PUENTE DE CAMPRODÓN
SOBRE EL RÍO TER. Girona.
N-260 PK 103 - C-38 PK 8
Lo cierto es que llevo años recorriendo las carreteras peninsulares con
cierto detenimiento pues -en parte- me dedico a escribir sobre ellas aunque lo
hago especialmente de las denominadas carreteras nacionales (las que llevan la
matrícula sobre fondo rojo). Son artículos con información gráfica que hacía
para la revista Solo Camión y en los que exponía las características y
dificultades de la vía, su estado de mantenimiento, aforos, itinerario más o
menos extenso y sobre todo, ponía el acento en el patrimonio lineal que cruzaba
o que se encontraba en sus inmediaciones.
Así lo hice para, más o menos, unas 30 calzadas de las más importantes
de nuestro territorio. Me he llevado gratas sorpresas con muchas de ellas por
su trazado, longitud, historia y monumentalidad a la que tenía acceso pero el
caso de la N-260 es peculiar. Tiene una trayectoria especial, impactante y
bellísima pues circula por Pirineos, unas veces por el piedemonte, otras
acercándose a las cotas más altas del propio sistema montañoso y además, lo
hace de W a E , lentamente, buscando amaneceres, serpenteando entre ríos,
valles y multitud de poblaciones que corresponden a Aragón y Cataluña. Su
longitud es de 520 kilómetros y aunque no está entre las calzadas más largas de
la Península -ocupa el 11º lugar- la belleza e interés de su itinerario la
hacen especial, como digo. Tiene su PK 0 en la raya de Francia junto a Portbou
(Coll dels Belitres) y termina en Sabiñánigo. Es conocida como Eje Pirenaico
pues ese es su recorrido por todo el sur de la cadena montañosa. Con las
últimas modificaciones y variantes, la carretera nacional, a veces, se desdobla
y si seguimos su trayecto más antiguo, nos encontraremos con matrículas como
N-260, N-260a, N-260b y N-260z.
Para cazar puentes que se encuentren en sus cercanías, deberemos
desviarnos, bien por las subcalzadas ya mencionadas de la N-260 ( esto me ha
ocurrido para ver los puentes de Castellfollit de la Roca, Sant Joan les Fonts
o Sant Joan de les Abadesses ), o bien, hay que tomar otras vías, como ocurre
con el pueblo de Camprodón, al que se accede por la autonómica C-38 en sentido
N muy cerca de la frontera con Francia.
Este puebluco se encuentra en la comarca del Ripollés en una zona
idílica por donde fluye el río Ter y el río Ritort que, precisamente, se unen
aquí, en esta localidad. Son áreas con poca población, aproximadamente unos
2.500 habitantes censados, considerando el territorio municipal que acoge otros
núcleos como Freixenet, Rocabruna, Beget, la Colonia Estebanell o Bolós, entre
otros. (Aunque este puto lobo es castellano de los riscos pernianos y además,
lleva tiempo indocumentado y sin reloj, en viejos papeles de homínido antes de
su mutación, aparece Bolós como uno de sus apellidos. La genética no tiene
fronteras.)
También, también es muy interesante la calzada C-38 que,
independientemente de acercarnos al puente de Camprodon (sin acento en catalán)
, nos lleva por el Ripollés hasta Francia, superando el difícil Coll d´Ares con
cota en los 1.513 metros y que se une a la calzada francesa D-115.
Determinar la antigüedad de este puente es siempre complicado, aun
cuando se sabe que su impronta es medieval y que probablemente sustituía a otro
más antiguo pues el actual es conocido como Pont Nou. Yo suelo tomar como una
de las referencias la propia antigüedad de la localidad donde se asiente y muy
especialmente, el humilladero o ermita que se solía construir en una de las
cabeceras de la obra civil. En este caso, se sabe que la villa tiene su origen
o basó su prosperidad al amparo del monasterio de Sant Pere y en la
autorización de un posible mercado semanal que concedió Ramón Berenguer III
hacia el año 1.118. Parte de esta construcción monástica -en concreto la
iglesia de Santa María- es gótica del siglo XIV. Camprodón alcanzó la categoría
de villa real y cabeza de veguería hacia el año 1.252 bien bajo jurisdicción
eclesiástica de tipo abacial, o bien nobiliaria, bajo administración del
vizconde de Castellnou.
Las posibles ruinas o desperfectos de la obra se pueden datar siguiendo
estos hechos: Los fuertes seísmos que se produjeron en estos valles hacia el
año 1.428 dañarían la estructura (Terremoto de la Candelaria). Hacia el año
1.470 y con motivo de las guerras de Juan II de Aragón con Luis XI de Francia,
esta población fue saqueada e incendiada y como suele ocurrir, intentarían
dañar su digno puente de piedra. En la Guerra de los Segadores, entre 1.654 y
1.658 de nuevo, se producen sabotajes e incendios que, presumiblemente y como
táctica muy militar, tendrían al puente como uno de los objetivos a destruir o
dañar. Otros conflictos de la zona son
la Guerra de Sucesión, entre los herederos de Carlos II de Habsburgo y los
Borbones, con actuaciones de saqueo en este valle en el año 1.711 por tropas
francesas al mando del duque de Noailles. Al ser de nuevo reconquistada la
villa por el duque de Villahermosa del Río, se procedió a volar el castillo, ya
bastante dañado por las tropas francesas que, cabe suponer, en su retiro,
dañarían el puente. Así mismo, en el conflicto llamado Guerra del Rosellón, hacia
1.794, el general francés Dugommier invadió la España pirenaica y entre otras
represalias tomó la villa y la incendió; algo parecido ocurrió en la primera y
tercera Guerra carlista a lo largo del siglo XIX. Lógicamente, este sin vivir
bélico, no solo afectó a sus pobladores, sino que es muy probable que su puente
sufriera lo indecible.
Pese a estos innumerables conflictos que dañarían la obra, ciñéndonos a
los testimonios conocidos, se puede aventurar que la obra civil fue construida
entre los años 1.196 y 1.226. En un documento del año 1.316 se le cita y
también se hace referencia a otro que debía de estar en uso conocido como Pont
Vell, probablemente ubicado sobre el río Ritort y del que se pierden huellas y
referencias tras las violentas avenidas de noviembre de 1.617 que debieron
arruinarlo. Respecto al Pont Nou las reconstrucciones más importantes de
produjeron en el siglo XVI, añadiéndose la torre de vigilancia y cobro del
pontazgo en 1.562 aunque hay un cartel in
situ en el fuerte que también pone el año 1.682, fecha en la que
probablemente se rehabilitaría. Obviamente, tras la Guerra de Sucesión y a lo
largo del siglo XVIII se harían reparos.
Pese a ser un pueblo industrioso y comercial, observo que el peso que
tiene el turismo hace que sea su principal actividad económica. La obra civil
fue declarada MHAIN (Monumento Histórico Artístico de Interés Nacional) en el
año 1.976 y el puente, dentro de este urbanismo que han querido hacer
semi-medieval, es la principal imagen del mismo y por ello, se ha intentado
rehabilitar -con dudoso resultado- en múltiples ocasiones. La más importante es
la que se hizo en 1.987 la Dirección General de Arquitectura a instancias de la
propia Diputación de Girona, levantando el firme para incorporar una capa
impermeable de caucho sintético que evitara filtraciones y encachando de nuevo
el firme a base del mismo canto rodado original afirmado con mortero. La
dirección de obra la llevó a cabo el arquitecto Josep Alemany y existe un
artículo de la restauración en la Revista de Girona del que tomamos cierta
información: Otras
actuaciones en la estructura fueron la retirada de ciertas almenas escalonadas
agregadas al murallón situado sobre el
arco de Sant Roc y en las propias esquinas de la torre de control,
elementos incorporados en una intervención de los años 20 del siglo XX.
Otras correcciones que se acometieron
fueron la eliminación de un enorme chopo que impedía la visión del conjunto, la
rehabilitación de un espolón de pirámide escalonada, modificar un postizo
lateral del arco de Sant Roc a base de incorporar un pilote de hierro fundido y
que facilita el paso de peatones por la bóveda; otra cuestión era la existencia
de unas pilastras de piedra, hechas durante la restauración de los años
cincuenta de este siglo, y que están situadas entre segmentos de barandillas de
barrotes metálicos a lo largo balcón paralelo a la calle de Sant Roc situado
bajo la vista del puente y sobre el río. Estas pilastras, que eran una mala
solución para aprovechar la antigua
barandilla en el momento en que ésta tuvo que aumentar el recorrido porque
tenía que aparecer el voladizo de la nueva acera, han sido suprimidas y
sustituidas por unos tramos de barandilla de hierro que, además, servían de
soporte general. Por último, se solucionó la cuestión del nicho de Sant Roc,
encastrado en la cara superior del puente, encima del arco y sobre la calle del
mismo nombre. Esta capilla o nicho debía estar tratada, desde su construcción,
en una época relativamente reciente, con un estucado superficial. De hecho, en
una fotografía de finales del siglo pasado o principios de este, se distingue
la diferente calidad y, probablemente, el color, de las partes estucadas. Las
dos pilastras laterales parecen tratadas con imitación de mármol. El cuarto de
esfera de la cúpula era azul claro, con estrellas doradas (esto era visible
hasta la restauración de los años cincuenta). Muy recientemente, hacia finales
de los años cincuenta, el estucado de este nicho fue suprimido y las piedras de
la obra de la capilla, aunque de aparejo muy ordinario, quedaron descubiertas.
Este era de un tipo de acción bastante corriente en aquellos días, en busca de
la “autenticidad” del material. Una especie de alianza entre el arte moderno,
los “valores del régimen” y la Catalunya de botifarra i espardenya. También, encima de la capilla, había una
cubierta de dos aguas que era posterior a la construcción del nicho. Esta cubierta,
construida desde hacía ya muchos años (probablemente anterior a este siglo)
resultaba desproporcionada desde el punto de vista de la forma y redundante
desde el punto de vista de la función. Las acciones a emprender parecían
claras: restauración de la forma original del nicho y supresión de la cubierta agregada.
La cuestión ha sido: ¿hasta dónde era necesario llegar con estas supresiones? Evidentemente,
si la capilla original era autosuficiente en lo que respecta a la defensa
contra la lluvia, y si era necesario restaurarla, con buenos materiales y bien
colocados, era lógico que la supresión de la cubierta fuese total. Y así se hizo.
La verdad es que tenemos que reconocer que tampoco nos extrañaría que volviese
a aparecer de aquí a unos cuantos años. En lo referente al nicho propiamente
dicho, superado el problema del dibujo y de la construcción (grandes piezas de hormigón
blanco hecho con molduras de yeso, cubierta curva de mármol blanco) comenzaba
la cuestión de “qué y cómo se debía pintar o estucar”. Después de dudar sobre
la conveniencia de pintar solo la semicúpula y las pilastras o no pintar nada,
hemos optado por esta última solución. En la duda, nos hemos abstenido. Hemos
optado por nuestro recuerdo real: el nicho de inicios de los años cincuenta,
blanco o prácticamente sin color. Curiosamente, la solución dada al problema
del nicho ha sido una cuestión que ha provocado cierta polémica en la población.
El contraste entre la pared de piedra vista del puente y el blanco de la
capilla encastada ha tenido partidarios y enemigos. En cambio, podemos decir
que las otras acciones, por el hecho de ser, principalmente, supresiones o restauraciones
discretas, han pasado desapercibidas.
Como
sus orígenes e historia suscitan cierta polémica, incorporo otro texto que
publicó el propio Ayuntamiento de Camprodón y que se debe a la pluma de Mosen
Juliá Pascual: El arqueólogo Miquel Oliva
Prat fecha la construcción de Pont Nou de Camprodon como iniciada en el siglo XIV
i concluida –se debía referir a las barandillas y a la puerta exterior de la
torre que lo corona- en el siglo XVI. No es necesario negarlo; pero la
construcción inicial –tal como se entrevé de alguna referencia documental-
podemos avanzarla al siglo anterior, al XIII. Dos documentos –del 1267 y del
1270-, el primero situándolo vagamente, nos hablan de él, y otro –del 1315-
aludiéndolo, nos señala el emplazamiento que recae donde reside actualmente el
actual Pont Nou; le última fecha –considerada la segura duración de la
edificación, mayor a quince años-, hace atribuible la construcción primitiva al
siglo anterior, el decimotercero. El documento de 1270 menciona un “casal-molí”
establecido al lado del pont Nou; el de 1267, de unas tierras “bajo el pont Nou
y solar de la villa”; y, finalmente, el de 1315, da las confrontaciones de una
pieza de tierra “de una planicie bajo el pont Nou y bajo el solar de la villa
de Camprodon”. Estas afirmaciones sí que nos revelan que el pont Nou de la
décima tercera centuria se situaba allí mismo donde está el moderno; los
límites de este terreno –llamado “la Treyta den Escadela” eran: a Oro, la
muralla de la mencionada villa (Camprodon); mº a la parte inferior con las
casas de Ramón Torner y Ramón Puigmal, a la parte superior en línea recta hasta
las murallas de dicha villa; pt. riego de los molinos de Bernat Roch; y a ceros
con dirección al pont Nou y el portal de Boixeda”. Hay que tener en cuenta que aquellos
años la Villa Alta no estaba amurallada, ni ningún puente, grandioso como por
tener una llanura debajo extendido sobre el Ritort habría quedado encarado a
sol naciente hacia la muralla, ni hacia tramontana.
No podemos imaginar que nuestro pont
Nou, existente aún hoy, se construyese durante los siglos XIV o XV y pico; es como
decir, con anterioridad a 1562 –fecha en que nadie duda que ya estaba
construido- y desde la décimo tercera centuria; cosa que hace retrasar la
construcción del puente al siglo XIII, como tengo por cierto.
Camprodon,
durante este intervalo de años, pasó por grandes desastres y una fuerte
depresión económica; no podía porque los pueblos comarcanos tenían que
contribuir, tal como no querían ayudar, en los gastos ocasionados a la villa camprodonina,
por el mantenimiento de gente armada contra los ladrones de caminos que
campaban por la comarca (año 1335). La defensa de la tierra catalana contra
escaramuzas de las tropas del rey de Mallorca, a coll d’Ares y la collada Verda
(Abeja), arruinó Camprodon económicamente y, al final de todas estas luchas,
resulta el incendio de la villa, una parte (1284-1344); en 1358, la peste lo
deja muy deshabilitado, en 1428, un terremoto, unido a un incendio, lo deshizo,
tanto que solo “restaba –así lo dicen los documentos- la calle llamada de Santa
María” (ahora de Valencia), y, finalmente, de la guerra y la postguerra de los
Remences (1462-1479) también salió mal parado: según un documento de 1510 – documento
que se refiere a la perdurabilidad aún al año de su fecha – “reducido a una
máxima despoblación, pobreza y necesidad, i, además, con las murallas
derrumbadas hasta el suelo”.
Con el fin
de realizar la restauración de las murallas y de los desperfectos de cinco
puentes –debían ser los de Freixenet, Santa María, Can Carrera, pont Nou mismo
y uno desaparecido hacia el lugar de las turbinas de Camps, y no el de las
Rocasses- Fernando el Católico (1510) otorgó a las autoridades camprodoninas
que impusiesen un impuesto de peaje –de barra, como decían entonces- a los
transeúntes forasteros (hombres y animales o ganado), y que pudieran llevar el
producto del que debían aplicar a la obra de la muralla principalmente; dos
años más tarde (1512) Germana de Foix, con el mismo destino, autorizó que se
gravasen los comestibles habituales, vendidos en la villa; y en 1519, Carlos V
cedió parte del salario del juez y oficial, cuando no se hacía efectivo, al
objeto de reconstruir la muralla. La reparación de las murallas, a ritmo de las
aludidas percepciones tributarias, no debía ser cosa de poco tiempo; se iría
retardando, y este retardo hace encajar bien que la pared y el portal exterior
a la torre de lo alto del puente se levantase en 1562, a última hora.
Posteriormente se edificaron las barandillas: un detalle arquitectónico lo demuestra.
Sintomáticamente, estas concesiones destinadas a restaurar la muralla y cinco
puentes, no se encaminaban a ninguna nueva construcción de algún puente. Nadie,
por tanto, puede afirmar, como hasta ahora, que el pont Nou es bastión del siglo
XVI.
En este,
nuestro puente, fácilmente se distingue la obra primitiva de la más moderna. La
estructura antigua – pilastras y arcos con los muros de relleno, no renovados –
se caracteriza por su paramento de piedras rústicamente cuadradas, bien
alineadas y de juntas – los horizontales – rectilíneos; en contraste, con los
añadidos modernos –la torre, las barandillas y fragmentos de paredes despeñadas
con la guerra – rasgos de las cadenas esquineras de la torre sobrepuesta, no se
precisa ningún miramiento, ni en el retocado de las piedras, ni en su
colocación alineada: no hay, en fin, ninguna simetría lineal en las juntas y
rompe juntas.
El trozo
visible del arco de Sant Roc manifiesta que está hecho con las mismas
características, de silueta circular, y medida y función que en su correlativo,
el del otro lado de la esbelta arcada central, quiero decir que el arco de Sant
Roc se adivina exacto al otro, tanto en la apertura, como el aspecto funcional
de contrarrestar el empuje del cuerpo medianero. Esto nos hace conocer que este
fin de puente que salta la calle fue edificado diferente de cómo se nos
presenta actualmente: sin el sobrealzado de la calle y sin la adherencia de
ningún edificio.
Reconsiderándolo,
podemos imaginarnos el contorno del Pont Nou primitivo desprovisto de
barandillas como otros de la época; eliminada la torre que lo corona; y con el
arco de Sant Roc, arco que contemplaríamos como bastante similar a su homogéneo
del otro lado, con la sola variante de no apuntalarse en ningún otro arco sino
en la montaña del astillo, por el lugar donde entra el camino de La Fia.(Hasta aquí llega la disertación de Mosen Juliá)
Características
actuales de la obra: Se trata de una estructura larga y pesada, muy medieval, con un
tablero a dos aguas o de lomo de asno desequilibrado siendo sus medidas desde
el vértice hacia cabeceras de 49,45 y 21,05 metros lo que nos da a entender que
si en algún momento fue armónico geométricamente es probable que el tablero
fuera más corto y la estructura fuera exenta, disponiendo de 3 vanos, siendo el
central mayor y los otros dos semejantes, además de dos arquillos de
aligeramiento, en un tipo de puente de esencia romana, parecido al de Luco de
Jiloca sobre el río Pancrudo, el puente Juliano sobre el río Cavaillon al sur
de Francia o al de Villa del Río sobre el Arroyo Salado de Porcuna -con menores
luces-, por poner unos pocos ejemplos de esta tipología que ya citaba Carlos
Fernández Casado en su compendio de Puentes Romanos en su Historia del Puente
en España.
Actualmente dispone
de 6 vanos, uno principal y cinco secundarios, además de los dos arquillos.
Situándonos aguas arriba y desde margen izquierda, las luces son de
5,59+20,90+7,23+5+3,85+2,70 metros. Hay que resaltar que el primer arco -el
conocido como de Sant Roc con luz de 5,59 metros está cortado en su lado izquierdo
por lo que de proyectarse el arco medio,
daría una luz semejante al que escolta el arco mayor, guardando la armonía que
apuntaba anteriormente. Todos los vanos se construyen con arcos de medio punto,
algunos peraltados en algunos de sus lados para guardar la horizontalidad; el
último arquillo, que parece más un aliviadero, disponía de tan poca altura para
mantener la inclinación del tablero que se conforma como arco rebajado. El arco
3 está disminuido en su capacidad de desalojo por voluminosas rocas que afloran
del suelo madre, el 4 lo está en menor medida, el 5 está medio ocluido pero
artificialmente y el 6 también cegado plenamente. Así mismo, los dos arquillos
de aligeramiento se corresponden con arcos de medio punto muy peraltados y
semejantes, con luces de 3,11 y 3,29 metros, actualmente se encuentran cegados
en su cara aguas arriba.
Otra característica
muy medieval es la anchura de pilas y su disparidad: 4,96+4,94+3,40+1,83+3,20
metros y su asiento, prácticamente todas ellas apoyan en roca madre, sin otra
cimentación. Dispone de un solo tajamar-espolón, en forma de cuña, muy elevado,
hasta zona de riñones de los arcos 2 y 3, a base de hiladas que se reducen en
altura, dando un aspecto escalonado.
El tablero es recto
aunque a dos aguas con una longitud sobre puente de 60,90 metros más 1+9 metros
en estribos y terraplén, éste en margen derecha. El ancho de tablero es de 3,80
metros, perteneciendo a calzada 2,45 metros y el resto a pretiles, la altura de
estos petos es de 1,10 metros como medida regular y están facturados a base de
mampostería grosera de diversos calibres con un fuerte llagado de mortero,
utilizando esquisto, pizarra, canto rodado de cuarcita y calizas. Dispone de
una albardilla a base de piezas planas sin desbastar que parecen de granito. El
firme, como ya se ha señalado es a base de mampuestos de canto rodado sobre
lecho cementoso y en extremos de pequeño adoquín, del tipo portugués, con
amplio llagado de mortero. En cabecera derecha se adapta a la rasante de acera
contigua por medio de dos escalones y una pequeña rampa que permite el tránsito
de personas con movilidad reducida en una solución un tanto cutre.
La fábrica es muy
variada, escaseando el buen sillar, bien cubicado y escuadrado, que sólo se
encuentra en las primeras hiladas de los arranques de arcos y en la parte baja
del tajamar-espolón, por cierto, muy bien contrapeado o soldado con la pila
correspondiente. En arcos, cabe señalar el dovelaje que en intradós en poco trabajado y en boquillas se utilizan piezas grandes, con un
canto que a veces sobrepasa el medio metro y un calibre en los arcos
principales de 40 centímetros aunque en un trabajo de cantería discreto; estas bóvedas se conforman con piedra del propio Ter. Todos
los arcos disponen de boquillas con una rosca salvo el arco 6 que dispone de
dos: una interior con dovelaje de piedra caliza de buena factura aunque muy
desgastada por el tiempo y una boquilla superior rústica a base de pequeños
mampuestos de esquisto; diría que hasta quedan restos de un viejo espolón,
también muy burdo. Se entiende que esta observación es desde aguas abajo ya que
este 6º arco se encuentra ocluido aguas arriba.
En paramentos y
tímpanos, prevalece la fábrica de mampuestos irregulares en forma y tamaño y
sin desbastar, bien embutidos en grandes dosis de mortero, entiendo que unas a
base de cal grasa, y otras rehabilitadas a base de cal, arenas y cemento. Nada
que ver con los trabajos de cantería en sillares homogéneos y de buena talla
presentes en otras zonas peninsulares. Considero que el mejor trabajo se
encuentra en los arranques del arco central hasta la altura de mechinales,
donde se halla -como única decoración- un típico baquetón (moldura
semicilíndrica muy propio de la arquitectura militar) y en donde, como digo,
aparecen los sillares mejor trabajados y dispuestos. También abunda en pequeños lienzos el canto rodado de tamaño grande y el sillarejo, generalmente embutido a base de mortero de cal y en otras ocasiones de cemento.
Sobre tablero
existe una torre de control y pago de pontazgo que pudiera haberse construido
en los años 1.652 y 1.682. Se le conoce como Portal de Cendanya o Portal d´en
Boixeda. Es una bella torre-arco quebrada con varias caras retranqueadas, espiteras
o saeteras y un potente arco de entrada con grandes dovelas en cuyas claves
figura el citado escudo de la villa y las fechas señaladas. Obsérvese su estilo
puro medieval aun cuando parece ser que se construyeron en pleno barroco, pero
no queda mal en el conjunto.
Lo asombroso del
asunto, desde mi punto de vista, es que todavía figure adosada a la torre una
casa particular con fachada que no es de piedra, no, sino que está enfoscada de
color naranja-butano para llamar más la atención y que nadie piense que se
debería derribar para mejor prestancia de la obra pontonera. En el llamado arco
de San Roque debería hacerse lo mismo aunque entiendo que será más complicado.
También, y en este caso desde un punto de vista más técnico y de eficiencia, me
sorprende que aún subsista un auténtico muro transversal al cauce que parece
ser que levantó un hotel aleñado al puente y que anula por completo los
desalojos de los arcos 4, 5 y 6, según creo. En este sentido, creo que se han
cometido irregularidades notables y que ni el Ayuntamiento ni la Confederación
Hidrográfica que gestiona el río Ter, han actuado adecuadamente. También, aguas
abajo, se levantó un muro de contención perpendicular al arco 3 y que deja
fuera de cauce al resto de arcadas, no sé bien, si se hizo considerando
cualquier futura avenida que pudiera producirse y los efectos negativos que
conllevaría.
Me ha parecido
interesante el potente, largo y alto muro de contención en la margen derecha
que dispone de varios arcos, ahora ciegos, y que probablemente canalizaban
arroyadas que desembocaban en el río Ter. En margen izquierda subsiste parte
del entramado y artefactos de canalización con caces y compuertas y un azud que
derivaban el cauce hacia un viejo molino que ahora parece ser un restaurante. Se
corresponden con una construcción de 1.899 para el aprovechamiento hidráulico
que daba servicio al molino d´en Toralles; este canal con una longitud de 350
metros, pasa bajo diversos edificios del casco urbano y también alimenta a una
pequeña central eléctrica llamada de l´lglésies. También es interesante el muro
de encauzamiento izquierdo aguas abajo que ha servido para que, a través de una
serie de ménsulas y una plataforma superior, se pudiera ensanchar el vial
peatonal de la calle de San Roque hasta el propio arco homónimo.
En la desembocadura
del río Ritort también subsiste otro azud que se utilizaría para aprovechar la
fuerza motriz de las aguas en algún ingenio de molienda y aguas arriba del
propio Ter, se han construido dos
pasarelas, una de tablero mixto de hormigón y acero con óculos que recuerdan al puente de Triana y otra más lejana
con arcos de tubo de acero del tipo bow-string. Aguas abajo también se aprecia
la presencia de otro puente carretero de dos vanos adintelados y factura de
hormigón armado.
Para saber más: : Es muy ilustrativo
y preciso el
trabajo efectuado por el ICCP Ángel López Sánchez en su tesis doctoral para la
ETSICCP de Barcelona titulado "Puentes de época medieval en las cuencas de
los ríos Ter, Fluviá y Muga", volumen III, Año 2.010, donde profundiza en
nuestro puente con mucho detalle. La web de la Generalitat de Catalunya aporta
algunos datos, siendo el más interesante la posible actuación del arquitecto
Jeroni Martorell i Terrats en una rehabilitación producida en el año 1.930 como
conservador de monumentos del entonces Ministerio de Instrucción Pública. La
Wikipedia también se hace eco de la obra con una sucinta información y foto del
monumento. La web rutasconhistoria lo cita y aporta algunas fotos. El blog
hoynosvamosa tiene unas fotos muy interesantes de la obra y su entorno.
La web Arteguias nos ilustra sobre la monumentalidad de la villa y su puente
con algunas fotografías al igual que hace la web de es.elripolles. El blog
vestigiosdenuestrahistoria abunda en la historia del puente y aporta fotos
antiguas. Hay una web llamada Fotos de Catalunya con alguna imagen antigua de nuestro puente.He consultado los tomos de "Tierra sobre el agua" de
Leonardo Fernández Troyano pero sólo hace referencias a él en cuanto a obra con
arquillos de aligeramiento y añade una foto de la obra, sin más datos. Respecto
al trazado, paisaje y monumentalidad que ofrece la carretera nacional N-260,
incluyendo puentes, se pueden consultar los artículos que hice para la revista
Solo Camión en los números 320 y 321 de fecha octubre y noviembre de 2.016.
Cómo llegar: Nuestro puente se encuentra bajo la
influencia de la ya citada nacional N-260, a la altura del PK 103, pasado Sant
Joan de les Abadesses si venimos del W. Al llegar a una rotonda, tomaremos
hacia el N la carretera autonómica C-38 que discurre junto al río Ter y en el
PK 8 llegaremos a Camprodón y su bellísimo puente medieval. Las vías rápidas
más cercanas son la C-17 hasta Ripoll para seguir por la N-260 y la C-38 hasta
destino y la A-26 desde el E hasta Olot, para seguir por la N-260 y la C-38
hasta llegar a Camprodón.
Dibujo de alzado, planta y perfil del puente. Tomado de la tesis doctoral de Ángel López Sánchez titulada Puentes de época medieval en las cuencas de los ríos Ter, Fluviá y Muga, Año 2.010.
Entrada a Camprodón. Toma de fecha 03.11.201
Fotografía de principios del siglo XX. Documentación de la T.D. de Ángel López Sánchez
Postal de principios del siglo XX. Web Todocoleccion.net
Comparativa del arco de San Roque en tomas de principios de siglo XX y año 2.005. Web Fotos de Catalunya correspondientes al archivo de Martí Pujol.
Postal antigua, quizás de los años 30 del siglo XX tomada del blog vestigiosdenuestrahistoria.
Foto de nevada a mediados del siglo XX. Tomada de la web Fotos de Catalunya, archivo de Martí Pujol.
Tanda de fotos realizadas el 03.11.2014
Dos preciosas fotos del año 2.015 que tomo del blog hoynosvamosa.com
Dos tomas de la cabecera abocinada derecha donde se aprecia el mal acabado de los peldaños así como la rampa, también con un pequeño escalón. Tomas de fecha 24.08.2016
Arcadas ciegas junto al paseo que conduce al puente por su margen derecha. Foto del 03.11.2014
Pasarela mixta de hormigón y acero aguas arriba de nuestro puente. Fotos de fecha 03.11.2014
Fotos de detalle del azud, cuérnago, pasillos y compuertas del viejo molino. Tomas de fecha 03.11.2014