miércoles, 20 de julio de 2022

PUENTE DEL MERCADO. Peñafiel

 PUENTE DEL MERCADO SOBRE EL RÍO DURATÓN
PEÑAFIEL. Valladolid
N-122 PK 308

Entre la amplia colección pontonera de la villa de Peñafiel llama la atención la historia y evolución de esta bella estructura. Parece antigua pero no lo es tanto. La historiografía al respecto hace referencias a arreglos por cupos, esto es, reparos, reformas o rehabilitaciones en conjunto para algunos de los puentes de la villa que solían ser el Puente Viejo sobre el Duero y los puentes del Mercado y Valdobar sobre el río Duratón por lo que en ocasiones, resulta difícil adivinar cuando estaba en ruina completa nuestro puente o bien, cuando parece que colapsó definitivamente y se levantó otro, probablemente en aguas arriba, donde se ubica la obra que aquí presentamos. 

En el viejo plano de la villa que levantó Tomas López en el año 1779 se observa claramente un único puente al sur del casco viejo de Peñafiel pero a juzgar por las vías de acceso parece que se refiere al puente de Valdobar por lo que podríamos interpretar -salvo errores de planimetría- que por aquellas fechas nuestro puente estaba derruido o inservible para los tráficos habituales. 

El historiador de la pontonería vallisoletana que mejor información aporta de los puentes de Penafiel es Inocencio Cadiñanos y éste nos cuenta parte de su evolución sin datos sobre su posible fundación: […] Entre los años 1669/1675 hubo reparos en los puentes del Mercado y Valdovar por valor de 30.000.- ducados (cantidad muy respetable para arreglos de obra civil) y que se recaudó por repartimiento entre 16 leguas a la redonda. El del Mercado fue reconstruido completamente en el año 1669 pero en 1735 está de nuevo arruinado junto al de Valdovar con cepas socavadas y dos narices en ruina. Era importante repararlo porque se encontraba en el camino real y servía también a una cañada ganadera y afectaba al comercio hacia el Cantábrico. Por aquellas fechas se pagaba pontazgo en este paso salvo para el comercio de sal, normalmente 12 maravedíes por carreta cargada. Lo inspeccionaron los maestros canteros Jerónimo Ruiz y Francisco Pinedo que además quería añadir arreglos en las manguardias anejas al puente. El presupuesto conjunto para los dos puentes era de 105.940.- reales de vellón. La obra se adjudica a Diego de la Riva por importe de 53.000.- reales, cantidad muy inferior a la anteriormente señalada por lo que se multó a los citados Ruiz y Pinedo por estafa y colusión al elevar ficticiamente los precios de tal proyecto. No obstante y debido a conflictos o retrasos en los pagos, a los desembolsos previos de la villa y al intento de que también pagara el monasterio de San Pablo el inicio de las obras se postpuso hasta el año 1739 en que nuevos actores toman la dirección del proyecto. Se trata de Andrés Mazón y Juan de  los Cuetos que revisan detenidamente los acopios a pie de obra y hacen sus cálculos de precios al tiempo que proponen nuevas actuaciones en el puente y nombran constructores a sus colegas Juan A. Ortiz y Francisco del Cueto que en 1740 reemprenden la rehabilitación hasta su ejecución definitiva sin que haya otras noticias al respecto. En el año 1777 existen intentos de arreglar los puentes del Mercado, Valdovar, Salto del Caballo y Roa de Duero. Años después se encomienda a Antolín Rodríguez los reparos de estas obras por importe de 397.656.- reales de vellón. En el año 1824 estos puentes mencionados están en ruina y se manda al maestro cantero José Delgado para que los reconozca y evalúe costes. Se comenta que estaban reacondicionados con maderos para salvar los huecos de los vanos. El arquitecto Ventura González proyectó arreglos provisionales hasta que se tomara la decisión de su rehabilitación definitiva, evaluando sus costes en 11.358.- reales para estos apaños. En el año 1800 se sabe que fue renovado el maderamen del puente. Hubo nuevos reparos del puente por parte del cantero Manuel Novo. Según Pascual Madoz, la estructura se reedificó o se rehabilitó en el año 1830 pero con la agresiva avenida del año 1862 el puente se arruinó completamente por lo que se decidió reconstruirlo en otro punto del río como obra nueva en el año 1864 (A.H.N. legajos 3685 y 29988) […] Según se cuenta, se siguió cobrado pontazgo hasta la eliminación de estos gravámenes en tiempos de Isabel II. El historiador Aramburu-Zabala apenas nos habla de este puente y se limita a apuntar que los dos puentes del Duratón se repararon por daños en su estructura en el año 1619. 

De todo lo anterior se desprende que debió de existir un puente viejo, quizás semejante al de Valdobar que desapareció y se construye uno nuevo en el actual emplazamiento. Quizás, el antiguo se ubicaba por donde se accedía a la villa amurallada por la conocida Puerta del Agua -recurso muy medieval en los burgos fortificados junto a ríos, como una defensa más- y tras su completa destrucción se proyecta obra ex novo donde actualmente se encuentra este bello puente que, con pocas dudas, tiene una impronta decimonónica. De cualquier modo y según mi opinión no debería de haber mucha distancia entre el viejo y el nuevo porque las manguardias de protección del cauce en ese punto son de aparejo más propio del siglo XVII/XVIII que de una intervención decimonónica o isabelina. Con respecto a su construcción, cabe señalar lo que se comenta en “Historia de las obras públicas en Castilla y León” y que difiere con respecto a otras informaciones: […] En el siglo XVIII se acometieron las obras de varios puentes en Peñafiel destacando entre ellas las del Puente del Mercado sobre el río Duratón, construido en los años 1780 […] Pudieran referirse esta reseña a una de las últimas reconstrucciones pero no al puente actual aunque la verdad es que hay pocas diferencias entre una obra neoclasicista y otra decimonónica. También se alude al puente en el amplio estudio hispano de caminería denominado “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, donde nos cuentan: […] Sálvase el Duratón por un puente de piedra de tres arcos entre el barrio de San Francisco y la villa […] que entiendo alude a este puente, cercano al convento homónimo y a la calle del Mercado Viejo.   

Características actuales de la obra. Partamos del punto de que tras su levantamiento en el año 1864 se habrán producido nuevas intervenciones en la obra civil aunque parece que respetuosas con la obra original. Es un puente sólido que debió de soportar bien la agresiva avenida del año 1948 y las lógicas fatigas de los últimos tiempos con tráficos frecuentes de vehículos pesados pues incluso en la actualidad no parece que exista limitación por MMA para su paso. 

Nuestro puente tiene una longitud total de 77 metros incluyendo su largo estribo de cabecera izquierda siendo su vuelo sobre cauce de aproximadamente 44 metros. La anchura del tablero es de 8 metros. Dispone de 3 vanos de geometría escarzana con luces semejantes de 10 metros cada una. Los apoyo extremos se hacen sobre estribos, el derecho más corto se empotra en el talud de margas y areniscas naturales y el izquierdo se prolonga con un muro de acompañamiento muy largo para equilibrar la obra y conseguir un tablero horizontal. Los apoyos centrales lo constituyen dos fuertes pilas del tipo tabique con un grueso de 1,50 metros que sobresalen en extremos conformando tajamares y espolones de sección semicilíndrica. Estas pilas están muy elaboradas: basas de hormigón hidráulico, fustes relativamente bajos que llegan hasta el arranque de los arcos con piezas trapezoidales que hacen las veces de salmeres aunque tapadas por las cabeceras de los tajamares-espolones, un listel superior en relieve como adorno y sombreretes en los refuerzo exteriores semicónicos, todo ellos de excelente talla en piedra caliza. También dispone como otro toque decorativo de semipilas en los extremos pegados a los estribos aunque poco visibles por la vegetación aneja. 

Lo más destacable de la obra, independientemente de su equilibro y armonía geométrica, es su fábrica, plenamente de sillería de caliza, regular en sus piezas -al estilo de opus isodomum- con la misma volumetría,  escuadría, hiladas horizontales y sillería recta labrada con bujarda fina que nos ofrece la cara vista de estos sillares. Se utilizan piezas gruesas por lo que en pilas apenas se necesitan 4 hiladas y en zonas de tímpanos 8 hiladas en disminución hasta su conexión con tajamares. La talla es tan perfecta que la sillería parece que se dispone en seco, sin morteros visibles. Quizás, el trabajo más meticuloso y muy ajustado al arte de montea se demuestra en los paramentos exteriores, básicamente en la unión de tímpanos con las roscas exteriores de las bóvedas donde impera una maestría en la cantería excepcional: se trabaja la sillería en forma de paralelepípedo por lo que para que casen las piezas con el dovelaje de boquillas se aplica el recurso de montacaballo, esto es, dovelas de sección pentagonal o trapezoidal que recogen horizontalmente la serie de hiladas que componen estos tímpanos dando por resultado bellos arcos muy visibles. 

Respecto a las bóvedas cabe mencionar lo mismo: bella ejecución conformando arcos de geometría exacta con cuidada disposición de las roscas con dovelas de larga soga bien solapadas entre ellas para su mejor agarre y ajustado cierre con las boquillas, todo ello de excelente factura canteríl.  

El tablero se supone que habrá sufrido transformación ya sea en el firme original y aceras pero lo que subsisten son los pretiles de factura original, bellos, pesados, conformados con ortostatos verticales que se biselan en su cara superior para acentuar su belleza. Reposan en un zócalo que a su vez se apoya en gruesas impostas también de piedra con cierto relieve; todo ello acentúa el intento decorativo que se quiere mostrar en una sencilla obra pontonera. En los extremos del tablero se conforman abocinamientos rectangulares -más largo el de cabecera izquierda- que permitía la espera de vehículos en tanto cruzaba otro en sentido contrario o bien, el buen tránsito de ganados en trashumancia. Otro aspecto decorativo probablemente de época anterior, quizás clasicista, es la columna de entrada al puente por cabecera izquierda, de buena talla y con un león/leona en actitud indolente, ni rampante ni sedente, algo deteriorado, que sujeta lo que debería ser un blasón y en el que habitualmente se grababa alguna fecha significativa como podría ser la del levantamiento del puente o el reinado en que se produjo. El paisanaje también llama esta obra como “Puente de la Leona”, supongo que por la presencia de este felino en la columna.  

La cubierta se compone de calzada de doble sentido en aglomerado asfáltico bastante reciente y una acera en lado aguas arriba a base de enlosado aparentemente de granito con una separación entre ambos firmes por medio de una serie de bolardos metálicos. Como la obra civil es histórica y forma parte de la monumentalidad de esta villa, estos accesorios se deberían de estudiar y replantearse su eliminación sustituyéndose por otras protecciones más acordes con la época de la construcción del puente. Algo parecido ocurre con la iluminación de la plataforma con farolas que aunque parecen de estilo isabelino o alfonsino, es un auténtico atentado hincarlas sobre estos históricos pretiles. La iluminación en paramentos exteriores por medio de proyectores es otra cutrez que además obliga a un cableado visible poco común para una estructura decimonónica. Para la buena imagen de esta obra que como digo, es monumental, se debería de eliminar los contenedores de basura de la cabecera derecha.  

La estructura tiene buenos accesos a su base por medio del camino que existe en la margen izquierda a modo de terraza fluvial. Es una zona donde el alargamiento del muro de acompañamiento, de excelente calidad canteríl, también muestra su belleza aunque queda algo distorsionado por la presencia de una pasarelilla que da acceso a una vivienda y que rompe la armonía del conjunto. Por la cabecera derecha y desde el cauce se accede al tablero por una rampa de hormigón y mampostería más bien ramplona.  

El estado técnico de la obra será óptimo pero es menester alguna actuación de limpieza, no sólo de grafitis o humedades y manchas en los intradós de las bóvedas y pilas sino que la vegetación es tan tupida que no deja ver una de las pilas, parte de estribos y paramentos exteriores. Como se demuestra por la serie fotográfica es prácticamente imposible hacer una toma de la obra plena o su simple observación. Los cúmulos de cienos y arenas han ido tapando el arco más visible, el de cabecera izquierda, por lo que convendría bajar la actual rasante del camino para apreciar mejor esa bóveda. Se echa en falta un panel que nos informe sobre la historia del puente, sus características y vicisitudes a lo largo del tiempo en que está prestando servicios a la villa de Peñafiel. Tampoco hay señalización viaria que nos dirija al puente, esas de fondo rosa que advierten sobre monumentos del lugar.  

Para saber más. La mayor información histórica la ofrece el trabajo de Inocencio Cadiñanos Bardeci titulado “Los puentes de la provincia de Valladolid en la Edad Moderna”, volumen II, editado en el año 2007 por la revista “Investigaciones Históricas”, número 27, páginas 112/113. El otro trabajo profundo aunque para nuestro puente muy breve es el de Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera titulado “La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”, obra editada por la Consejería de Cultura y Turismo de la propia Junta en el año 1992. Algunos de los maestros de obra y alarifes que pudieran participar en los reparos del puente antiguo se reflejan en el nomenclátor titulado “Artistas cántabros de la Edad Moderna”, obra colectiva coordinada por María del Carmen González Echegaray y editada en el año 1991 por la Institución Mazarrasa y la Universidad de Cantabria. También presta atención al puente y pone foto el trabajo titulado “El convento de San Francisco de Peñafiel”, página 48, obra de José Antonio Ramos Rubio y Óscar de San Macario Sánchez, editado en el año 2018 por “Bodegas Convento de San Francisco” de Peñafiel. También lo cita Pascual Madoz en su famoso “Diccionario Geográfico-Estadístico” editado en el año 1846, edición facsímil de Ámbito publicada en 1984, página 105, aunque cabe interpretar que se refiere al que quedaría arruinado por la avenida de 1862, no al que ahora podemos contemplar. Una cita breve y confusa en cuanto a la obra ex novo es la del amplio trabajo titulado “Historia de las Obras Públicas en Castilla y León. Ingeniería, Territorio y Patrimonio. La construcción del territorio: Caminos y puentes en Castilla y León”, obra de Pilar Chías Navarro y Tomás Abad Balboa, editada por el CICCP en el año 2008, página 7. Otra cita interesante es la que hace Emilio Valverde Álvarez en su “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, página 567, obra editada en Madrid en el año 1886. 

Otras obras pontoneras de Peñafiel en el blog: Puente Viejo y Puente Nuevo sobre el río Duero y sobre el río Duratón: Puente de la JuderíaPasarela de La JuderíaPontón de La Barbacana y Puente carretero de la N-122.

Se sigue cierto orden cronológico en la exposición gráfica. 



Panorámica del pueblo con el puente en la zona central. Fotografía de principios del siglo XX que se difundió en el periódico local La Voz de Peñafiel, edición de fecha 09.05.1907 cuyo autor es Páez. 


Fotografía del puente, probablemente tomada en el año 1907 por el fotógrafo Páez para el periódico local La Voz de Peñafiel, edición del 09.05.1907.


Misma toma y autoría en formato postal que comercializaba este periódico. 


Fotografía del puente en el año 1929 que difundió el periódico ABC en su edición de fecha 31.12.1929.


Toma del puente en postal comercializada por Ediciones Sicilia de Zaragoza y que está circulada en el año 1957.


Postal del año 1960 de Ediciones París. 


Postal del año 1962 de Ediciones Sicilia-Zaragoza. Archivos Fundación Joaquín Díaz.


Fotografía anónima que exhibe la web de Mapio.net, quizás de principios del siglo XXI donde sólo se aprecian los pretiles del puente.


Precioso dibujo a plumilla del puente. Obra de Fredesvinto J. Ortiz firmado en el año 2003.


Esta imagen la dato en el año 2015 y la pongo aunque sea un atrevimiento. Se trata de un fotomontaje de Juan José Moral que nos muestra como pudo ser el viejo Puente del Mercado adosado a la Puerta-Torre del Agua cuando ambas existían. Es un buen trabajo de Jesús de la Villa que pertenece a la "Asociación Histórico-Cultural Torre del Agua" en cuyo boletín número 3 de julio 2015 se publicó artículo y fotomontaje. 


Toma del puente, probablemente realizada hacia el año 2016 y que se exhibe en el libro titulado "El convento de San Francisco".


Otra espléndida plumilla de  Fredesvinto J. Ortiz realizada en el año 2018.


Aunque no sale el puente, el fotógrafo captó esta columna de piedra con un león-leona en reposo y que para gentes del lugar da nombre a esta obra civil como "Puente de la Leona". Fotografía anónima que exhibe la web de Mapio.net.



































Tanda de fotografías de fecha 13.06.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, tablero y entorno.


Curioso sello en documento de lo que debió de ser el escudo local (Ayuntamiento Constitucional de Peñafiel) entre los años 1848 y 1882, mientras reinaba Isabel II. La heráldica al respecto nos cuenta: En el campo, Torre de dos pisos de piedra con portillo central, sobre puente de tres arcos donde pasan corrientes de agua. En la parte superior de la torre una figura humana que sujeta con la mano una cabeza degollada por su melena, y a su derecha un pendón que cuelga de forma oblicua. A los lados de la Torre, un cordero a izquierda y un perro o lobo a la derecha. En fin, estuvo en vigor hasta la época de Alfonso XII y se exhibe en la Wikipedia. Lo cierto es que recuerda mucho a la situación de la vieja Torre del Agua y el antiguo puente como se apreciaría en el fotomontaje al que aludo arriba y que pudo adoptarse como blasón de la villa antes de que desapareciera el original Puente del Mercado. 


Por analogía, muestro este otro blasón que cacé en la localidad palentina de Aguilar de Campoo. Quizás, más nítido y en buena piedra caliza, la imagen que nos muestra es muy parecida aunque aquí se aprecia más claramente que los animales son podencos o mastines, habituales en el Medievo para la caza o la defensa. También se sugiere que el personaje que se asoma es musulmán y la cabeza degollada pudiera pertenecer a algún cristiano. Todo ello muy macabro. 






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