martes, 12 de julio de 2022

PUENTE DE PEÑAFIEL SOBRE EL RÍO DUERO

 PUENTE VIEJO SOBRE EL RÍO DUERO
PEÑAFIEL. Valladolid
N-122 PK 308 y VA-101 PK 1,460

Entiendo que, más que en un cruce de caminos o incluso vías de comunicación hacia el N, tanto este puente como otros análogos se pudieran entender en una especie de línea de contención -o de expansión- que podría ser la conocida como “del Duero” que por el E alcanzaba hasta Soria y por el W llegaba a Valladolid, Zamora y las tierras lusitanas, más o menos lo que en la caminería denominamos carretera nacional N-122 y que desde el Alto Medievo era la limes de expansión hacia el S de los pueblos visigodos y autóctonos que pretendía recuperar las tierras en dominio de los musulmanes. Era importante a esos efectos crear un camino o vía E/W por donde mover tropas para la defensa o ataque en la meseta castellana y que coincidía con la cuenca del río Duero, independientemente de los procesos de asentamiento de poblaciones cristianas en esta línea que consolidaban la reconquista. La anchura de este río obligaba a la construcción de grandes puentes de los que nos quedan dignos ejemplos y que siguiendo el sentido creciente de la citada calzada nacional -desde Soria- pues serían los puentes de esta ciudad, los de El Burgo de Osma sobre el Ucero, San Esteban de Gormaz, Aranda de Duero, éste de Peñafiel, los de las Quintanillas, Tudela de Duero, Valladolid sobre el Pisuerga, Tordesillas y Zamora, sabiendo que dejo otros muchos de interés en el camino.

Al igual que ocurre con algunas de las obras citadas, su origen es difuso pero parte de tiempos medievales pese a que algunos autores prediquen la romanidad de alguna de estas estructuras. En general, por su impronta original, la mayoría de ellos podríamos datarlos entre los siglos XIII/XIV con raras excepciones. Lo que ocurre es que tras colapsos y drásticas modificaciones, algunos presentan una tipología más cercana a la cultura pontonera renacentista y otros a la barroca aunque con sólidos fundamentos de obra original medieval bien por restos de sus vanos ojivales, el grueso de pilas, anchura y falta de horizontalidad en el tablero y otros detalles no menores como son refuerzos en pilas con tajamares/espolones de variada forma y altura.

En el caso de Peñafiel, independientemente de su evolución como lugar o pueblo desde el siglo X lo cierto es que toma forma como villa en tiempos de Don Juan Manuel (1282/1348), poderoso noble de la época, señor de Peñafiel, duque, príncipe de Villena y sobrino del rey Alfonso X. Pues será desde entonces, con la pujanza y mercados de la villa, cuando se adecenta su viejo paso sobre el Duero que hasta entonces, pudiera ser de madera o con algunos apoyos en piedra a base de tableros y aprovechando gran parte del año los vados naturales para salvar el magro cauce de los estiajes. De existir un puente de piedra anterior no cabe duda de que se habría modificado y reparado múltiples veces hasta llegar a algo parecido a lo que ahora contemplamos, quizás un puente de tipología medieval de tránsito o bajo-medieval.

Entre los autores-especialistas de la obra pontonera destaca Inocencio Cadiñanos como estudioso de la obra pero sin definirse sobre su antigüedad al desconocerse testimonios escritos o referencias históricas sobre el puente. Sus apuntes sobre la obra, al igual que la que hacen otros autores, parten del siglo XVII, bien anotando avenidas que perjudicaron la obra así como de maestros canteros y alarifes que de alguna forma, intervinieron en sus rehabilitaciones o directamente, en su reconstrucción, modificando como es obvio, cierta impronta medieval en la estructura. También existen dudas en cuanto a algunos reparos o intervenciones ya que la historiografía al respecto para el caso de Peñafiel se refiere a lotes o conjunto de obras por pujas y subastas que en este caso, solían afectar a los puentes del Duero y del Duratón sin grandes especificaciones ya fuere en obra como en costes por lo que no se sabe con exactitud la profundidad de daños o rehabilitaciones en nuestro puente concreto.

El historiador de puentes Aramburu-Zabala expresa la referencia más antigua de esta obra relativa al año 1613 con la posible reparación del puente por parte del maestro de obra Hernando del Hoyo con la colaboración de Juan de Alvarado ya que residen en Peñafiel y son especialistas en pontonería pues ya había reparado los importantes puentes de Valladolid y Castrogonzalo. También nos da referencias escuetas de otra intervención en el puente en el año 1619 (junto al del río Duratón) y nuevamente nos cuenta que en el año 1649 nuestro puente se encontraba arruinado. Para el caso, Cadiñanos parece más preciso y nos cuenta que para los arreglos conjuntos del año 1619 se efectúa una inspección en 1620 por parte de los maestros de obra Juan Gutiérrez del Pozo y Simón Muñoz como al parecer, consta en los archivos (AGSRCS 10-12-1620). Más adelante, será el maestro Agustín de Zorlado Rivas en fecha 31-01-1674 quién remató la puja por hacerse con obras de reparos en el puente (AHRC, leg. 1168.1). Este maestro de obra también participó en arreglos de los puentes del Duratón. Cadiñanos también nos informa de otros reparos entre los años 1669 y 1675 por importe de 14.000.- ducados con el consiguiente conflicto con los frailes dominicos de San Pablo ya que estos llevaban la administración y ganancias del pontazgo pero no querían pechar para su rehabilitación. Esta gabela del pontazgo fue una donación que les hizo el señor de la villa don Juan Manuel. En el año 1735 se encuentra de nuevo arruinado especialmente por el socavamiento en las cepas y reconocen los daños los maestros de obra Jerónimo Ruiz y Francisco Pinedo que apuntan también a reforzar las manguardias anejas al puente; en conjunto con las obras del puente del Mercado y el de Valdobar cuantifican los daños en 105.940.- reales de vellón. Tal precio era exagerado por lo que se investigó este alzado y se condenó a estos alarifes con multa de 40 ducados al tiempo que se adjudicaba la obra por remate a Diego de la Riva por importe de 53.000.- reales de vellón. No obstante y debido a conflictos o retrasos en los pagos, a los desembolsos previos de la villa y al intento de que también pagara el monasterio de San Pablo el inicio de las obras se postpuso hasta el año 1739 en que nuevos actores toman la dirección del proyecto. Se trata de Andrés Mazón y Juan de los Cuetos que revisan detenidamente los acopios a pie de obra y hacen sus cálculos de precios al tiempo que proponen nuevas actuaciones en el puente y nombran constructores a sus colegas Juan A. Ortiz y Francisco del Cueto que en 1740 reemprenden la rehabilitación hasta su ejecución definitiva sin que haya otras noticias al respecto. No parece que existan otras referencias con respecto a este puente y cabe suponer que sufriría graves daños, bien por avenidas como la de 1777 o la de 1862 así como sabotajes durante la Guerra de Independencia o la I Guerra Carlista. Sí las hay para el resto de los puentes sobre el Duratón en la villa de Peñafiel. Las referencias de militares o viajeros desde finales del siglo XVIII o incluso del siglo XIX nos dan información de que el puente parecía en uso y así lo refleja en su mapa de Valladolid el cartógrafo Tomás López levantado en el año 1779 o lo que expresa Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico-Estadístico” del año 1846 donde nos cuenta que hay un puente sobre el Duero de 8 arcos de piedra del que aún se cobra un pontazgo por parte de la hacienda del Estado luego podemos interpretar que estaba franco y en uso.

Más recientemente, en fecha 29-01-1948 se produce la mayor crecida del Duratón en el siglo XX que también afectó al Duero y nuestro puente. Aún no estaba en servicio el embalse de Cuerda del Pozo, acabado de construir por aquellos años por lo que el caudal del Duero sobrepasó la rasante de nuestro puente y produciría daños importantes.

Por el aspecto de algunas de sus bóvedas, este puente ha sufrido abandonos continuos a lo largo del último siglo lo cual ya nos parece inusual pues son tiempos en los que las diferentes administraciones empezaban a preocuparse por el estado de forma de muchas de estas obras a las que empezaba a reconocer como monumentos de la ingeniería civil y por lo tanto, sujetos a reconocimiento vía “bien de interés cultural” o algo parecido. Al parecer, no ocurrió con tiempo y como se aprecia en muchas fotografías, debió de sufrir derrumbes en tímpanos, parte de bóvedas y espolones que precisaron de una rehabilitación importante en una actuación probablemente realizada en el último tercio del siglo XX. En el año 1945 se levanta el Puente Nuevo por lo que cabe pensar en que desde ese momento nuestra obra dejaría de sufrir los tráficos y sobrecargas por el paso de vehículos, especialmente pesados; parece probable que siguiera dando servicio a automóviles, carros y tractores de fincas del contorno hasta que definitivamente -mientras se iba cayendo- y tras los arreglos en su estructura se decide acotar su paso exclusivo para peatones. La última restauración debió de producirse entre los años 2005 y 2008 saneando los frentes de piedra, desbroces, limpieza de tablero, eliminación de los postes de hormigón del tendido eléctrico y quizás, adaptación a pasarela o senda pedestre.

Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud aproximada de 159 metros incluyendo sus estribos y una anchura más o menos regular de 6 metros. Dispone de 8 vanos de geometría variada, predominando los arcos de medio punto y uno concreto ojival; parece razonable pensar que en origen, los vanos centrales fueran todos ojivales y que por colapsos se recompusieran adaptando el medio círculo. Las medidas de luces demuestra cierta armonía y composición original en la que se proyectaban una serie de vanos centrales amplios y probablemente, como decía, ojivales y los que les escoltaban algo menores supeditados al grosor de pilas, algunas descomunales en su actual impronta; estas luces actuales tienen las siguientes medidas: 6,80+11,60+7,55+11,64+10,53+13+11,63+11,36 metros. El grueso de pilas oscila entre los 8 metros de algunas y los 6 metros, medidas que también nos indican la vetustez de una estructura original de matiz muy medieval. Tampoco de observa regularidad o escuela en el diseño de los refuerzos de estas pilas, muy variopintas. En aguas arriba y hasta la rasante del tablero subsiste un tajamar en cuña y otros dos junto a cabecera derecha de planta ahusada siendo el resto en cuña y con tejadillos a dos aguas que alcanzan la altura de línea de impostas. El tajamar que llega hasta superficie y con descansadero, muy reformado, parece que se eleva en tres cuerpos. Respecto a los espolones de aguas abajo pues también se evidencia una disparidad constructiva: Hasta la rasante del tablero llegan dos de sección rectangular o trapezoidal y otros tres de sección en cuña más otros dos que no alcanzan la rasante, uno en cuña elevándose entre cuerpos aunque con hiladas escalonadas que alcanzan la imposta de la obra y otro que pudiera ser semejante al anterior pero totalmente de nueva traza, de gran anchura y variada planta en tres secciones en cuña y que alcanza la línea de imposta; este último es de hormigón y placado con una pobre  loseta de tonos blanquecinos.

En superficie se prolonga un tablero bastante horizontal y recto de aproximadamente 6 metros de ancho de los que se destinaban a calzada aproximadamente 4,80 metros siendo el resto, 0,60x2 metros, a los pretiles. En las áreas enfrentadas de los descansaderos se alcanza una anchura total de hasta 12 metros en algunos casos. El firme actual es a base de piedra caliza en loseta rota aglutinado con variado mortero. Respecto a los pretiles cabe considerar que serían de piedra caliza a base de sillares en dos/tres hiladas como todavía se muestra en zonas de tajamares y otros lienzos; los diferentes desprendimientos de muros y tímpanos hicieron desaparecen los petos originales en gran parte de la obra por lo que se sustituyen por otros nuevos, generalmente de mampostería poco cuidada y con morteros gruesos de variada composición. Parece que estos pretiles se coronaban con albardillas de buena talla también de calizas y convexas en su cara superior pero casi todas las piezas se han sustituido por otras diría que son de hormigón prefabricadas y tonos variados, en su mayoría hacia la cabecera izquierda del puente. Subsisten algunos imbornales de piedra bien tallada en algunos puntos del tablero.

En cuanto al aparejo utilizado caben tantas combinaciones como reparos a lo largo de siglos. Quizás, la fábrica más antigua se muestra en los arranques de algunas pilas, especialmente las cercanas al arco ojival. En general estos arranques están algo tapados, bien por el cauce así como por refuerzos de hormigón para evitar descalces en las pilas pero se observan una serie de hiladas de sillería muy vieja y erosionada que podría ser también de piedra caliza algo porosa y tonos grisáceos que apenas mantiene su horizontalidad por los desplazamientos o corrimientos que han sufrido las propias pilas. Es probable que queden restos de lo más antiguo de la obra en los arcos reparados recientemente -incluyendo el ojival- con secciones de las roscas que evidencian un dovelaje sensiblemente viejo, mal contrapeado por reposiciones y muy aglutinado de mortero. No obstante, lo que predomina, ya sea en muros, tímpanos, pilas, tajamares y bóvedas es una sillería más uniforme de los reparos de los siglos XVII/XVIII con piezas regulares, a base de calizas blanquecinas, bien dispuestas en hiladas horizontales y de cara vista poco picada fijada con grueso llagado de mortero, donde recientemente de han dispuesto algunas manos más que impiden ver bien la colocación de las piedras. Respecto a las bóvedas y teniendo en cuenta las variadas rehabilitaciones -yo diría que por colapsos completos de algunas de estas- pues existe cierta armonía en su factura y llama la atención el sistema doble de boquillas en algunas de ellas, la mayoría, que atienden a lo que debió de ser su obra original y que se refleja en el arco ojival que también dispone en su boquilla de un doble arco de dovelas aunque sin cierre del arco. Pues bien, en el resto de adopta esa solución que supongo influiría en mayor solidez de estas bóvedas si es que en el intradós las roscas fueran también dobles y si no es así, pues sería un toque decorativo en la impronta del puente.

También se observa factura posterior, quizás barroca, en los refuerzos de muchas de las pilas que, por debilitamiento o deslizamientos se afianzan con basas perimetrales de sillería hasta riñones de bóvedas y asociación a tajamares-espolones contrapeando las hiladas de estos para mayor solidez de los apoyos intermedios ya de por sí, bastantes gruesos. En algunos puntos de tímpanos y por diferentes desprendimientos se observa la presencia de sillarejo y mampostería aunque bastante regular pero en general predomina, como decía, la sillería de buena volumetría, escuadría y colocación. Los largo paños de muros de acompañamiento, especialmente el de cabecera izquierda, se completa con mampostería grosera y gruesas capas de mortero.

Hasta aquí la descripción de la vetusta obra pontonera de Peñafiel que cruza el río Duero y del que cabría mencionar la polémica restauración que debió de sufrir como ya he mencionado hacia los años 60 del siglo XX y lo digo en hipótesis porque no he encontrado referencias de ella. No cabe duda de que descubierto el hormigón armado pues pudiera ser necesario trabajarlo en cualquier reparación de obras antiguas, ahora bien, visibilizarlo tras el reparo y además incorporar un placaje de cutre losa que tampoco parece de piedra sino que es artificial pues ya es discutible como solución en un puente que, independientemente de su catalogación oficial como monumento, ya lo es intrínsecamente. Vista la obra desde aguas abajo -cosa difícil por el arbolado que lo circunda- es demasiado visible el apaño restaurador porque se aleja completamente de la fábrica original o más vieja. Por aquellos años ya se hacían reparaciones en puentes monumentales y se solían emplear los aparejos propios de su origen, generalmente sillería o dovelaje de buena labra que restauraba los daños y el tiempo ya se encargaba de dar una pátina viejuna a estas intervenciones. Aquí, parece ser que se pretendía con alevosía focalizar el reparo como obra totalmente novedosa para que el observador tuviera siempre presente lo que es antiguo y lo que es nuevo sin pensar en que ya de por sí, estamos contemplando una estructura que ha sido reparada durante varios siglos pero que los maestros de obras -con pequeñas licencias- han seguido reconstruyendo con los mismos parámetros y arte que pudiera mostrar la obra desde sus orígenes, más o menos, pero evitando radicalidades como la que muestra esta última reparación. El asunto me recuerda a la vieja polémica constructiva del restauro -más propia de la arquitectura- entre los puristas Violet Le Duc (1814/1879) y John Ruskin (1819/1900) o lo que es lo mismo, aplicar el historicismo del primero que defiende la “restauración en estilo original” y por el contrario, el idealismo contemporáneo de Ruskin que decididamente negaba la restauración (reconstrucción) y abogaba por dejar el monumento como estaba o en todo caso, aplicar nuevos materiales al apaño para que siempre se pudiera observar la diferencia entre lo viejo y lo nuevo. Bien es cierto que la máxima que empleaba Ruskin era genuina y verdadera: “Cuidar de vuestros monumentos y no tendréis que restaurarlos”, obviedad que pocas veces se ha llevado a cabo -especialmente en la pontonería histórica- bien por ignorancia, dejadez o falta de medios económicos ya que restaurar o rehabilitar siempre es caro y tenía razón, pues también hay que decir que mantener -lo que raramente se hace- es más barato que restaurar cuando la obra colapsa o se derrumba, ejemplo paradigmático de lo que ocurrió en este puente de Peñafiel. Desde mi punto de vista, esta restauración del puente sobre el Duero es nefasta no sólo porque se aplicaron conceptos novedosos en la “restauro” innecesarios al tratarse de un puente sino que además, tanto la solución como los materiales empleados son cutres y poco imaginativos. De hecho, gran parte del placaje barato de los bajos se ha desprendido o tiene grietas y la impronta de la obra civil vista desde aguas abajo hace irreconocible al histórico puente.

Entendemos que el estado técnico de esta infraestructura será el correcto teniendo en cuenta que ahora es prácticamente una pasarela pero su olvido o abandono es palpable. Se encuentra totalmente constreñido por la vegetación del entorno, incluso arbolado, que medra en sus muros y hasta en las pilas, deteriorando su consistencia. Es poco menos que imposible acercarse a los bajos para poder contemplar con más detenimiento pilas y bóvedas y carece de información histórica con lo sencillo que es poner un panel en una de sus cabeceras que nos ilustren sobre su historia y vicisitudes.

Para saber más. El trabajo que mejor trata a nuestro puente o el que más información nos aporta es el de Inocencio Cadiñanos Bardeci titulado “Los puentes del sur de la provincia de Burgos durante la Edad Moderna”, obra editada en 1996 por el Ayuntamiento de Burgos. También, aunque brevemente, lo trata el libro de Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera titulado “La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”, obra editada por la Junta de Castilla y León en el año 1992. En el trabajo titulado “La construcción del territorio: Caminos y puentes de Castilla y León”, recensión de Pilar Chías Navarro y Tomás Abad Balboa de una obra mucho más amplia sobre la obra pública, editada por el CICCP en el año 2008 apenas de dedica atención al puente aunque aporta datos sobre el puente del Mercado. Como la transformación por reparación del puente lo permite, citaré un trabajo interesante sobre el asunto: Artículo del ingeniero Florentino Regalado Tesoro titulado “Criterios básicos para el ensanche de los puentes de piedra”, páginas 50/61 donde -además de los ensanches- se alude a las intervenciones historicistas de estas obras aunque no cita la de nuestro puente. Se publicó en la revista “Ingeniería y Territorio, número 92 del año 2011 bajo el título “Restauración de la obra pública” y donde se pueden leer otras opiniones al respecto en los artículos correspondientes de Manuel Durán Fuentes y Leonardo Fernández Troyano, ambos muy lejanos a la solución empleada en este interesante puente de Peñafiel. En la red hay poca información sobre este puente pero es interesante la web de rutadelvinoderiberadelduero donde se ocupan no sólo de esta curiosa obra pontonera sino de otras varias a lo largo del cauce del Duero con datos de cierta solvencia. La web de senderismocastillayleon también lo cita como obra medieval y pone foto.  

Otras obras pontoneras de Peñafiel: Puente Nuevo sobre el Duero. Sobre el río Duratón los siguientes: Puente de la Judería, Pasarela de la Judería, Puente del Mercado, Pasarela de madera, Pontón del Parque Pedro Burgueño y Puente carretero de la N-122.

Cómo llegar. El acceso mas rápido es el de la carretera nacional N-122, bien desde el W por Valladolid o desde el E por Aranda de Duero con algunos pequeños tramos de autovía (A-11). Una vez en la villa de Peñafiel y hacia el N tomaremos la carretera provincial VA-101 para llegar a nuestro puente y el puente nuevo en unos pocos kilómetros. No me pareció ver en Peñafiel señalización de tráfico sobre bienes monumentales que dirijan hacia estas obras. 


Postal de Ediciones Sicilia comercializada en los años 60 del siglo XX con nuestro puente en primer término (desde aguas arriba y cabecera derecha) totalmente distorsionado por la presencia del puente nuevo proyectado por Cesar Villalba levantado en 1948. 

Interesante imagen aunque parcial del puente desde cabecera derecha en aguas abajo que nos muestra su deterioro en una imagen fechada el 24.05.2004 cuyo autor es Sebastián Torres, colega mío en la exposición fotográfica de obra pública en la magnífica web de Biodiversidad Virtual. 

Imagen de la obra desde aguas arriba en fecha 20.09.2009 tras su última restauración cuyo autor es Pablo Zumel Arranz para la Wikipedia.




Imágenes del puente sin fecha pero que podríamos datar hacia el año 2010; la superior desde aguas arriba y las otras dos con bastante campo de visión, desde aguas abajo. Autores desconocidos pero que se exhiben en la web de Mapio.es.


El digital lainformacion.com exhibe esta foto del puente que podría datarse desde el año 2015 en adelante mostrándonos el tablero del puente desde la cabecera izquierda. 














































































Tanda de fotos de fecha 13.06.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, tablero y cauce.

FLORA DEL LUGAR. En la lucha permanente para bajar a la base del puente por su cabecera izquierda creando trochas casi con machete por lo impenetrable del matorral de zarzamora, ortigas y arbolado de ribera apenas presté atención a alguna planta de interés ni pude fotografiarlas salvo lo que aquí muestro. 



Jabonera o Palo de jabón (Saponaria officinalis L. Caryophillaceae). 



Algunos ejemplares de nogal común en fruto (Juglans regia L. Juglandaceae).



Abundantes lianas bajo uno de los arcos de Nueza o Nabo del diablo con algunas flores y frutos. (Bryonia dioica Jacq. Cucurbitaceae). 





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