SORRIBA DEL ESLA. León
N-625 PK 59/60
Otra cuestión es considerar las comunicaciones
entre ambas márgenes del río Esla en este entorno. Como pongo en un mapa de
esta entrada, en apenas 4 leguas subsistieron -quizás en épocas distintas-
cuatro históricos puentes que en sentido descendiente del cauce son el de
Cistierna, el de Sorriba, el de Gradefes y el Puente Blanco cerca de
Villahibiera. Todos ellos se arruinaron en algún momento sin ánimo de
reconstruirlos, salvo el Puente Blanco que renqueante se mantiene en pie aunque
carente de utilidad y a punto de ruina total. Respecto al de Sorriba, siempre
respetando las opiniones de autores que lo califican como de origen romano y
que pudiera todavía tener algún resto original, yo me inclino por creer que es
obra nueva, proyectado en 1830 y que nada tiene que ver con reliquias romanas o
medievales. Quizás, si algún día de pronunciado estiaje en el Esla y vaciando
la presa del canal de Los Payuelos, se decidieran a hacer catas arqueológicas
en las bases del puente, estribos o en las cercanías, se pudieran descubrir
restos de hormigones o sillería de un mítico puente que pudiera ser romano,
tardorromano o románico, vaya Usted a saber. Dicho lo cual y siguiendo con las
comunicaciones de esta zona, parece más o menos claro que, sin ser caminos
principales, existen dos vías a ambos orillas del Esla, una por la izquierda
que ha sido subsumida por la actual nacional y por la orilla derecha del río y desde
el propio puente del Mercadillo, otro camino que se dirige hacia el S y que en
Modino ya se tipifica como camino vecinal matriculado como CV-131, hasta no
hace mucho tiempo con firme de tierra. Esta carreteruca cubría las
comunicaciones de todos los pueblos de la ribera derecha del Esla hasta
Gradefes e incluso seguía, ahora como LE-213 y LE-5625 hasta Mansilla de las
Mulas, camino franco hacia la capital leonesa por el famoso Puente Villarente.
Hasta ahí, todo más o menos claro. Otra cuestión es considerar si el puente
serviría para comunicaciones de peregrinaje, vías de origen romano como la
Calzada Saliámica o vía autóctona que utilizaban los indígenas montañeses,
llámenseles vadinienses o montañeses. Como ya apunté en el Puente Viejo de Cistierna, parece plausible una comunicación hacia el W, tras cruzar ese paso,
por lo que ahora es la carretera local LE-4606 que aprovechando vaguadas o
valles serpentea por la montaña leonesa hacia Yugueros, La Ercina, los
pueblucos de Las Arrimadas y salir a la vertical del río Porma donde se llega a
Boñar y el crossroad de las actuales CL-624 y CL-626 que ofrecen
direcciones a los cuatro puntos cardinales. La posibilidad de alcanzar ese
camino tras cruzar el puente del Mercadillo es evidente y se hace por esa vía
vecinal o del Valle, como también le llama, que aprovecha el curso del Arroyo
Mercadillo para abrirse camino y se llega hasta Yugueros, evitando subir -es un
decir- hasta Cistierna cuando además, los carreteros o acemileros ya sabían que
el puente viejo de Cistierna no estaba activo. Bien, este Camino del Valle es
también parte del llamado Camino Lebaniego, Olvidado o Camino Viejo de Santiago
que, al parecer, utilizaban los peregrinos que provenían de Cantabria (Camino
del Norte) para llegarse al Camino Francés. Por otra parte y prácticamente
siguiendo la ruta que ya he indicado de la vecinal CV-131 se practica la
andadura por el vetusto Camino Vadiniense que muchos andarines consideran la
etapa 8 entre Cistierna y Gradefes y para la que nuestro puente es vital y en
la siguiente etapa, alcanzar Mansilla de las Mulas y el genuino camino jacobeo
o bien, tomar la variante en San Miguel de Escalada que nos llevará a Puente
Villarente, otro importante punto de descanso del camino francés.
Hechas estas consideraciones y en las que he
podido cometer algún error porque no son caminos de mi incumbencia, volveremos
a conjeturar con el levantamiento de este bonito puente. Dejo en suspenso su
posible autoría romana porque no es demostrable, por lo menos hasta hoy en día
aunque bien es cierto, que entre los múltiples canteros, alarifes y arquitectos
que lo visitaron para informar o para repararlo, hubo uno -al menos que yo
sepa- que opinaba que podría mantener restos romanos; se trataba de Francisco
de Rivas, maestro cantero de cierto prestigio que en el año 1790 proyecto el
nuevo puente de Valimbre sobre el río Turienzo para el camino real de Galicia,
levantado más tarde en 1830, ahora emparedado por hormigones modernos y muy cerca del
mítico puente jacobeo que todos conocemos. Al hilo de la opinión de Rivas se
podría conjeturar que fue puente viejo o antiguo y que como ocurre en otros
muchos casos de obras pontoneras, al amparo del paso, se van levantando otros
edificios como ventas, hospitales, edificios anejos de comerciantes y también
un humilladero donde los viajeros podían retirarse a orar y dar las gracias a
su dios por el periplo hasta ahí sin otras complicaciones. En el Medievo era
frecuente esta evolución y muchos pueblos y ciudades tienen su origen en la
construcción de un simple puente donde antes no había nada. El del Mercadillo
tiene cerca una ermita, la de la Virgen de la Vega y un hospital de peregrinos o
viajeros llamado de San Bernabé, ahora en ruina. Con el tiempo se formalizarían
mercadillos y ferias auspiciados por trajinantes y mercaderes del entorno y
tras consolidarse puede que concedieran este nombre al lugar, como un anejo de
Sorriba y por extensión al puente.
Nada se sabe de los canteros y épocas en que se
pudo intervenir en esta obra desde tiempos inmemoriales, suponiéndole una
construcción romana o tardorromana, como ya he indicado. En todo caso,
existieron muchos puentes y pontones de madera levantados en las primeros
siglos de nuestra Era que han sido efímeros o multitud de veces reconstruidos
hasta que se decidía obrar uno de fábrica, normalmente ya en tiempos
bajomedievales o renacentistas y siempre quedaba el recurso del puente-barca o
análogo sistema de transbordo.
Las primeras referencias a actuaciones en el
puente citan al cantero trasmerano García de Buega que en 1604 estaba
trabajando en el puente de Almanza y también lo debió de hacer en el de
Mercadillo pues en un protocolo notarial de herencia se anotan deudas
pendientes por las obras en este puente que ejecutó junto al maestro de obra
Francisco Vélez.
Otras informaciones sobre esta obra las apunta el
historiador Aramburu-Zabala que escuetamente nos dice que se arruinó en 1614 y
se reparó en 1620. También nos dice que la subasta de reparación la remató el
maestro cantero Pedro de Llánez tanto para este puente como para el de Cea,
aprovechando que se encontraba cerca, reparando el viejo puente de Almanza. La
presencia y actuación de Llánez no nos sorprende porque era uno de los maestros
de obra más activos en la provincia de León y Palencia con gran influencia en
los ámbitos de adjudicación de obra pública, bien directamente o por medio del pool
empresarial que dirigía con su suegro, Juan del Ribero Rada. Entre sus
actuaciones, destaca la del Puente de Mayorga, Herrera de Pisuerga, San Marcos de León, Cebrones del Río, Sahagún, el Puente de las Partidas de León, ahora
desaparecido, además de los ya citados y otras de edificación como eran iglesias
y monasterios. Es probable que en Mercadillo contara con la colaboración de su
hijo Juan de Llánez.
El resto de las pistas sobre esta obra las
facilita el historiador Inocencio Cadiñanos. Así, nos relata que tras la
violenta avenida del Esla del año 1774, el puente quedó tan maltrecho que la
municipalidad dirigió escrito a las autoridades “El puente del Mercadillo es
paso frecuente y preciso para las montañas del Reyno y requiere reparos o nueva
construcción”. Advertir sobre obra nueva ya indicaba el lamentable estado
en que quedaría tras la avenida. Lo cierto es que el Consejo Real debió de
hacer caso en el asunto y envío al prestigioso maestro de obra o arquitecto
Bernardo Miguélez (autor del bello puente de Puente Castro) para reconocer la
ruina y levantar informe donde comenta “que se compone de cuatro arcos quasi
iguales de 40 pies de diámetro con tres machones y dos medias cepas. De los
tres estribos sólo quedaban restos”. Añade 8 condiciones contractuales y
fija los costes en 174.000.- reales de vellón.
Nuevamente, en el año 1778 lo visita el maestro de
obra Manuel Corrales con intención de informar y proyectar reparos. Por
aquellos días Corrales trabajaba en el puente de Almanza en otras rehabilitaciones.
En su informe nos cuenta que la obra tenía 4 arcos con cierta diferencia en
cuanto a su tamaño. Los dos centrales, casi desaparecidos y los otros dos en
peligro de faltarles el apoyo de los anteriores. También faltaban las cepas y
añade que, en general, podría tratarse de un puente estrecho y mal fabricado
(la peculiaridad de estrecho cuadra más con la de obra medieval; los puentes
romanos no eran estrechos porque se diseñaban para circulación cruzada, no
alternativa). Propone la construcción de uno nuevo pues además, no podría
suplirse por otro de madera. Entre las 12 condiciones contractuales que impone,
destaca la de que demolería la obra existente y cuantifica su intervención en
442.406.- reales de vellón. Lo curioso es que, pese a estas dispersiones entre
presupuestos, el Comisionado Real de Puentes, Marcos de Vierna Pellón considera
acertado este último proyecto, retocando el proyecto y añadiendo algún detalle.
El Consejo Real adjudica esta obra nueva
al grupo de canteros formado por Francisco Antonio del Valle, Antonio de Toraya
y Manuel del Corral, nombrando al propio Corrales veedor e inspector de la
obra. Sigo textualmente con la aportación de Cadiñanos que nos dice que debido
a la complejidad y lentitud de la burocracia del Antiguo Régimen, no se
resolviera nada y que, incluso en 1781 el propio Consejo vuelve a pedir nuevos
informes a Corrales que, evidentemente, repite lo ya señalado aquí más o menos:
“Hallo que de los 4 arcos de que se compone el mencionado puente, dos están
enteramente arruinados …/… los otros dos se hallan sostenidos solamente de una
porción de argamasa y morrillo sin ningún amparo de narices, estribos ni sillar
en toda circunferencia de su planta”. Debía de ser reconstruido según su
plan pues se trataba de un “río respetable” pero no convenció a las autoridades
ya que estas ordenaron que otro arquitecto informase sobre la posibilidad de
acondicionar la obra arruinada con maderamen para hacerlo útil. Parece probable
que las arcas públicas estuvieran bajo mínimos y se tratase de ahorrar costes
en la obra pública por todos los conceptos. Ahí interviene el maestro de obra
Francisco de Rivas ya mencionado, que informa sobre el puente diciendo que era
obra de argamasa construido al parecer por los romanos y que se comprometía a
diseñar una estructura plena de madera por importe de 14.340.- reales de
vellón.
Otro asunto que demoraba los diferentes proyectos
de obra pública surge con la creación de la RABASF (Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando) inaugurada en 1752 y donde se van formando los primeros
arquitectos que con el tiempo crean conflicto o controversia con los viejos
profesionales de la cantería y la maestría de obra, ocasionando demoras en los
proyectos aprobados o en curso que se paralizan para que estos nuevos técnicos
puedan revisarlos o modificarlos. Por otra parte y según nos cuenta Cadiñanos,
en la segunda mitad del siglo XVIII el Consejo Real, para evitar conflictos y
demoras empieza a adjudicar obras a jornal y no al mejor postor (por subastas
que luego se subcontrataban) y precisamente en 1785 así lo determina para el
puente de Sorriba encargando a Alfonso Regalado que haga su informe sobre
costes “por administración y no por asiento, como se ha hecho por lo pasado,
con los graves perjuicios que manifiestan los expedientes y por la experiencia
de que dichos asientos solo son para enriquecerse brevemente los que los hacen
y muy contrarios a la seguridad, solidez y duración de las obras”.
El puente del Mercadillo pasó también al control
de la Academia que, en virtud de la disparidad de costes en los presupuestos y
tasaciones de Miguélez y Corrales encarga nueva inspección a Alfonso Regalado
Rodríguez (uno de los discípulos más señalados del gran arquitecto Ventura
Rodríguez) y más adelante, en 1786 lo inspecciona Francisco Álvarez Benavides.
Este proyecto siguió paralizado como tantos otros por la Guerra de
Independencia hasta que la propia Academia decide adjudicarlo en 1829 al
arquitecto leonés Fernando Sánchez Pertejo que diseña el puente que ahora
podemos contemplar (Archivo RABASF, 31-10/2,legajo 24162). Otras actuaciones de
Sánchez Pertejo son el puente de Toral de Marayo, reparaciones en los puentes
de Villarente y San Marcos, informes sobre el puente del Paso Honroso y
proyecto de calzada y puente en Pedrosa del Rey.
Parece probable que una vez construido, quizás a
principios de los años 30 del siglo XIX se haya mantenido en forma y uso
prácticamente hasta la actualidad, independientemente de alguna posible
actuación de mantenimiento al tiempo que se levantaba el complejo de azud,
compuertas, incluso puente para las derivaciones hacia el Canal Alto de Los Payuelos, construido en 1993. Al acondicionar los accesos o viales del complejo
hidráulico se debió de asfaltar el tablero de nuestro puente, hasta entonces de
macadam o firme de tierra. Ahora, las posibilidades de que por estiajes o
sequías prolongadas, las aguas del Esla bajen y se puedan contemplar las basas
de pilas y los arranques de estribos o incluso manguardias, son prácticamente
remotas. Su bella impronta queda trastocada al emerger de una especie de lago,
donde las aguas quietas contrastan con las que debieran de fluir rápidas y
movidas si no existieran muros de contención en el cauce. Como ya he señalado,
esta altura de cota en cauce impedirá siempre observar los asientos y firmeza
de la fundación de pilas, posible emparrillado, soleras de sillería para evitar
descalces y quizás, los restos de un anterior puente.
Características actuales de la obra. La longitud total del puente es de
aproximadamente 65 metros considerando sus cabeceras que se abocinan y alargan
el tablero en 7+12 metros. La anchura del tablero, coincidente con la
profundidad de bóvedas es de 5,10 metros, aproximadamente. La calzada queda
reducida a 4,54 metros más la anchura de pretiles que es de 0,25x2 metros.
Su espectacular impronta proviene del juego de
vanos, geometría pura, equilibrada y armónica que capta la atención del
visitante u observador. Señalar que hasta la limpieza del cauce por la
construcción del azud, su visión completa era algo complicada por la presencia
de grupos de chopos en sus inmediaciones, como se puede ver en las fotografías
del año 1986 que he puesto en la muestra.
Es una obra de catálogo plenamente clasicista,
academicista diría, propia de las trazas que se enseñaban en la Real Academia
aunque bien es cierto que su proyectista, Sánchez Pertejo, hace profundas
variaciones al que ya en 1778 había retocado el insigne Marcos de Vierna y lo
podemos comprobar fijándonos en una de sus obras icónicas, el Puente Largo de Aranjuez sobre el río Jarama. Esta evolución pontonera se observa -comparando
los dos- en que ahora predomina el arco escarzano o incluso carpanel sobre el
de medio punto , las pilas se estrechan y los tajamares dejan de ser de sección
ahusada y en dos cuerpos para hacerlos más sencillos en semicírculo, manteniéndose
el sistema de tejadillos gallonados y los potentes pretiles a base de
ortostatos de buena piedra.
Nuestra obra dispone de 4 bellos arcos de tipo
escarzano, abiertos a 1/8 de círculo que, en función de los reflejos y sombras
en la lámina de aguas nos recuerda a la de arcos carpaneles de tres centros.
Las luces de estos arcos son semejantes, de aproximadamente 10,50 metros. Los
apoyos extremos se producen en estribos bien placados con sillería cuidada y
alargamientos en aletas oblicuas, incluso manguardia o muro en cabecera derecha
donde quizás, aparece material más antiguo como son los sillares ciclópeos de
piedra arenisca o similar de tonos dorados.
Los apoyos intermedios se producen en tres pilas
semejantes con un grueso de 2,50 metros que dan la apariencia de ser bajas,
producto de la elevación del caudal artificialmente. Tras la construcción de
pilas se añaden las protecciones en ambos frentes pues como se observa, no hay
trabazón de sillares entre ambos cuerpos. Tanto tajamares en aguas arriba como
los espolones contrarios son semejantes, de sección semicircular, en un cuerpo
que llega hasta la zona de riñones de arco y se siguen elevando por medio de
tejadillos semicónicos hasta la altura media de tímpanos. En los frentes se
dIsponen las impostas con cierto relieve que soportan los pesados pretiles.
Estos, se componen de una hilera de sillería -quizás añadidas tras alguna
intervención reciente para elevar estos petos- y una serie de ortostatos con cara
superior convexa a modo de pasamanos que se corresponden con las piezas
originales. Como decía, la anchura de estos petos es de 0,25 metros y su altura
llega a los 67 centímetros. Estas líneas de impostas producen un bordillo o
guardarruedas bien visible en el tablero, ahora con firme de aglomerado asfáltico.
En apariencia, la piedra utilizada es la caliza y
el aparejo puede diferir algo entre lo que componen las bóvedas, tímpanos y
lienzos de estribos aunque predomina una sillería más o menos uniforme, bien
escuadrada, de cara vista ligeramente picada y disposición en hiladas
horizontales con piezas a soga y tizón, de mejor cantería en
tajamares-espolones y sensiblemente peor en zonas de tímpanos, quizás debido a
alguna rehabilitación más reciente.
Como suele ser habitual el trabajo más logrado y
el más firme se corresponde con las bóvedas. En este caso y por lo que se
aprecia en boquillas, presenta un dovelaje muy regular y cuidado con piezas que
llegan a los 60 centímetros de altura aunque, como decía, las roscas se asocian
deficientemente a las hiladas de tímpanos.
Su estado de conservación es bastante deficiente.
Se observan piezas descolocadas y con rendijas, especialmente preocupante en
tajamares-espolones con lajas de los tejadillos movidas y que pueden caer en
cualquier momento. Tampoco son visibles los tímpanos por exceso de vegetación
que crecen en el llagado, incluyendo matorral, que probablemente elimina el
mortero y moverá la sillería. Exceso de manchas de todo tipo, incluyendo
líquenes, musgos, humedades y en bóvedas costras de eflorescencias que sin
duda, irán dañando la piedra.
En cuanto a la documentación gráfica me llama la
atención la carestía de fotos antiguas que muestren la obra o su posible
evolución. No he conseguido ninguna instantánea del puente anterior a 1986 y
ésta muy deficiente por el arbolado que lo tapa. Sin embargo, en la actualidad
parece que es muy visitado y turistas o viajeros lo capturan en sus cámaras con
asiduidad exponiendo su imagen en multitud de sites de internet.
Para saber más. Lo trata con cierto detenimiento el conocido “Catálogo de puentes de León anteriores a 1936”, páginas 624/626, obra auspiciada por José Antonio Fernández Ordoñez a través de su cátedra de Estética de la Ingeniería en la ETSICCP de la UPM donde coordinaron esta trabajo Tomás Abad Balboa y Pilar Chías Navarro con la inestimable colaboración de un nutrido grupo de estudiantes de la Escuela, destacando en los referente a las obras civiles de León durante los años 1984 y 1988 Carmen Andrés, Rafael Castejón, Pablo Otaola, Julio Suances, Consolación Pérez Alda y Ana San Salvador del Valle Zarrabeitia, libro editado por el CICCP y CEDEX en 1988. En la revista del Ministerio de Fomento número 685 especial de julio-agosto de 2.018 y con motivo de los Premios Nacionales de la Ingeniería Civil, el historiador de puentes Luis Solera Selvi se ocupó de la obra y semblanza de José Antonio Fernández Ordoñez o JAFO -como se le conocía popularmente- con un artículo al respecto publicado en las páginas 32 a 39 donde se pone de relieve su labor como ingeniero así como la de divulgador de la pontonería histórica y muy especialmente la leonesa. El trabajo titulado “Puentes de León”, obra de Inocencio Cadiñanos Barcedi, publicado en la revista “Tierras de León”, número 113 del año 2001, página 111. También lo cita el historiador de puentes Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera en su libro titulado “La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”, editado en 1992 por la Junta de Castilla y León. En la red podemos encontrar interesantes estudios al respecto del historiador local Siro Sanz García, uno de ellos dedicado al Puente del Mercadillo, otro al resto de puentes de la zona y por último, un trabajo sobre la gens vadiniense. También se le cita o se pone foto en algunos blogs/webs como son la de cistierna-turismo, rutavadiniense, ésta muy interesante o luzdelesla. La Wikipedia tiene voz propia para este puente. A nivel periodístico La Nueva Crónica elaboró un artículo en fecha 30.04.2021 que nos informa sobre esta calzada que precipitadamente llaman romana en el sector de Valdoré, que también tiene un puente interesante.
Cómo llegar. Aunque se encuentra relativamente cerca de la capital
leonesa, no hay vías rápidas que nos acerquen a esta zona salvo la nueva A-60
por la que podremos transitar hasta Mansilla de las Mulas donde seguiremos por la
nacional N-625 en sentido creciente hasta aproximadamente el PK 59 -a la altura
de las pinturas callejeras expuestas en unas tapias-, poco antes de entrar en
Sorriba, donde cogeremos a la izquierda un camino que zigzagueando nos llevará
hasta el puente. Otra opción quizás más lenta pero que nos permite acercarnos
al camino más antiguo y natural hacia el puente es el que nos ofrece la
carretera local LE-5625 que parte de la N-625 poco antes de llegar a Mansilla
de las Mulas y sigue el curso del Esla aguas arriba, pasando por Villafalé, San
Miguel de Escalada y Rueda de Almirante donde se convierte en LE-5636 para
continuar por Casasola de Rueda donde se fusiona la calzada a la provincial
LE-213 que nos lleva a Gradefes y su soberbio Puente Nuevo ya centenario. Sin cruzar este
puente seguiremos por la carretera vecinal CV-131 y tras pasar Modino y como
final de calzada abocaremos a nuestro puente. Este periplo es el mismo del
Camino Vadiniense en este sector.
Detalle de los puentes históricos de la zona que no necesariamente debieron ser contemporáneos ni en su construcción ni en su uso debido a sus diferentes y prolongadas ruinas y que se encontraban realmente cerca en un periplo junto al Esla que no supera las 4 leguas entre extremos o destinos. El único que subsiste prestando servicio es el de Sorriba, reconstruido o de nueva obra en 1830.
Imágenes del puente y dibujo de alzado y planta, probablemente realizados hacia el año 1986 y que se exhiben en el libro "Catálogo de puentes de León anteriores a 1936".
Panorámica cenital del puente y complejo hidráulico en toma del año 2000. Confederación Hidrográfica del Duero.
Dos tomas de fecha 17.05.2014 realizadas por Lariob y que se muestran en la Wikipedia, voz Esla.
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