VILLAMANIN. León
N-630 PK 99,850
Aunque arrinconado, modificado discretamente con
un ensanche de tablero, sometido a la presión del hormigón con los andenes
laterales junto al lecho del arroyo y otros artilugios así como soportando vergonzosamente canalizaciones
modernas, matas o hierbajos de todo signo que medran en sus muros y un olvido
pleno por parte de las administraciones públicas, nuestro viejo puente de
Villamanin aún presenta un aspecto que le honra y exhibe su bella geometría
para admiración de gente rara como el que esto escribe y poco más.
Debió de prestar servicio al camino real durante
siglos y ahora tras construir el nuevo sector de la nacional N-630 con su
correspondiente pontón sobre este arroyo ha quedado como puente urbano ubicado
en la Avenida del Reino de León, al sur del casco poblacional de Villamanin. No
obstante, si decidimos circular por un viejo sector de esta calzada que arranca
cerca del túnel de Tueiro por la derecha (sentido norte) pues entraremos en
Villamanin cruzando precisamente este puente que era el original de este viejo
trazado probablemente hasta los años 70/80 del siglo XX en que se levanta la
variante de la N-630.
Que perteneciera al viejo camino real no nos dice
mucho ya que esta vía desde León a Asturias tuvo variantes, ramales y varias
modificaciones desde época medieval. Lo que entendemos por “Camino Real” ya
figuraba en tratados y mapas de tiempos renacentistas y barrocos aunque cobra
importancia en tiempos de Carlos III y Carlos IV con los nuevos proyectos
carreteriles que proponen los políticos ilustrados de la época a semejanza de
los que se construían en Francia y que para este caso, se inician entre los
años 1721 y 1759 y finalizan hacia el año 1830, momento en el que se puede
decir que nuestra calzada sigue un trayecto definido hasta que modernamente se
diseñan muchas variantes que evitan el paso por pueblos y se horadan muchos
túneles para hacer el camino más fácil evitando curvas pronunciadas y
revueltas.
No he encontrado fuentes o documentos históricos que
traten este puente. Curiosamente lo omite el famoso tratado “Puentes de León
anteriores a 1936” y en el “Itinerario Descriptivo Militar” del año 1866
tampoco se explicita esta obra pese a ser paso obligado estratégico ya que daba
servicio a esta calzada, entonces denominada de primer orden. Tampoco Pascual
Madoz lo cita en su “Enciclopedia Geográfico-Estadística” de 1846 donde en la
voz “Villamanin”, página 178 del tomo XVI, se limita a decirnos sobre este
tema que la localidad se encuentra en terreno áspero y montuoso sobre el camino
de León a Oviedo. Presta más atención al conocido Puente Tueiro y así nos
relata: […] En este camino hay una elevadísima cuesta a cuya falda se entra
por una estrecha garganta abierta en peña viva que forma el célebre paso de
Puente-Tuero donde sorprenden por su altura y su forma las dos enormes peñas de
cuarzo. Camino que nunca pasará sin recelo la gente medrosa e inexperta pues la
altísima cumbre que se ve de una parte y el profundo despeñadero hasta el río
Bernesga que va por la otra, llena de horror y espanto a las personas poco
acostumbradas a verse en tales sitios […].
Lo cierto es que, entre los puentes y pontones
clasicistas, levantados entre el siglo XVIII y las primeras décadas del siglo
XIX, y que pertenecen a esta significativa carretera hacia Las Asturias,
deberemos de contemplar esta obra que por cierto y pese a sus posibles
rehabilitaciones, puede que sea la estructura más completa y fiel a su estilo
en todo el itinerario del viejo camino real. Quizás, semejante en cuanto a forma
o impronta aunque con diferente fábrica podríamos incluir el también olvidado
Puente sobre el río Bernesga en el término de Villasimpliz. Otros puentes del
sector que pudieran ser contemporáneos como el de Vega de Gordón o el de La Vid de Gordón se encuentran en ruina. Sin embargo, existen estructuras de este
camino hacia Asturias de épocas anteriores, incluso con origen medieval, como
son en principio el Puente del Tornero en el viejo ramal por Beberino y Buiza, el
Puente Viejo de La Vid, el de Puente de Alba o el de Villanueva de la Tercia,
por citar los más significativos de este itinerario. Entre las obras menores
pero viejunas que pudieran tipificarse como clasicistas o decimonónicas cabe
situar el que cita Madoz como Puente Tuero del que ya hizo algunas referencias
Jovellanos en sus diarios a finales del siglo XVIII y otros muchos que cita el
“Itinerario Militar” aunque sin poner nombres o ubicación precisa y que engloba
entre las poblaciones de Villasimpliz y Busdongo donde se dice: “se cruza el
Bernesga por variados puentecillos de piedra”. También en este sentido se
refiere la “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, obra de Emilio
Valverde Álvarez editada en Madrid en 1886 que alude en su página 574 a
Villamanin como un punto más sin otro detalle dentro de la que denomina ruta 88
que es básicamente la carretera regional de Segovia a Gijón por León y
refiriéndose a los variados puentes y puentecillos sobre el río Bernesga de un
modo indefinido.
Características actuales de la obra. Se trata de un puente con una longitud aproximada
a los 16 metros cuyos estribos se empotran probablemente en roca madre aunque
ahora se difuminan con los tabiques de viviendas anejas. La anchura original
sería de 6 metros, habitual en los diseños carreteriles de época aunque tras el
ensanche moderno llega a los 8 metros. Dispone de 3 bellos vanos en forma de
arcos de medio punto con luces de 2,50+7+2,50 metros muy equilibrados y que
otorgan armonía a la obra civil. Los apoyos intermedios se formulan con dos
pilas semejantes de 1,5 metros de ancho con tajamares y espolones de sección
ahusada protegidos con sombreretes a base de diferentes lajas escalonadas de
muy buena labra. La altura de estos llega hasta los arranques de bóvedas.
La fábrica no es plenamente regular y quizás
obedece a diferentes intervenciones, bien por desprendimiento de tímpanos o por
los daños que pudiera haber soportado en la Guerra Civil. Se observa cierto
descuido en el nuevo placaje de la sillería afectada. No obstante, predomina un
aparejo bastante uniforme a base de piedra en la que predominan las areniscas y
margas ferruginosas con tonos rosáceos o rojizos impropios de la cantería de la
zona donde es mucho más habitual la presencia de calizas y esquistos. El
aparejo es a base de sillería y sillarejo en piezas de variado cubicaje que
impide que las hiladas queden horizontales. Suelen tener larga soga y para
acoplarlas se han incorporado piezas estrechas y mucho ripio. La unión de
hiladas con las roscas exteriores de la bóveda también presentan
irregularidades o falta de concordancia con respecto a la sillería original.
Sin embargo, las bóvedas son espléndidas conformadas con gran esmero a base de
dovelas estrechas pero con largo tizón que se imbrican bien con los morteros de
fijación. En los arquillos se aprecia mayor degradación por humedades y
eflorescencias que van dañando este dovelaje. También presentan buena cantería
los tajamares y espolones con grandes piezas curvadas bien dispuestas así como
sus tejadillos. En general la cara vista de este aparejo está bien trabajada
con piezas lisas. Los zócalos o arranques de la estructura disponen de grande
sillares de buena escuadría y colocación. Se ha incorporado en el cauce una
solera de hormigón hidráulico que protege la estructura de posibles
descalzamientos. La línea de impostas ha
desaparecido así como los posibles pretiles de piedra originales y como decía,
en estribos se han pegado muros y hormigón que impiden ver la longitud de
estos. El arquillo derecho ha quedado disminuido o incluso inservible para
desalojo de caudales al construir una especia de andén o muro de encauzamiento
en esa orilla del arroyo.
En cubierta y tras la reforma por ensanchamiento
cabe suponer que se ha incorporado una losa de hormigón armado con vuelo en
ambos lados. Dispone de una calzada de doble sentido y aceras que se protegen
con barandillas de acero de las normalizadas en los años 60/70 del siglo XX que
se empotran en varios témpanos de hormigón.
Aunque es obra reformada e incluso rehabilitada
cabe pensar que todavía exhibe una impronta clasicista e histórica que se
debería de clasificar como monumento de obra civil y requiere una serie de
cuidados: la eliminación de vegetación que medra entre las rendijas de la
sillería, estribos y pilas. La limpieza de muchos paños de la obra degradados.
La reposición de piezas, especialmente en tajamares y dada su monumentalidad
sería de desear que se eliminaran todo tipo de cañerías y hormigones de muros
anejos consiguiendo que quede una obra exenta de apaños y chapuzas, digna de
exhibir por este pueblo como monumento, probablemente el más antiguo que posee
aunque sus administradores locales o provinciales no adviertan sus cualidades.
La obra civil salva un arroyo que por aquí llaman
“reguero” como sinónimo de canal pero que en la mayoría de su trayectoria es el
arroyo natural de Barrio. Desemboca a unos cien metros en el río Bernesga.
Aguas abajo de este puente se levantó un pontón ferroviario de la línea
León-Gijón también histórico aunque prácticamente deformado e irrecuperable
tras su ensanche. Sólo quedan visibles de la obra original las aletas en lado
aguas arriba de espléndida sillería canteríl ferroviaria. Lo expondré junto al
siguiente pontón de la línea que se encuentra en el desvío hacia Golpejar de la
Tercia.
Respecto al pontón de la nacional N-630 del que he
puesto alguna foto pues nada que comentar. Una obra nada significativa que
sirve a la nueva calzada y que se realizaría en hormigón armado y con aletas.
Esta canal que discurre desde el puente viejo hasta casi la desembocadura de
este arroyo en el Bernesga dispone bajo bóvedas de un pasillo de hormigón para
peatones que evitarían los peligros del cruce de la carretera o las vías del
ferrocarril aunque ahora parece abandonado al carecer de salida hacia el
pueblo, producto como decía de los muros de hormigón anejos al puente viejo y
que el ayuntamiento parece que ha intentado disuadir a la población sobre su
utilización. Es hasta probable que existiera en alguna de las cabeceras del
puente alguna escalerilla para bajar al cauce pero se clausuró hace tiempo con
lo que resulta difícil o complicado intentar acceder a los bajos y bóvedas de
la obra salvo que transitemos por la entrada del camino de tierra anejo a la
actual carretera nacional. Toda una genialidad de la administración competente,
quizás el propio ayuntamiento que en vez de mostrar con orgullo un monumento
civil prácticamente oculto a la vista del visitante, curioso o estudioso del
tema. En estos casos, siempre pienso lo mismo: Cualquier ciudad o población
europea culta y respetuosa con su patrimonio que tuviera la posibilidad de
poseer un puente de estas características hace mucho tiempo que lo habría
rehabilitado, habría derribado los edificios anejos que han usurpado las lindes
del arroyo que son públicos, eliminaría las huellas modernas y cutres de
cañerías o colectores, haría desaparecer los hormigones anejos y hasta
desmontaría el tablero nuevo reconstruyendo el extradós de modo parecido a como
debió de ser su original con su calzada y pretiles de época. Es más que
probable que clavara señales de tráfico en la carretera nacional y en las inmediaciones
-las que aquí tienen fondo rosa y anunciar monumentos- para que el viajero
quede advertido de un bien de interés cultural que puede visitar y a pie de
obra pondrían un panel informativo que nos ilustre de su historia y
vicisitudes. Por este puente viejuno llegó a este pueblo la prosperidad, el
comercio, la cultura, la información y otras gentes del valle y pueblos
aledaños por lo que, como en otros casos, resultó vital en el devenir de su
sociedad y no debe olvidarse o arrinconarse.
Tanda de fotos de fecha 04.08.2021 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, tablero, estructuras anejas a la obra, cauce y desembocadura en el río Bernesga.
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