SALAS DE LOS INFANTES. Burgos
N-234a PK 437,370
Además del interesante Puente de Costana sobre el
río Arlanza, la villa de Salas dispone de otra obra pontonera digna aunque bien
es cierto que entre el agresivo ensanchamiento al que se ha sometido éste y a
la vegetación salvaje que lo circunda y que hace imposible su inspección pues
parece que está oculto para la vista de cualquier curioso, turista o estudioso
de las obras civiles. Es lamentable como el Ayuntamiento de Salas no repare en
este puente singular, lo cuide, lo arregle en lo pertinente y elimine los
arbustos que impiden visualizarlo, especialmente por su cara de aguas abajo que
es la de carácter histórico.
Al encontrarse en un viejo camino real aunque
secundario, cabe pensar que es obra antigua y así lo confirma la información de
algunos canteros que actuaron en la estructura cuando era de madera pero que
apuntaban a que había restos, quizás en pilas y puede que aletas, provenientes
de un puente anterior de piedra que podría tener su origen en el siglo XVII
como ocurre con el citado Puente de Costana. Cuando la Municipalidad se queja
al Consejo Real sobre el estado de sus puentes, ya en el siglo XVIII, quizás
durante el reinado de Carlos III, parece que se decide reparar el puente mayor
y sustituir el de madera sobre el río Ciruelos por otro de piedra. Por aquellas
fecha y como inspector de puentes y caminos del Reino, figuraba el mítico
arquitecto Fray Antonio de San José Pontones, fraile jerónimo que tenía la
plena confianza del Consejo en los asuntos de la caminería, ya fueren calzadas,
puentes o pontones. El origen de este prominente arquitecto era cántabro, al
igual que muchos de los maestros de obra y alarifes que trabajan en Castilla
para la obra pública, especialmente los trasmeranos, a los que el Padre
Pontones, como se le llamaba corrientemente, contrataba para múltiples trabajos
de pontonería por media España y especialmente para múltiples obras en el Real
Monasterio de El Escorial.
Según el historiador Pablo Cano Sanz, es Diego de
la Riva, maestro arquitecto, quien ejecuta los reparos en el puente principal
de Salas de los Infantes así como la construcción de otro de nueva planta
diseñado por el Padre Pontones en esa misma localidad. Parece probable que el
propio fraile también le comisionara para otras obras públicas como son las de
los puentes de Quemada o el de San Esteban de Gormaz.
En las anotaciones del fraile figura con fecha
07-11-1760 que hace la traza y el informe para levantar un puente de nueva
planta sobre el río Ciruelos en Salas de los Infantes, al tiempo que ratifica
las reparaciones en el viejo puente sobre el río Arlanza. (página 50).
Según Cadiñanos, hacia el año 1741 el intendente
burgalés informa que existían dos puentes en la villa y en lo concerniente al
del río Ciruelos señalaba que era de madera. En el año 1759 lo reconocen los
maestros canteros Francisco de Bastigueta y Diego de la Riva y añaden que
aunque la obra es de madera, existían restos de un viejo puente de piedra.
Proyectarían un nuevo puente de dos ojos y a falta de canteros postores, ellos
se comprometían a levantarlo en 18 meses -en unión de los reparos en el puente
sobre el Arlanza- y evaluaban los costes de éste en 33.400.- reales de vellón.
El informe y la traza que hace fray Antonio de Pontones corrige algunos datos y
probablemente eleva el número de arcos a tres, como se muestra en la
actualidad.
Tras esta actuación, imagino que se producirían
otras más a lo largo del siglo XIX o incluso a principios del XX, en parte
debido al histórico de grandes avenidas que produjo el Arlanza y sus
tributarios por esta zona y que causarían daños en estos puentes pero ignoro
por completo intervenciones para reparos o rehabilitaciones en esta obra civil.
Lo que no cabe duda es que, en algún momento se ensanchó, bien porque tuvo
alguna ruina y ya de paso se procedió a su ensanche o bien porque tocaba
hacerlo, como así ocurrió en otros del entorno, empezando por el propio puente
de Costana cuya modificación se hizo en el año 1944. A partir de los años 40
del siglo XX se van tipificando como calzadas nacionales una serie de vías de
interés estratégico y comercial entre las que figura este viejo camino real de
segundo orden que, desde entonces, empezará a llamarse carretera nacional
N-234. Los aforos en tráficos eran crecientes y se hacía necesario ampliar
todos los puntos angostos que existían en el trazado que eran normalmente los
puentes, pontones y alcantarillas. Me inclino a pensar que esta triste y
desacertada actuación -que se cargó un puente relevante y con historia- se
produciría a principios de los años 50 del siglo XX y además, tanto por la
técnica empleada en su ensanche, materiales e incluso decoración, diría que el
ingeniero proyectista y/o constructor siguió el modelo empleado para el viejo
puente de Hontoria del Pinar sobre el río Lobos, del que podemos decir que es
una copia en lo referente el recrecido por uno de sus lados, básicamente en
hormigón en masa y armado ya sea en paramentos exteriores, bóvedas y boquillas.
Lo curioso es que, por aquellas fechas, ya se hacían ensanchamientos de puentes
por el método de nuevos tablero a base de losas de hormigón armado y en vuelo,
evitando estos recrecidos de paramentos que conllevan la desvirtuación de
bóvedas, pilas, tajamares e incluso la desaparición de aletas y pretiles de
fábrica en algunos casos. Por alguna razón, al menos en esta Jefatura
Provincial de Obras, se siguió actuando así por lo que existen varios (o
muchos) puentes y pontones totalmente modificados que resultan irreconocibles
sobre los proyectos originales y lo que es peor, difícil de retrotraerlos a su
estado primitivo, cuando por sensibilidad y conciencia patrimonial, entendamos
que son obra civil de carácter monumental a restaurar y conservar para
generaciones futuras y forman parte de nuestro acerbo histórico en los sistemas
de comunicación terrestre ya sean estos, carreteras, caminos, vías pecuarias y
los puentes que las hacen útiles desde tiempo inmemorial.
Características actuales de la obra. Se trata
de un puente -o juego de pontones- relativamente corto pues al situarse en una
zona de cauce profundo o con taludes de altura, sólo se necesitaba lanzar un
tablero que, además, se empotra en ambos muros naturales por lo que podríamos
decir que es a estribos perdidos. La maraña de vegetación en el lado aguas
abajo impide ver si existieron de la obra origina algunas aletas; pudiera ser
que sí, para hacer de muro de contención sobre los taludes y de hecho, en aguas
arriba y en la modificación del puente, aparecen esos refuerzos de hormigón.
Estimo que tiene una longitud total de 33 metros y un ancho original de 6
metros, ampliado a 10 metros tras su modificación. Dispone de 3 vanos de
geometría abierta con respecto el medio círculo, quizás a 1/8 de círculo cuya
trayectoria del arco no difiere de la que ya ponía en práctica en sus bóvedas
el citado Padre Pontones. Las luces son de 7,80 metros para los tres vanos. El
libro de “Puentes singulares de Burgos” le concede luces de entre 6,30 y 5,50
metros. La flecha desde claves hasta lámina de aguas es de 4 metros. Los apoyos
externos se producen en estribos empotrados en taludes reforzados por aletas y
en dos pilas intermedias que apenas he podido vislumbrar en aguas abajo -obra
original- pero que creo que pueden llegar a los dos metros de espesor.
Siguiendo por su lado original, los refuerzos de
pilas lo constituyen dos espolones de sección rectangular coronados por
tejadillos a una vertiente. Cabe pensar en que en lado aguas arriba dispondría
de tajamares probablemente en cuña, ahora embebidos en los muros o placados
adicionales de hormigón. En la nueva obra también se le ha dotado de fuertes
tajamares en cuña. El aparejo en este lado modificado es prácticamente a base
de tongadas de hormigón, ya sea en masa, armado e hidráulico en la base o
solera para fijar mejor el suelo madre. La coincidencia, como decía, con
respecto al puente de Hontoria del Pinar está en ese amplio y denso revoque de hormigón o
cemento y mezcla de áridos que bien fijado y aplomado con cerchas de madera de
las que se aprecian las marcas del entablamento y aún en fresco, se le hacen
incisiones para simular una sillería convencional así como un dovelaje que
hasta diríamos que es resultón y embellece la fría obra pontonera. En este lado
son evidentes las aletas en vuelta del mismo material y decoración. Sobre estas
arcadas se dispone una losa de hormigón bastante gruesa sobre la que se aplica
la capa de aglomerado asfáltico. Como defensas en cubierta, una barandilla
metálica original de la que sólo quedan los arranques fijados a la imposta y
que se sustituyeron por otras normalizadas por la Administración en acero con
topes oblicuos, muy resistentes pues siguen abundando en nuestras carreteras.
Se cierra la cubierta con un sistema longitudinal de biondas de acero cincado
hincadas en la parte interior o arcén. Como puente carretero, carece de viales
peatonales.
Lo singular de esta obra está en lo que podemos
observar en el lado de aguas abajo donde prevalece un aparejo sensiblemente a
base de sillería de buen corte, volumetría, disposición y colocación en cara
vista bastante lisa, bien imbricada con las boquillas y con los espolones. Por
lo mínimo que se ve en bóvedas, parece que también el trabajo de cantería es
ejemplar. La factura de los espolones es muy buena; dispone de una imposta de
piedra de buena talla que soporta el peso de los pretiles, muy pesados y aún
visibles, a base de ortostatos de caliza bien tallados y fijados entre ellos,
con un ligero bisel longitudinal en el canto superior. Existen agujeros que indican
que tuvo, en algún momento, alguna rejería como barandilla de protección, ahora
sustituidos por los petos de catálogo en acero mencionados e interiormente, las
biondas.
Si nos quejábamos de esta actuación tan agresiva
en un puente histórico y patrimonial, además de la dejadez en el entorno, con
un crecimiento desmesurado de la vegetación -y eso que lo visité en invierno- y
sin que existan accesos para poder bajar al cauce y observar la estructura
plena, deberemos de añadir la grosera presencia de una serie de tuberías de buen
calibre, ni siquiera tapadas con algún sistema de canaletas, que ensombrece la
belleza y categoría de esta digna obra pontonera. No entiendo cómo, en una
actuación relativamente contemporánea como es la de los años 50 en este puente,
no se tuvo ya la precaución de crear zanjas o arquetas entre las losas de
hormigón para todo tipo de canalizaciones, evitando esta cutre solución que
además, se empotran precisamente en la cara histórica de este digno puente.
Pasa saber más. El trabajo que recoge más información sobre esta obra es el
de Inocencio Cadiñanos Bardeci titulado “Los puentes del sur de la provincia de
Burgos durante la Edad Moderna”, obra publicada por el Ayuntamiento de Aranda
de Duero y la “Biblioteca de Estudios e Investigación”, tomo XI, año 1996,
páginas 38/39. También en el trabajo de Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera
titulado “ La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”,
obra editada por la Junta de Castilla y León en 1992, página 129 aunque el
autor es más prolífico en la información de este puente en su trabajo como
tesis doctoral inédita titulada “Las obras públicas en la Corona de Castilla
entre 1575 y 1650. Los Puentes” en tres tomos, presentada en la UAM
(Universidad Autónoma de Madrid) en 1989. También se le presta atención en la
obra titulada “Puentes singulares de Burgos” obra de varios autores coordinada
por el ITOP Miguel Ángel Moreno Gallo, editada por la Diputación de Burgos en
el año 2018, página 278. El libro publicado por Pablo Cano Sanz titulado “Fray
Antonio de San José Pontones”, editado en el año 2005 por el CSIC en Madrid,
especialmente las páginas 50 y 91. Para conocer a algunos maestros de obra o
alarifes cántabros que actuaron en este puente conviene consultar el
nomenclátor titulado “Artistas cántabros de la Edad Moderna”, obra de María del
Carmen González Echegaray et al. editado por la Institución Mazarrasa y la
Universidad de Cantabria en el año 1991. En cuando a las agresivas
restauraciones o modificaciones de puentes históricos a los que ya aludí cuando
subí el cercano Puente
Mayor de Soria quiero
citar el trabajo de Leonardo Fernández Troyano que se titula “El patrimonio
histórico de las obras públicas y su conservación: Los Puentes” que se publicó
en la revista “Informes de la construcción”, volumen 37, número 375 de
noviembre de 1985, perteneciente al CSIC y donde pone ejemplos de recrecidos de
puentes históricos que no de debieron de llevar a efecto. El otro trabajo al
respecto se titula “Restauración de la obra pública” en la revista “Ingeniería
y Territorio”, número 92, año 2011, editada por el CICCP donde un compendio de
ingenieros y técnicos reflexionan sobre la conservación, restauración y puesta
en valor de la obra pública. Entre las referencia de época decimonónica cabe
mencionar la que hace Pascual Madoz Ibáñez en su famoso “Diccionario
Geográfico-Económico”, editado en 1846, volumen XIII, página 566, voz “Arlanza”
donde nos dice: El río divide a la población en dos barrios que con
frecuencia se inundan con sus crecidas, particularmente en invierno, por las
muchas aguas que toma con las lluvias y nieves, rebasando el puente por sus dos
extremos, no obstante su mucha altura y desbordándose un regular espacio por
calles, plazas y campos inmediatos. No hace otros comentarios del puente
salvo el que es de piedra. Por su parte, Sebastián Miñano en su “Diccionario
Geográfico-Estadístico” publicado en 1827, tomo VII, página 408, nos dice al
respecto: Salas de los Infantes tiene dos ríos, uno el Arlanza que pasa
por el medio de pueblo y otro, el Ciruelos, que lo hace por las inmediaciones, ambos
con buenos puentes. Emilio Valverde Álvarez en su interesante “Guía por el
Antiguo Reino de Castilla”, editado en el año 1886, páginas 362/363, ejemplar
para los turistas de época, cita la población de Salas -sin mención de puentes-
en un itinerario al que llama ruta 46 que se corresponde con la carretera
regional de Soria a Santander por Salas de los Infantes, Burgos, Sotopalacios,
Masa, Cabañas de Virtus, Puente Viesgo, Bargas, Zurita y Santa Cruz. En
cuanto a la información en red, pues se carece de información sobre esta obra,
remitiéndose los pocos que se fijan en estas estructuras, al Puente Mayor. En
cuanto a la carretera nacional N-234, su lugares, paisajes y patrimonio lineal
ya le dediqué un par de artículos que se publicaron en la revista Solo Camión,
números 280 y 281 de junio y julio del año 2013.
Imagen del puente desde aguas abajo en un toma probablemente realizada hacia el año 2016 y que se publica en el libro "Puentes singulares de Burgos".
Tanda de fotos de fecha 13.12.2021 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, pretiles originales y tablero.
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