sábado, 30 de noviembre de 2024

PUENTE DE TOLEDO. Madrid

 PUENTE DE TOLEDO SOBRE EL RÍO MANZANARES
Calle de Toledo/Paseo del General Ricardos
MADRID

Extraordinaria obra pública madrileña del siglo XVIII que, pese a algunos desmanes o intervenciones controvertidas, ha llegado a nuestros días con cierto empaque y genuino barroquismo en su estructura incluyendo una muy matizada decoración. Recojo la información facilitada por algunos historiadores e ingenieros que nos detallan, unos con cierta brevedad y otros de modo concienzudo las particularidades del puente, su historia y vicisitudes así como su fábrica y ciertas mediciones de la obra civil.

Quizás, la crónica del puente más antigua es la que realizan los colaboradores de Pascual Madoz Ibáñez para su conocido ‘Diccionario Geográfico-Estadístico’, editado en Madrid en el año 1846 donde dispone de un apartado dedicado a este puente y así nos cuenta lo siguiente: […] La fundación del puente es de época remota siendo varias las reedificaciones que ha sufrido por haber sido inutilizado o destruido en varias ocasiones por las crecidas del río, como la que ocurrió en el año 1720. Se ignora el año en que principió la obra moderna constando en todo caso que se finalizó en 1732 y que se fue levantando durante el mandato del corregidor Francisco Antonio de Salcedo, marqués de Vadillo. Se compone de magníficos arcos de medio punto labrados, inclusas las vueltas, con sillares de granito, cada uno tiene 40 pies de luz y 45 de elevación. Las robustas cepas forman cubos que sirven de burladeros en el pavimento del puente, dándole desahogo, pues su anchura de 36 pies no es a veces suficiente para el paso de las gentes y de los carruajes y caballerías que transitan por este sitio. Sobre el arco central se levanta por cada lado un cuerpo o pedestal que recibe una aguja con 4 bolas de metal. A competentes distancias y formando el semicírculo hay 6 estatuas de la numerosa colección que había en Palacio si bien, estas son mejores que las de la plazuela de Oriente pues además de estar más concluidas que aquellas, son de una pieza, contribuyendo a su mejor efecto al hallarse colocadas en pedestales de bastante elevación y el tener en las manos los objetos que las corresponden como cetro o espada según el pensamiento del escultor. Estos, al parecer, pequeños accesorios que faltan a las estatuas de la plazuela de Oriente son como los marcos en las pinturas no sólo de ornato sino de necesidad para el buen efecto. A estos reyes del Puente de Toledo les faltan los nombres y es de desear que se pongan siempre que se hagan con tino. Por último, dos cuerpos menores que los referidos obeliscos pero guardando relación con aquellos en la forma, terminan esta plaza semicircular en los extremos, faltando solamente a cada uno de estos cuerpos un león que le ha de coronar, puesto sobre el tercio de columna con basa dórica que está ya colocado. Entra en el plan hacer dos fuentes en la embocadura del puente y terraplenando las grandes hondonadas que hay entre las bajadas del puente de Toledo han de formar en cada lado una plaza decorada por una fuente y otros ornatos, proyectado todo como la plaza que hemos descrito a fines del reinado de Fernando VII en cuyo tiempo iba entrando mucho gusto en obras públicas […]

Por su parte, el ingeniero de camino Vicente Machimbarrena Gogorza en un inventario de los puentes sobre el río Manzanares en la capital que publicó en la ROP de 1924 describe esta obra pública de este modo: […] Conecta la villa con la salida natural hacia la imperial Toledo -arranca en la calle de Toledo- aunque también era la calzada indicada para viajar hacia Andalucía. Parece que se comenzó la obra en fecha 19-07-1682 y no se terminó hasta el año 1732 debiéndose el retraso a problemas administrativos y averías causadas por la violenta avenida del río Manzanares en el año 1720. El notable historiador del arte barroco Otto Schubert atribuye la obra al conocido arquitecto Pedro Ribera con la colaboración del escultor Juan Ron. Se compone de nueve arcos de medio punto con sillares de granito. La luz de cada arco es de 40 pies (11,15 metros) y la altura de 45 pies (12,50 metros). Las robustas pilas se prolongan en elevación en forma de burladeros para desahogo del tránsito, muy intenso, aunque el ancho del tablero resultaba pequeño ya que no sobrepasaba los 36 pies (10 metros). Su importancia artística es extraordinaria como ejemplo notable del estilo Churriguera madrileño de lo que dan fe las torres de dos pisos de entrada, los templetes del centro con las armas reales y las de Madrid que cobijan estatuas de San Isidro y Santa María de la Cabeza, los mascarones y vasos que lo decoran y las fuentes del lado de Madrid […].

Un excelente trabajo sobre el puente se refleja en el libro titulado “Puentes, Viaductos y Acueductos de la Comunidad de Madrid’, obra editada por la propia CAM en el año 2018 donde nos aportan la siguiente información sobre el histórico puente: […] De la existencia de la “Puente Toledana” se tiene constancia escrita por primera vez en la Crónica del Halconero de Juan II, donde se relata el ataque sufrido por el procurador Diego de Ávila, acaecido en el puente el 24 de junio de 1436. La historia que acompaña a este puente es poco menos que azarosa, al garantizarse la accesibilidad a la villa a través del puente de Segovia. Así, el de Toledo fue descuidado, llegando a estado de ruina, con ar­cadas reparadas a tramos de forma provisional con madera o ladrillo. Felipe IV mandó construir un nuevo puente que enlazara Madrid con el camino de Toledo: la “Puente Toledana”, proyectado por Juan Gómez de Mora y construido por José Villarreal entre 1649 y 1660. Una creci­da del río Manzanares lo destruyó, obligando a proyectar uno nuevo en 1671. En 1680, con el puente recién construido, otra riada se lo lleva, volviendo otra vez construirse bajo las trazas proyectadas en 1682 por José del Olmo, con añadidos de José Arroyo el Mozo, cuyas líneas básicas mantuvo Teodoro Ardemans cuando se hizo cargo de las obras en 1684. El proyecto tiene varios intentos de culminación e interrupcio­nes desde el inicio de las obras en 1683, hasta la llegada del corre­gidor de Madrid, el marqués de Vadillo, en 1718, quien se propone dar término a las obras, encargando a Pedro de Ribera su dirección. El proyecto de Ribera se presenta en 1719, terminándose el puente en 1732, con obras complementarias hasta 1735, cuando se puede considerar finalizado el conjunto. Construido con sillería granítica en rasante horizontal, consta de nueve ojos, formados por bóvedas iguales de arco de medio punto, cuya luz alcanza los 11,50 metros. Se completa con dos rampas o descendederos en el extremo norte y una amplia plataforma de acceso flanqueada por dos grandes mo­nolitos en el extremo sur. La traza barroca es evidente en el encaje de alineaciones rectas y curvas. El macizo entre arcadas prolonga el cuerpo de la pila por los laterales con grandes tambores con tajamares en la base del lado norte. Estos tambores, de sección semicircular con base apuntada se prolongan hasta el tablero, dando lugar a descansaderos o miradores laterales con aspecto de torres de fortaleza. El pretil, con sillares de grandes dimensiones, discurre a lo largo de toda la obra, bordeando también los miradores adaptándose a la sinuo­sidad de las curvas. El puente contó en un principio con cuatro fuentes en los es­pacios curvos que amplían sus embocaduras, de las que hoy sobreviven dos. Los monolitos situados junto a la glorieta del Marqués de Vadillo tenían el objetivo de magnificar la impor­tancia del puente dando a Madrid una entrada de gran belle­za. El aparato barroco del puente se manifiesta también en la profusión de elementos decorativos entre los que destacan los dos casilicios (templetes) con las estatuas de San Isidro y San­ta María de la Cabeza talladas en piedra caliza de Colmenar. Están situados sobre el pretil en el eje del arco central, obras del escultor Juan Villabrille y Ron. Dos monolitos de compleja y bella decoración anuncian la entrada al puente por el extremo sur. Jarrones, pináculos, gárgolas y volutas completan el rico y variado programa decorativo. Con la llegada del tráfico radial, se hace obvia la insuficiencia del puente, presentándose varios proyectos de ensanchamien­to, traslado y demolición, que no llegan a realizarse. Al canali­­zarse el río Manzanares en los años cincuenta del siglo XX se nombra una comisión que propone una nueva solución: duplicar el puente mediante dos puentes paralelos aguas arriba y aguas abajo, de hormigón y de carácter aséptico, dejando el histórico en el centro como monumento (fue declarado monumento na­cional en 1956) y como paso para peatones y ajardinando la zona entre ellos creando un parque. Esta solución fue la presentada unos años después por Carlos Fernández Casado y Fernando Chueca Goitia, separando aún más los puentes paralelos. En 1995 comenzó un completo proyecto de restauración integral. En 2007 el basamento y la cimentación se vieron afectados por el paso de varios cajones de hormigón, dentro de las obras de soterramiento de la M-30. En 2014 se restauraron por completo los casilicios, permitiendo en la ac­tualidad la visión global del puente en todo su esplendor, aun­que recortado inferiormente. El Puente de Toledo es un ejemplo absolutamente singular den­tro de este tipo de construcciones por la importancia concedida a la estética y la decoración y hay que entenderlo como una obra pública de utilidad y ornato en el importante acceso a la ciudad desde Toledo. Se puede considerar su datación entre los años 1719 y 1732. Obra de Pedro de Ribera y del escultor Juan Villabrille Ron. La intervención de los años 1992/1997 es obra del arquitecto José María Sendarrubias Redondo. Nueva intervención para adecuarlo al soterramiento de la M-30 en el año 2007 recortando varias pilas y estribos. La obra civil está declarada BIC (Bien de Interés Cultural). Se conserva en buen estado […]

Por último, el impecable, profundo y detallado estudio que realiza el ingeniero Carlos Fernández Casado, profesional que debió de prestar atención a esta obra civil ya que se le encargó un estudio técnico sobre la obra, su posible modificación, traslado o derivaciones de su tráfico construyendo otros puentes paralelos en aguas arriba y abajo para descargar los tráficos de éste y dejarlo como histórica pasarela sobre el río Manzanares. Este extraordinario testimonio técnico, histórico y artístico -sin duda, el más completo realizado sobre el Puente de Toledo- lo publicó en la ROP del año 1974 donde nos cuenta: […] En el puente de Toledo la primera noticia escrita aparece en la ‘Crónica del Halconero de Juan II’ donde se relata un suceso acaecido en fecha 24-06-1436 : “estando el rey don Juan en la su villa de Madrid y habiendo venido los procuradores de sus reinos y estando aposentados en dos aldeas de Madrid que se llaman Los Caramancheles, a uno de estos procuradores, cuando se trasladaba a la villa, salieron a él encima de la Puente Toledana dos de a caballo que llamaban Gonzalo de Azitores e otro escudero suyo con él. E diole el uno una lanzada por el pescuezo de la cual murió luego”. En el segundo grabado del ‘Códice de Viena’ aparece un puente de once ojos. El primer documento de archivo corresponde a un repartimiento que se hizo por mandato del Consejo de Madrid en los lugares de su jurisdicción “que se dicen de La Martiniega” para el repaso de la Puente Toledana y otros quiebros. Vienen después una serie de acuerdos del mismo Concejo sobre requerimientos a propietarios por obras abusivas como estacadas, desviaciones del río y obras menores análogas a las que hemos indicado a propósito de la Puente Segoviana las cuales obras casi desaparecen al concentrarse los esfuerzos del rey Felipe II en la ejecución del puente nacional que es el de Segovia. Después de concluido éste que da definitivamente resuelto el problema del paso del río con lo cual se descuida el de Toledo cuyas arcadas, en gran parte arruinadas debieron de sustituirse por tramos de madera o arcos de ladrillo que sufren reparaciones a todo lo largo del siglo XVII hasta que en 1670 se toma la resolución de construir un nuevo puente en las proximidades del anterior que en 1582 ya debía de estar inservible pues, a propósito de una reparación en el de Segovia, se dice que ‘por la ruina del puente de Toledo es la única entrada de lo principal del comercio de esta Corte’. Esta resolución de 1670 sobre construir un puente que sustituyera al anterior casi inservible es análoga a la de 1574 relativa al puente de Segovia pero los tiempos son otros ya que ahora tenemos a Carlos II en lugar de a Felipe II y las obras se inician aunque las cosas van de mal en peor, la cobranza de los repartimientos es difícil pues los pueblos protestan de las cantidades que se les asignan dando lugar a procesos interminables. No se pueden pagar a los maestros encargados de construir las cepas de nueva planta y éstos reclaman lo adeudado y al paralizarse las obras, la estructura nueva se va arruinando al tiempo que obstaculizan el paso de caudales, especialmente en avenidas. Los contratistas protestan ante el Concejo de la irregularidad de los pagos y éste les acusa de la deficiencia de lo construido verificándose entre ambos una infructuosa lucha documental que no tiene fin hasta 1718 año en el cual, el corregidor de Madrid, marqués de Vadillo toma cartas en el asunto y se propone llevar a feliz término la resolución de 1670 encargando a Pedro Ribera la dirección de las obras. Pedro de Ribera, el gran arquitecto, venía de terminar la ermita de la Virgen del Puerto, verdadera joya del barroco, donde, además, tuvo que resolver un problema ingenieril interesante que era la cimentación de su fábrica en el cauce del Manzanares, a poca distancia del Puente de Segovia. Con la experiencia obtenida en este contacto con el río, el tema de las cepas se domina fácilmente y con una solución más brillante en el erario público -los Borbones han sustituido a los Austrias- las obras llegan a su cumplimiento en el periodo 1718/1732. En 1719 tenemos sus diseños que se conservan en el archivo del Ayuntamiento de Madrid. Desde nuestro punto de vista los pasos más importantes de la construcción del nuevo puente son los siguientes: En fecha 3 de mayo de 1672 se elige el sitio más conveniente para el nuevo puente asistiendo el juez protector de la fábrica don Juan Ramírez de Arellano y varios señores de la Junta acordando los autores de las trazas: Lorenzo de San Nicolás, el padre Francisco Bautista y Juan de León así como llevar la puente un poco aguas abajo para evitar interferencias con las fábricas de pilas y estribos del puente arruinado que por entonces, soportaba unos pasos de madera provisionales. Se adjudicó la obra a José de Sopeña, maestro de cantería bajo la dirección de fray Lucas de Guadalajara pero la obra nueva se arruina definitivamente en 1680 volviéndose a concursar en 1682 con introducción de mejoras en la obra como la de sustituir la fábrica de mampostería de las cepas por sillería. Viene luego un período hasta 1690 al que hemos referido al hablar de administración desastrosa por parte del Concejo y de los maestros constructores que se quejan del ‘odio y mala voluntad de los émulos de la misma profesión de Arquitectura por haber entrado en la obra contra mala voluntad de todos los maestros de esta Corte’. En 1687 se nombra protector de la obra a Antonio Ronquillo y vuelve la Junta a elevar consulta a S.M. sobre continuar la obra haciendo un resumen de lo ejecutado el maestro mayor del Concejo Teodoro Ardemans. Para terminar la cimentación faltaban por ejecutar seis cepas y el cubo y los estribos de la parte de Carabanchel. Tenían las cepas una dimensión de 84 pies por 42 y se reforzaban en las zapatas mediante unos emparrillados de madera formando cajones de 10’x10’ cada uno, con nueve estacas (pilotes) de vigas de tercia  y 18 pies de altura terminadas con púas de hierro. Los pilotes se encepan mediante una zapata de mampostería de pedernal reforzándose en la superficie con alambres y cadenas de madera de vigas de tercia formando un emparrillado de 1x1. Sobre esta cadena se disponen ocho hiladas de cantería que suben retallando hasta la losa de elevación del macho. Este subía en diez hiladas de cantería de a media vara que en todo su alto hacen 15’. La etapa definitiva, con Vadillo de corregidor y Ribera de arquitecto comienza en 1717. Ya en el año 1719 tenemos los diseños originales de Ribera en dos planos, uno con su propia firma que se refiere a la planta y un detalle de la cimentación de los ensanchamientos y otro, sin firma, pero de la misma mano relativa al alzado con todo detalle de la estereotomía y motivos decorativos. También existe en el archivo del Ayuntamiento planos de planta y alzado firmados por Ardemans en que se indican con distintos colores las obras realizadas en 1718 y 1719, es decir, las primeras de la fase definitiva y las que se habían realizado antes y fueron aprovechadas, que se refieren a las cepas ya indicadas y parte de los cimientos de los muros. El puente propiamente dicho se terminó en el año 1732 aunque se continuó con obras complementarias hasta 1735 elevándose el coste de estas obras de terminación a 6.430.000.- reales de vellón. La obra consta de una zona central de nueve arcadas iguales de 40’ (11,15 metros) de luz que corresponde al puente propiamente dicho y que debía de ser la del cauce activo en avenidas normales cuando la construcción, encajada entre dos zonas de muros: la del lado Madrid que llega hasta el muro de ribera que servía de límite artificial a la glorieta de Pirámides y la del lado exterior que llega a ganar el nivel natural de la margen derecha. En ésta se dispuso una plaza de la que arrancaban cuatro caminos, dos correspondientes al paseo marginal a lo largo del río, denominados de San Isidro hacia aguas arriba y de Pradolongo, hacia aguas abajo. El de Toledo, en prolongación del eje del puente y otro denominado Camino Real de Aranjuez como se observa en el plano de Alexis Donnet de 1843. La planta de nuestro puente denota claramente su filiación barroca por el encaje tan perfecto de alineaciones rectas y curvas. En la zona principal, con 9,45 metros de anchura libre entre pretiles, el rectángulo de la calzada queda festoneado con los medios puntos (ritmo 2 a 1) de los apartaderos por dentro y balconcillos por fuera asomando al río. La calzada se ensancha por ambas extremidades hasta 35,50 metros mediante curvas amplias, simétricas las cuatro, que llevan a empalmar sus pretiles con los del muro longitudinal de la plaza de las Pirámides desembocando en dicha plaza o quebrándose en dos y en ángulo recto para tomar los descenderos que, con suaves pendientes, llegan hasta el río o bien, del lado contrario, para empalmar con el tramo de muros que, en 150 metros llega al nivel de la ribera. El alzado, con rasante horizontal como en el puente de Segovia, presenta las nueve arcadas aprisionadas entre los dos tramos de muro que las acompañan. Cada arcada abre un vano formado por medio punto sobre rectángulo de base igual al diámetro y altura su tercera parte aproximadamente, salvado mediante bóveda de 4,5’ (1,25 metros) de espesor con boquillas de 51 dovelas y enjutada por 8 hiladas de sillería a cada lado hasta el nivel del basamento del pretil que corona toda la obra. El macizo entre arcadas está constituido por el cuerpo rectangular de la pila propiamente dicha, prolongada por ambos frentes en manguardias semicilíndricas que se remeten ligeramente con respecto al cuerpo de pila. Estos cilindros llegan también, con 27 hiladas, hasta el nivel del basamento del pretil, engolándose a partir de la tercera desde arriba para ensancharse ligeramente y rematar en cornisa anular de grueso baquetón sobre escocia con listel intermedio. La manguardia de aguas arriba se complementa mediante tajamar prismático, en espolón triangular que la ensancha y aguza hasta el nivel de arranque de las bóvedas, desde donde se corona con sombreretes en pirámide triangular formada por dos planos cuya arista frontal, aproximadamente a 45º quiebra la del espolón y muere apoyándose sobre el cilindro de la manguardia, cilindro donde también se mueren los planos del sombrerete en intersección que da sendas curvas alabeadas elevándose airosas hasta su vértice a cinco hiladas y media desde su arranque. El nivel de coronación de los tajamares que, como ya se ha dicho, coincide con el de arranque de las bóvedas se marca adelantando la hilada correspondiente, revolviendo el saliente en todo el cuerpo de pilas y manguardias, continuando después por la superficie de los muros curvos. Otra hilada, con retallo en saliente, es la cuarta desde arriba que marca la zona hasta donde desciende la decoración y coincide con el nivel de intradós de las claves de los arcos, quedando limitada a los semicírculos de las manguardias. También avanza la hilada inferior que delimita el fuste de la pila con sus manguardias pero en este caso sirve además de primer escalón en el ensanchamiento de la cepa, siguiéndole otros 7, como ya hemos visto al tratar de la construcción del puente. En la actualidad, por haber descendido el nivel del río, quedan al descubierto cuatro o cinco de estos escalones. El pretil, que como ya hemos dicho, corre a lo largo de toda la obra amoldándose a las rectas y curvas de su contorno, está constituido por la superposición de dos filas de sillares. La inferior es la que conforma el zócalo del pretil y va tangente a trasdós de boquillas en clave superponiéndose a la coronación anular de las manguardias. Son sillares de doble altura que la normal con un reborde triangular saliente a media altura que se continúa en la mitad superior entrando de modo que el paramento queda remetido con respecto al de la zona inferior. La fila superior de sillares son losas también de doble altura y constituyen el pretil propiamente dicho, sobresaliendo de la plataforma del puente. Asientan sobre los del zócalo dejando un ligero rehundido entre ambos que destaca el superior y se ensancha en coronación mediante tres recrecidos en escalonamiento inverso para formar el pasamanos de remate. Por el lado de la plataforma estas losas son lisas salvo en el último recrecido. A la descripción anterior de la estructura de nuestro puente, donde como hemos visto, se despliega un barroco que pudiéramos calificar esencial, es preciso agregar la decoración barroca que destaca independientemente de la estructura como algo sobrepuesto a ella que en cierto modo pudiéramos calificar de adventicio, in-esencial, pero no despegado de la realidad del puente, a la cual pertenece tanto lo esencial como lo adventicio aunque no del mismo modo. Los elementos más importantes de esta decoración son los dos templetes o casilicios que se erigen sobre el pretil en el eje de la arcada central para albergar las imágenes en caliza de Colmenar de San Isidro y Santa María de la Cabeza, obras del escultor Juan Ron. Los templetes emergen desde el basamento con toda la altura del pretil que amplia su espesor tanto hacia dentro mediante dos retallos del mismo, ampliando el segundo mediante suave superficie convexa que disminuye ligeramente la anchura de la calzada; como hacia fuera, para lo cual vuelan saledizos curvos que amplían las superficies planas del pretil mediante tres retallos sucesivos combados en vertical y horizontal. Sobre estos basamentos, las estatuas se yerguen sobre bases en que en los dibujos de la época tienen perfil semejante a jarrones, pero en realidad están formados por cuatro cuerpos elípticos de diferente latitud superpuestos. Los templetes tienen dos hastiales con planta casi cruciforme, pues a la planta rectangular se adosan cuatro estípites muy evolucionadas ostentando diversos elementos decorativos que componen unos esbeltos angelotes, cuyas cabezas, muy destacadas entre las volutas de sus alas, sostienen un entablamento soportador de arranques del frontón partidos en los dos frentes de la hornacina sobre la que se eleva una coronación triangular con gran escudo como reloj de dos caras, nacional y municipal, sostenido materialmente por adosamiento de dobles volutas superpuestas en ménsula invertida y fantásticamente por seis angelotes en bulto completo, cuatro en los vértices de abajo y dos en los costados de arriba. Los elementos decorativos que siguen en importancia son las fuentes, que eran cuatro -hoy sólo quedan dos- situadas en los cuatro balconcillos que, de un modo muy elegante, remataban las cuatro curvas de ampliación de la plataforma del puente, enlazando con un desarrollo de más de medio punto los pretiles del puente con los muros de acompañamiento, por un lado, y con los muros de ribera por el otro, articulando así los quiebros de la planta. Tienen las dimensiones de los balconcillos de pilas y la misma ordenación arquitectónica que sus manguardias. Las fuentes tienen unas tazas inferiores cuadrilobuladas con los salientes curvos de perfil vertical análogo a los de los basamentos de los casilicios. En el centro se eleva desde el fondo el fuste que, ordenado en tres cuerpos, va a recoger la taza superior, la cual parece así elevada sobre cuatro balaustres apiñados, soportados sobre el segundo cuerpo más amplio formado por una macla de cuatro volúmenes decorados en grueso relieve, reposando sobre el último cuerpo de menor sección que parece compuesto por una agrupación de tallos vegetales. El tercer elemento decorativo de importancia lo constituyen las torrecillas que anunciaban la entrada al puente viniendo del exterior. También se ordenan en superposición de tres pisos, el inferior con columnas adosadas a un núcleo rectangular que ostenta frentes recortados en tarjetones de relieve. Una especie de entablamento separa este cuerpo del superior donde las columnas están sustituidas por estípites y los frentes del núcleo se decoran con relieves simulando jarrones. Un nuevo entablamento separa este segundo cuerpo del remate, donde cuatro volutas invertidas arrancan de los vértices para soportar una especie de veleta rígida con ángel y cruz como remate. A lo largo del pretil de todo el puente y en el de las rampas de los descansaderos se colocan pináculos en forma de jarrón con tapadera en pirámide de caras rehundidas hacia la base mediante superficies curvas. En correspondencia de cada uno de los pináculos el pretil se complica intercalando una pilastra entre volutas en la fila superior de sillares que sirve de base al jarrón y un resalto en los de la fila inferior que amplía el papel de basamento prolongándose por debajo en cartelas curvas con mucha ornamentación que, en las de manguardias, desciende hasta el listel que limita la zona decorativa, como ya indicamos al describir estas y en los correspondientes a la vertical de las claves de arcos hasta el intradós de las mismas. En los pináculos de muros de acompañamiento la decoración se limita a la altura del pretil. En los de claves de arcos arrancan de la hilada inferior del pretil gárgolas en media caña, terminando en cabezas decorativas con fauces abiertas por donde sale el agua […].

Por lo que respecta a los actores o intervinientes de todo tipo que se relacionan con actuaciones en el Puente de Toledo podemos indicar los siguientes, cuyos nombres y fechas -a veces- no están claros o discrepan en su nomenclatura y actividad: Los primeros alarifes de los que se tienen constancia para apaños en el viejo puente y en el año 1549 son los hermanos Antonio, Juan y Luis Sillero que, probablemente, reforzaban los apoyos (pilas y tajamares de piedra) de un tablero de maderamen. En el año 1565 actúa como inspector de obra el maestro cantero Juan del Valle.

Lo que podemos considerar ya un nuevo puente aunque pronto arruinado es la conocida ‘Puente Toledana’ que fue obra y proyecto de Gómez de Mora en el año 1623 que probablemente sustituiría -como decíamos- a algún paso relativamente corto de maderamen con refuerzos de piedra para un vado más o menos constante. A juzgar por los repartimientos según documentos del Consejo de Castilla en el año 1644 tuvo un coste de 16.500.- ducados. Los daños ocasionados por una fuerte avenida a mediados del siglo XVII origina que en 1670 se encargue a Tomás Román el proyecto de obra nueva. Éste inicia las obras en 1671 junto al equipo formado por fray Lorenzo de San Nicolás, fray Francisco Bautista, Gaspar de la Peña y Sebastián de Herrera. El papel de De la Peña cobra importancia ya que además tiene que supervisar estos proyectos de Tomás Román y Melchor Luzón incluso otros posteriores pero del año 1671 en su nueva autoridad de Maestro Mayor de los Sitios Reales. En el año 1673 se realiza un nuevo proyecto con el propio Tomás Román como director y la colaboración de Juan de León, Marcos López, Pedro Lázaro Goiti y Luis Román que se comprometen a concluir la obra en 4 años. Aunque parece ser que la estructura completa se termina en 1677, una agresiva avenida del Manzanares lo destruye en el año 1680. La poca competencia -es un decir- de estos técnicos hace que el Concejo madrileño los castigue hasta con destierro, obligándoles a pagar los costes de su reconstrucción. Mientras el puente permanece colapsado se decide por urgencia levantar un paso de madera lo que se logra en el plazo de 6 meses durante el año 1682 donde actúa un grupo de canteros y alarifes trasmeranos siendo el responsable Simón Martínez de la Vega y colaboradores como Félix de la Riva Campo y Juan de Setien Güemes. Otros canteros y maestros de obra que actúan en el puente de piedra durante el año 1682 son Félix de la Riva, Melchor de Bueras y Francisco Casuso Villafañé, que propuso eliminar los paños proyectados en las pilas de mampostería por fábrica de sillería. En el año 1682 se encarga al arquitecto José del Olmo nueva traza del puente con aditamentos perfeccionados por José del Arroyo con un presupuesto de 239.000.- ducados; ambos ya había trabajado en la ‘Puente Segoviana’ y diseñan un puente con más capacidad, llegando hasta los 11 vanos semejante al que ya había diseñado Gómez de Mora. También colabora en este proyecto el maestro de obra Simón Martínez de la Vega y Juan de Rivas Puente, éste último llegó a ser uno de los inspectores tasadores en un acta levantada en el año 1691.Las obras se inician en 1684 con la colaboración e inspección de Teodoro Ardemans, a la sazón, maestro mayor de obras de la capital. Al morir Ardemans se continúan los trabajos aunque lentamente hasta que con la llegada del nuevo corregidor de la villa Francisco Antonio de Salcedo Aguirre, marqués de Vadillo en 1715 y las ayudas del nuevo rey, Felipe V, proclive a mejorar la obra púbica de su nuevo reino, parece ser que se sigue apoyando este proyecto de puente encargándose su continuación al insigne arquitecto Pedro de Ribera. Éste, en su nuevas trazas, considera que la obra debe tener 9 vanos separados por tambores (tajamares/espolones semiesféricos) rematados por balconcillos en cubierta con una anchura de tablero de 9,45 metros y gran abocinamiento en cabeceras hasta los 35,50 metros, también en planta semicircular. Esto es, un puente plenamente urbano aunque se ubicara en el extrarradio. El escultor Juan Alonso Villabrille Ron se encarga de los casilicios en la medianía del tablero con imágenes de los patrones de la ciudad San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, obras que culmina en el año 1722. También se diseñan rampas de acceso al cauce así como dos fuentecillas-abrevaderos sobre espacios semicirculares con lo que se consigue crear una zona monumental a la entrada a la capital por el sector S/SW. Aunque hay autores que consideran terminada la obra plena en 1732, otros apuntan a que en 1727 se podía considerar acabada. En el año 1785 se diseñan los paseos del entorno del puente según proyecto de Joseph Salcedo. Entre los años 1829 y 1831 se restauraron los antepechos o pretiles según dirección de Custodio Teodoro Moreno y en 1830 se levantan los monolitos o pirámides en cabecera ciudad según diseño de Francisco J. Mariátegui. Siguiendo a Pascual Madoz -enciclopedia de 1846- en aquellas fechas todavía no se habían construido las fuentes, se estaban trasladando las estatuas sobrantes de reyes en piedra caliza originarias del Palacio Real para ubicarlas en los descenderos de estribos del puente y se estaban ubicando en cabeceras las columnas barrocas enfrentadas a los monolitos o pirámides. Entre los años 1919 y 1926 se procede a una nueva canalización del río Manzanares donde interviene en un proyecto de parque lineal junto al puente el arquitecto municipal Gustavo Fernández Balbuena. En el año 1921 se procede a eliminar edificaciones antiguas en el entorno del puente según proyecto y obra del arquitecto municipal y docente Alberto Albiñana Chicote para nuevas dotaciones de explanación y jardines. Se trataba de conformar una glorieta a la entrada del puente asociándolo a un parque, pradera de San Isidro y ermita del Santo Patrón al tiempo que se conseguía aislar el monumento pontonero de otras edificaciones; proyecto aprobado siendo alcalde de la villa Luis Silvela Casado. En el año 1952 y para descargar el puente de los excesivos tráficos se encarga un proyecto para la construcción de dos puentes paralelos al de Toledo a modo de desdoblamiento, uno en aguas arriba del río y el otro en aguas abajo, bien separados del monumento para no interferir en su impronta y vistas. El anteproyecto, elaborado por el ingeniero Carlos Fernández Casado y el arquitecto Fernando Chueca Goitia es aprobado por Dirección General de Bellas Artes aunque sólo se levanta el de aguas arriba, cercano a la presa número 7. Se procede a una laboriosa restauración de la estructura entre los años 1956 y 1963 debida al arquitecto José Manuel González-Valcárcel Valcárcel especialista en la restauración de monumentos. Entre los años de 1972/1974 se produce un daño visual y técnico en nuestro puente monumental con el diseño de la M-30 que incluía calzadas para la autovía que pasaban bajo dos arcos extremos de la estructura, en cada cabecera. Posiblemente el daño a la piedra de granito por la emisión de humos y monóxido de carbono, ‘el mal de piedra’, ha hecho irrecuperable las caras vista de gran parte de la sillería y dovelaje. Concluidos los desdoblamientos para la M-30 en ese punto y el añadido de la pasarela llamada ‘Pontona Norte’ según proyecto del propio Carlos Fernández Casado, se consigue aislar nuestro puente para peatonizarlo cerrándose al tráfico rodado. Entre los años 1986 y 1987 se remodela el entorno del puente según proyecto del arquitecto y urbanista Javier Bellosillo Amunátegui y colaboradores. Entre 1992 y 1993 el Ayuntamiento, realiza trabajos de restauración y consolidación dirigidos por José María Sendarrubias Redondo y Alberto Arias Horas, actuación premiada por la Gerencia de Urbanismo en 1997. En el año 2005 y debido al soterramiento de la M-30 se actúa en el puente reafirmando las basas, pilas y estribos con inyecciones de hormigón aunque se disminuye la cota de pilas, rebajándolas y mutilando el basamento escalonado. Esta actuación, muy criticada, se puede consultar en la web de Carreteros.

Características actuales de la obra. Aunque algunas medidas ya se expresan en los trabajos anteriores podemos resumirlos en estas: la longitud total de la obra incluyendo sus largos estribos es de 283 metros siendo el vuelo total de arcadas de 149 metros y para muros de acompañamiento otros 140 metros aproximadamente, 122 metros para el largo estribo derecho de 122 metros y el contrario, muy reducido en 18 metros; en ambos se produce a sus entradas amplios abocinamientos de 35,50 metros. La anchura regular del tablero es de 10/10,20 metros incluyendo pretiles. El espacio libre de calzada y aceras se aproxima a los 9,45 metros. La zona más ancha se produce en los descansaderos donde se logra una anchura de 15,20 metros en su eje extremo siendo el ancho longitudinal de estos de 6,25 metros para cada uno de ellos. Respecto al cauce y debido a su último encauzamiento mantiene una anchura regular de aproximadamente 40 metros aunque los flujos de agua más o menos permanentes circulan bajos los arcos 4,5 y 6 (visión desde aguas arriba y orilla izquierda). Bajo los arcos 1,2,7,8 y 9 existen viales de variados paseos; recordar que bajo los arcos extremos circuló hasta hace poco la M-30. El puente dispone de 9 vanos en geometría de medio punto con luces semejantes entre 11,15/11,50 metros. La altura de arcos desde claves hasta lámina de aguas parecer de 12,50 metros; Espinosa nos cuenta que la altura desde lámina de aguas hasta arranque de arcos es de 5 metros aunque debido al rectificado de cota por el soterramiento de la autovía, algunos arcos – sus pilas- no llegarán a esa altura. Las pilas tiene una anchura aproximada a los 7 metros y se protegen en ambas caras con tajamares/espolones semicilíndricos (o cubos); disponen de gruesas basas o plintos como apoyo de las pilas que abarcan y exceden del perímetros de estas e incluso algunas de ellas tienen zócalos escalonados para protegerse de posibles socavamientos. En aguas arriba, los tajamares semicilíndricos se refuerzan en su zona baja con elementos de sección en cuña que ayudan a cortar la corriente; en aguas abajo no existen estos elementos asociados a los espolones. En la línea de cabeceras también se añaden en extremos torreones semicilíndricos como nacimiento de los estribos. El muro de acompañamiento del estribo derecho es tan largo que precisa de multitud de machones en ambos lados. En lado aguas arriba son de sección cuadrada en número de 4 separados aproximadamente por 6,30 metros desde las semipilas de estribos hacia extremo todos ellos con tejadillos gallonados a base de lajas de piedra y aumentando su altura hasta nivel de aguas. En lado aguas abajo, son 7 las pilastras de forma semejante a las anteriores y cubiertas también con tejadillos gallonados ganando altura hacia la zona del lecho del río. Sin embargo, en el estribo izquierdo no hay refuerzos de este tipo al ser muy corta su longitud. Respecto a la fábrica, señalar que prácticamente se realiza en sillería y dovelaje de granito salvo en estos machones o contrafuertes que son de mampostería de sílex y aristones de gran tamaño en granito berroqueño. Los paños intermedios del largo muro de acompañamiento se cubre con témpanos de ladrillo y bastidores interiores de mampostería de sílex o pedernal. En estos muros existen alternativamente zócalos sobre aplomo compuestos de mampostería y losas de granito que sirven como bancos de recreo o descanso. La imposta corrida de estos muros va con cierto vuelo exterior y soporta los pesados pretiles a base de grandes piezas verticales u ortostatos que exteriormente gozan de gran decoración geométrica. Extenderme en los detalles de su amplia ornamentación intrínseca o relativa a su entorno no es oportuno ya que el excepcional trabajo de Fernández Casado expuesto aquí lo trata con gran meticulosidad y/o detalle hasta en sus aspectos artísticos. 

Para saber más. Un buen manual de puentes de Madrid que nos informa sobre esta estructura es el titulado “Puentes, Viaductos y Acueductos de la Comunidad de Madrid”, obra editada por la propia CAM en el año 2018. También lo trata con cierto detenimiento el libro titulado “Caminos en el Aire. Los Puentes”, obra en dos volúmenes de Juan José Arenas de Pablo, editado en el año 2002 por el CICCP, páginas 450/452 incluyendo varias fotos del puente. El libro titulado “Puentes de España. Tránsitos de Culturas”, obra editada por Lunwerg en el año 2009, ficha 50, obra de varios autores donde se encarga de los puentes modernos de los siglos XV a XVIII Pilar Chías Navarro y Tomás Abad Balboa. También trata esta obra aunque muy brevemente el libro en dos volúmenes titulado “Tierra sobre el agua. Visión histórica universal de los Puentes”, obra de Leonardo Fernández Troyano, editado por el CICCP en el año 1999, tomo I, páginas 31 y 53 y una fotografía. Un libro que alude al puente es el titulado “Puentes Históricos en la Comunidad de Madrid”, obra editada por la CAM en el año 2007, página 15. El librito ya citado de Pilar Corella Suárez titulado “Puentes Históricos de Madrid”, obra de ‘Ediciones La Librería” del año 2004 nos aporta información novedosa del puente en las páginas 22 a 26. Como anécdota, Corella nos informa que hasta el siglo XVII, según algunos testimonios escritos, el río se denominaba Guadarrama y que sería más adelante cuando se bautiza como Manzanares. También nos dice que para el repartimiento de los costes de las obras en el año 1644 pecharon multitud de pueblos del entorno de la capital, ahora algunos barrios, como eran Canillejas, Hortaleza, Alameda, Barajas, Carabanchel del Arriba, Pozuelo, Vicálvaro y otros municipios como Paracuellos, Alcalá de Henares, Chinchón, Brunete, Mondéjar, Escalona, Yepes u Ocaña entre otros muchos.  La revista del viejo MOPU en su número extraordinario 345 de julio-agosto de 1987 se ocupa del puente en el capítulo dedicado a puentes del siglo XVIII a cargo de Carlos García Revuelta, páginas 112/128. En la ROP (Revista de Obras Públicas) hay artículos muy interesante y documentados sobre el puente o bien, en inventarios de los puentes sobre el río Manzanares de Madrid. El más antiguo es el del ingeniero Pedro Celestino Espinosa en el año 1878, tomos 16, 17,21 y 22 donde aporta medidas: 9 arcos con luces de 10,40 metros, ancho de tablero de 10 metros y altura desde arranque de arcos hasta lecho río de 5 metros. Otro técnico que se fijó en la obra y nos la detalla es Vicente Machimbarrena Gogorza en la ROP del año 1924, tomo 2417. Un detallado estudio del puente nos lo ofrece Carlos Fernández Casado en la ROP del año 1974, tomo 3113 con un gran despliegue fotográfico y pictórico del mismo además de ser el estudio técnico más profundo de esta obra civil a mi juicio. Recordar el detalle sobre el puente que se informa en el ‘Diccionario Geográfico-Estadístico de España y sus posesiones de Ultramar”, obra dirigida por Pascual Madoz Ibáñez y editada en Madrid en el año 1846, tomo X, voz ‘Madrid’ así como en el tomo XI, voz ‘Manzanares, río’, páginas 199/200. En el vademécum titulado “Artistas cántabros de la Edad Moderna”, obra de varios autores coordinados por María del Carmen González Echegaray, editada en 1991 por la Institución Mazarrasa y la Universidad de Cantabria aparecen los nombres y actividad de varios maestros de obra y canteros que actuaron en el puente entre los siglos XVII y XVIII. La revista Arquitectura, número 258 del año 1986 presenta un trabajo muy técnico sobre el puente por parte del arquitecto Javier Bellosillo Amunátegui en colaboración con B.W. Balluffi, M. Matoses y L. Prat Rodrigo. Existe un interesante PDF de ‘Memoria Histórica de Madrid’ que hace referencia al Plan Especial del río Manzanares-Madrid Rio con gran detalle de planos y fotografías del Puente de Toledo. Por lo que respecta a internet, existen variadas sites donde se trabaja en profundidad esta obra civil y su historia entre las que destacan ‘Memoria de Madrid’, 'Madridfilmoffice',‘Es Madrid’o 'Patrimonio y Paisaje’, por citar unas pocas. En la web de COAM  se informa sobre muchos de los actores que intervienen en el histórico puente. La web de Carreteros hace un buen estudio crítico sobre el impacto sobre el puente del soterramiento de la M-30. El Ayuntamiento tiene una web para Madrid-Río con información sobre los jardines junto al puente. En prensa destacan algunos artículos al respecto como el de El País en fecha 06-12-2005 o ABC separata de fecha 09/15-10-2006. La Wikipedia tiene voz propia para este puente. La aplicación de Google Street View nos permite un recorrido visual por algún sector del puente como puede ser el tablero y rampas de descenso a orillas así como fotos del puente de diferentes autores.

Se sigue cierto orden cronológico en la exposición gráfica. 


Proyecto en alzado y planta del primitivo puente diseñado en 1629 por el arquitecto real Juan Gómez de Mora que se arruinó antes de su puesta en servicio aunque perduró unos años con ciertos apaños mientras se construía el nuevo. El cauce ordinario y las anchas terrazas fluviales de orillas que originaban las crecidas del río se salvaban con hasta 13 vanos y estribos más equilibrados. 


Otros proyectos del puente según traza de Juan Gómez de Mora realizados hacia el año 1629. Archivo de la villa de Madrid. Reproducidos en el trabajo titulado "La construcción de puentes en el siglo XVIII. Innovación y Tradición", cuyos autores son María José Redondo Cantera y Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera publicados en 'Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción' celebrado en Madrid en fecha 19/21 de septiembre de 1996. Editores A. de las Casas, S. Huertas y E. Rabasa de Madrid. Instituto Juan de Herrera y CEHOPU, 1996. 



Dibujos originales del puente según traza del propio Pedro de Ribera, probablemente realizados hacia el año 1719 según nos informa Carlos Fernández Casado en su trabajo sobre el puente publicado en la ROP del año 1974. 


Trabajo académico para la RABASF (Real Academia de Bellas Antes de San Fernando) realizado por Hermenegildo Víctor Ugarte Gascón en el año 1756, posterior al levantamiento de la obra civil. Gran detalle en los dibujos de un arco, el templete, tajamares y pináculo así como un alzado total del puente. Se exhibe en la web de la propia academia y en la Biblioteca Nacional.


Preciosa litografía de David Roberts creada entre los años 1832 y 1833 que se conserva en el Museo de Historia de Madrid. 


Grabado realizado hacia el año 1860 que se muestra en el panel informativo a pie de obra. En realidad es un dibujo y litografía de Francisco Javier Parcerisa Boada (1803/1876) fechado en el año 1853 y depositado en la BNE (Biblioteca Nacional). 


Fotografía del puente realizada hacia el año 1865 sin más datos que se exhibe en el panel informativo a pie de obra. 


Excepcional fotografía estereoscópica de Jean Jules Andrieu (1816/1872) donde se observa una estructura plena y limpia, carente de arbolado u obstáculos y de gran calidad. Se refleja la cara oblicua del puente en aguas abajo. El fotógrafo francés, amante y observador de la obra pública, capta nuestro puente en una imagen que se puede datar con cierta seguridad en el año 1867. Se encuentra depositada en el Museo de Historia de Madrid con inventario número 2015/12/2. Se puede observar en el muro de facebook de 'Fotos de España Antiguas' donde la incorpora Ángeles Conde de Luis. 

                                

Interesante fotografía -negativos de cristal con gelatina de plata en seco- de J. Levy et Cie. (Isaac Georges Levy 1833/1913) comercializada como postal estereoscópica circa 1905 pero que deberemos retrasarla hacia el año 1897/1898 pues en la imagen no se observan ni postes ni catenaria del tranvía que entró en funcionamiento en 1899. Cierto es que ya existía una línea que atravesaba el puente de Toledo pero era de coches con motor animal, tirados por mulas, obviamente sin energía eléctrica. Imagen obtenida del PDF de José Antonio Hernández Latas publicado en Dialnet-Universidad de La Rioja. 


Imagen del puente datada en el año 1901 sin más datos que se exhibe en el panel informativo junto a esta obra civil. 



Imágenes del puente de principios del siglo XX sin más datos que se muestran en el panel informativo a pie de obra. 


Imagen del puente y detalle del lavadero junto al cauce del Manzanares que se puede datar hacia el año 1915. Comercializada como postal, carezco de más datos. Se muestra en la web de Pinterest.


Paisaje idealizado con el puente en primer término según aguafuerte realizado en el año 1917 por el hostelero, pintor y artista Agustín Lhardy Garrigues (1848/1918) que se conserva en la Biblioteca Nacional. 



Buenos dibujos y fotografías de la decoración barroca del puente. Se publicaron en la revista 'Publicaciones Artísticas' según autoría de M. Beyes en 1918. Los reproduce Carlos Fernández Casado en su trabajo sobre el puente para la ROP del año 1974. 


Excepcional foto-postal con una limpieza extraordinaria del entorno que nos permite admirar la obra civil y monumental íntegramente. La visión del puentes es desde aguas abajo y la estructura se alarga por todo el cauce y aterramientos del río, antes de su forzada canalización. La toma lleva fecha de 1920 y se exhibe en el muro de facebook  'Fotos antiguas de Madrid'. 



Material fotográfico del puente que muestra el ingeniero Vicente Machimbarrena Gogorza en su artículo para la ROP del año 1924, tomo 2427, titulado 'Los puentes sobre el Manzanares'. 



Imágenes del tablero del puente en obras que se pueden datar hacia el año 1925 y que conserva la Fundación Telefónica. Se trataba de hacer zanjas para la canalización de las conducciones de telefonía. Las tomas son de fecha 01.01.1925 y fueron obra del gran fotógrafo de origen manchego Alfonso


Curiosa imagen más etnológica que otra cosa que nos muestra un característico pilón o abrevadero para animales junto a los pináculos de entrada al puente de Toledo. Lleva fecha del año 1925 aunque podría ser de un siglo antes y carezco de todo tipo de datos. Se muestra en el panel informativo a pie de obra. 




Interesantes dibujos de alzado, planta y sección del tablero del puente así como detalles del arco central y casalicios probablemente realizados entre 1926 y 1927 por el ingeniero José María Torroja Miret para la Sociedad Estereográfica Española. Los expone Carlos Fernández Casado en su trabajo sobre el puente para la ROP de septiembre de 1947. Los dibujos de la última toma se corresponden con lo expuesto en Publicaciones Artísticas por M. Bayes en 1918 y a la derecha, en la revista Arquitectura de enero de 1927 cuyo autor es Arizmendi.



Fotografías del puente fechadas en el año 1930 que se exhiben en el panel informativo junto al puente sin más datos. 

                                       

Buena fotografía del tablero del puente, comercializada como postal que lleva fecha de envío del año 1934 y que se reproducían en el taller de heliotipia de Roberto Kallmeyer y Gautier de Madrid. Se exhibe en la web de Memoria de Madrid



Tomas del puente del año 1935 que se muestran en el panel informativo junto al puente. 


Toma de la medianía del puente en una fotografía poco clara que se puede datar hacia el año 1955. Parece plausible que refleje las obras de canalización del río que dirigen las aguas del Manzanares por los tres arcos centrales. Se muestra en el muro de facebook 'Fotos antiguas de Madrid'. 


Interesante fotografía aérea con presencia del puente y las obras de la última canalización del río durante el año 1957. Lleva el marchamo de FYPA (Fotografía y Propaganda Aérea). Se exhibe en la web de 'Fotos antiguas de Madrid'. 


Postal del Escudo de Oro con fotografía del puente que podríamos datar hacia el año 1970. 


Fotografías del puente probablemente realizadas por el ingeniero Carlos Fernández Casado en 1974 para su trabajo sobre el puente publicado en la ROP del mismo año, mes de septiembre, número 3113. 


Dibujo del puente efectuado por Antonio Aragüez Vela que se publicó como adenda en la revista del viejo MOPU, número extraordinario 345 de julio-agosto de 1987. 




Fotografías del puente publicadas en la revista del MOPU, número 345 de julio-agosto de 1987 bajo el título 'Puentes Históricos de España' con un artículo al respecto sobre los puentes del siglo XVIII de Carlos García Retuerta. 

                                      

Imagen del puente cuando todavía había dos carriles para vehículos que circulaban bajo los arcos 3 y 4 del mismo. La toma debe ser del año 2004 y se muestra en el libro titulado 'Puentes de España. Tránsitos de Culturas' editado en el año 2009 por Editorial Lunwerg.


Interesante toma cenital del entorno del puente de fecha 03.06.2005 que publicó el diario ABC con fotografía de José María Barroso. Se observan los carriles de la M-30 en ambos sentidos que transitaban bajo dos a dos arcos del monumental puente, unos meses antes de iniciarse las obras del soterramiento de la autovía. 






El diario El País le dedicó espacio en su edición de fecha 06-12-2005 con motivo de los trabajos anejos a la estructura para el proyecto de soterrar la M-30 donde se descubrieron deterioros importantes en la cimentación de la estructura. 


Situación del puente -al fondo- según fotografía del diario ABC, separata de fecha 09-15 octubre de 2015 donde ponen toma del año 2006 con los trabajos de soterramiento de la M-30; hasta entonces, como se aprecia, la circulación de vehículos atravesaba los arcos 4 y 9 del puente. 


Fotografía del puente del año 2007 que se muestra en el libro 'Puentes Históricos de Madrid' editado por la CAM. 


Interesante imagen del puente cuando se acabaron las obras de soterramiento de la M-30 y la plataforma aneja al puente empieza a ajardinarse. Puede que la toma se realizada en los años 2007/2008 aunque desconozco datos y autor. 


Imagen del puente realizada en fecha 27-03-2011 por Sanva1959 para la Wikipedia. 


Imagen cenital del puente y otras estructuras sobre el río Manzanares según visión del satélite de Google Map en el año 2024. Excelente toma para observar y conocer la forma del tablero y sus cabeceras. 
















































































































Tanda de fotos de fecha 09.09.2024 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, intradós, tablero, cauce, entorno y cartelería. 





No hay comentarios :

Publicar un comentario