LINARES. T.M. Peñarrubia. Cantabria
N-621 PK 161,500
Seguimos por el interesante periplo que nos ofrece esta
magnífica, bella y con un punto de peligro, carretera nacional N-621 que
discurre -en esta zona- muy pegada al río Deva, prácticamente lamiendo sus
orillas y enroscándose en revueltas imposibles por el único camino practicable,
esto es, el que configuró por erosión de millones de años este río y su
multitud de afluentes y riegas. Este sector carreteril se atreve a perforar -es
un decir- las enormes peñas de calizas del período Carbonífero de la conocida
como Era Paleozoica, una manera de ordenar nuestra historia geológica y lo hace
penetrando en este callejón que conocemos popularmente como Desfiladero de La Hermida lamiendo las líneas imaginarias -fronteras- que separan las
comunidades de Cantabria y Asturias.
Aunque he corrido esta sugerente y seductora calzada varias
veces, en esta ocasión lo hago en dirección sur, desde Unquera hacia León y me
voy encontrando estas viejas estructuras pontoneras en sentido decreciente del
cauce del Deva aunque las voy subiendo al blog en sentido creciente de la
propia carretera nacional por lo que van quedando atrás los puentes más
significativos del camino: el puente en el término de Lebeña, el propio puente de Lebeña y el bello puente de Tama, todos ellos sobre el río Deva aunque es
verdad que por tipología afín y por tanto, dentro del proyecto decimonónico o
modernizador de esta calzada, cabe asociar los de Lebeña, éste y alguno que
subiré más adelante.
La datación de estas estructuras es más o menos precisa ya
que se sabe que su proyecto original es del ingeniero Francisco Sánchez
Sánchez, de la promoción del año 1862, técnico muy joven cuando se hace cargo
de este camino y de sus puentes. Aunque en aquellos años, los avances en
kilómetros carreteriles era lentos, incluso había parálisis en la obra pública
en virtud de los acontecimientos políticos y los continuos cambios de gobierno
entre conservadores y liberales, por las noticias directas o tangenciales del
asunto que tenemos, podríamos sugerir que, ciertamente, la calzada y sus
puentes van tomando forma a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Pascual
Madoz, en su conocido ‘Diccionario Geográfico-Estadístico’ ya nos informa sobre
la evolución de esta calzada pero es más precisa la información que nos
facilita el IDM (Itinerario Descriptivo Militar) editado en el año 1865 donde
textualmente se dice: La carretera arranca a 2 kilómetros de Pesués, en la
barca y venta de Unquera…/… desde el arranque hasta Ojedo es parte de la
carretera de primer orden en construcción a Palencia que se halla concluida
hasta La Hermida. Este detalle nos da a entender que el tramo que nos ocupa
ya estaba en trace de terminarse por aquellas fechas. También nos da detalle de
algunas estructuras pontoneras: A 4 kilómetros de Panes atraviesa el Deva
por un puente de piedra; a 9, 50 kilómetros de Panes vuelve a cruzar el río
Deva por otro puente de piedra y a 11 kilómetros de La Hermida vuelve a pasar
el río por otro puente de piedra. Independientemente de estas mediciones,
lo que parece cierto es que, la serie de puentes con la misma tipología e
impronta del desfiladero de La Hermida, se levantan por aquellos años. Es más,
en uno de ellos, ubicado en el término de la parroquia de Cuñaba (Asturias),
existe todavía una placa en el pretil que lleva grabado el guarismo 1862,
suponemos que hace referencia al año en que se construyó.
Respecto a la dirección o posición de la obra civil, comentar
que por el encajonamiento en el avance de la calzada, en este punto y a través
del puente, se cambia el trayecto a la margen izquierda del Deva y por ahí
continuará hasta La Hermida donde de nuevo se posiciona la calzada en la orilla
derecha del río.
Características de la obra civil. Originariamente y hasta
su reestructuración en el año 2018, el puente tenía una longitud de
aproximadamente 33 metros y un ancho regular cercano a los 7 metros. Las
pronunciadas entradas en ángulo recto a la plataforma -curvas muy cerradas- se
solucionarán con el nuevo tablero actual. En aquellas fechas, lo tradicional
era levantar puentes siempre en sentido perpendicular al cauce del río sobre el
que se levantaba sin tener en cuenta que estos casos donde los apoyos se hace
sobre roca madre bien firme y sin pilas intermedias obligaban a ello pero
también parece cierto que se podían haber diseñados con cierto esviaje,
consiguiendo así mejorar las curvas de entrada al tablero. También parece claro
que, considerando las velocidades de los
vehículos de tracción animal que por aquellos años eran los protagonistas de
nuestras calzadas, no parecía preocupante el grado de la curva para entrar o
salir del puente, normalmente con la lentitud de aquellos carros, calesas o
caballerías. Obviamente, con la llegada de los vehículos a motor y el sensible
aumento de las velocidades, este tipo de puentes representaban un inconveniente
añadido a la fluidez en el tráfico viario y en muchos casos, hasta un riesgo de
accidente.
Siguiendo con el puente decir que dispone de un único vano en
geometría abierta o escarzana con una luz aproximada a 16 metros. Este arco
rebajado se funde o empotra en los estribos a modo se salmeres de apoyo
permitiendo una flecha considerable desde claves hasta lámina de aguas,
aproximadamente de 10/12 metros, que permite absorber las mayores crecidas que
ha podido producir este cauce.
Lo destacable de la obra es su aparejo, de perfecta
ejecución, detalle y hasta incluyendo ciertas dosis de decoración o
embellecimiento de la estructura, poco común en la obra pública atendiendo a
que es un puente rural, alejado de cualquier entorno urbano. Los modelos que se
utilizaron, bien en éste o en otros de la serie nos demuestran el buen hacer y
la calidad ingenieril de aquellos técnicos y subalternos de la segunda mitad
del siglo XIX.
Desconocemos los rellenos de la obra y hasta su viejo firme,
probablemente de macadam, pero lo que subsiste hasta hoy es la enorme calidad y
profesionalidad de sus placados en sillería de roca caliza que tallaron con
maestría los canteros de época. Esta belleza del aparejo utilizado se observa
bien en los paños que cubren ambas caras del puente a base de sillería de
piedra caliza perfectamente escuadrada, volumen semejante y dispuestas a tizón
en esmeradas hiladas horizontales con cara vista ligeramente picada y un mínimo
llagado de morteros. Mayor dificultad tiene el placado de cara vista de
estribos (o muros de acompañamiento) donde no hay aplomo sino que se recurre
-para mayor fortaleza de la obra- al muro del tipo baluarte, más ancho en la
base pero que se afronta con una cuidada cantería verdaderamente bella, al
menos en este puente, uno de los más limpios de vegetación en toda su fábrica.
Otro aspecto a destacar es la cantería empleada para cubrir los tímpanos y su
unión a las roscas exteriores de la bóveda donde ‘el arte de montea’ se emplea
con gran detalle: Prácticamente, siete hiladas de soberbia sillería en
disminución hacia salmeres que se unen con perfecta exactitud al sistema de
dovelaje doble en punta de flecha o a montacaballo y con piezas de larga soga y
altura de más de un metros, lo que representa un gran peso y dificultad en su
manipulación y ensamblaje. La unión o conexión de las piezas es magnífica sin
apenas observarse las juntas entre piezas. La medianía del arco en sus
boquillas se consigue con simples dovelas que cubren hasta las claves. En
intradós, destaca también la fábrica por su regularidad y calidad: como base y
sobre una cama tallada en roca madre se dispone una imposta inferior o
estilóbato de excelente talla y que cubre el perímetro de ambos estribos bajo
el agua y se muestra en relieve sobre los aplomados de estribos; continua la
fábrica con varias hiladas de sillería excelente hasta el apoyo en salmeres y
ahí arranca una bóveda de arco rebajado impecable que, pese al siglo y medio de
historia, se muestra perfecta salvo las consabidas manchas de humedades,
líquenes y eflorescencias. Hacia extremos, los estribos se empotran en la roca
madre y su revestimiento es más grosero a base de grandes sillares poco
escuadrados, cara vista más abrupta y grandes dosis de morteros varios para su
mejor firmeza aunque se siguen manteniendo sólidos. Sobre el vuelo de fábrica
se dispone una imposta en todo su recorrido de gran calidad a base de un listel
en relieve a modo de cornisa que sustentará los pesados pretiles originales de
piedra, ahora desaparecidos.
Situación actual. Como en los casos anteriormente referidos y en la
intervención del año 2017 o 2018 se procede a la modificación del puente,
especialmente el tablero: En cabeceras de conforman plintos de hormigón armado
con profundos micropilotes que soportaran una especie de viga-losa de hormigón
pretensado prefabricado que hará las veces de nuevo tablero quedando como
flotando sobre el original; en las entradas y para ensancharlas, se recurre a
una serie de traviesas de hormigón -espina de pez- solidarias con el nuevo tablero
sobre las que se disponen losas de hormigón de área triangular; una vez
completada la nueva plataforma se echa el nuevo firme de aglomerado asfáltico,
la señalización horizontal y los nuevos pretiles a base de New Jersey de
hormigón prefabricado placado con losetas de caliza y gneis fijadas con gruesos
morteros de cemento.
Tras esta intervención se observa que no se han ocupado de
sanear la estructura, limpiarla de vegetación y/o manchas así como que en los
puntos de apoyo de la viga se han suprimido y dañado algunas piezas de sillería
y en otras zonas, los agujeros se han tapado con enlucidos de cemento bastante
cutre.
La bibliografía consultada aunque poco precisa al respecto se
puede leer en cualquiera de las entradas anteriores, especialmente en la del
puente de Lebeña.
Se sigue cierto orden cronológico en la exposición gráfica.
Tanda de fotos de fecha julio 2023 según paso por el puente de Google Street View.
Sector parcial de la hoja número 56 de Tama levantada por el IGN (Instituto Geográfico Nacional) en el año 2002 donde se refleja en círculo negro el puente.
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