrica y se hincaron sobre la
imposta barandillas de acero propias de las normativas carreteriles de los años
70 del siglo XX pintadas de gris y en buen estado actualmente. Quedan reliquias
carreteriles en cabeceras como son algunos guardarruedas cónicos de piedra que
solían pintarse alternativamente de rojo y blanco. Se han trasladado a ambas
cabeceras como cierre para evitar el paso de vehículos un par de mojones en
hormigón del Plan Peña que han sido recientemente rehabilitados incorporando
los datos de la matrícula N-120 y el guarismo kilométrico 151.
Como ya he indicado, su
estado de conservación es de pleno abandono. Apunto a que se debería de crear
en la zona un área de descanso con aparcamiento de vehículos, zonas ajardinadas
y bancos, despejando la tupida floresta del entorno, limpieza de la vieja
calzada y rehabilitación de elementos de protección como pretiles y
guardarruedas que en unión de los hitos kilométricos forman parte de la
historia carreteril reciente de este país. Intentar incorporar esta vieja obra
pontonera en el paisaje es asumible sin grandes dispendios económicos y poner
en valor un viejo puente siempre es interesante. Se podría añadir algún panel
informativo sobre esta obra así como de la histórica carretera N-120 y su
evolución en las comunicaciones esenciales de la zona y su asociación al Camino de Santiago diseñando en cierto modo
una especie de centro de interpretación de la ingeniería de carreteras o de la
caminería.
Este puente debió de estar
en uso probablemente hasta los años 80/85 del siglo XX en que se levantó el
puente anejo, excesivamente pegado a la vieja obra. En este caso, se construye
una estructura que no atiende a la corriente del río y se levanta en esviaje sobre
la perpendicularidad del cauce a base de fuertes estribos de hormigón armado en
aleta y sin pilas intermedias con un tablero a base de 6 vigas prefabricadas de
hormigón pretensado de sección en doble T que apoyan sobre plintos de hormigón
armado. Se han construido en la fábrica de PRAINSA en Zaragoza según indica una
etiqueta. En superficie se disponen barandillas sencillas de acero pintadas de
azul y biondas de acero cincado junto a arcenes. Aunque es puente carretero
dispone de amplias aceras peatonales. Su longitud aproximada es de 26 metros,
sensiblemente inferior al puente viejo y su ancho total es de 12 metros con
amplia calzada para circulación cruzada. Su estado de forma parece óptimo y sus bajos se alegran con grafitis de colores aunque no de muy buena técnica. Es una pena.
No lejos de este lugar y en la misma carretera podemos contemplar un viejo pontón en fábrica de características semejantes ubicado sobre el río Ruyales en la localidad de Villanueva de Argaño.
No lejos de este lugar y en la misma carretera podemos contemplar un viejo pontón en fábrica de características semejantes ubicado sobre el río Ruyales en la localidad de Villanueva de Argaño.
Para las cuestiones de
"saber más" y "cómo llegar" me remito a lo aportado en el
artículo sobre el puente medieval. Añadir en todo caso algunas sites que tratan del pueblo de
Villasandino y su historia como son mancomunidades-burgos o
turismocastillayleon. Existe un interesante blog que trata el curso del río Brullés con meticulosidad enumerando muchos de los puentes que lo cruzan y su unión al Odra cuyo
enlace es huermeces-blogspot. En el Diario de Burgos considero de interés una
noticia en la edición de fecha 27.01.2016 que nos informa sobre mejoras en las
infraestructuras de Villasandino donde se invirtieron 177.000.- euros e imagino
que se harían sobre elementos que podían esperar unos años y ni de coña -con
perdón- se pensó en que se podría haber
rehabilitado esta interesante obra civil según ya he expuesto. Existe un
curioso blog titulado carreterasbandonadas donde, entre otras muchas, su autor
pone el foco en los sectores de la N-120 fuera de servicio, incluso desde la
ciudad de Vigo donde técnicamente termina y tiene la deferencia de prestar
atención a nuestro puente, el estado de la vieja calzada ocluida y los mojones.
Estupendo.
Tanda de fotos de fecha 24.06.2018
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