BÁGUENA. Teruel
N-234 PK 206
Siguiendo el curso del río Jiloca en aquel viaje que me
marqué hace un par de años desde León a Benidorm con pernoctación en Soria pues
llegué al pueblo de Báguena, donde como ya dicen algunos autores, me encontré
igual que ellos, con una estructura pontonera verdaderamente interesante
perteneciente a la cuenca del Jiloca. Bien es verdad que los otros dos puentes
de interés monumental relativamente cerca se encuentran en el término de Luco de Jiloca -preciosa estructura en el río Pancrudo, posiblemente de origen
medieval imitando algunas obras de raíz romana republicana- así como el que
pertenece a Calamocha, éste sobre el Jiloca y de origen romano más genuino. MI
periplo mayormente discurre por el viejo camino real que ahora es carretera
nacional N-234, cuyo origen está en Sagunto y finaliza en Burgos aunque ya en
Sarracín se fusiona con la nacional N-I.
La primera incógnita que se nos presenta con esta obra civil
es que no parece que pertenezca al camino real que discurre un buen trecho por
la margen derecha de este río precisamente para evitar sobrecostes por
fundación de puentes. Algo parecido ocurre con el cercano de Burbáguena,
situado extramuros de la vieja población. En este caso concreto lo que si
parece que existía desde tiempo atrás es un viejo camino carretero que cruzando
el río en este punto se adentraba en una zona de montañas bajas y cárcavas -probablemente
estribaciones de la Sierra de Santa Cruz- para llegar hasta Castejón de Tornos
e incluso conectar con Berrueco y el complejo lagunar de Gallocanta. En la
actualidad existe un estrecha calzada que sigue dando servicio a esos destinos
bajo matrícula TE-V-4001. Un camino así, tan discreto y con destinos pobres y
despoblados nos inclina a pensar en que nunca debió de existir una estructura
pontonera de fábrica, ciertamente costosa de levantar- salvo que fuera de
madera pues, al fin y al cabo, parte del año se podría salvar el cauce por un
vado anejo a nuestro puente. En épocas de crecidas o avenidas, la fuerza de las
aguas se llevaría por medio el tablero o tableros de maderamen y vuelta a
empezar, aunque siempre sería barato y rápido reconstruir esa estructura. Parece
más lógico pensar en que este puente daba servicio al apeadero ferroviario de
Báguena (línea FFCC Calatayud-Valencia) pero entiendo que sería al revés, esto
es, la dirección técnica del proyecto ferroviario aprovechó que allí existía un
puente para fijar la estación de Báguena pues sólo era preciso cruzar el puente
y acceder al recinto de la estación o apeadero. El trazado del ferrocarril por
estos lares se produjo a principios del siglo XX mientras que el puente, con
todas las dudas posibles, parece que se levantó en el siglo XVIII, según
comentar los tratadistas sobre esta obra.
En ocasiones ocurre, diría que con relativa frecuencia, que
algún puente de fábrica, esto es, una obra civil soberbia, costosa de levantar
o reparar, incluso amplia, de varios ojos, tiene un objeto muy determinado, un
origen o destino muy rural, a veces, un convento o monasterio, una finca
nobiliaria o se utiliza como acceso a tierras de labor de algún potentado,
cacique o Señor del lugar adinerado que corre con todos los gastos de
construcción. Diríamos que más que una obra civil pública, ese puente, es
particular o se levantó con ciertos permisos de la Administración pero para uso
más bien privado. Bueno, también podría ser el caso de nuestro interesante
puente de Báguena que, aparentemente, no da servicio a ninguna carretera
nacional o de interés general pero sí lo prestaba a alguna orden militar,
religiosa o a algún señorío particular.
Siguiendo con mi teoría del puente -algo especulativa-
tampoco me convence esa tasación tan generalizada de esta obra -quizás unos
autores se copian a otros y así sigue el asunto- en la que hay una coincidencia
sobre su levantamiento en el siglo XVIII, incluso se concreta la fecha hacia el
año 1739, ya fuere porque existe una piedra en la medianía del puente donde
está grabado ese guarismo o bien, porque existen planos del alzado del puente
firmados por los maestros de obra que actuaban por aquellas fechas. Es singular
y meritorio que haya aparecido una traza o dibujo del puente cuya autoría se
debe a Luis y Francisco Sabirón, maestros de obra o alarifes que actuaban en la
zona turolense en la primera mitad del siglo XVIII. De acuerdo con la impronta
actual de esa estructura parece plausible que coincida con el proyecto de los
Sabirón pero también es cierto que los vestigios de parte de la obra civil bien
pudieran ser anteriores. Supongamos que la obra civil original era en fábrica,
más bien rústica aunque con lienzos de buena sillería, geométricamente algo
desequilibrada, con tres vanos probablemente en bóvedas de cañón utilizando el
ladrillo tan genuino de la zona y que tendría un tablero a dos aguas bastante
patente pues ya se vislumbra en la rectificación o rehabilitación que hacen los
Sabirón. Quiero decir que ya a mediados del siglo XVIII no era normal diseñar
un puente “en lomo de asno” como parece observarse en la traza de estos que
aunque intentan rectificar su tablero, lo hacen a base de alargar las cabeceras
en rampa para suavizar éste. La obra de los Sabirón ya es anacrónica pero lo es
porque tienen que ceñirse a los restos de un puente diseñado anteriormente que,
pese a su posible colapso, todavía se podían apañar las pilas, los
contrafuertes, especialmente los tajamares y por supuesto, parte de las bóvedas
y muros de acompañamiento. El viejo puente a dos aguas con el vértice superior
en su medianía se reconvierte en un tablero más o menos horizontal en la zona
de arcadas y se alargan suavizándolas las rampas de acceso por ambas cabeceras.
En parte, esta teoría de su reconstrucción me resulta aceptable al contemplar
los intradós de las bóvedas de ladrillo que no casan ni se imbrican con el
tizón de las dovelas en lo que se llaman boquillas en ambas caras. Diría que
hasta es una reparación bastante cutre que a lo mejor ni siguiera hicieron los
Sabirón sino que obedece a algún desprendimiento de los lienzos de sillería y
dovelaje con que se placó la estructura en algún momento posterior. Así mismo,
en parte de los lienzos de fábrica, ya sean los descomunales sillares de
sección cuadrada, otros rectangulares, sillarejo, mampostería e incluso ripio,
se adivina una mezcolanza de piezas que aparentemente se mezclan, probablemente
en alguna de esas reconstrucciones a las que me refiero pero que denotan que la
fábrica no es homogénea y quizás, ya no lo era en el siglo XVIII porque se
aprovechan -como siempre ocurría- las piezas o sillería caída al lecho del río
tras cualquier desastre del puente. En el dibujo de los Sabirón también se hace
un trazo más grueso en la parte alta de las bóvedas, donde el dovelaje de
arranques y riñones es claramente en sillería pero las zonas altas quedan
difuminadas, quizás con intención de su rebaje para minorar el tablero a dos
aguas. También se refleja con nitidez un espolón a la derecha en cuña cuando lo
realizado parece ser un espolón semi-curvo.
Por todo lo anterior y con las debidas cautelas -esto no dejan de ser conjeturas- me atrevería a datar como original este puente algún siglo antes de lo que se comenta; pudiera tratarse de un puente medieval, como el de Luco de Jiloca (tres vanos y en lomo de asno), estructuras que se siguieron levantando en nuestro país hasta el siglo XIV/XV pues aunque en el Renacimiento es claro que los puentes ya tienden a ser de tablero horizontal, los maestros canteros, muy reticentes a los cambios, seguían laborando y proyectando sus obras a la vieja usanza y si la Administración pertinente, en este caso rural, no ponía objeciones, pues se seguían levantando estructuras repetitivas como ya hacían en el gremio canteríl sus ancestros. Un texto claro que se ajusta a la impronta de la pontonería renacentista y que aporta diferencias, cualidades y detalles sobre la evolución de este tipo de estructuras desde el Medievo lo podemos leer en el blog de Víctor Yepes donde además se añade bibliografía al respecto.
Recojo a continuación algunos textos sobre el puente que he
podido leer: […] Resulta también muy interesante el puente
de Báguena, del que dijera Pascual Madoz, en 1850, que era el mejor del Jiloca;
se acompaña de una interesante cruz de forja contemporánea a la construcción
del puente (1739) […] . También éste otro: […] El puente de
Báguena comenzó su construido en el año 1734 por Luis y Francisco
Subirón padre e hijo respectivamente. Se encuentra a las afueras de
la localidad en un bello paraje. Levantado con el fin de atravesar el río
Jiloca dando servicio a una antigua carretera. Es una construcción de tres
ojos, con arco de medio punto, realizado en sillería. Tiene una altura de 2,5
metros. En el centro del puente se puede observar una crucero sin advocación,
realizado en forja sobre una base de sillería. En la base de la cruz se puede
apreciar la inscripción de "AÑO 1738". Que fue construido al mismo
tiempo que el puente, figurando en el proyecto original […]. Por último,
este otro texto bastante preciso: […] Puente de Báguena que fue construido
por Luis y Francisco Subirón (padre e hijo) en 1734. Presenta tres ojos, con
arcos de medio punto cuyo intradós está realizado en ladrillo, empleando
sillería para el resto de la construcción. Presenta tajamares triangulares en
su frente y espolones semicirculares en su parte posterior. El proyecto
original contemplaba la instalación de tres pináculos rematados en bola que
irían en el centro y los laterales del puente, los cuales se han perdido en los
últimos años. La decisión de hacer este puente fue debida a la constante
destrucción de los que anteriormente se disponían en la localidad, realizados
con entramados de madera que eran arrastrados fácilmente con la corriente. En
medio del puente encontramos incrustado un crucero realizado en forja sobre una
base de sillería. En la base de la cruz se puede apreciar la inscripción de
«AÑO 1738″, un año anterior a la del soporte de piedra que corona el pretil del
puente. Llega a los 2,5 m de altura […]. En el capítulo inferior se reseñan
estas fuentes.
Características actuales de la
obra. Se trata de un puente ya de por sí curioso en cuento a su
disposición y anchura. Tiene una longitud total de aproximadamente 54 metros
incluyendo cabeceras. El tablero sobre cauce real no sobrepasa los 28 metros. La
anchura regular es de aproximadamente 6 metros que se amplia en los puntos
donde hay descansaderos. El del tajamar central se prolonga hasta su vértice en
2,90 metros. También cabe destacar la amplitud de su abocinamiento,
especialmente en la cabecera o entrada por la derecha (visión desde aguas
arriba) donde la distancia entre pretiles o defensas llega hasta los 22 metros
y ello nos indica que, independientemente de la fluctuación de la terraza
fluvial aneja, quizás uno de los objetivos de esta anchura en embudo obedecía
al continuo o frecuente paso de rebaños por este puente. Cabe señalar al
respecto del posible levantamiento original de este puente su disponibilidad,
uso y administración por parte de elementos de la vieja Mesta, imitando al
Honrado Concejo de la Mesta en Castilla y León, con privilegios reales desde el
siglo XIII. Estas poderosas asociaciones de ganaderos solían levantar puentes y
administrarlos, muchos de ellos, fuera de la red caminera de época, caso
semejante al que se produce con esta obra, que aunque cercano al camino real,
evidentemente no parece que perteneciera a él, pero sí a una vía que podríamos
considerar pecuaria. Por esta extensa zona circulaba la conocida Cañada Real
número 9 que proveniente del Sur en Sevilla y otro ramal de Murcia, cruzaban la
Sierra de Albarracín fusionados y tras pasar Zaragoza se asentaban en los
fértiles y frescos lugares del Valle de Ansó, en Pirineos -agostaderos- donde
desde principios del verano existían pastos suficientes para estos rebaños. Obviamente,
insisto en que son conjeturas mías pero refuerzan la idea del objeto principal
para que se levantara un puente en tal lugar. A juzgar por la anchura regular
en la traza o periplo de este camino, al menos hasta las zonas lagunares de
Gallocanta, la tipificación de esta vía pecuaria sería la de cordel o colada,
con anchos de plataforma que no sobrepasan los 10/12 metros.
Nuestro puente dispone -por lo
menos en la actualidad- de tres vanos de geometría en medio círculo; ahora y
debido a los cúmulos de cienos y lodos la flecha de ellos se ha reducido y
parecen arcos abiertos. Hay cierto equilibrio o armonía en la impronta de estos
ojos, con luces de 5+7+5,50 metros (visión lado naciente desde ribera
izquierda) donde algún arco extremo debió de sufrir modificaciones en su luz en
algún momento de su historia. Los apoyos se producen en dos pilas intermedias
cuyo grueso aproximado es de 2,76 metros, quizás muy pesadas para las luces que
proyectan los vanos anejos, otra motivación que nos inclina a pensar en que la
obra original -anterior a la intervención del siglo XVIII- pudiera ser más
bajomedieval en transición hacia un renacimiento rural que podríamos situar
entre los siglo XIV y XVI. Estas pilas se refuerzan en sus frentes con dos
tajamares de sección en cuña aguas arriba cuya altura llega hasta la rasante
del tablero creando dos descansaderos o refugios en cubierta para protección de
transeúntes ante el paso violento o rápido de ganados y vehículos semovientes.
Sin embargo, en aguas abajo lo que existen son tres espolones de sección
semicircular que también alcanzan en altura la rasante del tablero. El más
extremo en orilla izquierda puede obedecer a que existía otro vano ahora
desaparecido o bien, que desapareció en la intervención de los Sabirón. En la
traza de estos, aparece una amplia pila -más ancha que las del resto- pero el
dibujo se corta en ese punto por lo que no podemos asegurar qué había en esa
zona pero lo normal y habitual en estos casos -bastante frecuentes- es que los
maestros de obra y para suavizar las rampas de acceso al puente, aprovecharan
los vanos extremos colapsados o cegados para añadirlos a los estribos y así se
aprovechaban los lienzos de sillería o mampostería de esos vanos
incorporándolos a los estribos o bien, creando manguardias en aleta como
canalizadores del cauce, especialmente cuando el río iba crecido; tal parece el
caso que nos ocupa y se abría la posibilidad de que originariamente existiera
un cuarto vano.
Los apoyos extremos se
producen en los estribos probablemente de rellenos variados con placaje
irregular aunque predomine la sillería de piedra caliza y arenisca.
En cubierta cabe señalar un
tablero sensiblemente horizontal en su medianía y suaves rampas en las
cabeceras. La anchura regular es de aproximadamente 6 metros que deja una
calzada libre de 4,50 metros siendo el resto para los pesados pretiles. Estos
se mantienen aunque muy reformados en la zona media del tablero con una altura
que puede llegar a 1,20 metros y consisten en ortostatos de caliza de buena
talla, mezclados con elementos a base de hiladas de sillería y mampostería en
otros sectores y hasta hormigones rematados con albardillas convexas. La altura
de estos pretiles también nos muestra los rellenos acometidos para intentar dar
horizontalidad al tablero, independientemente de los aglomerados asfálticos
añadidos como cubierta en el siglo XX/XXI.
Como nota anecdótica cabe
señalar los adornos en pretiles, quizás de reminiscencias barrocas como son los
pináculos que probablemente no existían en la planta original pero que añaden
como decoración los alarifes señalados en el proyecto del siglo XVIII. También
se incluye en este nuevo proyecto la señalización como hito o crucero en el
tajamar mediano la hinca de una cruz de hierro forjado muy trabajada que lleva
una inscripción con el año 1738. En la basa de este término o soporte de la
cruz, a modo de témpano, también existe grabado el guarismo 1739 que debe de
indicarnos la terminación de los trabajos de rehabilitación o modificación de
este puente por parte de los Sabirón. Respecto a los adornos en pretiles, según
el proyecto de estos consistían en pináculos estriados de piedra coronados por
bolas macizas también de piedra, incluso en el crucero central según se muestra
en el dibujo. Desaparecidos no se sabe cuándo, recientemente se han clavado
dos, en el vértice de los dos tajamares, con piedra blanca, probablemente
mármol, sobre dos basas escalonadas, un fuste cuadrangular y una coronación
globosa. Esta solución decorativa podría ser interesante pero creo que se han
excedido en la altura de los mismos y no era necesario su enclave ya que no se
corresponden con la impronta original.
En general, se observan apaños
para fijar piezas de labra, mampostería, pretiles y lienzos de muro con
morteros relativamente recientes y cementos mal aplicados y que obedecen a
alguna actuación que según algunos autores se produjo a finales del siglo XX.
Quizás lo más interesante de
la estructura es su fábrica que, como ya señalaba Pascual Madoz, brilla por su
firmeza a base de piedra más o menos de buena talla. Obviamente él se refería a
su aspecto exterior ya que formalmente es una obra de fábrica mixta a base de
piedra y cerámica. Existen ciertas diferencias en el placaje de piedra entre la
cara aguas arriba del puente y la contraria; diría que es más regular y
consistente la de aguas arriba. En general, los paños de sillería están bien
trabajados con piezas voluminosas a base de paralelepípedos de sección cuadrada
y rectangular, de piedra caliza aunque también aparecen piezas muy desgastadas
de arenisca, bien imbricadas, respetando las hiladas horizontales, básicamente
en tímpanos, cara vista de las defensas y restos en los muros de
acompañamiento. Esta sillería, bien escuadrada y dispuesta en cara vista lisa o
ligeramente picada bujarda fina se asienta en los muros prácticamente sin
llagado de mortero lo que indica cierta maestría canteríl. Sin embargo, en lado
aguas abajo se observa una disposición de la piedra más grosera, probablemente
debido a que -en algún momento de su historia- se desprendieron estos placajes
de piedra y se recolocaron de un modo más anárquico. Hacia los extremos y en
algunos lienzos se incorpora mampostería ordinaria, canto rodado e incluso rajuela
para tapar huecos, hasta la línea de impostas. En el primer arco y aguas arriba
existe un desprendimiento del paramento que en mi visita todavía no se había
rehabilitado.
Si nos fijamos en el intradós
de las bóvedas observamos que la fábrica es de ladrillo con piezas macizas o en
taco, dispuestas estas roscas a soga y tizón para su mejor imbricación y mínimo
llagado que sería de morteros livianos pero aglutinantes dado su actual estado
en las bóvedas, bien curvadas y sin pandeos. Lo singular de este trabajo en
intradós es que no existe buena conexión entre los enjarjes de las roscas con
el tizón del dovelaje. El engarce, trabazón o imbricación del dovelaje con respecto a las
roscas interiores de cualquier bóveda de fábrica suele ser preciso para evitar fisuras,
grietas o desprendimientos. En este caso, parece que los bordes de estas
bóvedas de ladrillo han sido sometidas a cortes en profundidad para permitir la
inserción del tizón del dovelaje luego existe un escaqueo en la firmeza del
conjunto de las bóvedas lo que nos permite conjeturar con que en algún momento
de la vida del puente, lo que existió como daño en la estructura fue el
desprendimiento del placaje exterior en ambos lados, quizás por el peso de los
rellenos, filtraciones o mal hormigonado en extradós, forzando a la fábrica
exterior de sillería e incluso de boquillas a colapsar, al menos en parte de su
cara vista. La nueva colocación de las dovelas de boquillas -las roscas
externas- quizás por ser de más tizón o profundidad obligó al alarife interviniente
a recortar las bóvedas de ladrillo en un modo que, como se muestra en algunas
fotografías, es bastante grosero y poco profesional. Obviamente y dada la
antigüedad del puente, esta rehabilitación fácil y económica pudo producirse en
la segunda mitad del siglo XVIII o en el siglo XIX, siguiendo con mis hipótesis.
Respecto a los maestros de
obra o alarifes que actuaron en la recomposición-rehabilitación o quizás obra
nueva en este puente y que recogen los historiadores figuran Luis Sabirón ‘Menor’, su hijo Francisco Sabirón ‘Mayor’ y quizás Joaquín Santiber, habitual
sobrestante de los anteriores en obra civil.
Para saber más. Es interesante el trabajo divulgado en PDF bajo el título “Sistema de información del patrimonio cultural aragonés”, editado por SIPCA-Gobierno de Aragón en fecha que desconozco y donde se citan fotografías y textos de Francisco J. Martín Domingo y Emilio Benedicto además de Dolores Gracia Sendra y David Barcelona. En este trabajo se citan fuentes al respecto que enumero a continuación: BENEDICTO GIMENO, Emilio; Martín Domingo, Francisco. La Arquitectura del Agua en la Comarca del Jiloca. Inventario inédito, Centro de Estudios del Jiloca, Noviembre 2007. BLAZQUEZ HERRERO, Carlos; Pallaruelo, Severino. Maestros del agua. Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1999. BLÁZQUEZ HERRERO, Carlos. El agua y Aragón. Zaragoza: Prensa Diaria Aragonesa, S. A., 1995. BLÁZQUEZ HERRERO, Carlos; Sancho, Tomás. Obras hidráulicas en Aragón [En línea]. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1999.[Consulta: 7 de marzo de 2023]. <https://www.fundacioncai.es/portal2006Files/UserFiles/File2/40.%20OBRAS%20HIDRAULICA S.pdf>. BURETA ANENTO, Isaac. Báguena en el siglo XVIII (I): La población. Xiloca. 2000 , nº 26, p. 27-59. MARTÍN DOMINGO, Francisco; Benedicto Gimeno, Emilio. El patrimonio cultural de la comarca del Jiloca [CD-ROM]. Calamocha: Comarca del Jiloca, [s.a.]. De los Sabirón se habla en el tratado titulado “Arquitectos en Aragón. Diccionario Histórico”, volumen IV, obra de Jesús Martínez Verón publicado en el año 2001 por el “Instituto Fernando el Católico-CSIC y la Diputación de Zaragoza. En este vademécum se cita a Francisco Sabirón (página 408) y a un Maestro Subirón (página 441) pero a los que no se les asignan trabajos en este puente. En el tratado "Diccionario Enciclopédico-Estadístico de Pascual Madoz Ibáñez, editado en el año 1846, tomo II, página 298 y en la voz Báguena se hacen referencias a esta obra pero en el Diccionario de Miñano editado en 1827, tomo I, página 359 no se hace ninguna referencia a esta estructura. Para más información en webs o blogs fáciles de localizar en internet y con textos y fotografías del puente quiero citar los siguientes: Rutas con historia, la web del Jiloca, la del SIPCA para puentes zonales y para el puente viejo, la Wikipedia, la de Ansaragón, algunas tomas que exhibe la web de Verpueblos y otra web del Ayuntamiento de Báguena.
Se sigue cierto orden cronológico en la exposición gráfica.
Dos tomas del estado del tablero según visión de Google View en fecha julio de 2012.
Preciosa toma del puente con un manto de nieve en visión de aguas abajo que ha realizado Pilar P.M. en enero de 2021 y que se muestra en Google Map.
Tanda de fotos de fecha 14.12.2021 en secuencia consecutiva del puente en aguas arriba, aguas abajo y bóvedas, tablero, cauce, lavadero y vista del pueblo de Báguena.
Sección del mapa IGN, hoja 465 de Daroca, edición de 1939, donde se refleja claramente la anchura de la zona de inundaciones a ambos lados del cauce del Jiloca en el entorno del puente. La anchura de éste y la prolongación de estribos y aletas obedece a las repetidas crecidas del cauce en épocas de lluvias y deshielos que causarían daños o colapsos en la obra civil a lo largo de su historia. En círculo marrón la posición del puente. También se citan los nombres de algunas riveras, arroyos, ramblas y acequias que confluyen en esa zona como son la Rambla del Anento, Barranco del Valdeburrey, la Acequia de Gracialcaire, el Barranco del Val, Barranco de la Falcona o la Acequia Gabacha, entre otros regatos.
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