VEGA DE ESPINAREDA. León
LE-711 PK 22,720
Ubicada lejos de las calzadas reales hacia
Galicia, Vega de Espinareda también tenía una difícil ruta al NW por el camino
denominado de “Cacabelos al Puerto Viejo de Antelo”, probable vía medieval que
ya utilizaba el poderoso monasterio benedictino de San Andrés de Espinareda quizás
desde su fundación hacia finales del siglo X y que fue expandiéndose durante
varios siglos pues consta que hacia el año 1317 el rey Alfonso XI concede el
señoría de esta villa al abad del monasterio con intención de asentar población
y desarrollar el mundo agrario y ganadero de la zona entre lo que deberemos de
pensar que incluiría caminos carreteros y los puentes necesarios para salvar
estos ríos. Sin embargo, por Cacabelos pasaba el camino real, luego nacional
N-VI y de allí parte la actual carretera local LE-5202 que asciende
serpenteando junto a la cuenca del río Cúa y Ancares hasta Vega de Espinareda. No
obstante y pese a que en este núcleo se cruzan variados caminos, cuesta creer
que fueren de fábrica romana por lo que asociar la puente vieja de esta villa
con elementos de origen romano resulta más que dudoso. La red viaria romana más
cercana, según los diferentes estudios al respecto, pasaría más al sur, por la
antigua Bergidum Flavium, cerca de la actual Cacabelos, ya fuere el
sector conocido como Vía Nova o sectores de las que se citan en el
Itinerario Antonino como pueden ser la Vía XVIII y XIX que venían de Bracara
Augusta (Braga) y se dirigían a Asturica Augusta (Astorga). Se
supone que los caminos hacia el norte desde Vega de Espinareda, tortuosos,
estrechos y mal diseñados, obedecen más bien a sendas y trochas ensanchadas por
las caballerías y rebaños que teniendo su raíz en las comunicaciones de los
pueblos autóctonos nunca llegaron a ser calzadas en tiempos romanos sino más
bien, caminos de uña de caballo durante el Medievo que no han sido
reacondicionados para carros o vehículos a motor hasta tiempos muy recientes,
pongamos que en los años 30 del siglo XX y que pudieran afectar al llamado
Camino al Puerto Viejo de Antero por el río Cúa o al llamado de Los Gallegos
por el cauce del río Ancares.
Respecto a nuestro puente, podemos deducir una
impronta netamente altomedieval, bien por su perfil en lomo de asno, la
angostura de su tablero, la disparidad de luces en los vanos y la rusticidad
empleada en su fábrica aun cuando subsistan determinadas piezas de cantería que
algunos estudiosos quieren catalogar como romanas o tardorromanas.
Esta curiosa obra pontonera, pese a su antigüedad,
debió de tener poco o nulo mantenimiento durante años y aunque era paso útil en
el siglo XVIII, como se refleja en el mapa de Tomás López o incluso en tiempos
más recientes ya que lo cita Pascual Madoz a mediados del siglo XIX como puente
de piedra en uso, parece que la Administración delegaba su mantenimiento en el
propio Ayuntamiento y se reducía a apaños o apuntalamientos en una de las pilas
centrales, de vez en cuando. La realidad es que en alguna agresiva avenida del
río Cúa producida en el año 1962 (algunos autores creen que fue en 1959) se
produjo el derrumbe de parte del puente, afectando a una de las pilas centrales
y a dos bóvedas. Tengo entendido que se ha mantenido en ruina durante mucho
tiempo ya que se actuó con prontitud para el levantamiento del puente nuevo,
que creo que se terminó en 1970, y la posible reconstrucción de la obra
medieval se fue demorando hasta el año 1996.
Desde un punto de vista purista en lo que es el
concepto de conservación o rehabilitación, esta actuación es controvertida pues
la obra se ha reconstruido enteramente siguiendo su posible modelo original sin
diferenciar -al menos visualmente- las zonas originales de las reconstruidas
dejando que el tiempo otorgue una pátina de vetustez a la obra completa lo cual
es engañoso. Como no existen paneles a pie de obra que nos informen sobre su
estado original, su colapso y su reconstrucción, el visitante concede a esta
obra la verosimilitud de su antigüedad, incluso es frecuente que se le denomine
como obra romana sin ningún fundamento real. Entiendo que es dramático para un
pueblo decidir qué hacer con una digna obra civil monumental arruinada y lo
cierto es que no impacta tanto -especialmente desde un punto de vista meramente
turístico- contemplar un puente en ruina como puede ser el caso de Velilla del río Carrión, por poner un ejemplo. Tampoco resulta plenamente atractivo la
adaptación de un puente arruinado como pasarela por medio de nuevos recursos
como pueden ser tramos de madera o acero en el tablero para hacer la obra
viable que sería el caso del viejo puente de Vegacervera sobre el río Torio.
Sin embargo, aquí se optó por una reconstrucción fiel a la obra original que
probablemente tampoco lo era ya que cualquier estructura antigua ha tenido
reparos y reconstrucciones importantes a lo largo de los siglos y éste no será
un caso diferente. También llama la atención -para este caso- la falta de sensibilidad
ya fuere a nivel estético o histórico por parte de los responsables de su
reedificación como obra civil histórica al permitir que interfieran en la
impronta y paisaje del conjunto puente-villa-río elementos modernos que
distorsionan drásticamente la visión u observación del puente como objeto
antiguo de estudio o admiración. La estructura metálica del sistema de
compuertas, excesivamente pegado a la obra es un sinsentido desde el punto de
vista de la estética o conservación de un bien monumental de interés.
Obviamente, esto lleva aparejado por extensión, lo poco convincente o extraño
que resulta ver junto a un puente medieval una amplia piscina -más que playa
fluvial- que se extiende en aguas arriba de esta estructura. Tampoco parece
pertinente el exceso de tongadas de hormigón en la base de la obra en ambos
lados para protegerlo de posibles descalces, solución que también chirría con
la esbeltez de un posible puente antiguo. Estas rarezas de carácter
estrambótico confieren al observador ciertas contradicciones y dudas sobre la
categoría de la obra monumental que está contemplando. Sin embargo, la nueva pasarela de madera se ha levantado a cierta distancia en aguas arriba y se mimetiza bastante en un entorno de elevados chopos.
Características actuales de la obra. La longitud del puente es de aproximadamente 66
metros. Su ancho regular de tablero no llega a los 3 metros. Como decía, es de
tipología en lomo de asno. Dispone de 4 vanos irregulares en geometría de medio
punto y luces variadas. Tres de ellos consecutivos sostenidos por las pilas
centrales y uno menor bajo estribo izquierdo (visión desde aguas arriba). La
calzada libre para paso de carros y peatones queda reducida a poco más de dos
metros ya que los gruesos pretiles de 44x2 centímetros reducen sustancialmente
la vía. La altura de estos pretiles es de 1 metros aproximadamente y disponen
de albardilla de piedra en buena talla. También el firme original tiene una
clara impronta medieval a base de losas y canto rodado con roderas para el buen
paso de carros. Se han incorporado discretos puntos de luz encastrados en la base de estos pretiles.
Respecto a la fábrica, especialmente en las
secciones originales, predomina un aparejo muy variado en función de los
reparos que ha sufrido a lo largo de siglos aunque siguiendo siempre un estilo
rústico por parte de los alarifes que han intervenido. Abunda la piedra
esquistosa, pizarras y calizas de la zona en formato que varía entre algo de
sillería, sillarejo, canto rodado y mampostería irregular y hasta ciclópea en
los variados paños de la estructura, ya sea en estribos, tímpanos o pilas.
Dispone en aguas arriba de dos tajamares de sección en cuña que algunos autores
adjudican a intervenciones posteriores a su fundación, en concreto al siglo XV,
pero que se construyen con los mismos elementos de obra. Estos tajamares llegan
hasta la rasante produciendo refugio o descansadero para los viandantes ante el
cruce de carros o ganados. Donde más se observa la diferencia entre lo antiguo
y lo reconstruido es en las bóvedas, especialmente en las boquillas, más
regulares y de larga soga en el dovelaje viejo, con predominio de tonos grises
de la piedra de esquisto y buena labra en cara vista lisa.
Abstrayéndonos de los elementos modernos que
circundan la obra, no cabe duda de que se trata de un puente bello que
deberemos de conservar y cuidar. Su mantenimiento parece correcto aunque el
exceso de reacciones químicas o eflorescencias en las bóvedas antiguas están
dañando la piedra y se deberían de eliminar. Convendría mejorar el acceso al
pequeño vano junto al estribo izquierdo pues parece ser la zona más antigua y
que representa mejor la labor de los maestros canteros medievales o sus
sucesores en el tiempo.
Para saber más. Prácticamente, el único tratado que se fija en esta obra con
cierto detalle -salvo error por mi parte- es el "Catálogo de puentes
de León anteriores a 1936", obra auspiciada por José Antonio Fernández
Ordoñez a través de su cátedra de Estética de la Ingeniería en la ETSICCP de la
UPM donde coordinaron esta trabajo Tomás Abad Balboa y Pilar Chías Navarro con
la inestimable colaboración de un nutrido grupo de estudiantes de la Escuela,
destacando en los referente a las obras civiles de León durante los años 1984 y
1988 Carmen Andrés, Rafael Castejón, Pablo Otaola, Julio Suances, Consolación
Pérez Alda y Ana San Salvador del Valle Zarrabeitia, libro editado por el CICCP
y CEDEX en 1988, páginas 256/258. Una mínima referencia al puente de piedra la
hace Pascual Madoz Ibáñez en su “Diccionario Geográfico-Estadístico” editado en
1845, tomo VII, página 185, voz “Cúa”. En el tomo XV, página 624 nos describe
la villa de Vega de Espinareda. Algunas sites locales ponen fotografías
del puente y hacen alguna referencia a su historia entre las que destacan
vegadeespinaredaturismo, terranostrum, ancaresleoneses o hernandezrabal. La
Wikipedia dispone de un buen artículo sobre esta localidad. El periódico La Nueva Crónica dedicó un artículo a ciertos vestigios romanos y al puente en su
edición de fecha 15.03.2019. Por su parte, Diario de León, informó sobre el
ensanche del puente nuevo en su edición de fecha 08.11.2008 sin aludir a otras
consideraciones como podrían ser la fecha del levantamiento de éste, el colapso
del viejo o su propia reconstrucción, aspectos de los que no he podido obtener
información fidedigna en la red.
Cómo llegar. La vía rápida más cercana es la autovía A-6, al sur de este
pueblo, por la que deberemos de seguir hasta el PK 394 o 399 para seguir hacia
el N buscando Cacabelos. Al N de este pueblo disponemos de dos vías que nos
llevan hasta Vega de Espinareda, la local LE-5202 y la provincial LE-4211 que
se une a la LE-711 y nos lleva hasta el pueblo y su puente. Si transitamos por
el N existe una bella ruta muy interesante y con un buen número de puentes
históricos que es la CL-626 o Eje Subcantábrico, por la que circularemos hasta
el pueblo de Colominas o Villablino para seguir hacia el S por la carretera
autonómica CL-631 hasta las cercanías de Páramo de Sil donde ya cogeremos la
citada LE-711 vía Fabero hasta nuestro destino.
Panorámica del pueblo con su puente en toma del año 2016 que exhibe la web local de Vega de Espinareda-Turismo.
Interesante nocturno del tablero iluminado. Toma de Ramón González Llamazares efectuada en noviembre de 2019 que incorporó a los mapas de Google View.
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