CERECEDO DE BOÑAR. León
LE-331 PK 4,200
Trasteando por este difícil carretera en dirección
N hacia el precioso paraje que conforma el embalse del Porma pues van
apareciendo diferentes puentes, como el subido anteriormente en el término de
Boñar que sirven directamente a esta calzada pero hay otros que también
podríamos denominar históricos como el que aquí se presenta o el vetusto puente
de La Herrería que no sirven a esta calzada pero conectan con lugares ubicados
en la orilla izquierda del río Porma. A juzgar por los viejos viajeros y
geógrafos que describen esta zona de la montaña leonesa oriental, la mayoría de
estas estructuras pontoneras eran de madera y rara vez de fábrica. Aunque
existen sendas por ese lado del río para
comunicar Cerecedo con Boñar, eran vías estrechas, embarradas con nieves y muy
largas, caracoleando por las faldas de la montaña para evitar pendientes
prolongadas; era más económico lanzar un puente, aunque fuere de madera y más o
menos efímero ante las violentas avenidas del Porma en épocas de deshielos y
conectar directamente con la calzada decimonónica -actual LE-331- para bajar a
Boñar o incluso subir el puerto para llegarse a Puebla de Lillo. Si se
arruinaba el puente de madera, se reconstruía en seguida y de un modo
económico.
En este corto periplo montañés y junto al río
Porma hallamos este horrible puente de hormigón, feo a perpetuidad, horroroso
diría, aunque práctico, eficiente y muy útil para las pocas gentes que viven
desde hace años en Cerecedo. Lo que me llamó la atención de su estructura fue
la impronta, su estilo. Es uno más -aunque quedan pocos- de los modelos que se
generalizaron en las primeras décadas del siglo XX para carreteras locales o
vecinales según propuestas y diseños del insigne ingeniero de caminos Juan Manuel Zafra y que -pese a su prematura muerte- se siguieron levantando por
toda la geografía española hasta los años 60 del siglo XX. Para comprender o
entender la importancia de su diseño, durabilidad y economía tanto de medios
como de tiempo en construirse, conviene leer uno de tanto textos técnicos que
sobre este asunto se han escrito en la obra pública por diferentes especialistas
e ingenieros de la Administración. Dice así: […] Por Real orden de 31 de
mayo de 1919 se encargó a Juan Manuel de Zafra, profesor distinguido de la
Escuela espacial del Cuerpo, la elaboración de un catálogo de modelos de
puentes económicos de hormigón armado de luces corrientes para caminos
vecinales. El objeto de este catálogo era proveer a los ingenieros de
modelos de puentes económicos de hormigón armado que pudiesen emplearse
automáticamente en proyectos y obras sin necesidad de repetir el trabajo de
cálculo y definición proyectual. De esta manera, la Administración, consciente
del desarrollo que estaban teniendo las construcciones de hormigón, y ante la
falta de implantación de un procedimiento universal y riguroso de cálculo y
construcción en hormigón, garantizaba la seguridad y correcta ejecución de las
estructuras de estos puentes vecinales.
Se proyectan 20 modelos de puentes. El principal
criterio adoptado por Zafra fue el del rigor estructural y la economía, que en
estos modelos de puentes económicos se traduce en: a) Limitación geometría de
luces y anchos de tableros. b) Máxima eficacia de la tipología estructural. c)
Economía de mano de obra: encofrados sencillos y reutilizables en las distintas
luces de cada una de las tres tipologías estructurales.
Zafra buscó que el trabajo de puesta en obra fuese
el más sencillo posible, y por consecuencia generase pocos errores de montaje.
Esto simplificaba la labor de supervisión del técnico y redundaba en una mayor
garantía de calidad de la obra. Zafra era especialmente sensible a la necesidad
de garantizar una puesta en obra del hormigón y el acero fácilmente controlable
y que diese pie a pocos errores. Todas las subestructuras proyectadas son de
tramo recto. En el catálogo se consideran exclusivamente las superestructuras,
excluyéndose expresamente los estribos, pilas y muros. Sin incidencia
estructural, más que la sujeción propia del elemento al tablero, destaco la
calidad del diseño de las barandillas de protección.
Luces medianas y regulares: Se emplean losas
nervadas con nervios macizos. Esta tipología responde a la importancia que da
Zafra al trabajo estricto de la estructura. Una mala distribución de material
penaliza la estructura con un innecesario peso muerto que, como indica Zafra en
la memoria del catálogo de modelos «influye en proporción al cuadrado de su
luz». Las secciones proyectadas son muy eficaces para las condiciones de
trabajo planteadas. Zafra limita a dos el número de nervios de todos los
puentes proyectados con losas nervadas. De esta manera el cálculo del mismo es
más preciso y sencillo, y «las cantidades de hormigón y de armadura... pueden
ser aquilatadas hasta aproximarse mucho al ideal de lo necesario y suficiente».
Se generan de esta manera dos piezas en «T», formadas cada una por un nervio y
un tablero simétrico respecto al eje del nervio. Estas dos piezas en «T»,
yuxtapuestas, forman una sola pieza en forma de «pi mayúscula» que define la
sección tipo del puente. Indistintamente de la luz del puente, la cabeza de
compresión formada por el tablero y la parte superior del nervio es siempre la
misma, solamente ajustándose el canto del tablero a la separación entre nervios
resultante de proyectarse un puente de vía simple o doble. De esta manera se
genera una plataforma plana de hormigón sobre la que se apoya el firme,
contenido lateralmente por 2 bordillos. La cabeza superior de los nervios en
«T», parte resistente a compresión fundamental de la estructura, no forma
escalones ni genera doblados de armaduras. Como puede observarse, la calidad
geométrica de la sección es impecable, adelantándose a soluciones tipológicas
que se emplearán décadas más tarde de manera genérica. Esta solución contrasta
con la empleada hasta el momento por ingenieros de la influencia y calidad de
Eugenio Ribera, con la consiguiente complejidad de encofrados y ejecución. En
todos los casos, la separación entre ejes de nervios es de 1,60 m. para puentes
de una sola vía y 2,20 m. para puentes de doble vía […].
Estas modestas obras, estructuralmente aún
vigentes y útiles aunque menguando en su número en cuanto a su catálogo actual,
convendría cuidarlas, mantenerlas y rehabilitarlas en lo posible ya que forman
parte de la historia de la obra pública por administración y por lo tanto, se
las puede calificar como “monumento de obra civil a conservar”. En general y
pese a las discrepancias en cuando a la durabilidad de aquellos hormigones con
los primeros cementos portland, estimados más o menos en cien años, lo cierto
es que tenemos muchos ejemplos que ya están superando el siglo.
Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud total de 40
metros, incluyendo los estribos, especialmente el derecho. Estos se empotran en
los taludes rocosos que conforman el cauce en extremos. El vuelo sobre aguas es
de aproximadamente 20 metros. La obra dispone de tres vanos adintelados con
luces semejantes de 8 metros cada una. Los apoyos del tablero se producen en
los estribos y dos pilas intermedias con un grosor de 80 centímetros. Las basas
sobre las que se fundan las pilas son gruesas y de sección rectangular; sobre
ellas se conforman las pilas del tipo tabique y frentes redondeados a modo de
tajamar-espolón. Se adornan con un listel superior sobresaliente en su cenit.
Hasta ahí y en altura debieron ser las primitivas pilas de un viejo puente de
madera, obviamente remozadas y revestidas con encofrados de hormigón al
reconstruirse. Puede ser que embebidas en el hormigón sigan existiendo las
originales a base de piedra. Para evitar la diferencia de cota entre cabeceras
y tablero, al reconstruir este puente, cabe la posibilidad de que se
recrecieran las pilas hasta la altura o rasante de los taludes del cauce y que
existiera horizontalidad entre tablero y cabeceras por lo que se añaden nuevas
sección en altura a ambas pilas a base tramos rectangulares de hormigón, quizás
ya armado y en su cenit se colocan ménsulas que además de decoración sirven
como apoyo de los voladizos del tablero. Según mi hipótesis, esta vieja
estructura horrorosa a base de tongadas de hormigón contenidas en variadas
cerchas cuyas marcas se siguen viendo, daba soporte a un puente con tablero de
madera pues así parece que fue a juzgar por los mechinales y marcas en las
pilas, más propias de sujetar maderos oblicuos, pies derechos o jabalcones que
unas sencillas cerchas. La estructura con tablero de madera pudo subsistir
hasta los años 40 del siglo XX, momento en el que se decide renovar el tablero
a base de estas vigas nervadas de hormigón armado del tipo Zafra que ya hemos explicado y
que se fijan a las losas de hormigón de la cubierta.
El tablero actual tiene un ancho regular de 4
metros, básicamente para rodadura y sin aceras. Dispone de una capa de
aglomerado asfáltico y las protecciones -antiguas- se hacen con barandillas de
tubo de acero con rosca para los empalmes en tres secciones longitudinales que
pasan por variados montantes del mismo material fijados a los bordes del
tablero. Son barandillas de la colección oficial de obras públicas que
estuvieron en boga hasta los años 70 del siglo XX.
Aunque la anchura del tablero no permite la
circulación en ambos sentidos, no se observa que existan señales advirtiendo de
ello así como otras que marquen limitación de MMA o anchura de ejes para
vehículos pesados. En cubierta, convendría limpiar las barandillas, eliminar
óxidos y un buen repintado. En los bajos se observan manchas de todo tipo,
filtraciones de agua y pérdida de la capa externa en los hormigones. Convendría
prestarle atención a la obra civil pues como digo, aunque ordinaria y fea,
pertenece a la evolución histórica de la pontonería en este país con el aliciente
de que se encuentra en un bello paraje.
Para saber más. Básicamente, el libro titulado “Catálogo de puentes de León anteriores a 1936", obra auspiciada por José Antonio Fernández Ordoñez a través de su cátedra de Estética de la Ingeniería en la ETSICCP de la UPM donde coordinaron esta trabajo Tomás Abad Balboa y Pilar Chías Navarro con la inestimable colaboración de un nutrido grupo de estudiantes de la Escuela, destacando en los referente a las obras civiles de León durante los años 1984 y 1988 Carmen Andrés, Rafael Castejón, Pablo Otaola, Julio Suances, Consolación Pérez Alda y Ana San Salvador del Valle Zarrabeitia, libro editado por el CICCP y CEDEX en 1988, páginas 397/405 “Carretera de León a Campo de Caso” donde se describen algunas obras de estas características aunque en lo referente a nuestro puente sólo se aporta una fotografía sin más comentarios. El interesante trabajo sobre los puentes económicos de Zafra del que aquí se han expuesto algunos párrafos es obra de Francisco José Domouso de Alba y su artículo se titula “Los modelos de puentes económicos de hormigón armado para caminos vecinales de Juan Manuel Zafra Esteban, presentado en el “VII Congreso Nacional de Historia de la Construcción” celebrado en Santiago de Compostela durante los días 26/29 de octubre de 2011, publicado en ese año por el Instituto Juan de Herrera. Entre los viajeros, políticos o geógrafos decimonónicos, destaca Sebastián Miñano Bedoya que en su obra titulada “Diccionario Geográfico-Estadístico” editado en el año 1829, tomo III, página 63, voz Cerecedo, nos cuenta que allí existe un pontón para acceder a este lugar. Pascual Madoz Ibáñez es más explícito en su famoso “Diccionario Geográfico-Económico-Estadístico” del año 1846, tomo VI, página 326, voz “Cerecedo de Boñar” donde nos cuenta que para acceder al pueblo se cruza un puente de madera. Respecto a su topónimo cabe mencionar que se le nombra de las dos maneras, esto es, Cerecedo o Cerecedo de Boñar. Es un pueblo adscrito a la municipalidad de la villa de Boñar. Existen referencias a él en la Wikipedia, la web municipal así como en la web de Ver Pueblos. Aguas arriba pero muy cerca podemos admirar un viejo puente de piedra al que llaman “De la Herrería” ubicado en el paraje de La Llama, cerca de la Venta de Remellán, dentro del término municipal de Boñar.
Dibujos de la sección transversal de los tableros (o vigas de sección en 'pi griega') que diseñó el ingeniero Juan Manuel Zafra Esteban para puentes económicos de hormigón armado para caminos vecinales y que se autorizaron por el Gobierno según R.O. de fecha 31.05.1919.
Panel de la ruta pedestre PR-LE junto al puente.
Mantos de 'Palomilla de muro' creciendo en un estribo del puente (Cymbalaria muralis G.Gaertn., B.Mey. & Scherb. subsp. muralis. Scruphulariaceae).
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