MAYORGA DE CAMPOS. Valladolid
N-601 PK 270
Nuestro puente se posiciona en un viejo camino
real ahora reconvertido en carretera nacional N-601, una vía no radial y con
eje N/S dentro del territorio español. Aunque, como digo, no era su proyecto el
de calzada radial, lo cierto es que toma el PK 0 en la capital aunque discurre
montada con la N-VI hasta Adanero y antiguamente se canalizaba por Collado-Mediano
hacia Valsaín, Navacerrada y Segovia por donde todavía se pueden ver algunos
mojones de la vieja N-601; esta vía que llega a Valladolid ahora es desde
Segovia la autovía A-601. En la actualidad y correspondiente a la matrícula
N-601 cabe señalar que nace en Adanero (de la N-VI o A-6) con dirección a
Valladolid por Olmedo para terminar en León.
Esta interesante calzada y en lo que nos
concierne, tiene algunos puentes verdaderamente históricos; uno de ellos es
éste, pero no debemos de dejar de ver los de Mojados y Megeces sobre el río
Cea, el Puente Mayor de Valladolid sobre el río Pisuerga, los de Medina de Rioseco, Becilla de Valderaduey o ya en territorio leonés las espectaculares
estructuras de Mansilla de las Mulas sobre el río Esla, Puente Villarente sobre
el río Porma o el Puente de Carlos III sobre el río Torío a la entrada de León
por la vieja judería o arrabal de Puente Castro.
Aunque no hay muchos datos al respecto, parece que
la localidad de Mayorga de Campos tenía puente sobre el río Cea desde antiguo,
quizás desde el siglo XII que bien pudo ser de madera o mixto, con alguna pila
de piedra y tablero de madera, de menor longitud que el actual pues se trataba
de salvar el río en su cauce natural ordinario con crecidas por lo que no
pasaría de 10/15 metros de longitud. La configuración de este cauce y algún
arroyo tributario fueron cambiando con los siglos, ensanchándose mucho con
crecidas y riadas a las que no llegaba a atravesar la vieja estructura por lo
que se decidió alargar la obra civil hasta su longitud actual, aproximadamente
y después de muchos años de reparos, rehabilitaciones y modificaciones en la
estructura. A continuación, se relatan algunas de las intervenciones en el
puente de las que hay información o noticias históricas.
La información que nos aporta el prestigioso
historiador de obra civil Aramburu-Zabala es la siguiente: […] Puede
considerarse un puente típico de la primera mitad del siglo XVII. Probablemente
en 1637 se hizo la traza para rehacer todo el puente a pesar de que permanecían
restos del anterior puente que sabemos ya existía a finales del siglo XII,
hacia el año 1186. En 1590 el puente fue escenario de las disputas entre
algunos de los más importantes maestros del clasicismo castellano-leonés: Juan
del Ribero Rada arrebató a Felipe de la Cajiga la obra de reparación del puente
tras acusarle de fraude. Sucesivas riadas, hasta concluir en la de fecha
01.05.1634, arruinaron tres arcos del puente. La consiguiente traza para la
reconstrucción incluía la ampliación del puente, añadiéndole varios ojos; y en
realidad se trataba de reconstruir prácticamente todo el puente. De la obra se
encargaron sucesivamente Juan de Castillo y Martín de la Peña. Se trata de un
largo puente de trece arcos situados entre una tupida vegetación y arenales que
dificultan la corriente. Ostenta arcos de medio punto, tajamares de ángulo
recto y espolones cúbicos, siempre formando apartaderos. Todo ello muestra el
estilo característicos desarrollado en Castilla y León durante la primera mitad
del siglo XVII […]. En relación con las disputas que refiere
Aramburu-Zabala, producto de la competición por contratar obra pública entre
dos de los más importantes pool de cantería trasmerana y durante un
periodo que puede ir entre los años 1586 y 1590 aparecen otros actores que
trabajan en este puente, como son Pedro de Ancillo Cereceda, Domingo Cerecedo
Pierredonda, Juan de la Hermosa, Pedro de Llanez o Martín de la Peña, todos
ellos colaboradores de Felipe de la Cajiga aunque hay que decir que en esta
pugna, aparece Juan del Castillo que quitó la adjudicación previamente
concedida a Martín de la Peña aunque más adelante, en 1674, la recuperó su
hijo, Pedro de la Peña, como también comenta un tanto desordenadamente el
historiador Cadiñanos Bardeci en relación con la historiografía de este puente.
Cadiñanos Bardeci a su vez, nos informa de lo
siguiente en relación a este digno e histórico puente: […] Se encuentra el
pueblo de Mayorga de Campos en el extremo norte provincial por donde discurre
la carretera de León a Valladolid que cruza el río Cea a las afueras del
caserío. Se le tuvo por puente muy crecido “uno de los principales de nuestro
Reyno en el paso del comercio y paso esencial para la carretería de la Cabaña
Real y de los ganados lanares”. En el año 1186 el rey hablaba del ‘puente
superior’ que habrá que identificar con alguno precedente de madera. Poco
después, a mediados del siglo XVI se caía el arco mayor. En 1590 Fernando de la
Cajiga cobraba el repartimiento de su trabajo. El pueblo le acusó de fraudes y
cohechos. Se había comprometido a levantarlo de nuevo y en muy buena piedra.
Debía haber sido lo suficientemente alto como para que no le sobrepasasen las
crecientes, pero no había sido así, sino ‘de mui ruin piedra, greda y arenisca’.
Tampoco se ajustaba a las condiciones en cuanto a longitud y grosor. Por esto,
tres años después se encontraba en ruinas. Cobró 14.000.- ducados cuando no
valía ni 12.000.- ducados. Este cantero tenía precedentes de haber cometido
fraudes en otros puentes de Castilla y León. En 1672 reconocían el ‘Puente del
Canto’ los maestros Antonio del Solar y José González Sisniega los cuales
señalaron con mucho detalle los reparos. Comenzado a construirse con ocho ojos,
no convenía trasladarlo a otro sitio como pedía el pueblo. Estaba ya levantado
en casi su totalidad, bien hecho y de buena cantería; solo necesitaba
antepechos y empedrarse. Además de otros tres ojos, se le añadiría una
manguardia de 190 pies río arriba y otras dos menores en el lado opuesto.
Estaba presupuestado en 47.370.- ducados. No obstante, los vecinos insistían en
trasladarlo a un sitio más duradero, más ceñido y con menos fuerza de las aguas
pues la corriente estaba desviándose. Desde 1644 venía ejecutando obras allí
Martín de la Peña a quien también se le acusó de no cumplir sus obligaciones. Lo
continuó su hijo Pedro por 46.000.- ducados aunque otros canteros como Diego de
Cicero Cajigal se ofrecieron a concluirle por menos dinero. Entonces se le
estaban añadiendo tres arcos más. En el año 1675 nuevos reparos eran
adjudicados a Pedro Ezquerra Rozas por valor de 28.500.- ducados. Como también
tenía a su cargo la plaza mayor de León, cedió el puente al citado Pedro de la
Peña al que se pagaron 9.500.- ducados por su intervención. En la crisis
económica del año 1683 con la bajada del valor de la llamada ‘moneda de molino’
así como por la exención que pretendían algunas localidades en el repartimiento
de costas para el puente, las obras se paralizaron y hubo nuevas pujas por los
contratos, llegando estos a 165.643.- reales de vellón aunque bien es cierto
que, incorporando un cuarto arco de 28 pies de luz a la estructura ya que así
lo exigía la salida de madre del cauce. Parece ser que el Fiscal provincial no
acepto estas pujas pese a calcularse que la deflación de la moneda en aquellos
momentos suponía en la obra un montante de 74,800.- reales de vellón. Lo que si
se sabe es que, al morir el citado Pedro de la Peña en 1683, se adjudica la
obra a Antonio del Solar y Antonio Mazorra Rivero, los cuales invirtieron en
materiales más de 40.000.- reales sin que se les pagase nada. Lo hasta entonces
hecho era una pequeña parte y estaban haciendo tres cepas y otra media, más sus
respectivos arcos a la entrada del puente, dos manguardias, una calzada,
estribos y antepechos, lo cual requería los 165.643.- reales ya estipulados
aunque también propusieron alguna obra más. En el año 1690 ya estaba casi todo
concluido aunque dejaron de trabajar a falta de los últimos pagos por lo que se
procedió contra ellos. Una riada en fecha 07.02.1708 hundió los dos últimos
ojos del lado norte. Hasta el año 1727 el ayuntamiento se encargó de mantener
expedito el paso a base de maderos. Al año siguiente, Gregorio de Llorca y
Simón de Bolívar declaraban sobre la obra necesaria para la seguridad del paso:
“La puente de la villa de Mayorga que toda su fábrica es de piedra de sillería,
manifiesta que los ocho arcos de ella que están hacia la parte de dicha villa,
es su fábrica antigua y que los cuatro arcos arrimados a esos son más
modernos”. De estos últimos, los dos del lado de León convenía condenarlos pues
estaban sin corriente, cubiertos de cascajo y ser suficiente con los otros diez
ojos. Se establecieron muchas bajas a lo largo de los años. En un principio fue
adjudicado a Pedro Durante Rubalcaba por 159.827.- reales. En otra contrata fue
dividido el trabajo en dos partes, una de 100.000.- reales que se adjudicó a
Mateo de la Villa Agüero y otra en 200.000.- reales (rebajada a 150.000.-
reales) adjudicada a Miguel de la Fuente Velasco. Unos años más adelante, en el
año 1729 los canteros Félix de la Fuente y Francisco Compostizo reconocían los
materiales y zanjas abiertas por Villa Agüero y como ya había pasado 20 años
desde la vieja contrata, añadieron nuevas condiciones y ajustaron la división
de contratos: Villa abandonó pronto la obra por falta de pagos a pesar de lo
que ya había invertido en el proyecto y pese a ello, se le acusó de fraude a él
y a sus fiadores. Por su parte, Miguel de la Fuente arguyó que no podía
comenzar su parte de la obra sin que se hubiera realizado la anterior. Una de
las nuevas condiciones de Villa consistía en ‘fabricar un puerto’ de 282 pies
de largo, o sea, una especie de muelle, muy de moda en aquellos tiempos del
siglo XVIII, cuyo modelo podría ser el de Salamanca. Al constatarse que allí
había un pozo muy profundo se renunció al proyecto. En cierto modo se trataba
de facilitar el acceso al agua a las muchas recuas de los trajineros que por
allí pasaban, creando una especie de pedraplén hasta lámina de aguas. De nuevo,
en el año 1733 Francisco Compostizo y Juan de Velasco proponían que se
agregaran tres nuevos arcos de 29 pies de luz en correspondencia con los fabricados
en el antiguo puente. La aparente contradicción con el cegamiento de otros
debía venir de la variación de la corriente. Todo siguió adjudicado a Villa
Agüero aunque por un montante actual de 200.000.- reales cuyo coste se ordenó
que se repartiera por lugares y pueblos en 20 leguas a la redonda. En ese mismo
año, el Fiscal se lamentaba de que un puente tan necesario estuviera tanto
tiempo inutilizado y que se le pagase a dicho cantero sus trabajos y que
continuase la obra. El Consejo Real dio un plazo de 20 días para que Villa
Agüero volviera a sus trabajos en el puente. Respecto a la parte que en
principio se adjudicó a Miguel de la Fuente y tras diversas vicisitudes que
incluso le llevaron a la cárcel por incumplimientos, parece ser que estos
trabajos fueron supervisados por el arquitecto Simón de Jorganes y se consideraron
concluidos en el año 1737. A finales del siglo XVIII existen informes del
arquitecto Juan de Villanueva sobre esta obra según algunos legajos del AHN. El
puente dispone de 13 arcos alcanzando según Madoz las 200 varas de largo por 17
de ancho y 10 de altura desde el cauce. Las bóvedas son de perfil muy apaisado
tendiendo al arco rebajado. La rasante es casi horizontal, los tajamares
angulares y los espolones cúbicos. Predomina el sillarejo. Una ligera moldura
destaca los pretiles del resto del edificio […].
La información que ofrecen los viajeros, geógrafos
o militares decimonónicos sobre la obra civil es escueta aunque hay una
coincidencia en que es estructura de piedra, tiene 13 vanos y está en uso.
Pascual Madoz en su “Diccionario Enciclopédico” del año 1846 nos cuenta lo
siguiente: […] Pasa por el término de Mayorga el río Cea sobre el que hay un
puente de piedra de 13 arcos; tiene 200 varas de longitud, 17 pies de latitud,
sin contar los antepechos y demás obras salientes y 10 varas en su mayor
elevación sobre el suelo del cauce. La casa de Benavente, a la que pertenece,
cobra el derecho de pontazgo. Caminos: La carretera de Madrid a Asturias, los
de carruage que se dirigen a Sahagún, Villada, Villalón, Valderas, La Bañeza y
Valencia de Don Juan y varios otros de herradura que conducen a diferentes
puntos […]. Por su parte, Emilio Valverde en su “Guía del viajero por el
Antiguo Reino de León” del año 1886 nos comenta lo siguiente: […] En Mayorga
se separan por la derecha los caminos a Riaño y a Villoldo y por la izquierda
el de San Esteban del Molar y se cruza a un kilómetro el río Cea por un puente
de piedra de 13 arcos separándose a la izquierda un camino a Hospital de Órbigo
[…]. El IDM editado en el año 1866 lo recoge especialmente en la ruta 1026
(Valladolid-León) donde especifica que es puente franco en piedra con 13 arcos.
Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud aproximada de
160 metros y una anchura regular de 7 metros. Según Madoz y antes de su
modificación la estructura tenía 200 varas de longitud, aproximadamente
equivalente a 167 metros y una latitud de 17 pies, o sea, 4,74 metros a los que
habría que añadir el grueso de pretiles por lo que su ancho regular sería de
casi los 6 metros, medida acomodada a las obras pontoneras barrocas en nuestro
territorio. El tablero no es plenamente horizontal salvo en la zona media con
ligeras rampas hacia cada cabecera. La flecha sobre lámina de aguas es de 8
metros, aproximadamente. La orientación del puente con respecto al río es
acentuadamente esviada producto de las salidas de madre del cauce original, los
meandros que inciden en su curso y los desbordamientos que han creado cúmulos
de arenas y lodos que haciendo de islas, derivan el cauce por diversos brazos.
Fue el gran problema que tuvo la construcción y las modificaciones de esta obra
civil, especialmente durante los siglos XVI y XVII cuando en sus proyectos, la
estructura parece que siempre se quedaba corta y era rebasada en sus cabeceras
por las aguas en crecidas importantes.
Tras diversos ensayos en los proyectos al
respecto, parece que se fijó su desalojo máximo para los 13 vanos que tiene en
la actualidad; tampoco descarto que existieran algunos más en la cabecera
derecha donde ahora existe un largo muro de acompañamiento reforzado con
machones de hormigón armado. Las luces de los vanos centrales es de 9 metros y
los restantes minoran sus luces hasta extremos. La geometría de estos arcos
parece que es de medio punto aunque algunos de ellos, bien por reparos o
enterramiento de sus arranques, parecen más abiertos o escarzanos.
Respecto al aparejo, muy variado y diverso debido
a las innumerables reparaciones, reconstrucciones o modificaciones, cabe
considerar que predomina la sillería de piedra caliza de variado cubicaje,
disposición y llagado. Hay paños bien orientados, en hiladas horizontales,
imbricados, con piezas de cara vista lisa o ligeramente picada que contrastan
con otras zonas en las que se adivina alguna intervención para reparar la
sillería donde se descabala la geometría o disposición de las piezas, se
incorpora sillarejo, mampostería, canto rodado e incluso ripio entre el llagado
para fijar paramentos. El abundante mortero de cementos que se aplicó en alguna
de sus últimas rehabilitaciones o ‘lavado de cara’ impide comprobar el
asentamiento y disposición de mucha sillería e incluso del dovelaje en bóvedas.
Da la sensación de que, en cara aguas arriba, hasta se imprimió un enlucido de
cemento portland en tímpanos, boquillas y tajamares pretendiendo tapar el
histórico placaje de sillería de esta digna obra civil, vamos, una barbaridad.
Respecto a la fábrica de tajamares y espolones
cabe señalar que su cantería es de mayor calidad. Los tajamares son de sección
en cuña y se imbrican bien con las correspondientes pilas. Los espolones son de
sección cuadrangular. En ambos casos y originariamente, llegaban hasta la
rasante del tablero creando refugios o descansaderos para los viandantes que lo
cruzaban ante el peligroso cruce de carros en movimiento, reatas o rebaños de
ganado.
También en las bóvedas se observa mayor calidad en
el trabajo de las roscas y su dovelaje que hasta se puede apreciar en las
boquillas de las mismas y pese a los reparos y tapado de juntas con burdo
mortero.
Parece significativo el largo estribo con muro de
acompañamiento de la cabecera derecha, especialmente en lado aguas arriba donde
todavía se observa una excelente fábrica de sillería un tanto tapada, bien por
los contrafuertes ya mencionados de hormigón así como la excesiva vegetación
del entorno que impide ver con claridad la obra plena de este puente. Es la
zona donde quizás, Machuca proyecta los cinco pontones de ampliación del puente
en el siglo XVIII que, o no se llevaron a cabo o fueron posteriormente cegados
por innecesarios con un nuevo placaje de sillería.
El tablero, que como digo, es horizontal en su
zona central pero con rampas suavizadas en cabeceras a lo largo de siglos,
apoya en el extradós de bóvedas y pilas a base de rellenos de todo índole y en
bordes, con una imposta de piedra de buena talla, más visible en lado aguas
arriba y que es también el apoyo de los pesados pretiles originales de piedra,
quizás en ortostatos o hiladas de sillería, ahora desaparecidos.
Hay que señalar que el tablero más o menos
original (sin pretiles de piedra) subsistió hasta los años 70 del siglo XX en
que se decidió el apaño que ahora observamos: ensanchar por lado aguas abajo la
cubierta a base de una viga de sección rectangular de hormigón armado
construida por secciones in situ y que recorre la longitud de arcadas y
una losa del mismo material, ambas arrasando las cabezas de los tajamares y espolones
originales sobre los que, realmente, se apoya el ensanchamiento de tablero. La
cubierta actual dispone de calzada con un vetusto firme de hormigón asfáltico
que permite doble dirección, arcenes con la función de acerillas, bellas barandillas
de hierro forjado historiadas y recientemente rehabilitadas que se empotran también en témpanos de piedra
y hormigón en ambas cabeceras así como, verticalmente, en los bordes de la losa
de hormigón del tablero. Parece plausible que en esta última intervención se
consolidaran las basas de pilas con un perímetro de hormigón hidráulico como se
observa en la actualidad.
A juzgar por la impronta del nuevo puente que
ahora da servicio a la carretera nacional N-601, nuestra histórica obra debió
de dar servicio a la calzada hasta los años 90 del siglo XX. De hecho y ya
fuera de estas comunicaciones, el puente sigue en uso dando servicio a fincas
agrarias del entorno, especialmente a “Explotaciones agrarias P. Redondo
Redondo” de donde sale y entra -cruzando el puente- enormes maquinarias,
cosechadoras y tractores, alguno de los cuales, ha debido perjudicar la
interesante barandilla de época.
A nivel de caminería histórica cabe señalar que
junto al puente, en su cabecera izquierda o lado pueblo, subsiste una
instalación de carreteras (Obras Públicas de Valladolid), quizás una vieja
casilla de peones, donde todavía hay señalización de distancias bien legibles,
destacando la de Albires, a 3 kilómetros y la de León, a 57 kilómetros.
Parece ser que, en algún momento reciente, quizás
entre los años 2016 y 2017, se pretendió conformar en la zona una especie de
ajardinamiento y esparcimiento para la población sin conseguirse el objetivo.
El abandono o la desidia municipal es tan patente que no se ha logrado fusionar
paisaje y obra civil pese a los carteles donde -erróneamente- se presume de
‘puente romano’. Algunos bancos y mesas, barbacoas, una campa para pasar el
rato o para baños y un arboreto abandonado donde solo quedan los carteles de
los árboles y arbustos que se debieron de plantar hace tiempo. La maraña de
vegetación en el entorno de la obra civil hace imposible la contemplación o
fotografiado de la estructura. Es más, existen árboles que están creciendo
pegados a alguna pila y estribos que son perjudiciales para la propia fábrica
así como las raíces de variados arbustos que medran en el llagado de la
sillería y lo que consiguen es que se descomponga el mortero y termine cayendo
o soltándose la piedra en muchos puntos. Una pena.
Para conseguir poner en valor el puente y su
entorno lo mejor sería colocar a pie de obra un buen panel informativo sobre la
historia y vicisitudes de esta histórica y monumental estructura. Así mismo y
en la calzada nacional, una señal de tráfico de las que informan sobre
monumentos cercanos (las de fondo rosa) para que cualquier viajero, curioso o
estudioso de estos temas, tenga la oportunidad de desviarse para contemplar el
viejo puente. Respecto al existente panel informativo sobre el proyecto
medioambiental, será muy loable pero tengo dudas se que se haya recuperado la
fauna y flora que se pretendía.
Para saber más. La mayor información histórica sobre la obra la ofrece el
trabajo de Inocencio Cadiñanos Bardeci titulado “Los puentes de la provincia de
Valladolid durante la Edad Moderna”, obra publicada en el año 2006 en la
revista “Investigaciones Históricas”, número 26, páginas 207/210 donde también
se reflejan los planos incorporados en este artículo. Por su parte, el
historiador de puentes Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera trata más
sucintamente esta obra civil en su libro titulado “La arquitectura de puentes
en Castilla y León entre 1575 y 1650”, obra editada por la Consejería de
Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León en el año 1992, páginas
185/186. Es probable que este autor haya profundizado más en esta estructura y
otras cercanas en su magno trabajo de tesis doctoral inédita titulada “Las
obras públicas en la Corona de Castilla entre 1575 y 1650. Los Puentes”,
trabajo en tres tomos finiquitados en el año 1989 y depositados en la UAM
(Universidad Autónoma de Madrid), estudio al que no he tenido acceso. Otras
referencias menores, ya sean geográficas o en guías de viajeros, son las
siguientes: Pascual Madoz Ibáñez en su famoso “Diccionario
Geográfico-Estadístico de España y sus posesiones de Ultramar”, editado en
Madrid en 1846, tomo XI, página 317. Emilio Valverde Álvarez cita nuestro puente
en su “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, obra editada en 1886,
Itinerario 88, Carretera Regional de Segovia a Gijón por Valladolid, Mayorga,
León y Oviedo, en páginas 570 y ss. El conocido IDM (Itinerario Descriptivo
Militar) levantado en el año 1866 se refiere a Mayorga y su puente en el número
1026 de “Valladolid-León”, páginas 17/21 aunque también se cita la población en
otras rutas como son la de San Esteban del Molar-Mayorga por Valderas o la de
Mayorga a Hospital de Órbigo por Valencia de Don Juan, periplos que no
precisaban de cruzar nuestro puente. Dada la situación de Mayorga como crossroad,
son interesantes algunas informaciones que se pueden leer en la ROP (Revista de
Obras Públicas), bien sobre calzadas de tercer orden como son la de
Gordoncillo-Castrobol-Mayorga o sobre canteras cercanas utilizadas para la obra
pública aledaña así como presupuestos
con detalle de materiales, explanaciones, afirmado, desmontes, acopios
así como modelos y precios de tajeas, alcantarillas o pontones, todo ello bien
explicado en las del año 1898, tomo II, páginas 114 y 117. En la red hay poca
cosa salvo un digno blog titulado “Valladolid. La Mirada curiosa” que tiene una
entrada donde se alude al puente de Mayorga y su historia y otro muy
interesante de los puentes de Valladolid.
Interesantes tomas del puente realizadas en febrero de 2021 y que se muestran en la web de Turismorural.
Tanda de fotos de fecha 22.09.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, tablero, cauce y entorno.
Tamarindo, Taray, Tamarisco (Tamarix gallica L. Tamaricaceae)