PUENTE VIEJO SOBRE EL RÍO ARLANZA
QUINTANA DEL PUENTE. Palencia
N-622 PK 89 Y A-62 PK 55,500
Aunque la
fisonomía del puente actual es renacentista, cabe pensar que esta villa -por su
arraigo y antigüedad- debió poseer una puente que facilitara los tránsitos
hacia poblaciones aledañas, incluidas las importantes capitales de Burgos y
Palencia desde hace siglos. Zona de tradición prerromana ocupada por los vacceos, se contabilizan
muchos conflictos con los ejércitos romanos, desde tiempos de Publico Cornelio
Escipión Emiliano, en el asedio de Numancia. Cuando este territorio se
pacifica, dispone de varias calzadas de primer y segundo orden hacia
Palenzuela, el desfiladero de Pancorbo, Torquemada o Clunia, cuyo mantenimiento
estaba en manos de romanos y autóctonos con la necesidad de disponer de un
puente, en principio de madera, y con el tiempo, probablemente de piedra. Luego
debemos considerar la posibilidad de una obra romana que, como suele ocurrir,
el tiempo y las grande avenidas arruinarían hasta su desaparición. Al menos, se
sabe de vestigios arqueológicos romanos en las proximidades, incluyendo
Palenzuela y Astudillo (Ricardo Becerro de Bengoa, El libro de Palencia,
1874).
Durante los
largos siglos de reconquista en los que la raya fronteriza se situaba a lo
largo de esta zona de los Campos Góticos, no había interés en mantener pasos
fijos sobre el Arlanza ni entre cristianos ni entre musulmanes. En el siglo X
se formaliza la frontera o línea de castillos del río Arlanza y se repueblan
poco a poco estas tierras con la concesión de privilegios y fueros a los
primeros núcleos. Por estas fechas ya aparece el topónimo de Quintana, aunque
sin el apelativo de puente. Alfonso VI se encarga de repoblar la zona con gentes
que vienen de Bretaña, Gascuña, Tolosa y Borgoña.
Quintana
-como pedanía- fue parte del alfoz de Palenzuela cuya administración pertenecía
a Valladolid, al igual que parte del actual territorio palentino y debido a su
situación estratégica disponían de fueros propios desde tiempos del conde
Fernán González, confirmándose estos hasta la época de los Reyes Católicos, en
el año 1477.
El viejo
camino real de Burgos a Valladolid, en ocasiones pasaba por Quintana y otras
veces por Palenzuela pues ambas se disputaban este trayecto por cuestiones
económicas o comerciales.
En el siglo
XIV toda la Merindad del Cerrato está bajo control de Juan Rodríguez de Sandoval,
personaje clave en la disputa por el trono entre los hermanos Pedro I y Enrique
II; en aquellas luchas fratricidas murió Sandoval precisamente en Quintana. La
primera noticia del puente surge a finales del siglo XV, en 1498, cuando los
Reyes Católicos ordenan al Corregidor de Valladolid que informara sobre la
necesidad de reparación del puente de Quintana aunque muy probablemente fuera
de madera.
Pero es a
partir del siglo XVI cuando se entiende que hay un florecimiento de la zona al rebufo
del amplio comercio de la ciudad de Burgos que establece un consulado mercantil
con jurisdicción propia e impulsa la construcción o mejora de caminos y
puentes. Una de las primeras villas que solicita la reparación del suyo es
Quintana según consta en una petición firmada el 08.01.1551 y en la que se aduce
la gran importancia para la localidad de los tránsitos de trajineros, arrieros
y carreteros que deben cruzar la puente. Es por entonces, en tiempos de Carlos
I, cuando se comienza
la construcción (o reconstrucción) del puente de piedra actual de Quintana, con
la publicación de la 1ª Provisión Real que habilita a la recaudación de 3.040
ducados por repartimiento entre las villas y ciudades más beneficiadas en su construcción
(Cadiñanos aporta la cifra de 37.333 reales de vellón, que equivaldría
aproximadamente a 3.400 ducados, cifra algo mayor que la citada anteriormente).
Al no terminar las obras con dicha recaudación habría otros dos repartimientos
en el que participarían 359 pueblos más. El puente se terminó en época de
Felipe II hacia 1562. Su autor fue Hernán
Gómez del Río. Intervino en su peritación el maestro de cantería burgalés Juan de Vallejo (arquitecto del
cimborrio de la catedral de Burgos) y concluyó el puente Pedro de Celaya (maestro cantero vizcaíno enterrado en
la iglesia de Quintana del Puente).
Se documentan riadas en la zona en el invierno de 1645,
época de Felipe IV, que fueron desastrosas en la cuenca del Arlanza. La
municipalidad solicita ayudas para arreglos en su puente, que había sufrido desperfectos
en 3 cepas y arruinado 4 arcos. Parece que su reparación se terminó en 1650 y
actuó en las obras el maestro cantero Francisco Río Pontecillas, conocedor de
los flujos hídricos de estas cuencas pues ya había participado en las
construcción o reparación de obras civiles aledañas como son los puentes de
Monzón, Amusco, Reinoso, Cardaño de Arriba o Carrión de los Condes.
Según expone Cadiñanos Bardeci, hacia 1666 hay una nueva
petición de ayuda por parte de la municipalidad para arreglar la puente, que se
encuentra arruinada en 5 de sus arcos. El arzobispado de Burgos mandó por
aquellas fecha a Juan de Solórzano como veedor de puentes para su
reconocimiento que considera deben arreglarse los cinco arcos y demoler otro
extremo para su reconstrucción por lo que hace un presupuesto de 40.000
ducados. Para poder enlazar la información de Cadiñanos con la expuesta
anteriormente, cabe pensar que la reparación no duró hasta 1650, sino más bien
y como era pauta general, duraría decenios. Así, se sabe porque está
documentada, la intervención en la obra del maestro Domingo Ruíz de la
Fontecilla que tiene a su cargo en 1656 las obras de los puentes de Quintana
del Puente, Palenzuela y la Venta del Moral (AHRC, protocolos, leg. 1191 fol.
77). Hubo otras pujas, como la del cantero Felipe Berrojo, por 312.000 reales
para los arreglos del puente pero no se efectuaron y el arreglo del puente siguió
demorándose. Hay constancia de que, en 1677 el maestro Andrés de la Llosa,
inicia las obras de reparación, previamente rematadas en 308.000 reales y
parece que en 1678 las tenía perfectamente acabadas como reconocen en su
informe los inspectores canteros José González de Sisniega y el citado Felipe
Berrojo.
En 1650 Quintana deja de pertenecer al municipio de Palenzuela y
adquiere capacidad de administración propia, lo que redundará en un mejor
mantenimiento del puente, control y derechos de pontazgo del mismo. La llegada
de los Borbones y su incipiente cuerpo de funcionarios ilustrados hace que se
desarrollen las vías de comunicación en el reino y, en la zona
palentina hay actuaciones variadas. Concretamente, una real orden de 1747 firmada por Fernando VI
obliga a ciudades y villas en un contorno de 20 leguas a reparar los dos
puentes existentes sobre el Arlanza y Arlanzón que son los de Palenzuela y
Quintana. Cada villa y lugar tuvo que pagar 82
maravedíes por cada vecino contribuyente, siendo muchos los pueblos a pechar pertenecientes
a las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid.
Según el Catastro del Marqués de la
Ensenada, en acta del año 1752 cuya reunión se celebró en Quintana, entre los
muchos ingresos que se detallan, no figura ninguno referente a derechos de
pontazgo por lo que se interpreta que los lugareños no disponían de arbitrio o
sisa alguna sobre el paso o pontazgo o ya lo había perdido.
Otro posible derrumbe o sabotaje del
puente se ocasionaría en la Guerra de Independencia, especialmente en los
movimientos del General Lasalle, muy dado a la estrategia de tierra quemada y
destrucción de puentes por los que pasaba, como fue el caso de Torquemada. Esta
obra civil debió resultar importante para el tránsito de ejércitos y pertrechos
a lo largo de este conflicto pues hay referencias de los guerrilleros Juan
Tapia o el Cura Merino apostados junto al puente para detener o guerrear con
los franceses y atentar contra sus convoyes de armamento o alimentos.
La provincia
de Palencia tal y como está constituida actualmente data de 1833, siendo
Ministro de Fomento don Francisco Javier de Burgos. La extraña división
territorial y administrativa anterior (se dividía en partidos, villas con
jurisdicción y valles) fue desapareciendo ya que tenía como límite por el este
el Pisuerga, y así Herrera de Pisuerga y Astudillo pertenecían a Burgos, mientras que Palenzuela con su partido, donde se encontraba Quintana, pertenecían a la
provincia de Valladolid. A partir de ahora pertenecerá al partido judicial de
Baltanás. Se entiende que en la época isabelina o incluso en la dictadura de
Primo de Rivera, tiempos en los que se prestó atención a las carreteras y
puentes peninsulares, el de Quintana tendría alguna rehabilitación para seguir
siendo transitable pues tuvo que sufrir las riadas de 1843 y 1855 que producirían algún daño. La última
ruina destacable se corresponde con las violentas riadas producidas en
diciembre de 1955 que afectaron a la cimentación de alguna pila y arruinaron
dos vanos. Es probable que, por estas fechasy unos años posteriores, se construyera el puente -aguas abajo- que ahora pertenece a la autovía en sentido decreciente.
El resultado de todas estas intervenciones desde el siglo XV
en adelante, han determinado la impronta del puente: obra muy pesada, con luces reducidas, tajamares aristados, descansaderos y
otros pormenores que dan un aspecto multifacético en el que los estilos
renacentistas y barrocos se mezclan e, incluso diría que, siempre sobre la base
de una obra pontonera de raíz medieval, aunque no tengamos constancia de la
estructura en siglos anteriores al XV.
Características actuales de la obra: Se trata de una obra
civil imponente y muy larga ya que tenía que hacer frente a la unión de los
ríos Arlanza y Arlanzón, que se juntan unos cientos de metros aguas arriba y
que, en momentos de crecidas, llevaban un amplio caudal en esta zona donde la
propia terraza del río se ensancha sobremanera y deposita ingentes cantidades
de aluvión. Intentar sortear de manera uniforme este accidente, ha requerido la
construcción de un puente muy largo, aproximadamente de 297 metros, incluyendo
cabeceras que conectan con las oportunas rasantes de márgenes. El
ensanchamiento del cauce y su posible modificación en forma de curva hace que
nuestro puente se encuentre en ligero esviaje con respecto a la perpendicular del
propio cauce. Existen isletas en zonas centrales por acumulación de limos y
arenas. En cuanto a vanos, parece que no ha habido grandes oscilaciones pues
desde las referencias más antiguas, siempre se le cita con 18 arcos.
Prácticamente todos mantienen la geometría de arco de medio punto, aunque
alguno ha cerrado mal en claves y parece ligeramente apuntado y otros varios se
encuentran semienterrados y dan la sensación de ser abiertos o escarzanos. Las
luces son bastante uniformes, en torno a los 8 metros, salvo algunas excepciones
y sus medidas exactas son:
7+8+8,10+8,20+8,30+8+8,10+8+8+8+8,20+8,20+8+8+9+8+8+6,30 metros, siempre tomando
los vanos desde parte naciente y margen derecha.
Las pilas son fuertes, pesadas y bajas -en razón a la altura
del propio puente y su ensamble con rasante de taludes extremos- y tienen una
anchura que oscila entre 2,20 y 3 metros aunque la correspondiente al mirador
de los leones sedentes llega a los 5
metros. Dispone de tajamares y espolones amplios, anchos y con una cuña
pronunciada hacia el exterior que llega a los 2 metros, sin entrelazado de
sillares con el muro y bóvedas. En boquillas se oculta la curvatura de los
arcos en zona de salmeres precisamente por la incorporación o modificación de
estos tajamares. El tablero, recto y horizontal, tiene una anchura regular de
6 metros, de los que corresponden a calzada 5,20 metros y el resto (0,40x2
metros) a pretiles; no dispone de viales peatonales y actualmente la
circulación es alterna, con preferencia de paso en cabecera derecha, según señal
de tráfico pues en cabecera contraria -la del pueblo- no hay señalización
alguna; tampoco existe limitación por MMA para vehículos pesados. Existen
abocinamientos en cabeceras, más claro en extremo izquierdo. El tablero
propiamente dicho tiene una longitud de 251 metros que se alarga con los muros
de acompañamiento en cabeceras hasta la cifra citada de 297 metros. Al llegar
los tajamares-espolones hasta rasante, se producen tantos descansaderos en
ambos cantos como unidades, siendo muchos de planta triangular con anchura que
oscila entre 2 y 2,50 metros. Los primeros descansaderos -desde margen derecha-
tiene planta cuadrangular con tres metros de longitud y 0,70 metros de
profundidad. El más grande es el enfrentado a los leones, de 5 metros de
longitud y 3 metros de profundidad: es opuesto al conocido espolón de los
leones descabezados que portan un blasón indescifrable (motivo decorativo
generalizado en el renacimiento pero que llega hasta el clasicismo. Ver puente
de Puente Castro en León sobre el río Torio). Este amplio descansadero-mirador tiene
una longitud de 4,10 metros y una profundidad de 3 metros. En basamentos se
observan intervenciones de recalces en pilas y posibles hormigonados
hidráulicos. En un sillar del recalce hay un signo de cantería y el guarismo
190?. En otras pilas se observa un recrecido a modo de plinto de
hormigón sobre el zampeado original que rodea la pila, también correspondiente
a una intervención contemporánea. La amplia estructura del tablero descansa en la sucesión de pilas y arcos y en extremos sobre cortos estribos que apoyan directamente en los taludes y se refuerzan lateralmente en las potentes manguardias.
Fábrica: Curiosamente y pese a las diversas intervenciones,
se observa una fábrica muy regular, donde predomina el sillar de piedra caliza.
Siempre he considerado un estilo renacentista más puro al conocido puente de Herrera
de Pisuerga, donde la amalgama de sillares es más irregular; en este caso, no
ocurre así, pues el cubicaje, escuadría y talla en general, obedece más a unos
cánones propios del siglo XVII o incluso del siglo XVIII. La alineación y
horizontal de hiladas es perfecta -salvo en extremos- y coinciden en su
conexión con las de tajamares-espolones. La forma del sillar varia pues hay
hiladas de cubo regular y otras de faja más estrecha, rectangulares. En
general, superan los 50-60 centímetros de soga y tizón. El trabajo en bóvedas
también es muy bueno, predominando un dovelaje exquisito y regular que en algunas piezas llega
al metros de soga, bien dispuestas, formando cañones que geométricamente
mantienen el arco de medio punto. En boquillas, el trabajo de dovelas está bien
rematado, con piezas en ligera forma de cola de milano o cuña que propician el arco y
perfectamente acopladas con los sillares de hiladas en forma trapezoidal. En
muros de acompañamiento y encauzamiento el trabajo también es eficiente, con
piezas similares de buena escuadría aunque en muchos casos, de tamaño ciclópeo. Dispone
en toda su extensión de formidables pretiles, en dos cuerpos o hiladas, de buen
sillar calizo y sin albardilla, que se decora en su cara superior simplemente
biselando las esquinas; en muros de encauzamiento también se rematan de tal
modo aunque con una cara superior redondeada. En línea de impostas, dispone de
varios imbornales de piedra para el desagüe de la calzada, otro detalle muy
clasicista. En general, la colocación de piezas, incluido dovelaje, se produce
con un fino llagado de mortero, originariamente de cal grasa aunque
probablemente en alguna intervención de mantenimiento reciente, se hayan
incorporado argamasas terrosas con cementos especiales e imprimaciones que no
desentonan con el color de la piedra. La calzada dispone de un aglomerado
asfáltico en buen estado con líneas blancas reflectantes longitudinales junto a
pretiles. El solado en descansaderos se compone de piedra caliza de variada
forma y que puede corresponder al empedrado original del tablero. Dispone de
farolas de estilo alfonsino, oxidadas y mal mantenidas hechas en la fundición
Fetor, de Barbastro. En la medianía del tablero está el hito kilométrico 99 de
la vieja carretera nacional N-622. También subsiste allí un mojón del Plan Peña
de cuando era aún carretera comarcal con la matrícula C-110 y PK 89. De hecho,
en cabecera derecha (desde aguas arriba) todavía existen unos cien metros de la
antigua calzada comarcal, ahora interrumpida por el cruce con la autovía A-62.
Aunque la obra civil parece en buen estado y es útil pues
sigue soportando tráficos de cierta regularidad, se observan deficiencias de
mantenimiento: muchas bóvedas tiene filtraciones de agua evidentes que están
dañando la piedra y producen reacciones químicas o eflorescencias
perjudiciales; en alguna bóveda se observan huecos donde faltan fragmentos de dovelas y se
llega a ver parte del extradós con incorporación de alguna solera hormigonada.
Abunda el vegetal que medra entre las juntas de muchas piezas, muy evidente en
uno de los muros donde un enorme árbol ha llegado a desbancar sillares, algunos
en tierra y otros que caerán pronto. Es curiosos que, tratándose de una obra
civil icónica para esta villa, pues figura hasta en su blasón, el mantenimiento
y limpieza del entorno sea tan deficiente, observándose cúmulos de escombro y
basura en algunas zonas, eso sí, que poco a poco va tapando la propia
vegetación que crece exuberante con tanta humedad. Otro aspecto negativo, aunque achacable a la
CHD (Confederación Hidrográfica del Duero) es el peligroso acumulamiento de
troncos y ramajes que no sólo se traban en los tajamares, sino que en algún
arco, disminuyen ostensiblemente sus posibilidades de desalojo de caudal, en
caso de nuevas crecidas. Esta circunstancia influye en la propia fatiga de las
pilas, además de disminuir el volumen de desalojos de este puente que, como
decía, tiene luces relativamente bajas. En estos tramos de los ríos Arlarza y
Arlazón menudean las crecidas pues apenas tienen regulación en sus cauces:
ambos nacen en el entorno de la Sierra de la Demanda donde el segundo dispone
de dos pequeños pantanos (Urquiza y Arlanzón) y el Arlanza no dispone de
ninguno. Son ciertamente míticas las crecidas de los años 1843 y 1855 pero,
sin duda, las recientes avenidas del año 2016 y en concreto la del día 14 de
febrero supera todas las cotas anotadas hasta entonces. Esta crecida pudo crear en este punto el efecto de presa debido, principalmente, a la falta de desalojo por efecto de ramajes y arbolado trabado en algunos vanos y la colmatación por arenas y limos en otros.
Por demás, señalar que este puente tiene un par de paneles
que informan de su obra, historia y algunos pormenores. No hay señalización de
tráfico que indique monumento ya sea en la carretera nacional o la autovía A-62. Se ha intentado urbanizar la
margen izquierda del cauce con algunos elementos de jardinería, paseos,
mobiliario urbano y una pasarela de madera aunque se observa cierto abandono en
su mantenimiento. A nivel fotográfico y como viene siendo habitual, resulta
imposible hacer tomas del conjunto pues siempre lo impide el arbolado de ribera
anejo a la obra, independientemente de nuestra situación aguas arriba o abajo.
También podemos observar la parte central desde el otro puente de la actual nacional o desde el de la autovía.
Recientemente, en un concurso fotográfico anual que hace el periódico provincial El Diario
Palentino para el año 2015 se expuso una foto de una bóveda del puente y
paisanas del pueblo en un estudiado aquelarre nocturno, recordando ciertas
costumbres de la cultura prerromana de estos núcleos de origen vacceo. Ciertamente,
el evento, aunque no daba preponderancia al puente, le otorga al menos, cierto
protagonismo. Seguiremos informando pues este lobo, siempre seducido por la noche, la luna, el fuego o las bóvedas -sean de fábrica o celestes- quedó impresionado con el porte y elegancia de aquellas brujas.
Para saber más: Como decía, en el panel informativo in situ, se aporta información interesante aunque sin fuentes y que discrepa en
parte con la que he conseguido de otros estudios que cito a continuación.
"Los puentes de Palencia durante la Edad Moderna", obra de Inocencio
Cadiñanos Bardeci de finales del siglo XX. "La arquitectura de puentes en
Castilla y León entre los años 1575-1650" de Miguel Ángel Aramburu-Zabala
Higuera, Consejería de CyL, año 1992. "Las obras públicas en la Corona de
Castilla entre los años 1575-1650: Los puentes" en tesis doctoral del
propio Aramburu-Zabala en la UAM, año 1989. También aporta información sobre
maestros de obra y canteros que intervienen en el puente el excelente
inventario-diccionario titulado "Artistas cántabros de la Edad
Moderna", de María del Carmen González Echegaray et al. publicado por el
Instituto Mazarrasa-Universidad de Cantabria en el año 1991. El blog
"quintanadelpuente.eu" dispone de la historia de la villa y aporta
información interesante sobre el puente. Curiosamente, la web oficial del
Ayuntamiento de Quintana exhibe como lugares de interés el Monasterio de San
Salvador del Moral y la iglesia parroquial de San Esteban, ambos monumentos
originarios del siglo X y XI pero no se hace referencia a su bello e insigne
puente, salvo alguna foto que no lleva texto o información. Por cierto y abundando en el
tema, el legendario monasterio, ubicado entre los ríos Arlanza y Arlanzón,
debió de tener un puente cercano significativo y acorde con la vieja categoría e
influencia del propio cenobio; algunas informaciones antiguas sobre obras de
rehabilitación pontoneras e imprecisas pudieran referirse a un posible puente
para acceder a este monasterio. También puede ser interesante aunque sólo lo conozco
por referencias el libro titulado "Quintana del Puente" obra de
Sotero García Ortíz, publicado por El Circulo Rojo en el año 2013 y donde se
recoge bastante información sobre su puente de piedra.
Cómo llegar: El acceso y vía más rápida a Quintana del Puente es la
autovía A-62 con salidas en los PK 55 y 56 -según el sentido de la marcha- y
alcanzar el puente dentro del pueblo. La vieja nacional N-622, con origen en
Lerma y dirección W llega al pueblo en su PK 98 por el puente nuevo, desde
donde se puede ver también este monumento. Por aquí y tras pasar por alguna
rotonda se llega al puente. Yo, que suelo provenir del N para llegar a este lugar, prefiero ir por carreteras locales -son más interesantes- y tomo la P-413 en Astudillo,
paso por Cordovilla la Real y termino en Quintana del Puente, PK 0 de esta
calzada. Corriendo esta vía local y con tiempo, podemos visitar también los
excelentes puentes de las citadas Astudillo y Cordovilla la Real, ambos sobre
el río Pisuerga. Respecto a los otros puentes de esta localidad, tiene cierto
interés el que se hizo como variante de la nacional N-622, obra probable de los
años 60 del siglo XX. La autovía se ha dividido en dos calzadas independientes, una
plenamente contemporánea con su correspondiente puente de hormigón pretensado
de construcción muy reciente y la otra, utilizando la vieja calzada y que
dispone de un puente también curioso, con amplios arcos escarzanos de hormigón armado, fábrica de hormigón en masa, piedra artificial y hasta tapiales de ladrillo enfoscado,
amplios muros de contención de canto rodado (gaviones) y pilas-tabique, todo ello muy
propio de la pontonería de los años 50 del siglo XX.
Retazos de la vieja nacional ya abandonada a la salida del puente.
Tajea de la antigua carretera nacional, cerca de nuestro puente.
Dos fotos en las que se aprecian las basuras y residuos junto al puente y estado de elementos del mobiliario del parque anejo.
TANDA DE FOTOS ANTERIORES REALIZADAS EN FECHA 16.02.2017
TANDA DE FOTOS ANTERIORES REALIZADAS EN FECHA 16.02.2017
Dibujo de planta y alzado del puente, probablemente de 1.672 cuando Mateo de la Cotera y Antonio del Solar lo visitan y estudian su ruina. Lo sombreado representan las zonas dañadas. Es muy probable que este plano lo utilizaran otros maestros que pujaron por la obra, como Andrés de la Maza, Francisco Muñoz o el propio Andrés de la Llosa que, por fin, ejecutó la obra en 1.678.
Fotografía de los años 30/40 del siglo XX depositada en el MOSA (Archivo Monasterio de San Agustín) de la Diputación de Burgos.
Fotografía de los años 30/40 del siglo XX depositada en el MOSA (Archivo Monasterio de San Agustín) de la Diputación de Burgos.
Fotografía de los años 40 del siglo XX que capta un turista francés de la cubierta del puente y gente paseando.
Fotografía del año 2.007 cuando todavía estaba el cartel de población junto al apartadero de los leones. Aunque ya se ha quitado, aún permanecen los postes verticales de soporte. Una cutrez más que pasa desapercibida para los vigilantes de este monumento.
Crecida primaveral del año 2014 cuya foto publicó El Norte de Castilla
Impresionante imagen de las brujas de Quintana llamando a los espíritus ancestrales de la tribu vaccea en una de las bóvedas del puente. Fotografía presentada y publicada en El Diario Palentino correspondiente al concurso de pueblos de la provincia en el año 2.015. Lo que sí parece cierto es que, después de unos meses, llegaron las copiosas lluvias, el río creció y creció y hubo agua para todos.
Varias fotos de la crecida de enero de 2016 que recoge el periódico provincial El Diario Palentino y otras que tomo del blog municipal de Quintana del Puente.
ANTIGUA TAJEA DEL CAMINO CARRETERO AGRARIO
PASARELA DE MADERA SOBRE UN ARROYO
Se sabe algo de cómo eran las cabezas de los leones del puente ?
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