SORIA
N-234 PK 349,240
Del viejo puente de Soria sobre el río Duero se
sabe poco. Puede que exista cierto paralelismo entre la construcción de la
amplia muralla de la ciudad y el levantamiento de su puente, lo que podría
haber ocurrido hacia mediados del siglo XII. Ya en un protocolo fechado en el
año 1157 a instancias del rey Sancho (probablemente Sancho III de Castilla) se
cita una donación de bienes hecha por el padre de éste (Alfonso VII de León) al obispo de Osma en el
que aparece el puente y algunas construcción hidráulica pareja. Cabe pensar que
en un momento álgido de la Reconquista, las necesidades de comunicación con el
NE eran evidentes, no solo por las conexiones comerciales o militares hacia La
Rioja, Navarra o Aragón, sino por los lazos que se estaban creando entre la
monarquía leonesa y castellana con la aragonesa a lo largo de los siglos XII y
XIII. Como dice un autor: La Reconquista fue un penoso esfuerzo
contra-orográfico y contra-fluvial ya que fue saltando de valle en valle
persiguiendo la recuperación de las zonas meridionales de cada ‘extremadura’
(Extrema Durii) provisional, movimientos que se guiaron por el gradiente
climático y el prestigio de los viejos asentamiento. El Alto Duero fue
fundamental en ese devenir histórico y en la construcción de caminos hacia el
NE nuestro puente ya que era de vital
importancia pues a lo largo del siglo X y XI se puede hablar de una frontera
estabilizada cristiana con respecto a la influencia o expansión musulmana.
También se le cita en protocolos de reparación de
la estructura en tiempos de los Reyes Católicos a principios del siglo XVI.
Según consta en el Archivo Municipal soriano y con fecha 1509 se dice que el
corregidor de la villa dirige un mandamiento a Pedro de Arce y Pedro Sánchez de
Oceanilla para que concluyan las obras en la torre del puente. En alguna ruina
de la obra civil se autoriza la
reutilización de material pétreo -sillería- de la vieja iglesia de Santa
Cristina para la reparación de nuestro puente lo que debió de ocurrir a partir
del año 1538. Estas actuaciones ya de época renacentista nos hacen pensar que
como “Puente Viejo o Mayor” no podríamos considerarlo como obra románica ya que
sus vestigios son irreconocibles. El historiador de la obra pública
Aramburu-Zabala es muy escueto en su interpretación: Es una obra básicamente
del siglo XVI sobre el que después, se asientan diversas reparaciones (de gran
calado) como son la que se produce hacia el año 1620 por Gabriel de Pinedo,
otra más hacia el año 1650 con traza de Martín de Solano y obra de Juan Pérez
de Villaviad y, por último, la de 1804 en la que intervienen Felipe Alonso,
Manuel Ibarra y Vicente García. También nos aporta el dato de que
originariamente debería de tener tajamares en forma de huso y espolones
angulares, en los que se formarían apartaderos en superficie, posteriormente
cortados. La actual diversidad de tajamares y espolones impide determinar con
coherencia las sucesivas modificaciones del puente. El sector del puente
cercano a la ciudad fue muy modificado en la actuación de 1804 para suavizar la
pendiente, zona que ya había sido reparada en 1620; la parte central del puente
debe de haberse modificado en la actuación de 1650.
Durante un tiempo parece que el puente disponía de
14 vanos como atestigua el historiador de la obra pública Torres Balbás,
aludiendo también a la fortaleza de la torre situada en la medianía del
tablero. También hace referencias a la obra Francisco Mosquera en 1612 que
considera bien construida así como su torre de control central que se cerraba
con un tejadillo o chapitel.
Otras referencias a reparos del puente se refieren
a la intervención del maestro de obra Juan Pérez Villaviad según memoria de
fecha 12.11.1646. Al parecer, en aquella época, la estructura debió de sufrir
algún colapso pues se empieza a hablar de que el puente ya no dispone de los 14
ojos mencionados.
Juan Pérez de Villaviad, vecino del Valle de
Liendo, maestro de cantería. Según escrituras de fecha 12.11.1646 remató las
obras de los puentes y calzadas sobre el Duero en Soria (Puente de San Juan de
Duero, Riotuerto y Garray), con trazas de Martín de Solano). Trabajarían con él
Francisco de la Calle, Domingo del Campo y Juan García de la Hondal, todos de
Liendo. Salen como fiadores Melchor de Bueras originario de Padiérniga, Juan de
la Incera de la Sierra, proveniente de Adal y Pedro Díez de Alvear que viene de
San Miguel de Aras, todos ellos maestros canteros así como el ensamblador Pedro
Cizarte y el carpintero Diego de Cortés, ambos sorianos. (‘Artistas y artífices
sorianos de los siglos XVI y XVII 1509/1699’, estudio del Marqués de Saltillo,
Madrid, 1949, páginas 294/298). La experiencia y contactos de Juan Pérez ya sea
en Soria como en el entorno viene de generaciones anteriores pues tanto Rodrigo
Pérez de Villaviad mediado el siglo XVI así como la de los dos Pedro Pérez de
Villaviad a lo largo del siglo XVI es innegable; son artífices o colaboradores
en las obras del Humilladero de la Vera Cruz en la Ermita de Nuestra Señora de
la Soledad, en la Dehesa de San Francisco, la Colegiata de San Pedro, el
Colegio de San Agustín, varias obras para el Cabildo soriano, la Torre de
Nuestra Señora del Espino así como otras intervenciones en Ágreda, Matalebreras
y Garray. Sin duda, este clan de la maestría canteríl, dejó su huella
constructiva en nuestro puente aunque no podamos dilucidar las secciones o
zonas de la estructura que o bien, modificaron, o sencillamente reconstruyeron
como obra nueva. El documento sobre el que trabaja el marqués de Saltillo es
muy interesante porque nos muestran las características de los pliegos de
subastas para las obras públicas donde además de las pujas que efectuaban los
constructores y debido a los elevados costes de estas intervenciones, era
preciso que, además de los depósitos como fianza de la empresa constructora, se
produjeran puntuales fianzas personales, generalmente por otros intervinientes
en el proyecto que siempre eran del gremio y familiares, ya fueren maestros de
obra, canteros o diferentes tipos de alarifes. La gran obra civil sobre el
conocido como “Puente de San Juan del Duero” precisó un gran equipo humano así
como de materiales. Si bien es cierto que la dirección de obra la llevó el
propio Juan Pérez de Villaviad, el grupo de maestros canteros trasmeranos que
le acompañó en el proyecto y obra hasta su finalización es amplio como se puede
comprobar en el protocolo citado.
Siguiendo a Aramburu-Zabala en cuanto a otras
intervenciones cabe destacar nuevas reparaciones hacia el año 1620 -cabecera
derecha del puente-, diversidad de la composición y forma de tajamares y
espolones en varias etapas, una modificación importante hacia el año 1650 y el
intento de suavizar la pendiente de la cabecera derecha -lado ciudad- en el año
1804. Quizás, añadir la intervención del grupo gremial de Francisco González de
Sisniega -prestigioso maestro de obra de origen trasmerano- que en el año 1715
da poder a su sobrino Francisco Pérez de Irias Fontecilla para los cobros por
trabajos realizados en los puentes de Soria que incluirían obviamente los del
Puente Mayor.
El historiador Nicolás Rabal en 1889 -quizás
despistado- habla de un puente de 18 arcos y añade que existe una torre
defensiva en cada entrada y que la estructura se reparó considerablemente en el
año 1717. Más adelante, tanto Juan Loperráez Corvalán en 1788 así como Pascual
Madoz Ibáñez en 1845 insinúan que debió de sufrir alguna catástrofe y que se
transformó de lo que resulta que desde entonces dispone de 8 ojos. Madoz hasta
hace una breve descripción de la obra, señalando su torre de control en la
medianía del tablero así como la geometría de lo que él llama 14 estribos, o
sea, 7 tajamares en aguas arriba enfrentados a otros 7 espolones aguas abajo.
El viajero y geógrafo Sebastián de Miñano es más breve y se limita a decirnos
que dispone de un puente magnífico y sólido.
Otras referencias al puente las recoge el
arqueólogo Blas Taracena Aguirre (1895-1951) en su “Guía artística de Soria y
su provincia” donde comenta que en la Baja Edad Media se cruzaba el río por un
puente de dos torres defensivas, una en el centro y otra en la cabecera del
lado ciudad u orilla derecha del Duero. En el año 1256 hallándose Alfonso X en
la ciudad …/… que gozaba entonces de su mayor esplendor medieval pues estaba
recientemente fortificada y se expandía su población por el arrabal del puente
con la llegada de los Caballeros del Temple.
Con la llegada y el auge de los vehículos a motor
-muchos con más anchura de ejes que los tradicionales carros de tiro animal- se
eliminaron muchas barreras que existían desde tiempos antiguos en las
estructuras pontoneras, especialmente los portones o arcos de entrada y las
torres intermedias, generalmente de origen medieval, proceso de
desmantelamiento que en este país se empezó a realizar en la segunda mitad del
siglo XIX. En este caso, la puerta de la orilla derecha fue demolida en el año
1848 y la del medio del tablero en 1851. Sí existe información de otra drástica
modificación de esta obra civil monumental: en el año 1915 se ensanchó el
tablero original de aproximadamente 5 metros hasta los 7,70 metros por medio de
voladizos de hormigón. En esa actuación y pese a los voladizos, se recurrió a
cubrir las cabeceras de tajamares y espolones, que hasta entonces, actuaban
como descansaderos al coincidir con la rasante original del tablero. Pese a la
ampliación de la cubierta y por respetar las dos aceras peatonales, el puente
sigue teniendo una calzada angosta que solo permite la circulación en un
sentido de la marcha. En el año 2010 se incorpora la iluminación de la obra,
especialmente con focos LED insertos en las bóvedas. A juzgar por el estado de
paramentos y muros de continuación de la estructura, incluyendo cubierta, pues
entendemos que en los últimos decenios se han producido pequeñas actuaciones
para sanear o rehabilitar determinadas partes de la obra. De hecho, en mi
visita de diciembre de 2021 el arco menor o primero por la orilla derecha se
encuentra tapado porque están restaurando esa zona así como las viejas
manguardias que protegen tierra firme de posibles crecidas del Duero.
Características actuales de la obra. Diversos autores de prestigio ya nos han
informado sobre la dificultad de lectura del puente o como se dice ‘teoría del
puente’ al respecto. No obstante y ya que lo visité en su día, intentaré
exponer mi visión de la obra civil más o menos detallada. Para ser un puente
sobre el Duero -nos encontramos en la cuenca del Alto Duero- no es una obra que
pudiéramos considerar larga y con muchos vanos. Su longitud total es de
aproximadamente 114 metros con un alzado perpendicular al cauce aunque con una
ligerísima esviación quizás producida por la diferencia de cota en cada
cabecera que obliga a cierta tangencialidad en las cabeceras. El río, en esta
zona y aunque caracoleando, no se ha desviado porque fluye bastante encajonado
en un zócalo no muy elevado pero de consistencia dura de margas, calizas y
otras rocas sedimentarias. La anchura del tablero, más o menos, es de 8 metros,
tras su ensanche contemporáneo. Probablemente y siguiendo las pautas de la
ingeniería renacentista o barroca -cuando se produce la gran transformación de
esta estructura- su anchura proyectada sería el equivalente en pies a nuestros
6 metros, cifra que podríamos poner al ancho de las bóvedas actuales. Dispone
de 8 vanos que parecen de medio círculo aunque quedan un poco impostado al
levantar o ensanchar las defensas de pilas con tajamares y espolones que desde
su arranque, tapan los salmeres en los que apoyarían estos arcos, simulando que
son algo abiertos, independientemente de que la altura del cauce en algunos
momentos, sobrepase la geometría del medio punto. Respecto a sus luces y en
visión aguas arriba desde margen izquierda podemos hacer una medición
aproximada: 6,50+7,50+7,80+9,80+15,85+13,60+10,34+4,10 metros en donde y como
impronta, se adivina que los dos arcos más centrales disponen de las mayores
luces para desalojos de aguas. Los apoyos extremos se producen en estribos
relativamente cortos, diría que alguno es perdido o empotrado en el talud
rocoso correspondiente; los apoyos intermedios corresponden a 7 pilas cuya
anchura oscila entre los 4,65/3,70 metros, diferencia que obedece a las
diferentes reconstrucciones de estos apoyos a lo largo de la historia del
puente. Otra cualidad reseñable, especialmente en la cabecera derecha es la
presencia de manguardias con gruesa sillería, muy antigua y desgastada pero
bien dispuesta, que podría ser una de las señales de la existencia de un puente
ya en tiempos de la Baja Edad Media o bien, que se utilizó con posterioridad
sillería existente de tiempos pasados ya fuere de un puente, muros de
contención o -como se ha señalado- fábrica de algún edificio en ruina en las
cercanías de esta obra civil.
Atendiendo a la fábrica en general, se aprecia
variedad de piedra, unidades de sillería de factura diferente, cubicaje,
escuadría y hasta disposición. Predomina la roca arenisca aunque también hay
lienzos que recuerdan más a la caliza, apaños a base de sillarejo, mampostería
y hasta ripio para afianzar huecos y juntas. Predominan las piezas talladas a
escuadra aunque de variada volumetría -como decía-, rellenando las juntas con
un mortero moderado -salvo en las restauraciones- aparejados a soga y tizón con
cara vista bastante lisa -en algunos lienzos muy desgastada- pero que implica
un buen trabajo de bujarda fina o desbastada con buena maza o martillo para dar
la sensación de finura en la talla. Estas cualidades del aparejo se observan,
sobre todo, en los paños que componen los tímpano así como en las zonas bajas
de espolones y tajamares. También en las bóvedas, de excelente sillería en
dovelas, bien imbricada y de tamaño regular que se remata en las roscas
exteriores, visuales, donde el arco geométrico se muestra pleno. En algunas
boquillas se aprecian las diferentes restauraciones figurando dovelaje muy antiguo
en la zona de claves que descarga en los riñones de arcos donde las piezas son
más modernas -las del siglo XVII- y tapando, como incógnita- la zona de
salmeres o descanso de las bóvedas ya que la anchura de los refuerzos de las
pilas, ya sean tajamares o espolones, impiden ver el arranque de estos arcos
exteriormente. Indudablemente, la eliminación de las dos torres de control a
mediados del siglo XIX debieron de influir en la rectificación de la
estructura, ya fuere en reacondicionamiento de pilas así como en las defensas
de estas.
Sobre los paramentos verticales se sitúan dos impostas,
bastante gruesas y en relieve que ignoro su fin original. Probablemente se
insertaron al modificar la rasante a dos aguas de una primitiva obra o tablero.
Esta rectificación implica también la elevación de paramentos en los arcos más
exteriores, los que presentan sillería ciclópea aunque de buena talla y
disposición. Al tiempo que se eleva el tablero, especialmente en cabeceras, hay
que corregir la altura de los tajamares y espolones, lo cual se aprecia en la
variedad del aparejo utilizado hasta escalar hasta la rasante del tablero. Esta
discutida actuación implica la distorsión de lo que podrían ser las pilas, más
o menos originales, así como el placaje de sus defensas -tajamares y espolones-
bien en aparejo así como en sección ya que los hay en cuña, más o menos
semicirculares y ahusados. La parte superior de estos, evidentemente
contemporáneos, se placan de un modo más grosero a base de sillería caliza o
incluso prefabricados de hormigón. Lo que podría ser un acabado con pretiles
bien tallados de piedra caliza a base de ortostatos coronados por una buena
albardilla a juego que se puede seguir apreciando en la continuación del muro
hacia el paseo de San Saturio se sustituye por las actuales barandillas de
acero sencillas que se hincan en la doble solera de hormigón armado moderna que
conforma el nuevo tablero con vuelo en ambos cantos, solución que
definitivamente, postró a nuestro puente en la lista de estructuras pontoneras
deficientes, fuera de lo que podríamos llamar monumentalidad en la obra civil histórica.
Esto no quiere decir que lo tachemos de inane o desprestigiada. Algún día se
aprobara la construcción de un puente nuevo en las cercanías y esta estructura
podrá revertirse a su impronta original, al menos la que diseñara Martín de
Solano y construyera el equipo de Juan Pérez de Villaviad en el siglo XVII. Hasta
se podrían recrear las dos torres defensivas como se hizo en el bellísimo
Puente de Besalú.
Como decía, al diseñarse el nuevo y amplio
tablero, que en parte apoya en los refuerzos de las pilas (tajamares y
espolones) cercenados para disponer la nueva cubierta de hormigón armado,
además de otras actuaciones en extradós para evitar daños en la estructuras por
las nuevas cargas, pues se ensancha la cubierta hasta los 8 metros pero no se
consigue -como en otros casos- la amplitud necesaria para el fluir de tráficos
en ambos sentidos. Quizás, como obra periurbana, se prima el paseo ciudadano y
así, se adoptan dos aceras mas o menos amplias, elevadas y con bordillos,
actualmente muy perjudicadas o en amplio abandono y una calzada central amplia
para un único sentido de la marcha cuyo firme de adoquín parece en perfecto
estado. Al circular por el tablero, especialmente cuando se circula en
vehículo, se adivinan perfectamente las rampas de cabecera hacia la medianía
del puente.
Siguen existiendo los descansaderos que producen
los tajamares-espolones, aunque más disminuidos, pero que permiten asomarse al
cauce. En su superficie de adoptó erróneamente el clavado de una serie de
farolas, de empaque y hasta bonitas, pero que no guardan relación con una obra
civil del siglo XVIII. Son modelos de la metalúrgica de La Nave, de Aranda de
Duero, muy prolíficas en la pontonería urbana española pero que no dejan de ser
imitaciones de diseños modernistas o de art decó, anacrónicos con
respecto a la impronta de este puente. Tanto la rejería como los fustes de las
farolas están demasiado oxidados y requieren una intervención urgente para no
deteriorarse más. Respecto a la iluminación inaugurada en el año 2010 pues
parece adecuada.
La estructura sigue teniendo deficiencias en
cuanto a mantenimiento. Es absurdo que existan imbornales o desagües de PVC en
algunos puntos, Manchas y calcificaciones en amplias partes de las bóvedas y
algunos tímpanos, piezas de sillería arrasadas o descomponiéndose, exceso de
mortero de cemento en algunos lienzos. También hay pintadas o grafitis visibles
en algún tajamar. Sin embargo, me llama la atención que no exista cableado o
canaletas visibles en los paramentos, ni siquiera el eléctrico, lo cual es un
buen logro.
Trasteando por la ciudad no me ha parecido ver
carteles de dirección que nos lleven hasta el puente -los de fondo rosa que nos
advierten de algún monumento- y tampoco he visto que exista a pie de obra un
buen panel informativo sobre la historia y vicisitudes de este digno puente.
Comprendo que se está trabajando en la cabecera derecha del puente y que
quizás, cuando se acabe la obra y se despeje el arquillo tapado y se abra el
paseo anejo, puede que la municipalidad se decida a poner el cartel
informativo. Ya veremos.
Para saber más. El estudio que me ha aportado más información es el titulado “ Historia de las obras públicas en Castilla y León. Ingeniería, Territorio y Patrimonio”, separata “La construcción del territorio: Caminos y puentes en Castilla y León”, páginas 2/4, obra de Pilar Chías Navarro y Tomás Abad Balboa, editada por el CICCP en el año 2008. Basado en este trabajo se aporta información de esta obra civil en la Wikipedia, añadiendo fotos. Menudean en variados blogs y webs información del puente copiando lo que se dice en el trabajo de Chías-Abad. Otro trabajo interesante sobre el Puente de San Juan de Dios aunque excesivamente breve es el de Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera titulado “La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”, páginas 174/175, editado por la Junta de Castilla y León en el año 1992. Sobre este autor, indispensable en cualquier estudio pontonero contemporáneo de la obra pública española, cabe mencionar que estos apuntes que hace son recensiones de su gran estudio titulado “Las obras públicas en la Corona de Castilla entre 1575 y 1650. Los Puentes”, tesis doctoral inédita en tres tomos, presentada en la UAM (Universidad Autónoma de Madrid) en el año 1989. Las referencias a los estudios de Blas Taracena, Loperráez, Rabal y Madoz ya se mencionan en diferentes párrafos de este artículo. No obstante, señalar que lo que aporta Pascual Madoz no es en la voz de Soria sino en la de Río Duero, página 419 del tomo VII correspondiente a su magno “Diccionario Enciclopédico Geográfico Estadístico de España y sus posesiones de Ultramar”, editado en el año 1846. Sin embargo, Sebastián de Miñano, precursor del diccionario anteriormente mencionado en su obra titulada “Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal”, editado en 1827, tomo VIII, página 345, no presta atención a nuestro puente ni a las torres de control de pontazgos que todavía existían diciéndonos simplemente que es un puente robusto. Otro tratado imprescindible para conocer multitud de maestros de cantería y alarifes de muchas de las obras pontoneras castellano-leonesas es el vademécum titulado “Artísticas cántabros de la Edad Moderna”, obra de María del Carmen González Echegaray, Miguel Ángel Aramburu-Zabala, Begoña Alonso Ruiz y Julio J. Polo Sánchez, editada por la Institución Mazarrasa y la Universidad de Cantabria en 1991. En esta obra aparecen algunos de los maestros que ya se citan en el trabajo de Chías-Abad y otros tantos inéditos que debieron aportar su trabajo y técnica en las diferentes reconstrucciones de nuestro puente. Como esta estructura fue modificada drásticamente, tanto por la eliminación de sus torres así como por la amplitud del tablero he consultado algunos trabajos de Leonardo Fernández Troyano y otros textos pero no hay materia sobre nuestro puente, salvo una mínima referencia de Troyano. No obstante, son trabajos primordiales para comprender que los puentes históricos -entendiendo por históricos hasta los del siglo XX calificados como singulares- no se tocan, o se intervienen en lo mínimo para que sigan prestando su servicio. El trabajo de Leonardo Fernández Troyano se titula “El patrimonio histórico de las obras públicas y su conservación: Los Puentes” y se publicó en la revista “Informes de la construcción”, volumen 37, número 375 de noviembre de 1985, perteneciente al CSIC. El otro trabajo al respecto se titula “Restauración de la obra pública” en la revista “Ingeniería y Territorio”, número 92, año 2011, editada por el CICCP donde un compendio de ingenieros y técnicos reflexionan sobre la conservación, restauración y puesta en valor de la obra pública. Para los análisis de costes -de este puente y de otros- en la geografía nacional, gravámenes, forma de contratación, Fiscal y Consejo de Castilla, fraude fiscal y otras componendas en la obra pública es interesante el trabajo titulado “Las obras públicas en la Castilla del siglo XVII. Un gravamen oneroso y desconocido”, obra de Francisco Javier Vela Santamaría, editado por el “Instituto Universitario de Historia Simancas” en el año 2010, páginas 125/177, donde para la reparación de nuestro puente en septiembre de 1619 se hizo un reparto de coste entre 163 entidades, ya fueren colectivos ciudadanos, colegios, consejos, entidades públicas y privadas (sin contar vecinos o almas a pechar por otros conceptos) con un coste total por unidad en ese repartimiento de 102,50 reales de vellón. Al parecer, el gasto de aquella intervención coincide con la que realizó el maestro de obra Gabriel Pinedo y debió suponer un coste total de 16.700.- reales de vellón. En la red se puede consultar la Wikipedia en la voz Duero, también en la voz “Puente de piedra”, la web de turismosoria, queverenelmundo, la web municipal, la excepcional web comercial rutasdelvinoriberadelduero con un amplio inventario pontonero sobre el río Duero, muy superior a cualquier site pública al respecto. También exhibe varios puentes la web de sorianitelaimaginas. La web de desdesoria-es dispone de un buen artículo sobre esta obra civil. Los dibujos de Ezequiel Villanueva se muestran en la web Elige Soria. A nivel de divulgación de la caminería a la que corresponde esta interesante carretera nacional N-234 me remito a un par de artículos que monté para la revista Solo Camión, publicados en los números 280 y 281 de junio y julio del año 2013 donde se describe la calzada, algunos de sus puentes y parte del patrimonio lineal que atesora esta vía. Tampoco me olvido de un librillo de puentes muy interesante que conformó Luis Grau Lobo (a lo mejor en un pariente de éste que escribe) que lo titula "Puentes singulares de Castilla y León", editado en el año 2011 por El Mundo, donde en su página 40 se habla de esta obra con cierto detalle y prosa muy poética. Me quedo con un último verso de Antonio Machado sobre el tema que incluyó en sus sonetos de "A orillas del Duero" dentro de "Campos de Castilla". Dice así:
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío
y, silenciosamente, lejanos pasajeros ¡tan diminutos!
... carros, jinetes y arrieros
cruzan el largo puente y, bajo las arcadas,
de piedra, ensombrecerse las aguas plateadas del Duero.
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
Este dibujante sí se fijó en la estructura pontonera. Se trata de Ezequiel Villanueva, muy activo en su arte plástica en los años 80 del siglo XX. Se muestra en el blog "Eligesoria.es".
Preciosa y bastante completa imagen del puente desde aguas arriba en blanco y negro. La exhibe la web de Desdesoria.es donde nos informa que la autora es Concha Ortega y que se pudo tomar en el año 1920. Con todas las cautelas, diría que se corresponde más con los años 80 del siglo XX.
Buena toma del puente desde aguas arriba realizada con fecha 27.12.2011 por dgarcia29 para la Wikipedia.
Otro blanco y negro interesante. Se trata de una fotografía del puente desde aguas abajo cuyo autor es Jaime Tello García y está fechada en el año 2013.
Otra excelente toma desde aguas abajo a cierta distancia que se exhibe en Google View cuya autor es Vicente Ferrer Cabaleiro realizada en fecha noviembre de 2021.
En algunos chopos secos se van reproduciendo estos hongos conocidos como "Casco de caballo o Yesquero común" (Fomes fomentarius (L) Fr.).
Interesante toma del puente desde aguas arriba -una rareza- que realiza Leti AC en abril del año 2023 y que se puede ver en Google View.
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