domingo, 10 de marzo de 2024

PUENTE DE MEDINA DE RIOSECO. Valladolid

 PUENTE SOBRE EL RÍO SEQUILLO
MEDINA DE RIOSECO. Valladolid
N-601 PK 231,300

Aunque conozco bien el pueblo de Medina de Rioseco, especialmente por mis visitas en orden a captar información del Canal de Castilla, proyecto que tengo aparcado desde hace una década -por lo menos- pese a que ya debo de tener en mis ficheros mogollón de pontones, esclusas y acueductos de esta magnífica obra civil, lo cierto es que en esta ocasión, noviembre de 2021, lo que hacía era ir de paso hacia Cabezón de Pisuerga para cazar su bello e histórico puente aprovechando que durante unos días pernoctaba en mi cubil de León, no demasiado lejos de esta localidad vallisoletana. En conciencia y debido a la vagancia propia de lobos, no peiné bien el río Sequillo y sus estructuras pontonera, limitándome a parar un momento para fotografiar el puente que aquí presento porque, precisamente, pasaba por ahí.

Medina de Rioseco es una histórica localidad vallisoletana integrada en la comarca de Tierra de Campos, junto a los Montes Torozos, por donde pasa el río Sequillo que desagua en el río Valderaduey, afluente del Duero por su margen derecha.

Aunque no hay estudios profundos sobre la pontonería riosecana, parece que existieron varios puentes históricos, quizás cuatro en concreto, de los cuales, alguno todavía está en uso para tráficos carreteros. Uno de ellos, tal vez éste, ha sufrido colapsos, derribos o sabotajes y prácticamente ha desaparecido disfrazado por el hormigón de uno más moderno.

Parece interesante el estudio realizado al respecto sobre la pontonería de Medina por la licenciada Teresa Casquete Rodríguez -tampoco tengo muchas fuentes donde consultar- que expongo a continuación: […] Hace un tiempo compré en un mercado de objetos antiguos este curioso grabado que lleva el título “Ruinas del puente de Medina de Rioseco”. El grabado, enmarcado dentro de la corriente artística conocida como Romanticismo, representa precisamente un puente semihundido y una puerta con unos muros en la parte derecha. Por muchas investigaciones que he tratado de realizar apenas he encontrado información sobre él, salvo que perteneció a un libro, posiblemente a un libro de viajes por España, y que la Biblioteca Nacional de Francia, posee una copia del mismo. La identificación del lugar que representa también se hace complicada, puesto que no muestra ningún lugar reconocible y los restos antiguos que se conservan de los puentes riosecanos son escasos. Sabemos que los primitivos puentes fueron tres porque diversos libros del siglo XIX sobre viajes y descripciones geográficas, así lo relatan. En los diversos documentos de la Chancillería y el Archivo Municipal, se hace referencia al puente de Santiago, al de Ajújar y al de San Francisco. En el grabado de Carle Vernet sobre la Batalla de Rioseco puede verse a la perfección el primero de ellos, el de Santiago, y por eso sabemos que era un puente muy largo, dividido en dos tramos, el primero con unos 13 arcos y el segundo por lo menos con cinco. De él quedan algunos restos del primer tramo, el más cercano a la ciudad, que se han salvado aún a pesar de la reforma que se hizo del terreno para realizar el desagüe del Canal y el nuevo encauzamiento del Sequillo. Entre la maleza aún pueden observarse algunos de los arcos ojivales realizados en piedra de sillería. Estos restos medievales se merecen otro destino mejor, desde luego, por eso emplazamos al Ayuntamiento para su puesta en valor, con la limpieza , la iluminación y la señalización que le devuelva la importancia que se merece. Del puente de Ajújar apenas tenemos referencias. El mismo grabado de Vernet también nos lo describe de dos tramos, apareciendo uno de ellos, el más alejado del municipio, hundido, por lo que bien podría ser el representado en este grabado. Por documentos antiguos sabemos que existió uno coetáneo al arco de la muralla y que por alguna razón (estrechez, encauzamiento del Sequillo, daños durante la batalla del Moclín, mal estado…) fue derribado y sustituido por otro de madera que los riosecanos de más edad recuerdan perfectamente. Éste aparece en una fotografía antigua, que ya fue publicada por este nostálgico rincón de LA VOZ y fue reformado en los años 60, cuando se le dio la capa de hormigón y se le colocó las barandillas metálicas. Junto a él existió otro más pequeño que comunicaba las Tenerías con una pequeña isla fluvial, entre cuyos dos terrenos existía una corriente conocida por los riosecanos como El Baño. El que hoy conocemos como Puente Mayor, recibió durante siglos el nombre de Puente de San Francisco. Tampoco sabemos cómo fue su diseño original, tan sólo algunos datos de reformas y obras que se hicieron en él durante los siglos XVI y XVII. El Itinerario Descriptivo Militar de España, publicado en el año 1866, en su Tomo VI lo describe como “de piedra y de 10 arcos”. Sin embargo, el trazado de la Carretera Nacional en los años 20, transformó aquel antiguo puente en el de hormigón actual, por necesidades del tráfico, aunque hoy en día ha vuelto a quedarse pequeño. Es el único que conserva la caseta donde se realizaba el cobro de los derechos del portazgo, construida en obediencia a una orden dictada por la reina Isabel II, que tiene un artístico azulejo con el escudo y el nombre de nuestra ciudad. Nada sabemos del puente de la carretera de Villabrágima o de Toro, tan sólo que en el siglo XIX se le conocía como Puente de Villagodio, por la cercanía de la finca del Marqués de Villagodio. Si existió uno anterior no lo sabemos, porque la llegada del Tren Burra, hizo que se construyera el actual sobre el que discurría la línea ferroviaria […]. En este texto no se concreta o especifica con precisión cuál de los puentes históricos es el que aquí se presenta aunque me acojo al final del texto subrayado donde sí se precisa un puente ‘donde se habilita una caseta de control para el pago de los pontazgos’ que indudablemente debe ser la que está en la cabecera derecha de nuestro puente, llámese Puente Mayor, de San Francisco o de La Posada.

Por su parte, el historiador de puentes Inocencio Cadiñanos nos cuenta al respecto sobre esta villa: […] Las condiciones viarias de Medina de Rioseco son las propias de un gran centro comercial y de paso. Por allí pasa el río Sequillo. En el siglo XVIII las autoridades decían: “Se encuentra en medio de calzadas y caminos reales con cuyo motivo es numeroso el concurso de carruajes y calesas”. A mediados del siglo XVII la ciudad pedía que no se le incluyese en el repartimiento para el puente de Cabezón. Rioseco había servido con 1.100 fanegas de cebada al ejército de Cataluña sin interés alguno y a cambio se le exoneró de repartimientos para puentes foráneos durante 20 años. Debía de mantener cuatro puentes de la población a su costa pero a pesar de ello, en alguna ocasión tuvo que pechar para gastos en puentes ajenos. En 1775 pedía que sus puentes y calzadas fueran costeados por los pueblos de 30 leguas. Ella pagaría la mitad. Se informa, por parte del cantero Tomás Riesgo que el puente de Santiago, en dirección a Burgos, se encontraba ruinoso, con los estribos reventados y lo mismo ocurría con el puente de Jújar. Los caminos y calzadas estaban intransitables. Su costo total ascendería a 243.000.- reales de vellón. Al siguiente año, en 1776, el maestro de obra Manuel Matías del Campo fija las condiciones pero su presupuesto lo aumenta hasta la cifra de 490.991.- reales. Por ese precio se ofrecen a llevar la obra los canteros Antonio de Palencia, Antonio Carredano (probablemente como segundo apellido Peredo, que en 1777 trabajaba en el puente de Cordovilla la Real, diseñado por Sancho Menéndez y con traza reformada por Marcos de Vierna), Juan de la Puente (probablemente es Pedro de la Puente, que con Carredano ya trabajaban juntos en Cordovilla la Real) y Francisco Blanco, todos ellos recomendados por el comisario de obras públicas de la época, Marcos de Vierna. Por otra parte, también había levantado planos y evaluado costes el prestigioso maestro de obra Santiago de la Incera por importe de 1.083.380.- reales. Ante esta dispersión de precios, el Fiscal no se decidía a elegir presupuesto pues además y como era la norma, en seguida se produjeron rebajas entre otros contratistas. Se sabe que el maestro de obra Pedro de la Puente Ortiz, presentó proyecto igualando el coste de Incera pero -como rebajas- propuso ampliar la anchura de las calzadas que también entraban en esas obras. El Fiscal solicitó la presencia del acreditado arquitecto de la Academia Ventura Rodríguez, el cual accedió a la inspección pero tachó tanto planos como proyectos de ‘erróneos, mal entendidos, fuera de los principios y reglas naturales de la profesión y contra todo arte y decoro’. La crítica fue severa incluso con otros de los maestros de obra opositores al proyecto. Rodríguez propuso que se hiciera cargo del proyecto Pedro de la Puente Ortiz, al que ya conocía por determinados trabajo en la citada RABASF (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). Se seguiría la idea de Incera pero corregida por él y por un monto de 1.087.977.- reales de vellón al tiempo que se nombraba como veedor o inspector a Juan de Sagarvínaga en el año 1784. Lo cierto es que no se hizo nada y tres años después, el académico Ignacio de Thomás proyectaba una serie de obras que fueron aprobadas por la Academia. Las evaluó en 986.600.- reales y se recomendó al maestro de obra Santiago Sipos para realizarlas aunque el Consejo Real ordenó sacarlo a subasta; como llegó la Guerra de Independencia, lo cierto es que no se hizo nada de nada. Ya en el año 1816 se ordena ejecutar todas estas obras ‘dando principio por los sitios más pantanosos y de peor tránsito a fin de que los transeúntes o viajeros puedan disfrutar cuanto antes de estas reformas. El tiempo siguió y dos años después, en 1818, se envía para reconocer los proyectos a Martín de Meabe Ansorena el cual, entre otras condiciones, evaluó los reparos y reformas en 639.500.- reales. Parece que la cosa avanzó y hasta se llegó a hacer un repartimiento de los costes en el año 1819 donde también pechaban otras localidades de Valladolid, Palencia, Salamanca, Ávila, Burgos, León y Zamora. Pero la municipalidad de Medina de Rioseco acusó a Meabe de no cumplir con sus propias condiciones y se negó a pagarle. Intervino el Consejo Real nombrando mediador a Lorenzo Álvarez Benavides que dio por buena la obra de Meabe y se ordenó pagarle, al menos, 89.817.- reales por cuenta de las arcas de Medina aunque las demás localidades del perímetro que tenían que pagar, también lo demoraron o rebajaron sus expectativas. En el año 1829 todavía el Consejo Real exigía a estas poblaciones que -al menos- pagaran la mitad del cupo comprometido. Poco se sabe más de este asunto aunque en el año 1832 continuaba este viejo pleito de obra pública […]. Lo expresado entre llaves es lo que sabe o nos cuenta Cadiñanos, que podrá ser muy interesante para conocer los sistemas, pujas y decisiones sobre la obra pública rural, los mangoneos de constructores y tracistas o las variabilidades, rebajas e inconsistencia de muchos de los presupuestos aportados por estos e incluso la arbitrariedad de la propia Academia o el Consejo Real en sus decisiones pero lo que no cabe duda, es que respecto a la pontonería de Medina no se especifica nada de nada. Era costumbre en la época que los presupuestos de obras contemplaran la totalidad de reparos o rehabilitaciones ya fuere en puentes como calzadas -casos que ya he relatado se daban en Valladolid capital o en Aranda de Duero, por poner un par de ejemplos- por lo que resulta complicado disociar tanto presupuestos como puentes objeto de estas intervenciones aunque Cadiñanos bucee en fuentes fidedignas como son el AHN (Archivo Histórico Nacional) o el de la RABASF (Academia de San Fernando). Por todo ello, desconocemos para esta localidad y en ese periodo de la Edad Moderna tanto los puentes intervenidos, sus nombres, posición en los planos, características de las obras, impronta y por lo tanto, daños, colapsos, reparos o rehabilitaciones así como localización y características de las calzadas o caminos carreteros intervenidos. Respecto a la posible confusión o duplicidad de actores en cuanto a Pedro de la Puente, natural de Omoño, y Pedro de la Puente Ortiz, cabe la posibilidad de que se tratase de canteros diferentes, quizás emparentados, pero que figuran ambos en un protocolo de 1776 -además de Carredano y Ruíz de Lastra- solicitando al Consejo Real un poder para contratar obras públicas con la Corona.  

Otra de las fuentes interesantes al respecto es la que ofrece el nomenclátor de artistas cántabros referenciado abajo -básicamente maestros de obra y canteros- que, durante un tiempo o incluso estando empadronados y residiendo en Medina de Rioseco, podrían haber intervenido en obras de reparos de la pontonería riosecana, pero no, en ningún caso se alude a que estos actores intervinieran en obra pública. Parece que, exclusivamente, sus actuaciones eran iglesias, conventos, monasterios, ermitas o en todo caso, como servicio público, algunos diseñaron o levantaron variadas fuentes en este enclave. A mí, desde luego, me llama la atención esta cuestión pues he de reflejar que muchos maestros de obra, canteros, alarifes e incluso alguno llamado ya entonces arquitecto, en el periodo comprendido entre los siglos XVII y XVIII, eran expertos en levantar o rehabilitar puentes. Eran afamados constructores de puentes y pontones pero, según los protocolos y actas documentadas en este nomenclátor, en ningún caso -ni siquiera por cesiones o herencias de obras- se citan actuaciones en los 4 puentes que debió de tener Medina sobre el río Sequillo por aquellos siglos. Juan de la Hermosa, Diego de la Cajiga y parientes, Rodrigo Gil de Hontañón, Juan González de Sisniega y parientes (generalmente era auténticos pool familiares), Juan de Mazarredonda, Juan de Nates y parientes, incluyendo a Hernando de Nates Naveda, Francisco de Praves, Gaspar de Solórzano y otros importantes maestros que habían intervenido en puentes tan cercanos como son el de Cabezón de Pisuerga, Peñafiel, Tordesillas, Tudela de Duero o el Puente Mayor de Valladolid, además de otros significativos puentes de las provincias limítrofes, resulta que no aparecen documentados como actores en ninguna rehabilitación, reparos o simples apaños en los puentes riosecanos. Bueno, siempre cabe la posibilidad de que actuaran otros maestros, algunos ya citados por Cadiñanos, o bien, que en aquellos años no fuera preciso intervenir en los puentes y calzadas de Medina de Rioseco.

De todo lo anterior y con pena, se desprende que no he podido aportar más datos precisos sobre los puentes de esta localidad y, especialmente, sobre el que me ocupa en este caso, obra civil que entiendo que es muy antigua, a juzgar por lo que se vislumbra en sus tajamares, pero nada más. Si nos atenemos al descubrimiento de la lámina que nos presenta la historiadora Teresa Casquete y lo asociamos a este puente, pues deberíamos determinar que por su impronta, podría ser obra hasta barroca pero soy exceptivo en cuanto a que se trate de nuestro puente, especialmente por la envergadura de la estructura, su altura o flecha excesiva para ubicarla en este cauce y su amplitud de luces para un caudal pobre salvo en momentos de avenidas que, por cierto, tampoco se suelen canalizar por el talud del río, sino que se extienden desbordando la madre del río, por terrenos y huertas aledañas, problema que ha persistido hasta la relativamente reciente canalización del sector más próximo a la localidad que se llevó a cabo en los años 60 del siglo XX. Siempre cabe la posibilidad de que tal dibujo sea una idealización de esta estructura en la que además, se ha detallado un tajo o cauce profundo, más propio, precisamente, de una estampa del río Tajo, por poner un ejemplo.

En el genial noticiero digital de Medina de Rioseco, titulado “La Voz de Rioseco” aparece una reseña hacia el año 2012 que quiero relacionar con nuestro puente y quizás, parte de su historia. El texto dice así: […] El primitivo (puente) era una obra de ingeniería medieval, que en fechas cercanas al año 1527 fue destruido en una crecida del Sequillo. Por esas fechas el consistorio de Rioseco se afanó en rehabilitar dicha obra, a base de conservar lo que quedaba de ella y reconstruir el resto en madera. Un documento de ese mismo año, conservado en el Archivo Histórico Municipal, desvela la preocupación municipal que existía no sólo por levantar de nuevo el puente, sino también por recuperar los “canales pa venir agua al cano”. Es decir, la canalización que traía el agua a la fuente de San Francisco desde los páramos de Coruñeses y Valverde, a través de las arcas y el acueducto subterráneo. Esta construcción provisional de madera y los restos pétreos medievales, necesitaron en repetidas ocasiones de trabajos de consolidación, como el realizado en 1545 por el cantero Lope Gago. En 1575, por ser “principal paso de vecinos desta villa y forasteros que ella vienen” el puente ya se había reconstruido de nuevo en piedra de sillería, pero como era normal hasta entonces, carecía de pretil que protegiera de caer al Sequillo a personas, animales y carros. La obra fue realizada por el maestro Juan de Hermosa (arquitecto que entonces trabajaba en la iglesia de Santiago y en la ermita de Castilviejo, entre otras construcciones riosecanas), que también se encargó de “recomponer los arcos de la dicha puente de sillería bien labrado” […]. Bueno, pues aquí ya se desvela un posible origen de la obra medieval e intentos de rehabilitarlo a mediados del siglo XVI. El maestro cantero trasmerano al que se alude, Juan de la Hermosa, natural de Liérganes, estuvo activo en la segunda mitad del siglo XVI y era vecino de esta localidad. Su actividad riosecana fue frenética y se asocia a la de alguno de los maestros ya reseñados. En 1566 presenta postura para el edificio de Nuestra Señora de los Remedios. En 1573 junto a Pedro Sánchez hace postura (puja) para la obra de la capilla de la Cofradía de la Misericordia. En 1577 y a la muerte de Rodrigo Gil de Hontañón le sucede en la obra de la iglesia de Santiago. En 1580 sale como fiador de Juan de Nates y Juan de la Vega para la construcción del convento de San Pedro Mártir. En 1584 el citado Juan de la Vega le traspasa la mitad de la obra de San Pedro Mártir por abandono de Nates. En 1586 construyó la fachada, portada y torres de la iglesia de Santiago siguiendo la traza previa de Alonso de Tolosa. En 1587 reforma varios aposentos del palacio de los Almirantes. En 1588 hace la traza para la fuente del Ejido de Posada. En 1592 levanta trazas para la construcción de la capilla de la Vera Cruz. En 1596 fue veedor de la recién construida alhóndiga riosecana levantada por Juan de Agüero. En el año 1600 todavía vivía en Medina de Rioseco pues existen protocolos mercantiles levantados allí de cesiones de negocio y fianzas con colegas suyos como eran Hernando de Nates, Domingo del Palacio y los hermanos Villa, entre otros, relacionados con el puente de Toro. En 1602, todavía activo, trabaja con Nates y Leonardo de la Cajiga en el puente de Cea. En todo caso, podría haber alguna confusión en las actuaciones adjudicadas a este personaje, habida cuenta de que por aquellos años y según el nomenclátor aludido, existen 5 alarifes con el mismo nombre y apellido, dentro de la extensa familia de Los Hermosa, donde también aparecen otras profesiones como entalladores y ensambladores.

Respecto a lo que aportan al tema algunos de los geógrafos o polígrafos de época decimonónica cabe decir que más bien poco. Ya antes de estos y siguiendo las pautas de la caminería histórica de puede señalar que nuestro puente, especialmente y dentro del camino real de Madrid, era paso obligado para transeúntes, viajeros, funcionariado y tropa además de carreteros y buhoneros pues se encontraba en un itinerario general que pauta el ‘Repertorio de caminos” de Alonso de Meneses editado en 1576, contemporáneo a la fecha en que se trabajaba en la rehabilitación posible de nuestro puente por el maestro de obra Juan de la Hermosa y compañía. Es más que factible que, como en la mayoría de puentes antiguos, ya fuere en siglos anteriores o posteriores, la estructura de esta obra civil estuviera dañada y se salvara el desastre con tableros de madera apoyados en pilas para permitir el paso de carros o viandantes hasta que se conseguían los dineros necesarios para su reparo y volvían a estar francos. Estos apaños con maderamen y otros materiales, a veces, duraban decenas de años. Siguiendo con las referencias de estos viajeros, el que tiene noticias más antiguas es Sebastián de Miñano entre los años 1826/1829 que edita en su “Diccionario Geográfico” y pese a que su entrada para esta localidad es amplia, en los referente a caminería y puentes es anecdótica, contabilizando para el lugar tres puentes, sin otros detalles salvo que uno se encontraba al E y dos al S (uno de ellos, al sur, podría ser éste). Sin embargo, Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico” editado en 1846 nos habla de hasta 6 puentes y mejor detalle de los caminos: Dos calzadas generales atraviesan el partido, la de Valladolid a León que entra por los Montes Torozos y deja a su izquierda el arrabal de la Mudarra, sigue a Medina de Rioseco por medio de cuya ciudad pasa ofreciéndose en ella a los viajeros la comodidad de 20 posadas y diferentes casas de huéspedes, continúa hasta el pueblo de Berrueces y por su término sale del territorio y penetra en la jurisdicción de Villalón. La carretera de Madrid a Galicia se introduce por la jurisdicción de Villanueva de los Caballeros, que se halla a la derecha a bastante distancia y marcha en dirección a Villalpando …/… Hay además otros caminos provinciales transitables para carruajes: el que desde la cabeza de partido marcha a Zamora por Villabrágima, Villagarcía y Villanueva de los Caballeros; el que conduce a Toro y deja el territorio en el término de Villagarcía; el que va a Palencia y el que dirige a Galicia pasando por los términos de Palazuelo de Becilla, Villaesper, Villafrechos hasta Villalpando. Para el paso de ganados merinos trashumantes cruza una cañada que, penetrando por los Montes Torozos va a Medina de Rioseco hasta salir del territorio por la jurisdicción de Berrueces. Según mi criterio, la primera señalada coincidiría con el periplo de la actual nacional N-601 que entra en Medina por el sur -cruzando probablemente nuestro puente si estaba en uso- para atravesar la población y dirigirse hacia Berrueces y León. El resto de las citas de Madoz se corresponderían con variantes y nuevas vías de carreteras comarcales y locales, incluyendo la que nombra como de Madrid-Galicia, algo lejos, ya que sería la vieja nacional N-VI que, efectivamente, se alcanzaría en Villalpando.  Por su parte, el IDM (Itinerario Descriptivo Militar) editado en 1866, ruta 1108, Sahagún-Medina por Villalón, nos cuenta lo siguiente: De Villalón a Medina la carretera está concluida y sigue por Tierra de Campos por terreno ligeramente ondulado …/… Medina tiene estación telegráfica con servicio permanente y el río Sequillo baña la ciudad y para su paso hay cuatro puentes. Por su parte, Emilio Valverde Álvarez en su compendio titulado “Guía para el viajero por el Antiguo Reino de León” editado en 1886 poco nos dice de puentes salvo lo siguiente, aludiendo a la nueva línea ferroviaria económica de Valladolid-Medina de Rioseco donde reseña la creación de un puente sobre el río Sequillo para acceder a la estación ferroviaria. En la ruta carreteril 121 de Villalpando a Villamartín por Medina de Rioseco nos cuenta que desde Medina sigue esta carretera en construcción, cruza los dos cauces del río Sequillo y entra en los llanos de Tierra de Campos. Esta alusión a los dos cauces nos obliga a conjeturar que el trayecto era por lo que ahora llamamos carretera autonómica CL-612 derivando hacia la local VA-713 y cruzar los dos puentes, uno sobre el Sequillo y el de los desagües del Canal de Castilla, lo que nos hace pensar que nuestro puente, por aquellas fechas, estaba destruido o impracticable. Por último, en los mapas del IGN (Instituto Geográfico Nacional) se fija como paso sobre el río la actual nacional N-601 por este puente. Es bastante indicativo que en el levantado en el año 1932 haya hasta coincidencia en el PK 231 para esta calzada, denominada entonces de Adanero-Gijón, algo parecido al tramo de la N-VII que nunca se llevó a efecto.

Otra cuestión a comentar y que no debe pasar desapercibida es el hecho de que, por nuestro puente, pasaba una de las más importantes cañadas del Real Concejo de la Mesta, concretamente una galiana o  cordel perteneciente a los movimientos trashumantes de la Cañada Real Leonesa Occidental. Ello implicaba que, además de los mantenimientos del puente y reconstrucciones por parte de la Municipalidad, el propio Concejo de la Mesta, con gran influencia en la Corona, solía aportar fondos para reparos de puentes y cañadas por donde se movían sus ganados y ello implica que las estructuras pontoneras dañadas, se solían reparar más o menos pronto. Bien es cierto que, tras la Guerra de Independencia, este Consejo -al igual que otros como el de la carretería- estaban ya en declive y por lo tanto, carecían de la influencia necesaria como para abreviar los trámites de reparación de la obra pública ante la Corona o el Consejo Real.

El rastro sobre este puente que aporta la información impagable del digital ‘La Voz de Rioseco’ da un gran salto hasta el siglo XX, momento en el que se debió de efectuar la irracional rehabilitación -en mi opinión- de esta digna estructura pontonera. El proyecto de obra nueva para el puente parece que se detalla en la O.M. de fecha 15-07-1959 aunque tardó varios años en realizarse debido en parte a los nuevos daños causados en la zona tras la violenta crecida que sufrió el río Sequillo en el año 1962 y que nos fue documentada en uno de los NODO de aquel año. Según este diario, el proyecto se dotó con 34,5 millones de pesetas y llevaba aparejado el encauzamiento del río a lo largo de 47 kilómetros de su cauce, profundizando en los taludes u orillas hasta casi dos metros. También se actuaba sobre el malecón izquierdo (?) ensanchándolo para el mejor paso de vehículos. La obra fue dirigida por el ingeniero Juan B. Valera y se informa de que el mismo pretendía recalzar el conocido Puente Mayor al tiempo que ensanchaba su tablero. También se evaluaron los daños periódicos que producían estas crecidas y se estimaron en aproximadamente un millón de pesetas para cada ejercicio anual.

Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud aproximada de 84 metros incluyendo estribos que se empotran en los taludes de ambas orillas del río. El ancho regular del tablero es de 10 metros. Dispone de 8 vanos adintelados con luces semejantes de aproximadamente 5/6 metros. Los apoyos en vuelo se hacen con 7 pilas irregulares, muchas de ellas con un grosor de 2 metros que en la base alcanza los 5,30 metros. Son pilas del tipo tabique, redondeadas en cantos exteriores a modo de tajamares/espolones. Lo que queda de una posible estructura antigua son 3/4 tajamares (en aguas arriba) de sección en cuña, profundos, que se adosan a sus correspondientes pilas.

Gran parte de la estructura de apoyo se encuentra subsumida en tongadas de hormigón, especialmente los citados tajamares y las primeras hiladas de algunas pilas. Lo más parecido a la sillería que pudo tener en origen este puente se puede vislumbrar en los lienzos que subsisten en la manguardia derecha, bajo el pequeño edificio de ladrillo que ahora es un centro del ‘Camino de Santiago’.

Entre mis conjeturas, se encuentra la de la reconstrucción contemporánea del puente en hormigón armado. Diría que la obra de reparación del puente dañado se inicia en los años 30 del siglo XX cuando se construyen estas pilas, se reparan los estribos también con hormigón en masa y armado y se tira un tablero nuevo a base de vigas, construidas in situ por lo visible actual de sus encofrados. Sobre estas vigas de sección cuadrangular con bisel inferior se dispone un nuevo tablero a base de losas de hormigón armado y una cubierta de firme con áridos y alquitranes en caliente. Siguiendo mi teoría en condicional, es en los años 60 del siglo XX cuando se acomete el proyecto del ingeniero Valera que recalza todas las pilas para darle el grosor que actualmente mantienen, consolida los paños de sillería antigua con nuevos revoques de cemento hidráulico y puede que ensanche el tablero a base de los garbosos mensulones que hinca en los cantos del tablero con lo que se logra en cubierta crear aceras y calzada de doble sentido, además de la incorporación de nuevas barandillas sencillas de acero y la perforación de varios imbornales para los desagües. Esta cubierta consta, como digo, de un firme de aglomerado asfáltico, bordillos de piedra caliza de buena talla probablemente recuperados del anterior puente, aceras a base de lechadas de cemento con incisiones a modo de losas y las barandillas que se fijan a las impostas del tablero y a unos témpanos extremos de ladrillo enfoscado con yesos; en uno de ellos figura la fecha 01-02-1975 y las iniciales F. S.A. que se corresponderá con la fecha de terminación de los trabajos  de reparación del puente y la empresa constructora. El tablero dispone de iluminación a base de varias farolas de largos fustes modernistas.

El estado de la obra civil y su entorno deja mucho que desear. La estructura propiamente, que debió de estar pintada de blanco, sufre desconchones por doquier, mugre, humedades y grietas. Por su intradós pasan innumerables canalizaciones, probablemente abandonadas pero que ahí siguen, cableado variado, pintadas o grafitis y desidia, mucha desidia por parte de los administradores. En cubierta, la obra parece más aparente. Los entornos, ya sea bajo puente o en las proximidades, constituyen un punto de depósito de basuras, sólidos y desescombros, impropios de un lugar como éste. Como última recomendación, diría que se debería de destinar una partida presupuestaria para rehabilitar en lo posible los restos de fábrica de la obra original, especialmente los tajamares, arranques de las pilas y otros detalles. Dado que es una obra civil singular, se debería instalar un panel informativo a pie de obra, informándonos del devenir histórico del puente, sus vicisitudes y reformas recientes.

Para saber más. Sin duda alguna, la web local del periódico digital ‘La Voz de Medina’ donde existen muchas entradas relacionadas con este puente así como con los otros puentes históricos de la ciudad. Es admirable la capacidad de recopilación de información de este digital en asuntos relacionados con la monumentalidad de Medina de Rioseco -especialmente con los puentes- y podría asegurar que es una rareza comparado con otras muchas ciudades y pueblos de este país cuyas webs o blogs apenas tratan o dan a conocer su patrimonio pontonero. Siguiendo esta numeración se puede tener acceso a la variada información sobre puentes que ofrece La Voz de Medina: 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10. Son también de gran interés las investigaciones al respecto de la historiadora del arte Teresa Casquete Rodríguez, algunos de cuyos artículos se pueden leer en los enlaces de La Voz de Medina. Entre los historiadores de la obra pública y citados en este artículo, destaca Inocencio Cadiñanos Bardeci en su trabajo titulado “Los puentes de la provincia de Valladolid durante la Edad Moderna”, revista ‘Investigaciones Históricas’, número 27, año 2007, páginas 107/109. Para los artistas canteros se ha consultado el vademécum titulado “Artistas Cántabros de la Edad Moderna”, magna obra de María del Carmen González-Echegaray et al. editada en el año 1991 por la Institución Mazarrasa y la Universidad de Cantabria. El “Repertorio de Caminos” de Alonso de Meneses, editado en 1575. El “Itinerario de las Carreras de Posta dentro y fuera del Reyno”, obra elaborada por el funcionario Pedro Rodríguez de Campomanes en 1761 para la Corona y donde se observa que no había itinerarios de posta que pasaran por Medina de Rioseco por aquellas fechas. Entre las guías de viajes y diccionarios destaca el de Sebastián de Miñano Bedoya titulado “Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal”, editado en Madrid, entre los años 1826/1829, tomo VII, página 328, voz ‘Medina de Rioseco’. El Diccionario Geográfico-Estadístico de España y sus posesiones de Ultramar”, obra de Pascual Madoz Ibáñez editado en Madrid en 1846, tomo XI, página 334, voz ‘Medina de Rioseco’. La conocida “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, obra de Emilio Valverde Álvarez editada en 1886, páginas 544 y 608. El “Itinerario Descriptivo Militar”, obra editada en 1866, ruta 1108, páginas 175/176. El ingeniero Agustín Sánchez Rey divulgó un artículo en la ROP (Revista de Obras Públicas), número 3507 de febrero de 2010 titulado “Los puentes de la Guerra de Independencia entre 1808 y 1814”, donde exhibe el grabado o dibujo anónimo del que nos habla Teresa Casquete con el mismo pie de foto, aludiendo a que es un puente de Medina de Rioseco. Con respecto a la histórica carretera nacional N-601 y su patrimonio lineal, escribí un par de artículos para la revista Solo Camión, números 276 y 277 de febrero y marzo de 2013. También en internet se pueden consultar diferentes noticias en relación a la pontonería local, especialmente las nuevas pasarelas y así, podemos destacar la de El Norte de Castilla en fecha 15-03-2019, 04-02-2022 y 30-08-2022. El Español en su edición de fecha 30-08-2022 y 28-07-2023, El Dia de Valladolid en fecha 30-08-2022 o La Razón en fecha 28-07-2023. El blog titulado "Valladolidenbici" aporta fotos de uno de los puentes históricos de Medina de Rioseco e interesantes rutas de aquel tren de vía estrecha conocido como 'Tren Burra'. 

Se sigue cierto orden cronológico en la exposición gráfica.

Controvertida imagen del puente en un grabado o dibujo anónimo realizado hacia la mitad del siglo XIX. Lámina que lleva como pie de foto "Puente de Medina de Rioseco" sin más datos. Así lo recoge un artículo de Teresa Casquete Rodríguez y otro de Agustín Sánchez Rey. 


Tomas de la importante crecida del río Sequillo en los años 20 del siglo XX con nuestro puente rebasado por el amplio cauce. Se exhiben en la web de La Voz de Medina. 


Toma del puente en fecha 02-12-2010 desde aguas arriba con un caudal importante que se exhibe en la web de La Voz de Medina.

Edificio que pudo ser para el control del pontazgo del puente hasta que desapareció este tributo en tiempos de Isabel II a mediados del siglo XIX. En la parte que da al río se puede observar una manguardia de sillería como muro de protección ante las crecidas de este río que podría datarse hacia el siglo XVII. En la actualidad es el punto de reunión de la asociación de la Ruta Jacobea. Fotografía de fecha 25-07-2013 que se difunde en la web de La Voz de Medina.





Cuatro fotografías de fecha 11-03-2014 destacando la limpieza y entresaca que se estaba haciendo en el cauce y aledaños del río Sequillo junto a nuestro puente. Se difundieron en la web de La Voz de Medina. 































































Tanda de fotos de fecha 08.11.2021 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, intradós, tablero, cauce y entorno.



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