BECILLA DE VALDERADUEY. Valladolid
N-601 PK 260,460
Nuestro puente da servicio a la actual carretera nacional
N-601 que ya era una mítica calzada, probablemente desde el Bajo Imperio romano
aunque apenas existan vestigios sólidos de aquellos tiempos. Ya en época
medieval, este camino discurría por el antiguo puente de Becilla salvado el
cauce del río Valderaduey. En la entrada para esta histórica obra civil en
nuestro blog ya se explica la evolución de esta calzada, sus variados periplos y
hasta las vías con las que enlaza modernamente. También se puede consultar la
Wikipedia para la N-601 y M-601. Lo que parece cierto es que el viejo puente de
traza medieval fue durante siglos el único paso sobre el Valderaduey en las
comunicaciones Valladolid-León hasta la segunda parte del siglo XIX, momento en
que se debió de levantar el puente que aquí se presenta. No tengo en absoluto
datos de su construcción o de los proyectos decimonónicos para esta importante
vía de comunicación castellano-leonesa pero lo cierto es que su impronta y
fábrica obedece a ciertos cánones ingenieriles de medianos o finales del
ochocientos. La mezcla en el aparejo de buena sillería con ladrillo en bóvedas
escarzanas fue bastante común en puentes palentinos y leoneses del último
tercio del siglo XIX. También era frecuente abaratar la obra con la presencia
de ladrillería en aletas, tímpanos o incluso pretiles. La obra más cercana en
esa tipología es quizás el puente de Grajal de Campos, también sobre este cauce
aunque ya en territorio leonés. El cercano e histórico puente de Mayorga de
Campos ya presenta otra tipología.
Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene
una longitud total de 49 metros y una anchura de 11 metros, debido a la última
ampliación del tablero aunque en origen debió de tener una latitud de 6 metros.
Estos apaños de ensanchar la obra, desvirtuando completamente la bella impronta
del puente original debieron de producirse, el primero en los años 20/30 del
siglo XX alargando las bóvedas centrales por su lado aguas abajo hasta la línea
de cabeceras (puente original abocinado en extremos) utilizando los mismos
materiales, esto es, sillería de caliza para las boquillas externas y rellenos
de las roscas interiores con ladrillo; ya a finales del siglo XX y al contrario
de lo que ocurrió en el citado puente de Grajal, que ha conservado su estilo
pues ahí se decidió construir nueva obra, respetando el longevo puente, en este
caso, se amplió en ambos costados a base de vigas de hormigón armado con el fin
de disponer nuevo tablero con la anchura mencionada de 10/11 metros. En ningún
momento, la Administración y sus ingenieros se plantearon la posibilidad de
salvar este puente construyendo uno anejo y dejando a éste tranquilo como joya
pontonera bastante fiel a lo que nos legó la ingeniería decimonónica con
decenas de ejemplos que siguen siendo útiles sin necesidad de modificaciones
agresivas que dificultarán la posibilidad -en su día- de devolverlos a su
estado original.
La estructura dispone de 9 vanos con arcos escarzanos; los
tres centrales, mas depurados y que salvan el cauce ordinario de este río, disponen
de luces de aproximadamente 8 metros cada uno. Hacia ambas cabeceras, la obra
se completa con otros 3 juego de alcantarillas en cada lado, semejantes y con
luces de aproximadamente 2,50 metros cada uno. Estos, sirven para desalojar
crecidas en el cauce así como caminos agrarios paralelos al cauce,
especialmente, el de cabecera izquierda sigue en uso. Las pilas de los vanos
centrales son del tipo tabique con cantos redondeados a modo de
tajamares-espolones realizadas con gran esmero tanto en la cantería de
aristones y pequeños lienzos interiores a base de sillería espléndida de buen
tamaño, disposición y cara vista lisa así como los complementos interiores a
base de ladrillo; la trabazón de las piezas en cantos con respecto al resto es
admirable. Disponen de un grueso listel en su perímetro que sobresale y adorna
las pilas. También mantienen sombreretes semicónicos de excelente talla que
conjugan con las piezas trapezoidales de los salmeres de las bóvedas. Estas
pilas centrales son soportadas por basas sobresalientes también de piedra en
perfecto estado. Respecto a las bóvedas, resaltan las roscas exteriores con un
dovelaje muy cuidado a soga y tizón que se imbrica perfectamente con el resto
de ladrillo en curva que compone el intradós de cada una de ellas; incluso el
rejuntado de la anterior boquilla en aguas abajo con el alargamiento de la
bóveda y la nueva boquilla de piedra parece un trabajo esmerado que no ha
producido grietas o desajustes en los aparejos. Es más, estas bóvedas, aun cuando
tienen algunas piezas de ladrillo facturadas o faltantes, se mantienen limpias,
sin manchas de humedades o reacciones químicas. Este juego de arcadas centrales
se rematan con semipilas de aspecto y forma semejantes a las propias pilas en
otro guiño a la estética muy interesante.
Respecto a los juegos de alcantarillas en ambas orillas pues
cabe decir lo mismo, obra plena de ladrillo rojo macizo, probablemente
proveniente de los tejares palentinos con buena arcilla que toma tonos
encarnados, bien dispuesta en hiladas perfectas y donde también se practica la
buena albañilería con diferentes juegos: los tímpanos y pilas hasta la
configuración triangular de sus salmeres se disponen con piezas a tizón con un
llagado uniforme y milimétrico; las piezas que conforman las roscas se disponen
a sardinel, conjugando sogas y tizón hasta reforzar estas bóvedas con cuatro
roscas perfectamente trabadas y bien aglutinadas con los morteros adecuados. Es
una maravilla la perfección de este trabajo en un puente, no lo olvidemos,
rural, lejos de cualquier necesidad de bellezas propias de las obras civiles
urbanas.
Los estribos de la estructura se protegen con buenas aletas
en vuelta cuyo aparejo es semejante al del conjunto, esto es, trabazón con el
estribo a base de gruesos sillares de caliza de buena talla, paños de ladrillo
colocados a tizón profundo con paños en adaraja como terminación de hiladas (escalonada)
y una especie de albardilla inclinada a base de piezas en caliza de excelente
talla y forma triangular que descienden escalonadamente hasta la rasante de
cada aleta. Un primor de detalles. Las aletas se defienden en sus arranques con
gruesos zócalos de piedra para evitar humedades o descalces.
La presencia del vigamen en los frentes del puente impiden
comprobar la belleza del conjunto en cuanto a la geometría de arcadas, tímpanos
o impostas, detalles que solo se perciben acercándonos a ellas. El ensanche se
consigue acoplando sobre los estribos centrales un par de vigas paralelas de
sección en doble T de hormigón armado o pretensado en cada lado.
La nueva cubierta debe ser a base de losas de hormigón
pretensado transversales a la longitud del tablero; en cantos y como mejor
remate se disponen otras losas prefabricadas que intentan camuflar la visión de
la nueva imposta en cada cara del puente. La cubierta se dota de carriles con
doble dirección, arcenes y aceras, estas algo disminuidas por la presencia de
biondas de acero cincado y como defensas, unas barandillas de acero sencillas a
base de cuadradillo de variado calibre cuyos montantes se hincan en el hormigón
de la plataforma. Obviamente, cabe señalar que los pretiles originales,
desaparecieron.
Se puede decir que la obra civil permanece en buen estado. No
obstante, se debería anunciar con la cartelería propia de tráfico, las de fondo
rosa, la presencia de una obra pontonera histórica de interés para que el
viajero, al aproximarse, pueda decidir si quiere visitarlo. Un panel
informativo del puente, su historia y vicisitudes a pie de obra tampoco estaría
mal.
Como ya he señalado, si bien es cierto que la joya pontonera
de esta localidad es su puente medieval y la sección de calzada con varios
arcos de época histórica, la belleza de este puente decimonónico, incrementa,
si cabe, la colección o patrimonio de obra civil de este pueblo. Ponerlo en
valor es una buena opción.
Tanda de fotos de fecha 08.11.2021 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo y tablero.
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