jueves, 13 de abril de 2017

PUENTE DE QUINTANA DEL PUENTE. Palencia

PUENTE VIEJO SOBRE EL RÍO ARLANZA
QUINTANA DEL PUENTE. Palencia
N-622 PK 89 Y A-62 PK 55,500

Aunque la fisonomía del puente actual es renacentista, cabe pensar que esta villa -por su arraigo y antigüedad- debió poseer una puente que facilitara los tránsitos hacia poblaciones aledañas, incluidas las importantes capitales de Burgos y Palencia desde hace siglos. Zona de tradición prerromana ocupada por los vacceos, se contabilizan muchos conflictos con los ejércitos romanos, desde tiempos de Publico Cornelio Escipión Emiliano, en el asedio de Numancia. Cuando este territorio se pacifica, dispone de varias calzadas de primer y segundo orden hacia Palenzuela, el desfiladero de Pancorbo, Torquemada o Clunia, cuyo mantenimiento estaba en manos de romanos y autóctonos con la necesidad de disponer de un puente, en principio de madera, y con el tiempo, probablemente de piedra. Luego debemos considerar la posibilidad de una obra romana que, como suele ocurrir, el tiempo y las grande avenidas arruinarían hasta su desaparición. Al menos, se sabe de vestigios arqueológicos romanos en las proximidades, incluyendo Palenzuela y Astudillo (Ricardo Becerro de Bengoa, El libro de Palencia, 1874).

Durante los largos siglos de reconquista en los que la raya fronteriza se situaba a lo largo de esta zona de los Campos Góticos, no había interés en mantener pasos fijos sobre el Arlanza ni entre cristianos ni entre musulmanes. En el siglo X se formaliza la frontera o línea de castillos del río Arlanza y se repueblan poco a poco estas tierras con la concesión de privilegios y fueros a los primeros núcleos. Por estas fechas ya aparece el topónimo de Quintana, aunque sin el apelativo de puente. Alfonso VI se encarga de repoblar la zona con gentes que vienen de Bretaña, Gascuña, Tolosa y Borgoña.

Quintana -como pedanía- fue parte del alfoz de Palenzuela cuya administración pertenecía a Valladolid, al igual que parte del actual territorio palentino y debido a su situación estratégica disponían de fueros propios desde tiempos del conde Fernán González, confirmándose estos hasta la época de los Reyes Católicos, en el año 1477.

El viejo camino real de Burgos a Valladolid, en ocasiones pasaba por Quintana y otras veces por Palenzuela pues ambas se disputaban este trayecto por cuestiones económicas o comerciales.

En el siglo XIV toda la Merindad del Cerrato está bajo control de Juan Rodríguez de Sandoval, personaje clave en la disputa por el trono entre los hermanos Pedro I y Enrique II; en aquellas luchas fratricidas murió Sandoval precisamente en Quintana. La primera noticia del puente surge a finales del siglo XV, en 1498, cuando los Reyes Católicos ordenan al Corregidor de Valladolid que informara sobre la necesidad de reparación del puente de Quintana aunque muy probablemente fuera de madera.

Pero es a partir del siglo XVI cuando se entiende que hay un florecimiento de la zona al rebufo del amplio comercio de la ciudad de Burgos que establece un consulado mercantil con jurisdicción propia e impulsa la construcción o mejora de caminos y puentes. Una de las primeras villas que solicita la reparación del suyo es Quintana según consta en una petición firmada el 08.01.1551 y en la que se aduce la gran importancia para la localidad de los tránsitos de trajineros, arrieros y carreteros que deben cruzar la puente. Es por entonces, en tiempos de Carlos I, cuando se comienza la construcción (o reconstrucción) del puente de piedra actual de Quintana, con la publicación de la 1ª Provisión Real que habilita a la recaudación de 3.040 ducados por repartimiento entre las villas y ciudades más beneficiadas en su construcción (Cadiñanos aporta la cifra de 37.333 reales de vellón, que equivaldría aproximadamente a 3.400 ducados, cifra algo mayor que la citada anteriormente). Al no terminar las obras con dicha recaudación habría otros dos repartimientos en el que participarían 359 pueblos más. El puente se terminó en época de Felipe II hacia 1562. Su autor fue Hernán Gómez del Río. Intervino en su peritación el maestro de cantería burgalés Juan de Vallejo (arquitecto del cimborrio de la catedral de Burgos) y concluyó el puente Pedro de Celaya (maestro cantero vizcaíno enterrado en la iglesia de Quintana del Puente).

Se documentan riadas en la zona en el invierno de 1645, época de Felipe IV, que fueron desastrosas en la cuenca del Arlanza. La municipalidad solicita ayudas para arreglos en su puente, que había sufrido desperfectos en 3 cepas y arruinado 4 arcos. Parece que su reparación se terminó en 1650 y actuó en las obras el maestro cantero Francisco Río Pontecillas, conocedor de los flujos hídricos de estas cuencas pues ya había participado en las construcción o reparación de obras civiles aledañas como son los puentes de Monzón, Amusco, Reinoso, Cardaño de Arriba o Carrión de los Condes.

Según expone Cadiñanos Bardeci, hacia 1666 hay una nueva petición de ayuda por parte de la municipalidad para arreglar la puente, que se encuentra arruinada en 5 de sus arcos. El arzobispado de Burgos mandó por aquellas fecha a Juan de Solórzano como veedor de puentes para su reconocimiento que considera deben arreglarse los cinco arcos y demoler otro extremo para su reconstrucción por lo que hace un presupuesto de 40.000 ducados. Para poder enlazar la información de Cadiñanos con la expuesta anteriormente, cabe pensar que la reparación no duró hasta 1650, sino más bien y como era pauta general, duraría decenios. Así, se sabe porque está documentada, la intervención en la obra del maestro Domingo Ruíz de la Fontecilla que tiene a su cargo en 1656 las obras de los puentes de Quintana del Puente, Palenzuela y la Venta del Moral (AHRC, protocolos, leg. 1191 fol. 77). Hubo otras pujas, como la del cantero Felipe Berrojo, por 312.000 reales para los arreglos del puente pero no se efectuaron y el arreglo del puente siguió demorándose. Hay constancia de que, en 1677 el maestro Andrés de la Llosa, inicia las obras de reparación, previamente rematadas en 308.000 reales y parece que en 1678 las tenía perfectamente acabadas como reconocen en su informe los inspectores canteros José González de Sisniega y el citado Felipe Berrojo.

En 1650 Quintana deja de pertenecer al municipio de Palenzuela y adquiere capacidad de administración propia, lo que redundará en un mejor mantenimiento del puente, control y derechos de pontazgo del mismo. La llegada de los Borbones y su incipiente cuerpo de funcionarios ilustrados hace que se desarrollen las vías de comunicación en el reino y, en la zona palentina hay actuaciones variadas. Concretamente, una real orden de 1747 firmada por Fernando VI obliga a ciudades y villas en un contorno de 20 leguas a reparar los dos puentes existentes sobre el Arlanza y Arlanzón que son los de Palenzuela y Quintana. Cada villa y lugar tuvo que pagar 82 maravedíes por cada vecino contribuyente, siendo muchos los pueblos a pechar pertenecientes a las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid.

Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, en acta del año 1752 cuya reunión se celebró en Quintana, entre los muchos ingresos que se detallan, no figura ninguno referente a derechos de pontazgo por lo que se interpreta que los lugareños no disponían de arbitrio o sisa alguna sobre el paso o pontazgo o ya lo había perdido.

Otro posible derrumbe o sabotaje del puente se ocasionaría en la Guerra de Independencia, especialmente en los movimientos del General Lasalle, muy dado a la estrategia de tierra quemada y destrucción de puentes por los que pasaba, como fue el caso de Torquemada. Esta obra civil debió resultar importante para el tránsito de ejércitos y pertrechos a lo largo de este conflicto pues hay referencias de los guerrilleros Juan Tapia o el Cura Merino apostados junto al puente para detener o guerrear con los franceses y atentar contra sus convoyes de armamento o alimentos.

La provincia de Palencia tal y como está constituida actualmente data de 1833, siendo Ministro de Fomento don Francisco Javier de Burgos. La extraña división territorial y administrativa anterior (se dividía en partidos, villas con jurisdicción y valles) fue desapareciendo ya que tenía como límite por el este el Pisuerga, y así Herrera de Pisuerga y Astudillo pertenecían a Burgos, mientras que Palenzuela con su partido, donde se encontraba Quintana, pertenecían a la provincia de Valladolid. A partir de ahora pertenecerá al partido judicial de Baltanás. Se entiende que en la época isabelina o incluso en la dictadura de Primo de Rivera, tiempos en los que se prestó atención a las carreteras y puentes peninsulares, el de Quintana tendría alguna rehabilitación para seguir siendo transitable pues tuvo que sufrir las riadas de 1843 y 1855 que producirían algún daño. La última ruina destacable se corresponde con las violentas riadas producidas en diciembre de 1955 que afectaron a la cimentación de alguna pila y arruinaron dos vanos. Es probable que, por estas fechasy unos años posteriores, se construyera el puente -aguas abajo- que ahora pertenece a la autovía en sentido decreciente.

El resultado de todas estas intervenciones desde el siglo XV en adelante, han determinado la impronta del puente: obra muy pesada, con luces reducidas, tajamares aristados, descansaderos y otros pormenores que dan un aspecto multifacético en el que los estilos renacentistas y barrocos se mezclan e, incluso diría que, siempre sobre la base de una obra pontonera de raíz medieval, aunque no tengamos constancia de la estructura en siglos anteriores al XV.

Características actuales de la obra: Se trata de una obra civil imponente y muy larga ya que tenía que hacer frente a la unión de los ríos Arlanza y Arlanzón, que se juntan unos cientos de metros aguas arriba y que, en momentos de crecidas, llevaban un amplio caudal en esta zona donde la propia terraza del río se ensancha sobremanera y deposita ingentes cantidades de aluvión. Intentar sortear de manera uniforme este accidente, ha requerido la construcción de un puente muy largo, aproximadamente de 297 metros, incluyendo cabeceras que conectan con las oportunas rasantes de márgenes. El ensanchamiento del cauce y su posible modificación en forma de curva hace que nuestro puente se encuentre en ligero esviaje con respecto a la perpendicular del propio cauce. Existen isletas en zonas centrales por acumulación de limos y arenas. En cuanto a vanos, parece que no ha habido grandes oscilaciones pues desde las referencias más antiguas, siempre se le cita con 18 arcos. Prácticamente todos mantienen la geometría de arco de medio punto, aunque alguno ha cerrado mal en claves y parece ligeramente apuntado y otros varios se encuentran semienterrados y dan la sensación de ser abiertos o escarzanos. Las luces son bastante uniformes, en torno a los 8 metros, salvo algunas excepciones y sus medidas exactas son: 7+8+8,10+8,20+8,30+8+8,10+8+8+8+8,20+8,20+8+8+9+8+8+6,30 metros, siempre tomando los vanos desde parte naciente y margen derecha.

Las pilas son fuertes, pesadas y bajas -en razón a la altura del propio puente y su ensamble con rasante de taludes extremos- y tienen una anchura que oscila entre 2,20 y 3 metros aunque la correspondiente al mirador de los leones sedentes  llega a los 5 metros. Dispone de tajamares y espolones amplios, anchos y con una cuña pronunciada hacia el exterior que llega a los 2 metros, sin entrelazado de sillares con el muro y bóvedas. En boquillas se oculta la curvatura de los arcos en zona de salmeres precisamente por la incorporación o modificación de estos tajamares. El tablero, recto y horizontal, tiene una anchura regular de 6 metros, de los que corresponden a calzada 5,20 metros y el resto (0,40x2 metros) a pretiles; no dispone de viales peatonales y actualmente la circulación es alterna, con preferencia de paso en cabecera derecha, según señal de tráfico pues en cabecera contraria -la del pueblo- no hay señalización alguna; tampoco existe limitación por MMA para vehículos pesados. Existen abocinamientos en cabeceras, más claro en extremo izquierdo. El tablero propiamente dicho tiene una longitud de 251 metros que se alarga con los muros de acompañamiento en cabeceras hasta la cifra citada de 297 metros. Al llegar los tajamares-espolones hasta rasante, se producen tantos descansaderos en ambos cantos como unidades, siendo muchos de planta triangular con anchura que oscila entre 2 y 2,50 metros. Los primeros descansaderos -desde margen derecha- tiene planta cuadrangular con tres metros de longitud y 0,70 metros de profundidad. El más grande es el enfrentado a los leones, de 5 metros de longitud y 3 metros de profundidad: es opuesto al conocido espolón de los leones descabezados que portan un blasón indescifrable (motivo decorativo generalizado en el renacimiento pero que llega hasta el clasicismo. Ver puente de Puente Castro en León sobre el río Torio). Este amplio descansadero-mirador tiene una longitud de 4,10 metros y una profundidad de 3 metros. En basamentos se observan intervenciones de recalces en pilas y posibles hormigonados hidráulicos. En un sillar del recalce hay un signo de cantería y el guarismo 190?. En otras pilas se observa un recrecido a modo de plinto de hormigón sobre el zampeado original que rodea la pila, también correspondiente a una intervención contemporánea. La amplia estructura del tablero descansa en la sucesión de pilas y arcos y en extremos sobre cortos estribos que apoyan directamente en los taludes y se refuerzan lateralmente en las potentes manguardias.

Fábrica: Curiosamente y pese a las diversas intervenciones, se observa una fábrica muy regular, donde predomina el sillar de piedra caliza. Siempre he considerado un estilo renacentista más puro al conocido puente de Herrera de Pisuerga, donde la amalgama de sillares es más irregular; en este caso, no ocurre así, pues el cubicaje, escuadría y talla en general, obedece más a unos cánones propios del siglo XVII o incluso del siglo XVIII. La alineación y horizontal de hiladas es perfecta -salvo en extremos- y coinciden en su conexión con las de tajamares-espolones. La forma del sillar varia pues hay hiladas de cubo regular y otras de faja más estrecha, rectangulares. En general, superan los 50-60 centímetros de soga y tizón. El trabajo en bóvedas también es muy bueno, predominando un dovelaje exquisito y regular que en algunas piezas llega al metros de soga, bien dispuestas, formando cañones que geométricamente mantienen el arco de medio punto. En boquillas, el trabajo de dovelas está bien rematado, con piezas en ligera forma de cola de milano o cuña que propician el arco y perfectamente acopladas con los sillares de hiladas en forma trapezoidal. En muros de acompañamiento y encauzamiento el trabajo también es eficiente, con piezas similares de buena escuadría aunque en muchos casos, de tamaño ciclópeo. Dispone en toda su extensión de formidables pretiles, en dos cuerpos o hiladas, de buen sillar calizo y sin albardilla, que se decora en su cara superior simplemente biselando las esquinas; en muros de encauzamiento también se rematan de tal modo aunque con una cara superior redondeada. En línea de impostas, dispone de varios imbornales de piedra para el desagüe de la calzada, otro detalle muy clasicista. En general, la colocación de piezas, incluido dovelaje, se produce con un fino llagado de mortero, originariamente de cal grasa aunque probablemente en alguna intervención de mantenimiento reciente, se hayan incorporado argamasas terrosas con cementos especiales e imprimaciones que no desentonan con el color de la piedra. La calzada dispone de un aglomerado asfáltico en buen estado con líneas blancas reflectantes longitudinales junto a pretiles. El solado en descansaderos se compone de piedra caliza de variada forma y que puede corresponder al empedrado original del tablero. Dispone de farolas de estilo alfonsino, oxidadas y mal mantenidas hechas en la fundición Fetor, de Barbastro. En la medianía del tablero está el hito kilométrico 99 de la vieja carretera nacional N-622. También subsiste allí un mojón del Plan Peña de cuando era aún carretera comarcal con la matrícula C-110 y PK 89. De hecho, en cabecera derecha (desde aguas arriba) todavía existen unos cien metros de la antigua calzada comarcal, ahora interrumpida por el cruce con la autovía A-62.

Aunque la obra civil parece en buen estado y es útil pues sigue soportando tráficos de cierta regularidad, se observan deficiencias de mantenimiento: muchas bóvedas tiene filtraciones de agua evidentes que están dañando la piedra y producen reacciones químicas o eflorescencias perjudiciales; en alguna bóveda se observan huecos donde faltan fragmentos de dovelas y se llega a ver parte del extradós con incorporación de alguna solera hormigonada. Abunda el vegetal que medra entre las juntas de muchas piezas, muy evidente en uno de los muros donde un enorme árbol ha llegado a desbancar sillares, algunos en tierra y otros que caerán pronto. Es curiosos que, tratándose de una obra civil icónica para esta villa, pues figura hasta en su blasón, el mantenimiento y limpieza del entorno sea tan deficiente, observándose cúmulos de escombro y basura en algunas zonas, eso sí, que poco a poco va tapando la propia vegetación que crece exuberante con tanta humedad.  Otro aspecto negativo, aunque achacable a la CHD (Confederación Hidrográfica del Duero) es el peligroso acumulamiento de troncos y ramajes que no sólo se traban en los tajamares, sino que en algún arco, disminuyen ostensiblemente sus posibilidades de desalojo de caudal, en caso de nuevas crecidas. Esta circunstancia influye en la propia fatiga de las pilas, además de disminuir el volumen de desalojos de este puente que, como decía, tiene luces relativamente bajas. En estos tramos de los ríos Arlarza y Arlazón menudean las crecidas pues apenas tienen regulación en sus cauces: ambos nacen en el entorno de la Sierra de la Demanda donde el segundo dispone de dos pequeños pantanos (Urquiza y Arlanzón) y el Arlanza no dispone de ninguno. Son ciertamente míticas las crecidas de los años 1843 y 1855 pero, sin duda, las recientes avenidas del año 2016 y en concreto la del día 14 de febrero supera todas las cotas anotadas hasta entonces. Esta crecida pudo crear en este punto el efecto de presa debido, principalmente, a la falta de desalojo por efecto de ramajes y arbolado trabado en algunos vanos y la colmatación por arenas y limos en otros.

Por demás, señalar que este puente tiene un par de paneles que informan de su obra, historia y algunos pormenores. No hay señalización de tráfico que indique monumento ya sea en la carretera nacional o  la autovía A-62. Se ha intentado urbanizar la margen izquierda del cauce con algunos elementos de jardinería, paseos, mobiliario urbano y una pasarela de madera aunque se observa cierto abandono en su mantenimiento. A nivel fotográfico y como viene siendo habitual, resulta imposible hacer tomas del conjunto pues siempre lo impide el arbolado de ribera anejo a la obra, independientemente de nuestra situación aguas arriba o abajo. También podemos observar la parte central desde el otro puente de la actual nacional o desde el de la autovía.

Recientemente, en un concurso fotográfico anual  que hace el periódico provincial El Diario Palentino para el año 2015 se expuso una foto de una bóveda del puente y paisanas del pueblo en un estudiado aquelarre nocturno, recordando ciertas costumbres de la cultura prerromana de estos núcleos de origen vacceo. Ciertamente, el evento, aunque no daba preponderancia al puente, le otorga al menos, cierto protagonismo. Seguiremos informando pues este lobo, siempre seducido por la noche, la luna, el fuego o las bóvedas -sean de fábrica o celestes- quedó impresionado con el porte y elegancia de aquellas brujas. 

Para saber más: Como decía, en el panel informativo in situ, se aporta información interesante aunque sin fuentes y que discrepa en parte con la que he conseguido de otros estudios que cito a continuación. "Los puentes de Palencia durante la Edad Moderna", obra de Inocencio Cadiñanos Bardeci de finales del siglo XX. "La arquitectura de puentes en Castilla y León entre los años 1575-1650" de Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera, Consejería de CyL, año 1992. "Las obras públicas en la Corona de Castilla entre los años 1575-1650: Los puentes" en tesis doctoral del propio Aramburu-Zabala en la UAM, año 1989. También aporta información sobre maestros de obra y canteros que intervienen en el puente el excelente inventario-diccionario titulado "Artistas cántabros de la Edad Moderna", de María del Carmen González Echegaray et al. publicado por el Instituto Mazarrasa-Universidad de Cantabria en el año 1991. El blog "quintanadelpuente.eu" dispone de la historia de la villa y aporta información interesante sobre el puente. Curiosamente, la web oficial del Ayuntamiento de Quintana exhibe como lugares de interés el Monasterio de San Salvador del Moral y la iglesia parroquial de San Esteban, ambos monumentos originarios del siglo X y XI pero no se hace referencia a su bello e insigne puente, salvo alguna foto que no lleva texto o información. Por cierto y abundando en el tema, el legendario monasterio, ubicado entre los ríos Arlanza y Arlanzón, debió de tener un puente cercano significativo y acorde con la vieja categoría e influencia del propio cenobio; algunas informaciones antiguas sobre obras de rehabilitación pontoneras e imprecisas pudieran referirse a un posible puente para acceder a este monasterio. También puede ser interesante aunque sólo lo conozco por referencias el libro titulado "Quintana del Puente" obra de Sotero García Ortíz, publicado por El Circulo Rojo en el año 2013 y donde se recoge bastante información sobre su puente de piedra.

Cómo llegar: El acceso y vía más rápida a Quintana del Puente es la autovía A-62 con salidas en los PK 55 y 56 -según el sentido de la marcha- y alcanzar el puente dentro del pueblo. La vieja nacional N-622, con origen en Lerma y dirección W llega al pueblo en su PK 98 por el puente nuevo, desde donde se puede ver también este monumento. Por aquí y tras pasar por alguna rotonda se llega al puente. Yo, que suelo provenir del N para llegar a este lugar, prefiero ir por carreteras locales -son más interesantes- y tomo la P-413 en Astudillo, paso por Cordovilla la Real y termino en Quintana del Puente, PK 0 de esta calzada. Corriendo esta vía local y con tiempo, podemos visitar también los excelentes puentes de las citadas Astudillo y Cordovilla la Real, ambos sobre el río Pisuerga. Respecto a los otros puentes de esta localidad, tiene cierto interés el que se hizo como variante de la nacional N-622, obra probable de los años 60 del siglo XX. La autovía se ha dividido en dos calzadas independientes, una plenamente contemporánea con su correspondiente puente de hormigón pretensado de construcción muy reciente y la otra, utilizando la vieja calzada y que dispone de un puente también curioso, con amplios arcos escarzanos de hormigón armado, fábrica de hormigón en masa, piedra artificial y hasta tapiales de ladrillo enfoscado, amplios muros de contención de canto rodado (gaviones) y pilas-tabique, todo ello muy propio de la pontonería de los años 50 del siglo XX.










































Retazos de la vieja nacional ya abandonada a la salida del puente.


Tajea de la antigua carretera nacional, cerca de nuestro puente.



Dos fotos en las que se aprecian las basuras y residuos junto al puente y estado de elementos del mobiliario del parque anejo.
TANDA DE FOTOS ANTERIORES REALIZADAS EN FECHA 16.02.2017


Dibujo de planta y alzado del puente, probablemente de 1.672 cuando Mateo de la Cotera y Antonio del Solar lo visitan y estudian su ruina. Lo sombreado representan las zonas dañadas. Es muy probable que este plano lo utilizaran otros maestros que pujaron por la obra, como Andrés de la Maza, Francisco Muñoz o el propio Andrés de la Llosa que, por fin, ejecutó la obra en 1.678.



Fotografía de los años 30/40 del siglo XX depositada en el MOSA  (Archivo Monasterio de San Agustín) de la Diputación de Burgos.


Fotografía de los años 40 del siglo XX que capta un turista francés de la cubierta del puente y gente paseando.


Postal de puente editada en los años 60/70 del siglo XX sin más datos.


Fotografía del año 2.007 cuando todavía estaba el cartel de población junto al apartadero de los leones. Aunque ya se ha quitado, aún permanecen los postes verticales de soporte. Una cutrez más que pasa desapercibida para los vigilantes de este monumento.



Crecida primaveral del año 2014 cuya foto publicó El Norte de Castilla


Impresionante imagen de las brujas de Quintana llamando a los espíritus ancestrales de la tribu vaccea en una de las bóvedas del puente. Fotografía presentada y publicada en El Diario Palentino correspondiente al concurso de pueblos de la provincia en el año 2.015. Lo que sí parece cierto es que, después de unos meses, llegaron las copiosas lluvias, el río creció y creció y hubo agua para todos.







Varias fotos de la crecida de enero de 2016 que recoge el periódico provincial El Diario Palentino y otras que tomo del blog municipal de Quintana del Puente.


ANTIGUA TAJEA DEL CAMINO CARRETERO AGRARIO








Tanda de fotos de fecha 16.02.2017

PASARELA DE MADERA SOBRE UN ARROYO






Tanda de fotos de fecha 16.02.2017












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