Se trata de otro de los
puentes históricos de la villa de Aranda de Duero, en este caso, ubicado sobre
el río Arandilla afluente que desemboca en el Duero a unos 580 metros aguas abajo
de nuestro puente. Sobre su levantamiento original no se tienen noticias y
autores varios lo datan para el siglo XVI o incluso XVIII. Pudiera ser anterior
aunque por su fábrica no podríamos distinguir determinados elementos que suelen
repetirse incluso desde la Baja Edad Media. Aunque en el Renacimiento se
procura que los puentes tengan un tablero horizontal, siguieron construyéndose
obras en el ámbito rural con improntas de lomo de asno. Desde mi punto de vista
y atendiendo al estado verdaderamente antiguo y desgastado de mucha de la
sillería utilizada podríamos pensar que la estructura original pudiera ser del
siglo XV y serviría a un viejo camino carretero conocido como Camino de San
Pedro hacia el E así como a la conexión viaria con Huerta del Rey y otros
núcleos de la Vega. En el Catastro del marqués de La Ensenada de 1765 se llama
a este paraje Cantaborricos; también los lugareños lo denominan “Las Eras”. Hay
autores que asocian su nombre de Conchuela con viejas vías carreteras con firme
de canto, concha o caparazón e incluso le adjudican un posible origen romano,
por lo menos al camino, al considerar que era empedrado. Lo cierto es que,
salvo travesías de civitas o urbes importantes, las calzadas romanas no
solían tener firme empedrado ya fuere en losas o canto rodado excepto para
salvar badenes, áreas embarradas o caminos junto a taludes o zonas húmedas que
no parece el caso. Se le cita en 1564 a
consecuencia de uno de los episodios de peste en la zona que para controles de
población se habilitó una puerta de entrada en el puente.
Los reparos del puente
siempre has estado asociados a las violentas crecidas, ya fueren del Duero o
del propio Arandilla, algunas más o menos documentadas. Ya se han citado
canteros que han intervenido en las obras de los otros puentes arandinos y hay
que considerar que como los daños por riadas eran extensibles a todos su
puentes, se solían formar lotes en las subastas por lo que estos reparos, sus
proyectos y remates, se solían referir a los tres puentes históricos
importantes en las comunicaciones de la villa, quizás añadiendo el Puente de
Minaya.
En las fuentes
consultadas se cita al maestro cantero Miguel de Argos como interviniente en
algunos reparos del puente en el año 1620. En 1636 y a consecuencia de los
daños por avenidas inspeccionaron el puente los canteros Sebastián de la Sierra
y Miguel Hoyos pero al contrario de lo que ocurrió en los demás puentes,
observaron que éste se encontraba en buen estado, quizá debido a su excelente
ubicación, zona donde el río se encajona y circula profundo, muy por debajo de
la línea máxima de desalojo de aguas que representa la alta flecha del arco de
nuestro puente por lo que pudo absorben estos elevados caudales de tal crecida.
Las avenidas producidas en el invierno de 1640 debieron producir daños en los
tres puentes de la villa y hay registros de la intervención en ellos de los
maestros canteros Sancho de la Riba y Juan Incera de la Sierra durante el mes
de junio de aquel año. Al tratarse de arreglos en lotes, cabe la posibilidad de
otra intervención en el año 1760 según traza y proyecto de Hilario Alfonso de
Jorganes y Pedro Fol que evaluaron el conjunto de daños en 233.283.- reales de
vellón y se encomendaron los trabajos de rehabilitación a los canteros Fernando
de Munar, José Ortiz de la Lastra y Francisco de Soto. También aparecen citas
para el año 1766 donde interviene en la obra el cantero Martín de Urizar. De
nuevo y al parecer, las inundaciones o avenidas del año 1788 obligan al Concejo
a solicitar nuevos reparos en los puentes de la villa y aparece el arquitecto
de la Academia Fernando González de Lara para evaluar daños y hacer proyectos
aunque declara que en la puente de La Conchuela no se produjeron daños. Cabe
pensar que en siglos siguientes y hasta la actualidad esta obra civil tuviera variadas
rehabilitaciones que no parece que hayan cambiado su vieja impronta. Pascual
Madoz, a mediados del siglo XIX se refiere a él en estos términos: “Tiene un
buen puente de anchuroso arco aunque algo deteriorado conocido con el nombre de
Conchuela que da paso al camino de Vadocondes y el de Burgo de Osma”. Destaca
la intervención del año 1920 (fotografía del Diario de Burgos) donde se
implementa un muro-barrera de hormigón en aguas arriba del estribo derecho para
evitar los posibles socavamientos de ese punto ante las embestidas de las
avenidas de esa época. Recientemente, hacia
el año 2014, se produjo una rehabilitación global del puente por parte de la
empresa ZUT, S.A. especialmente en los paramentos de mampostería.
Características actuales
de la obra. Se trata de un puente
con una longitud aproximada de 102 metros incluyendo estribos que se empotran en
los taludes margosos de las orillas del cauce; como vuelo sobre cauce tiene una
longitud de 28 metros. La anchura regular es de 5,20 metros. Dispone de un solo
vano en geometría de medio punto con luz de 19 metros y una amplia flecha de
10,30 metros lo que le ha permitido en el tiempo mantenerse más o menos a salvo
de las fuertes crecidas que ha debido de sufrir la estructura por el
encajonamiento en ese punto donde está situado. Aunque ahora presenta un
tablero más o menos horizontal se aprecia que hace siglos debería ser a dos
aguas y quizás bien acentuada esa cualidad lo que nos hace pensar que desde
luego su origen está más cerca de la Baja Edad Medio que de tiempos
posteriores. En el Catálogo Arqueológico del PGOU municipal incluso de apunta
el siglo XII como posible origen aunque parece más plausible que su fundación
original sea de principios del siglo XV o incluso del siglo XV. Lo cierto es
que en la ingeniería pontonera de aquellos tiempos había pocas licencias o modificaciones
de impronta, repitiéndose los modelos con mínimas diferencias desde los siglos
X/XI hasta el propio Renacimiento o incluso el Barroco, especialmente en
puentes populares o rurales.
Respecto a la fábrica
cabe diferenciar algunos aspectos: la mejor cantería se refleja en la bóveda
con dovelaje en las diferentes roscas de excelente calidad canteríl,
homogéneas, bien imbricadas, de larga soga, semejanza en cubicaje con la
peculiaridad de la elección de una mala piedra, quizás areniscas con mezclas de
pumita, que han sufrido una gran erosión en algunos paños. Este trabajo se ve
mejor reflejado en ambas boquillas donde además de la perfección geométrica del
medio círculo, se observan dovelas de buen tamaño con variado tizón para
solaparlas con las roscas interiores; también aquí aparecen piezas
excesivamente erosionadas alternando con otras bien aristadas que pudiera
obedecer a reparos en la bóveda.
Respecto al resto de
aparejo sobresalen los amplios lienzos de mampostería de variado tamaño y
forma, cara vista algo picada y fuertes llagados de mortero de toda índole
-especialmente los de la última rehabilitación- que nos muestran muros de
acompañamiento, tímpanos, estribos y hasta petos exteriores una obra muy
compacta y segura aunque evidentemente, lejos de lo que debería representar un
puente tan antiguo; el tiempo dará lustre y pátina viejuna a este digno puente.
En aguas abajo y hacia cabecera izquierda de la estructura subsisten unas
incipientes pilastras de piedra con 4/5 hiladas de sillería enormemente
erosionada que se levantarían para dar soporte al muro de acompañamiento anejo.
En el margen contrario se apañó un muro de refuerzo con el mismo motivo y un
espolón en tres cuerpos -aparentemente de sillería muy gastada- que llega hasta
lo que debiera ser la línea de imposta de ese frente. Sin embargo, en aguas
arriba, donde la fuerza de las avenidas han producido más daños históricamente,
la obra civil se refuerza drásticamente: varios machones o pilastras -diría que
hasta cinco- en varios cuerpos compuestos de sillería y mampostería que ayudan
a soportar el peso de esa larga cabecera que entiendo que a lo largo de su
historia sufriría derribos de los chapados de mampostería por la fuerza y peso
de los rellenos de piedra, arenas y cales, especialmente cuando había
filtraciones desde extradós. En la cabecera contraria y aguas arriba subsiste
aunque dañado el muro de hormigón que se levanto hacia el año 1920.
Respecto al tablero cabe
mencionar que resulta bello, fotogénico y que nos retrotrae a tiempos
pretéritos, semejantes a los de su posible fundación. Se ha retocado la línea
que probablemente era acentuadamente a dos aguas (lomo de asno) con recrecidos
en las cabeceras a base de mampostería externa y vaya Usted a saber en la caja,
puede que hasta hormigones en algún apaño de principios del siglo XX e incluso
tuberías de desagüe. Lo cierto es que el tablero es ligeramente perpendicular a
la dirección del cauce lo que también ha facilitado que la bóveda haya sufrido
menos daños en su amplia historia. Dispone de fuertes abocinamientos en ambas
cabeceras, en la de la derecha en forma cuadrangular quebrada donde su ensanche
es de aproximadamente 10 metros y en cabecera contraria de forma cónica la
anchura llega a los 17 metros, utilizándose en algunos casos como aparcamiento.
Dispone de altos y pesados pretiles de mampostería coronados por albardillas
convexas de hormigón aunque no se descarta que alguna pieza sea de piedra
caliza, más antigua. Su cruce tiene limitación de paso para vehículos con MMA
superior a 15 toneladas y dispone de circulación alternativa con preferencia de
paso para los que acceden por cabecera derecha o lado villa. Mantiene dos
estrechas aceras con firme de losas de piedra mezcladas con lechadas de cemento
y la calzada con hormigón asfáltico, todo ello muy deteriorado. Es un paso muy
utilizado por vehículos del vecindario así como paseantes que deambulan por el
Parque de la Huerta y sendas fluviales anejas. Imagino que se descargaría de
tráficos al levantar el moderno puente de Padre Claret, a unos 430 metros aguas
abajo del puente de La Conchuela. Como ocurre con la mayoría de estas obras civiles de Aranda, la falta de visión del propio Ayuntamiento y de la CHD, propicia que se desarrolle una fronda intrincada de arbolado y matorral entorno a las estructuras que impide casi por completo observar o fotografiar la obra plena; incluso se observa arbolado o plantones que enraízan junto a pilas o en estribos que con el tiempo, disminuirán las fijación de los chapados de estas obras produciendo descalces o desprendimientos de las piezas. Se debería implementar la colocación de bolardos en la cabecera izquierda para evitar la tentación de aparcar en las cercanías del tablero. Se debe proceder a la eliminación de algunos groseros grafitis que manchar la estructura.
Para ampliar
conocimientos o cita de fuentes al respecto me remito a lo expresado en la
entrada para el Puente Mayor, en todo caso anotando que se presta mayor
atención a esta obra en el trabajo señalado de Inocencio Cadiñanos Bardeci y en
el de J.J. Sánchez Rivera además de lo apuntado en el trabajo del PGOU municipal
del año 2014. En internet lo tratan o al
menos ponen foto del puente la web de reservaduero, conhidra,
biodiversidadvirtual y siempre conviene visitar la Wikipedia en su voz Aranda
de Duero y la galería de fotos de la web municipal aunque aporta poco a la histórica pontonería de la ciudad.
El conjunto de puentes
arandinos cazados para este blog se puede consultar en estos enlaces: Puente
Mayor, Puente de Las Tenerías, Puente
Ferroviario, Minaya, la moderna Pasarela
sobre el Duero y una
curiosa pasarela
sobre el río Arandilla.