PUENTE DE LA HORADADA SOBRE EL RÍO EBRO.
Término de Oña-Burgos
N-629 PK 1
No cabe duda que el inicio de
esta calzada ya resulta estimulante. Las panorámicas que se divisan junto al
puente son espléndidas. Durante millones de años y lentamente, los ríos Ebro y
Oca han horadado este precioso cañón ubicado entre los valles de Valdivieso y
Trespaderne. Hay caudales de agua por doquier pues a unos metros de este puente
-aguas abajo- se une el citado río Oca, que en periodos de crecidas aporta
muchos metros cúbicos de agua al río Ebro. Por la izquierda, discurre el viejo
Canal de Trespaderne, a veces desaparecido ya que circula bajo las peñas
aledañas, como un túnel y en el centro, el conocido Puente de la Horadada que
pertenece a un camino probablemente de origen medieval, tortuoso y estrecho,
que daba salida al comercio de la zona de Oña hacia las importantes villas
marineras cántabras.
De
lo poco que se sabe sobre el histórico puente, probablemente renacentista, son
noticias de su ruina a juzgar por el informe de inspección que levantan en
1636 los maestros canteros trasmeranos Juan García de la Carcoba, Simón
Cordero de Villalante y Juan de la Revilla.
La
lentitud en la reconstrucción y la falta de dineros en la hacienda pública
hicieron que no se convocara concurso hasta el año 1645 en que con ciertas
mañas y sobornos al corregidor de Burgos, presentaron plicas varios de los
maestros canteros más reputados de la época, entre los que se encontraba el
grupo trasmerano de Francisco de Lastra, Pedro del Palacio, Juan de la Maza,
Bartolomé de la Carrera, los citados inspectores en el párrafo anterior y, por
último, Tomás de la Riva que se adjudicó el proyecto. No obstante y debido a la
denuncia que presentó el cantero Pedro de la Serna se anuló el anterior
concurso y éste, en unión de Simón Cordero presentaron nueva plica en 1647.
Se
conoce que no se adjudicó la obra a ninguno o bien, nuestro puente volvería a dañarse
pues en documentos testimoniales del año 1680 aparece una nueva oferta a la
baja que hace el cantero Martín de Carasa para su reconstrucción.
A principios del siglo XIX, como
camino secundario, seguía existiendo nuestro viejo puente que ante las variadas
avenidas del Ebro, solía encontrarse maltrecho. No hay más referencias sobre él, ni
siquiera de sus características aunque cabe pensar que -al menos- tendría una
pila central para salvar el cauce pues aunque es el punto más angosto en la
zona, la distancia entre los zócalos rocosos muy verticales de las orillas se
aproxima a los 24 metros; se considera para ese punto, un calado del río de 3
metros en periodos de estiaje que puede duplicarse con aguas altas.
En la información -muy detallada-
de la construcción de esta obra se dice que se procederá a la voladura del puente
viejo, sin mayores especificaciones. Esta demolición la propone en 1854 el
ingeniero que proyecta el nuevo puente, Cayetano González de la Vega, que dice
textualmente: El mal estado en que se encuentra el antiguo puente de La
Horadada, utilizado con ligeras reparaciones para salvar el Ebro, hace
necesario su demolición.
La obra civil pertenece a lo que
entonces era la carretera provincial de Santé a Villasante, denominada más
adelante como de segundo orden de Cereceda a Villasante por Medina de Pomar. El
proyecto de González de la Vega se aprobó ese mismo año pero las obras se
fueron demorando por falta de fondos. En 1860 se incluye este proyecto en otro
más amplio que incluía la reparación de esta calzada, incorporando algunas
variaciones sobre el proyecto pontonero por parte del nuevo responsable, el
ingeniero José Pelogra Rigada aunque el mismo dice que en esencia, seguía siendo el
proyecto primitivo.
Atendiendo al informe que de la
obra dejó escrito Pelogra, no cabe duda de que era ingeniero y que tuvo que
echar mano de su mucho ingenio para paliar dificultades de la propia obra, de
la economía de medios y materiales, del reaprovechamiento de la piedra del
viejo puente, de la piedra nueva de mala calidad proveniente del anterior
proyecto, de los propios escombros del derrumbe, que le sirvieron para
formalizar la base de los apoyos de andamios y especialmente de la cimbra; en
la carestía propia de aquellos años, el contratista apenas aportaba elementos
mecánicos y Pelogra tuvo que diseñar una cabria para mover las dovelas más
pesadas, siendo lo normal el movimiento de piezas a base de brazo, y él mismo
nos informa de que las piezas más pequeñas solían pesar 59 arrobas,
aproximadamente 683 kilogramos. Todo una gesta. Otro punto interesante era el
presupuesto del que disponía, al parecer, un tanto bajo, por lo que a menudo,
en la memoria hace referencias a
modificaciones que introduce con el fin de aquilatar los costes.
Lo primero que se hizo fue la
instalación de un puente provisional de madera, estrecho pues sólo pretendía
ser para el paso de personal y caballerías y se desechó un tablero más ancho
por los inconvenientes de la propia localización de la obra y su coste
excesivo. de hecho, la buena construcción y solidez de la pasarela permitió que
por allí se arrastraran los materiales, incluyendo los pesados sillares de
zócalos y bóvedas.
Efectuado el replanteo y las
mediciones oportunas, se empiezan a construir los zócalos y los arranques de
estribos mientras que al tiempo, se construye
la cimbra en una montea hecha en la margen izquierda del cauce. En dos
andamiajes montados al efecto se fueron apoyando los cerchones para su
ensamblaje definitivo. Sobre ésta, poco a poco se van colocando las dovelas
rejuntándose con lechadas de cal común e hidráulica y labrando con detalle la
cara de junta para seguir el proceso hasta el cierre de cada rosca o carrera
siempre en clave. También nos pone Pelogra en antecedentes de la precisión de
este proceso de colocación de las dovelas. Para evitar desconchones en la
colocación se trabajaba con cuidado y alisando -como decía- las caras de junta
entre piezas y se calculaba con exactitud el espacio que se iba cerrando pues
al llegar a las contraclaves, a veces, ajustar la clave era difícil porque el
espacio era inferior al ancho de ésta y se tenía que encajar por percusión lo
que producía normalmente rotura de las piezas adyacentes (las contraclaves) que
había que sustituir con los consiguientes contratiempos. También había retoques
en las piezas de toda la bóveda, trabajando los bordes de cada dovela con un
biselado o achaflanado para evitar que -al quitar la cimbra- los pocos
milímetros que cediera la bóveda, produjera también desconchones en muchas
dovelas que conformaban el intradós. En fin, un trabajo meticuloso al que este ingeniero presta gran atención y
se molesta en describirnos con cierto detalle.
A los 8 días de cerrada la bóveda
se procedió al descimbramiento por descensos parciales comprobando las
nivelaciones; a los 16 días de estas operaciones, el 23.12.1861 se empezó a
desarmar la cimbra mientras se seguía construyendo los muros de fábrica. También
se señala que los cuidados y precauciones que se tomaron tanto en la
construcción de la cimbra, la madera con la que se hizo, sus dimensiones o el
tipo de cimbra recogida con 5 cerchones se debía a que no existían ejemplos
hasta el momento en la obra pública española para puentes de fábrica de un solo
arco con una luz tan grande. Lo cierto es que el propio Ministerio de Fomento
se sentía orgulloso de aquel logro en la cimbra del Puente de la Horadada pues
de cara a los eventos internacionales de las Exposiciones Universales de Paris
y Viena, en donde se presentaron 80 proyectos y modelos de puentes construidos
en nuestro país, también se presentó un modelo de la eficiente cimbra que se
diseñó para nuestro puente.
Añado, por último, algunas cifras
de costes y precios medios de algunos materiales cuyas comparaciones no dejan
de ser interesantes: la mampostería ordinaria tenía un coste de 35,43 reales
por metro cúbico. La buena piedra del lugar era escasa por lo que había que
traerla de la cantera de Cantilatorre (a 22 kilómetros de distancia) y daba un
precio de entre 417 y 452 reales el metro cúbico según fuera la talla recta o
aplantillada. Sin embargo, la piedra procedente de Condado ( la señalada en el
proyecto aunque de peor calidad) se tomó a precios que oscilaron entre los 310
y 325 reales, sensiblemente más barata que la de Cantilatorre. El precio del
hormigón hidráulico era de 86, 82 reales la tonelada. En cantería se dan los siguientes precios: el
metro lineal de impostas era de 66 reales y en antepechos se llegaba a 130
reales, el hierro cotizaba a 4,47 reales el kilo y el plomo a 2,60 reales; la
madera -especialmente la de la cimbra- se ajustó a 180,46 reales el metro
cúbico y dice el autor de la obra que el
contratista la ejecutó con muy poca economía pues su coste total fue de
15.000 reales.
La construcción del puente tuvo
un coste bruto de 200.913.- reales a los que hay que añadir el 15% de beneficio
del constructor. Pelogra hace el siguiente desglose: Fundaciones, 3.500 reales;
Estribos, 27.860 reales; Arco 97.375 reales; Muros 50.816 reales; Imposta,
antepechos y pretiles, 16.847 y para explanaciones y avenidas, 4.439 reales. La
estructura debió de terminarse a lo largo del año 1.862.
Características de la obra:
Para facilitar la perpendicularidad con respecto al cauce, la calzada tiene en
cabeceras unas curvas pronunciadas, especialmente a la derecha. Con los
desmontes y aterramientos hasta la rasante de la propia calzada, nuestra obra
tiene una longitud aproximada de 40 metros. Es un puente de de hormigón en masa
chapado con piedra en variadas formas. Tiene un solo vano en forma escarzana
rebajado en 1/4 con una luz de 23,40 metros, 5,62 metros de flecha y 15 metros
de radio y está considerado uno de los puentes de mayores luces de la época
para estructuras de esas características. El trabajo en bóvedas y boquillas,
por lo que podemos ver actualmente, es excelente. Se tallaron dovelas de 1,35
metros de tizón constante en las caras externas y de 1,25 metros para todo el
intradós, colocándose la clave junto a la rasante del tablero. El arco descansa
en las basas de dos pilas fusionadas a los muros donde también predomina la
obra en sillares de caliza de buena disposición. Toda la zona de tímpanos es de
mampostería ordinaria tosca rejuntada con mortero de cal e hidráulico. Sobre
los arranques y a modo de tajamares, se continúa un muro en relieve (como
baluartes) con piedra de igual factura y aristones de buena talla en bordes; el
resto de paramentos se ha chapado en mampostería irregular, de variado tamaño y
formas. En rasante, una línea de impostas con relieve sobre la que apoyan los
gruesos pretiles de ortostatos con dos fajas talladas exteriormente para que
den la sensación de albardilla en la cara superior en un trabajo laborioso y
preciso. Aguas arriba, junto a la línea de imposta, corre actualmente una
canaleta con cableado que tapa la zona de claves del arco. El extradós se
completa con hormigón en masa y una chapa de 10 centímetros de hormigón
hidráulico. El tablero tiene un ancho de 6 metros, salvo en cabeceras, que son
abocinadas y llega a 7 metros. Dispone actualmente de una cubierta de hormigón
asfáltico. En la medianía del tablero se ha colocado un viejo mojón del Plan
Peña, incluyendo la basa de hormigón y que sirve para cortar el paso a los
posibles vehículos que quieran cruzar el puente ya que al diseñarse un nuevo
puente, cien metros aguas arriba, este sector de la antigua calzada queda
ocluido para la circulación. En todo caso, se ha convertido en una especie de
aparcamiento cutre con zona de descanso y mirador. El nuevo puente es de
tablero-viga de hormigón armado prefabricado y ha sido construido por TECSA con
la colaboración de Yárritu, S.A. para el hormigonado asfáltico y viales.
Aparentemente en buen estado aunque por la dificultad de su acceso al cauce es difícil de comprobar. Exceso de arbolado y matorral en sus inmediaciones, impide por completo hacer tomas fotográficas con la obra plena. Tampoco existen carteles informativos sobre la histórica carretera y nuestro puente decimonónico.
Para saber más:
Básicamente, el detalle de la obra queda explicado en el artículo que hace José
Pelogra Rigada para la ROP (Revista de Obras Públicas) del año 1863, tomo 12.
Respecto al catálogo de obras presentadas a las exposiciones universales de París
en 1867 y Viena en 1873, se especifica en la ROP del año 1874, tomo 18. También se trata en el libro "Fotografía y Obra Pública: Paisaje y Modernidad, Lucio del Valle 1815-1874" editado por la Universidad de Valencia. No
he conseguido obtener más información a través de internet, ni de la obra ni de
fotografías antiguas que pudieran aportar algo más sobre el tema.
La carretera nacional en la que
está ubicado, actualmente la N-629, tiene un interesante recorrido desde el
punto donde nace, prácticamente junto al puente, hasta su destino final en
Colindres (Cantabria) tras recorrer un periplo de 90 kilómetros que nos muestra
bellos paisajes, pueblos típicos de Las Merindades y variada monumentalidad,
especialmente cuando corremos la calzada antigua, ahora bajo matrícula N-629a.
Hice un artículo divulgativo de esta vía que publiqué en la revista Solo
Camión, número 322 de fecha diciembre 2016.
Cómo llegar: Nuestra
carretera nace de la nacional N-232 entre las localidades burgalesas de Oña y
Cereceda, al llegar a su PK 513,300 y discurre en dirección N hasta la costa
cantábrica. La vía rápida más cercana `puede ser la AP-1 hasta llegar a
Pancorbo, donde siguiendo por la antigua N-I y antes de llegar a Cubo de Bureba
seguiremos por la derecha por la citada N-232 hasta su PK 513,300 pasa iniciar
la ruta por la N-629 hasta el puente, apenas un kilómetros más adelante, a la
entrada del Cañón de la Horadada.
Una de las fotografías que llevó Lucio del Valle a la Exposición Universal de París de 1867. Original de J. Laurent y una de las varias copias que se hicieron sobre el original leptográfico. Tomada del libro "Fotografía y Obra Pública" del archivo de Lucio del Valle.
Una de las fotografías que llevó Lucio del Valle a la Exposición Universal de París de 1867. Original de J. Laurent y una de las varias copias que se hicieron sobre el original leptográfico. Tomada del libro "Fotografía y Obra Pública" del archivo de Lucio del Valle.
Vieja postal del puente de Ediciones Sicilia, probablemente de los años 50 del siglo XX.
Dos fotos antiguas de la obra, probablemente datadas entre los años 30 y 40 del siglo XX.
Tanda de fotos de fecha 17.08.2016
Muy detallado la historia de este puente, gracias
ResponderEliminarGracias a ti, por el interés al leer este artículo.
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