RODIEZMO DE LA TERCIA. León
N-630 PK 99,200 + LE-3503 PK 2,100
Existe un dilema sobre la autoría y época en la
construcción del curioso puente de Rodiezmo de la Tercia. En cierto modo,
también nos interrogamos sobre la carretera a la que pudo dar servicio desde su
origen. No hay citas de él en los catálogos históricos pontoneros como pueden
ser los de Cadiñanos Bardeci, Aramburu-Zabala o más recientemente, el conocido
“Catálogo de puentes de León anteriores a 1936”, obra amplísima de las
estructuras pontoneras de esta provincia pero en la que no se hace referencia a
esta estructura, ni siquiera brevemente.
Respecto a la posible vía a la que pertenecía cabe
la posibilidad de que estuviera relacionada con uno de los antiguos accesos a
Las Asturias y Cantabria desde la Meseta castellana pero había -según algunos
autores- hasta veintisiete rutas o periplos, todas ellas malísimas como ya lo describía
el cartógrafo Tomás López o el funcionario Jovellanos a finales del siglo
XVIII. Las rutas hacia el N provenientes de León podrían coincidir hasta el
entorno de La Pola de Gordón donde en sus inmediaciones era común encontrarse
con ganados que hacían la trashumancia -Jovellanos o Townsend- y solían pastar
en los agostaderos de la zona. Desde antiguo se cree que por estos lares pasaba
una de las calzadas romanas así como un vía pecuaria de las cañadas reales que
en vez de seguir la ruta del río Bernesga se encaminaban hacia el N por
Beberino y Buiza, al menos hasta Villasimpliz, donde cogían de nuevo la vía
fluvial del Bernesga hacia Pajares. Se dice en el “Catálogo de Puentes” que
Buiza era un lugar tradicional para hacer noche hasta casi mediados del siglo
XIX y a media legua de Villasimpliz en un camino de via silice o lapide
stratae, esto es, de canto rodado en grandes piezas, que pudo ser obra
romana y que se utilizó hasta que se reforma la calzada real en los años 20 del
siglo XIX -la actual N-630- y se olvida este problemático camino.
Como reliquias pontoneras de aquel itinerario por
Buiza queda el famoso Puente del Tornero
entre La Pola y Beberino para seguir por el camino bien documentado hacia
Villasimpliz hacia el NE o seguir uno en dirección netamente N hacia Rodiezmo
para lo que sería necesario llegar a esta población cruzando su río homónimo.
En mapas antiguos se marca una vía carretera más que de uña de caballo a la que
nombran como ‘Camino al Collado de San Antón’ y que proviniendo de Buiza se
llegaba hasta Rodiezmo. Ya en el siglo XX al construirse la carretera local
LE-3503 con salida a la nacional N-630 por Ventosilla carecía de importancia
esta otra ruta según mis propias conjeturas aunque también cabía la posibilidad
de que, desde Ventosilla, el camino real hacia Asturias siguiera por la margen
derecha del Bernesga hasta Villanueva de la Tercia para lo que sería preciso
cruzar este río por su vetusto puente, también de origen medieval, para
continuar hacia el N ya por la orilla contraria del Bernesga hasta Busdongo. En
la web municipal de Villamanín se comenta: […] En el casco urbano del pueblo
hubo un puente medieval, de tipo ´lomo de asno´, por el que pasaba la ruta
de Buiza a La Malena, Poladura, El Coito de Viadangos, Vegalamosa, Arbas y el
puerto de Pajares. Luego esta ruta se desviaría por Villanueva de la Tercia,
una vez construido su puente, para subir Bernesga arriba, o tomar el Puerto de
la Carisa […]. En resumen, este viejo camino carretero o de arrieros propició
que en Rodiezmo se tuviera que levantar un puente de piedra al que algunos
autores citan como ‘puente medieval’ pero como carecemos de testimonios
gráficos, especialmente fotografías de detalle, pues resulta complicado
adjudicarle una época determinada. Tampoco los viajeros o geógrafos
decimonónicos como Miñano, Valverde o Madoz lo citan en sus referencias a la
localidad de Rodiezmo (o Rodiezno) y eso que de este núcleo se escribe en
detalle pues por entonces era el que ejercía la municipalidad de la comarca de
La Tercia no como ahora que la tiene el pueblo de Villamanín. Incluso en el
nomenclátor “España, Provincias e Intendencias” editado en 1787 se detallan los
lugares que componen el llamado “Concejo de la Tercia del Camino” entre los que
se encuentran Rodiérmo (Rodiezmo), además de Barrio, Camplóngo, Fortun,
Golpejar, Millaro, Poladura, San Martino, Velilla, Ventosilla, Villamanín y
Villanueva.
Al carecer de información más contrastada o
fidedigna y en hipótesis podríamos decir que pudiera ser una estructura
pontonera antigua, probablemente con tablero de maderamen durante siglos y que
se construye en fábrica de piedra hacia el siglo XVII/XVIII en estilo rural,
con plataforma estrecha y suavemente a dos aguas (en lomo de asno), con cierto
abocinamiento en cabeceras para el buen tránsito de los ganados que lo
cruzaban, altos pretiles de mampostería, largos muros de acompañamiento para
salvar la vaguada que allí forma este cauce y un simple vano de no más de 6
metros de luz, probablemente en geometría de medio punto o bóveda de cañón. Lo
que ocurre es que este digno puente debió de deteriorarse mucho y sufrió
colapso en su bóveda (o voladura durante la Guerra Civil) por lo que se
recompuso quizás con tableros de madera hasta que en el año 1957 se decide
levantar una nueva bóveda de hormigón armado y apañar algunos restos de fábrica
de la vieja obra. A principios del siglo XXI y de acuerdo con algún plan
provincial de carreteras, se mejora el tránsito por este puente, ensanchándolo
por su cara aguas arriba por medio de un vuelo a base de chapa de acero
corrugado y ménsulas empotradas a la imposta de hormigón del tablero lo que
permite que en ese lado se pueda diseñar en superficie una acera para el paso
de peatones, recolocando en lo posible las viejas barandillas de normativa
ministerial que ya tenía el tablero.
Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud total de 37
metros incluyendo sus largos muros de acompañamiento. La anchura aproximada es
de 6 metros aunque originariamente su tablero debió de ser de poco más de 4,50
metros, semejante a la profundidad de la actual bóveda. Era singular su
perfecto vano en geometría de medio punto, quizás con luz aproximada de 5/6
metros en cuyo interior se conservaban los mechinales donde se empotraba la
cimbra de madera y su flecha hasta lámina de aguas también debía de ser de unos
6 metros lo que forzaba que el tablero se conformara a dos aguas. Por lo que se
aprecia en la fotografía antigua, el dovelaje de las roscas exteriores era de
gran calidad aunque el resto de paños se completaran con mampostería ordinaria
aunque bien aglutina con los morteros de época. No aparece línea de impostas de
buena piedra por lo que los pretiles, también de mampostería rústica eran un
añadido de los propios placajes de tímpanos y muros de acompañamiento. Su
plataforma original sería a base de rellenos de arenas y cascajo bien prensados
que actuaban como firme sin otra concesión, tal vez algún guardarruedas para
evitar los impactos en pretiles. Todavía queda uno junto a una de su cabeceras.
Salvar el amplio talud que iba formando el cauce a
lo largo de milenios suponía que nuestro puente tuviera que alargarse con muros
de acompañamiento hasta su empotre en las paredes naturales del talud como
estribos perdidos al tiempo que se conseguía un tablero e impronta de
estructura suavizada, evitando en parte las rampas de acceso por cabeceras de
cierta inclinación. Estos lienzos de chapados son también a base de mampostería
ordinaria. Sin embargo, posiblemente la fábrica que afectaba a los tímpanos pudiera
ser de sillería proveniente de roca caliza de tonos rosas como aún se puede
comprobar en algunos paños.
Lo cierto es que al incorporar el nuevo arco de
hormigón y posible ensanchamiento por el lado aguas abajo, se placa el exterior
con los restos del aparejo antiguo, esto es, parte de sillería, más o menos
escuadrada, sillarejo y mampuestos varios, todo ello muy aglutinado con
morteros de cemento y siguiendo la solución adoptada en el año 1957, como
decíamos, para reconstruir la obra civil. Así debió de permanecer la estructura
hasta que se decide, de nuevo, un ensanche por el lado de aguas arriba que
distorsiona completamente el puente antiguo. Los muros de acompañamiento se
embeben en lechadas de hormigón por ese lado y se dispone un vuelo a base de
chapas de acero corrugado que servirán para el andén en plataforma. Sin
embargo, si observamos lo que queda en ese lado de fábrica más o menos original
es la serie de hiladas que componen los tímpanos, de buena factura canteríl
aunque con las dudas oportunas sobre su época. El sistema de petos, de
normativa carreteril ministerial de los años 80 del siglo XX son los que
subsisten en el tablero. También los bloques o témpanos de hormigón -o piedra-
donde se empotran estas barandillas en su cabecera izquierda. Respecto a la
bóveda de hormigón armado, señalar que, al igual que se hacía en aquellos años
en otros puentes, se opta por el típico arco de sección variable, más ancho
hacia los arranques; por cierto, que en parte, la bóveda reposa en piezas de
sillería -quizás originales- que constituirían los salmeres del arco anterior
aunque son demasiado visibles las tongadas de hormigón en el lecho del río ,
los muros-pantalla de hormigón armado junto a estribos y la enorme boca de un
caño de aguas pluviales allí mismo, que acentúan la fealdad de esta reforma del
puente. Una pena.
En cubierta existe un ancho de calzada suficiente
para el tránsito cruzado de vehículos sin señales de tráfico con limitaciones y
una acera de hormigón en cabeceras y de chapa de acero cincado en la zona de
vuelo que aproximadamente se corresponde con la longitud del vano moderno de
hormigón armado.
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