COVANERA. Burgos
N-623 PK 49,260
Una de las carreteras nacionales más interesantes de la
geografía española es precisamente ésta, la N-623, que aunque relativamente
corta ya que no pasa de 153 kilómetros, mantiene un discurrir o periplo que no
deja indiferente al viajero o conductor que se adentra por ella. Tiene su PK 0
en la ciudad de Burgos y tras cruzar la enorme paramera burgalesa, a bastante
más altura que la costa cántabra, se enreda en dos puertos duros y enrevesados
como son Portillo del Fresno y Páramo de Masa con cotas en los 1.050 metros de
altitud para entrar en una especie de tobogán deslizándonos por el puerto de
Carrales y tras la raya de Cantabria, hacerlo también con el del Escudo y
zigzaguear por hermosos valles feraces a la vera del río Pas para llegarnos a
la ciudad de Santander.
Desde el punto de vista de la caminería histórica, nos
encontramos con una calzada vieja como el tiempo que durante siglos se
conformaba con un firme de arenas, cascajo y quizás, arbolado que defendía al
viajero del tórrido sol de esta alta meseta. Es a partir de mediados del siglo
XIX cuando se adecenta mejorando firme, ancho de vía y cunetas; se sigue
cuidando y ampliando el arbolado de sombra e incluso se erigen fuentes en
determinadas zonas de descanso para viajeros, carruajes y ganados en ruta. Como
su longitud era de pocas leguas y no se cruzan demasiados ríos pues carece de
obra pública de paso, esto es, puentes, ya que suele discurrir muy pegada al
río Ubierna y más adelante al Rudrón pero con los mínimos cambios de orilla
para más adelante salvar el río Ebro en un único punto a la altura de
Quintanilla-Escalada y al penetrar en territorio cántabro, orillar al río
Magdalena, seguir junto al río Pas muchos kilómetros pero sin cruzarlo -salvo
en Carandia- y llegar a Santander sin más historias pontoneras.
Salvo que me equivoque, el puente de piedra más interesante y
completo de este recorrido es el que aquí se presenta. Huella indeleble del
buen hacer de la ingeniería decimonónica que hasta el momento, no ha sufrido
modificaciones drásticas que trastornen su vieja impronta. La otra estructura
interesante en esta calzada es la de Quintanilla-Escalada, un pastiche curioso
que subiré más adelante al blog.
Covanera es un puebluco burgalés enclavado en la conocida
zona de “Las hoces del Rudrón” con enormes y altos tajos de calizas, areniscas
y margas muy erosionadas por millones de años a la intemperie, oquedades,
vegetación rala aunque tupida, buitreras, cuevas profundas, surgencias
acuíferas y un río Rudrón precioso de aguas claras que es un primor para el
viajero que por allí se adentra. Covanera pertenece al municipio de Tubilla del Agua, en la comarca de Páramos, también nombrada como Valle del Rudrón. La
vieja carretera cruzaba el río por este puente que ahora ha quedado descolgado
al hacerse una pequeña variante con puente nuevo que sortea la curva
pronunciada de la antigua calzada antes de llegar a la población en sentido
creciente de la marcha.
Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud total de 54 metros incluyendo sus largos estribos a modo de manguardias curvas que reafirman la calzada en ambas cabeceras. La longitud del tablero sensu stricto es de 21 metros y dispone de un único vano de geometría abierta o escarzana con 14 metros de luz. El ancho regular de la plataforma no llega a los 7 metros y su flecha hasta lámina de aguas es de 7,70 metros.
Como ocurre en la mayoría de los ejemplos de estructuras
pontoneras decimonónicas o hasta finiseculares su peculiaridad más importe es
el tratamiento que se da a los diferentes placados de la obra. Los rellenos, ya
sean de arenas, cascajo, piedra rota, canto rodado y algunos solidificantes que
-mezclados- hagan las veces de hormigón, no variaba demasiado en los últimos
siglos de la obra pública; en todo caso, destaca la fábrica externa, su forma,
la geometría utilizada en paramentos y vanos así como determinados elementos
decorativos que intentaban otorgar cierta belleza al simple o sencillo puente
rural, lejano de cualquier núcleo poblacional importante, villa o capital donde
el urbanismo y la ingeniería ya consideraba la estética pontonera en sus
diseños habituales.
En este caso, destaca sobremanera el buen hacer de la
cantería -el arte de montea- que cubre toda la obra. Podemos iniciar su estudio
por el precioso arco rebajado, quizás a 1/8 de círculo que se configura a base
de un dovelaje preciso, bien dispuesto, con pares de piezas en forma de flecha
que se unen justamente con las hiladas horizontales de los tímpanos en la
técnica de ‘montacaballo’ que otorga un plus de belleza a la fábrica. Aunque el
exceso de vegetación que medra entre las juntas de la sillería es evidente y no
nos permite observar estos paramentos, podemos adivinar ese excelente trabajo
canteríl viendo las piezas o sillares de excelente escuadría, tamaño, forma,
colocación a soga, enjarje, mínimo llagado en juntas y cara vista muy lisa,
todo ello en piedra de roca caliza dorada o quizás, arenisca. En el intradós,
las roscas que conforman la bóveda también son de gran calidad; no se observan
demasiadas humedades o manchas en el dovelaje visible. La bóveda apoya -bajo
cauce- en una hilada gruesa de sillería a modo de zócalo que da firmeza a la
estructura y evita posibles socavamientos.
También es excelente el trabajo de estribos, muros de
acompañamiento o semipilas; en general, predomina un aparejo de sillería de
variado volumen, buena colocación aunque menos cuidada. Estos muros, auténticos
baluartes -más anchos en la base- también se placan con buena sillería de gran
volumen pero bien dispuesta en hiladas horizontales pero oblicuas en cuanto a
su aplomo desde la rasante hasta la fundación de la obra. Asimismo y como
rareza, destacan lo que llamo semipilas -podrían ser machones o contrafuertes-
que adosados a los muros de estribos y en alzado troncocónico hacen las veces de
tajamares para ordenar los flujos de caudal y evitar que se produzcan
socavamientos en los fundamentos del puente; estos se coronan con un listel
curvo y probablemente disponían de sombreretes también de piedra. Su sillería
es sencillamente ejemplar y parece que se observan mejor en ambos lados de la
cabecera izquierda del puente. La obra se completa en rasante con una bella y
trabajada imposta de piedra en relieve muy completa que soporta las pesados
pretiles de ortostatos de caliza, bien trabados, altos y bastante completos en
la actualidad. La plataforma se abocina ligeramente en cabeceras y además de
los citados pretiles, se han añadido tramos de barandillas de época
contemporánea, las de normativa de obras públicas de los años 60 del siglo XX a
base de barras de hormigón armado que también se encuentran en aparente buen
estado. La manía de incorporar biondas de acero en las entradas afea el
conjunto. También aparecen algunos guardarruedas antiguos e hitos que marcarían
los hectómetros de la vieja calzada. Su firme es de aglomerado asfáltico en
buen estado y todavía se puede ver su señalización horizontal en mediana y
arcenes. No sé muy bien el porqué de que -durante mi visita- aparezcan una
serie de New Jersey de plástico blanco a modo de protección de los
pretiles de aguas arriba pues aparentemente parece que se encuentran en buen
estado. En Google Street View de octubre de 2023 todavía quedaban
algunos plásticos de estos junto a cabecera izquierda. Parece que se han
reforzado los muros en las entradas a base de mampostería con morteros. En las
entradas, lado aguas abajo, parece que se ha suavizado la curva ensanchando la
calzada con una losa de hormigón sobre la que se han hincado algunos petos de
hormigón pintados de blanco. El puente mantiene su cartel de ‘río Rudrón’ en
formato antiguo de los años 60 del siglo XX aunque legible.
Por lo demás, comentar que no existe ninguna señal de tráfico
-las de fondo rosa- que alerten al viajero o turista de que en ese punto se
puede visitar una obra civil histórica. Tampoco existe ningún panel informativo
que nos ilustre sobre la historia y/o vicisitudes de este puente. Para que nos
hagamos una idea, la tipología de esta estructura se parece a algunas de las
que conforman la carretera del ‘Desfiladero de La Hermida’ salvando el río
Deva, bien en zona asturiana o en la cántabra, todas ellas pertenecientes a la
histórica carretera N-621 y sirva como ejemplo el Puente de Estragüeña,
levantado en el año 1863, década en la que bien pudiera ser la de construcción
de éste.
El puente de Covanera -y aunque sus paisanos lo ignoren por
la falta de datos, fuentes o fotos que pudieran exhibir con orgullo- es una
obra civil bella, armoniosa y muy digna que deberemos de conservar tal como se
haya ahora e incluso mejorarla con limpiezas y mínimas rehabilitaciones para
que no se deteriore. Digo lo de la ignorancia porque he observado que ninguna
web o blog autóctono lo divulga en sus contenidos; tampoco la Wikipedia ni las sites
municipales o administrativas burgalesas ya sean turísticas o culturales. Es
más fácil encontrar fotos de la cutre -aunque práctica- pasarela que accede a
la famosa cueva-laguna (hay un montón) que visualizar una puta foto del puente
-creo que no hay ninguna-, tratándose de un elemento histórico de obra civil a
conservar, cuidar, catalogar y difundir.
Un aspecto relevante o curioso que he podido observar sobre
esta digna carretera nacional es su puesta en valor a nivel divulgativo en
tiempos muy recientes. Menudean en la red vídeos y artículos sobre ella, lo
cual y para un lobo que ama la carretera, pues le resulta grato. En varias
ocasiones se la cita como “ Carretera de los Sueños” y parece que es
‘tendencia’ entre viajeros, especialmente moteros, que se maravillan de esos
paisajes imposibles. Bueno, yo añadiría -y me lo tengo que currar- que se trata
de una calzada que aunque no tenga un excesivo patrimonio lineal, he observado
en su trayecto que existen suficientes muestras de arqueología carreteril como
para que también sea ‘tendencia’ en ese aspecto. Bien, no tiene muchos puentes
de interés aunque sí subsisten algunas alcantarillas de época y también
reclamos de señalización vertical bastante curiosos: abundan los mojones del
Plan Peña (hitos kilométricos) de los años 40 del siglo XX e incluso en algunos
todavía se puede leer el guarismo que indicaba la distancia desde Madrid a ese
punto; lo he visto en un mojón que se lee claramente PK 278. Recordemos que
esta calzada tiene 153 kilómetros. Existen otros hitos de hormigón en perfecto
estado que marcan las fronteras de Burgos con Cantabria (Provincia de
Santander). Hay varias campas o zonas de aparcamiento donde se han hincado
varios de estos mojones de la propia carretera N-623, cosa poco habitual en
estos tiempos. También menudean los postes antiguos de hormigón que -ante
nevadas copiosas- nos permitían orientarnos por la calzada (ahora son barras de
acero con bandas blancas-rojas o amarillas-rojas). También son bellos y
elegantes los gruesos monolitos en piedra de buena talla que marcaban -y aún
marcan- los límites territoriales que, para el caso que nos ocupa, diferencian
las tierras castellanas de las montañesas, concretamente en el PK 36 hay uno
cilíndrico bien conservado aunque le falta el copete que probablemente sería
una figura tallada o una bola de piedra y que lo que señala al caminante o
viajero es un cruce de caminos. Los hay más modernos como el pilar de
mampostería instaurado en 1960 junto a unos bancos de piedra en forma
semicircular del mirador de Cabañia. Aunque quizás, lo más curioso es la serie
de zonas de descanso o apartaderos de la calzada donde desde mediados del siglo
XIX y con muy buen criterio ingenieril, se aprovechaban puntos donde existían
regatos o riveras de aguas claras para construir bellas y suntuosas fuentes en
un auténtico medio rural, alejado de cualquier población, con buenos muros de
piedra, frontis, albardillas y un buen caño por el que manaba agua fresca,
vital para aquellos viajeros, turistas, buhoneros, trajinantes o carreteros que
transitaban durante días o semanas por aquellas calzadas siempre peligrosas e
incomodas. Allí, en aquellas fuentes, completadas con arbolado, bancos y
terreno plano, se acomodaban con sus carros, caballerías e impedimenta y podían
descansar, dar de beber a las bestias, asearse, lavar su ropa, guisar, yantar y
pernoctar. Que en esta calzada estén presentes estos descansaderos fuera de
núcleos poblacionales quiere decir que, por estos andurriales no parece que
abundaran las ventas del camino. Destaca entre estas zonas, la de la fuente y
apartadero en el PK 58 de la calzada, cerca de Tubilla del Agua con una cuidada
disposición de fuente, bancos y mesas, un arboreto, contenedores, papeleras y
exhibición de hitos kilométricos y hectométricos bien conservados y repintados;
hubiera sido un punto ideal, añadiendo algún otro elemento carreteril, para
componer una especie de centro de interpretación de la caminería de época.
Para saber más. Lo trata aunque someramente el libro titulado: "Puentes singulares de Burgos", obra de varios autores editada por la Diputación de Burgos en el año 2018, página 221, con foto incluida. Pero, como decía, sí me
ha llamado la atención la ‘tendencia’ entre viajeros, motoristas, blogueros o
excursionistas de carretera que han prestado atención a este periplo por la
N-623, especialmente a nivel paisajístico señalando los cañones y peñascos del
Rudrón, la famosa “Charca azul” o ya, desviándonos de esta calzada, las
conocidas “Hoces del Ebro” en Orbaneja del Castillo y aledaños, visibles por la
carretera provincial BU-643, endiablada vía junto al río Ebro en parte de su
recorrido que aboca en el puebluco palentino de Quintanilla de las Torres para
unirse a la magnífica y preciosa nacional N-611. Todo un lujo para ese tipo de
viajero que muchas veces le preguntan: - Te gusta conducir…?, pero no contesta,
sólo sonríe, medita y revive sus indómitos periplos o derrotas donde no preveía
una meta concreta. Bien, entre las diferentes sites al respecto, destaco
la de Economíadigital con un artículo
interesante de Mar Nuevo subido el 28.12.2023. La web de AlcedaAventuras
también presta atención a esta nacional en un artículo del año 2022 y un vídeo
de calidad. El diario El País divulgó un artículo sobre ella en su edición de
fecha 07.01.2021. Existe por ahí un vídeo loco -de como no debemos de viajar-
rodado en fecha 09.09.2020 cuyo autor es Aitor Pérez Aguirrezabala y transcurre
por esta carretera íntegramente, pue eso, contrario a las nuevas modas o
costumbres civilizadas a las que ahora llaman slow travel, curiosidad o
simple interés cultural, esto es, conocer el camino recorrido… sin prisas. Ahí
es nada! Por mi parte, debo de reconocer que la he transitado una decena de
veces, siempre descubriendo novedades y normalmente montado en mi camión
Mercedes-Benz desde cuya altura, punto de visión y velocidad más reducida, pues
captas o aprehendes más paisajes curiosos, bellos, raros o rutinarios que
forman parte de la calzada así como lo que te va apareciendo como patrimonio
lineal. En mi época de reportero gráfico escribí un artículo dedicado a la
N-623 que se publicó en la revista Solo Camión, número 247 de septiembre de
2010, ya ha llovido pero el encanto de esta vía permanece intacto teniendo en
cuenta que la última vez que la he corrido ha sido en febrero del año 2022.
Toma del tablero del puente al paso de Google Street View en octubre de 2023.
Sector del mapa del IGN (Instituto Geográfico Nacional), hoja número 135 de Sedano levantada en el año 1995 donde en círculo amarillo se marca el viejo puente así como el moderno.
T.M. TUBILLA DEL AGUA.
Tanda de fotos de fecha 22.02.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba de la alcantarilla, aguas abajo, tablero, cauce seco, fuente y entorno.
Carretera pura y dura con algunos detalle como son la amplia serie de mojones y otros hitos de límites, fuentes, cruce de ríos, puertos, poblaciones y simple carretera N-623 entre Burgos y Santander. Tanda de fotos de fecha 22.02.2022.
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