LA POLA DE GORDÓN. León
LE-473 PK 0,300 y N-630 PK 110,700
Dentro de las comunicaciones de la Montaña Oriental Leonesa
para salvar la cordillera cantábrica, variadísimas según contaba el cartógrafo
Tomás López en el último tercio del siglo XVIII, destaca por su antigüedad el
itinerario que desde La Pola de Gordón se dirigía por Beberino y Buiza hacia
Las Asturias por una especie de calzada, quizás de origen romano, que salía a
Villasimpliz para continuar, una vez salvados los primeros cañones del río
Bernesga, a lo que más tarde se llamó Camino Real. Este sector carreteril está
bien documentado y estudiado por diferentes historiadores que coinciden en que
su traza original era romana.
En la actualidad, esta ruta se asocia a la carretera
provincial LE-473 y su prolongación hacia el N por la vecinal CV-1031 (Buiza-Folledo) y un camino carretero
que aboca a Villasimpliz y la nacional N-630. Obviamente, este periplo
necesitaba de un paso firme sobre el río Bernesga que se asocia a este puente
cuyo origen podría ser tardorromano o altomedieval. La vieja calzada romana o
el camino hacia Buiza quedó obsoleto al proyectarse el nuevo sector del camino
real, probablemente hacia el año 1843, con el paso por Pajares. También es
ancestral la utilización de estas rutas así como el propio puente en los
desplazamiento de ganados hacia los agostaderos de la montaña y muy
probablemente, tanto cañada como puente sería de incumbencia y mantenimiento
del Honrado Concejo de la Mesta durante varios siglos y desde el siglo XIII,
bajo los dominios de la casa del conde de Luna, existía un pontazgo que se
extendió hasta principios del siglo XIX pero que no afectaba al paso de estos
ganados en trashumancia, según cuenta Pascual Madoz. Este sector
caminero-ganadero forma parte de lo que fue la Cañada Real Leonesa Occidental y
más exactamente, la Vereda de Buiza que citan algunos historiadores aunque por
su anchura yo más bien diría que se trataba de un cordel o colada. Otras referencias
a este viejo camino se hacen en los diarios de Jovellanos, entre los años 1790
y 1797 así como en el Itinerario Descriptivo Militar del año 1866.
No obstante, seguía -y sigue- sirviendo para las
comunicaciones de La Pola con otros pueblucos del entorno como son, además de
Beberino, Cabornera, Geras y Aralla de Luna, donde se pierde la ruta bajo las
aguas del actual embalse de Barrios de Luna pero que permitía la conexión con otro
camino real importante, ahora Eje Subcantábrico, con matrícula CL-626.
Esta necesidad de servicio del puente hasta la actualidad,
independientemente de su vieja utilidad para la posible calzada romana, ha
originado que en los últimos tiempos haya sufrido drásticas modificaciones y es
una pena ya que pese a ser esta provincia tierra de genuino asentamiento
romano, lo cierto es que no tiene vestigios pontoneros que pudieran datarse en
aquella época y lo poco que pudiera subsistir de su fábrica está demasiado
modificado por intervenciones posteriores como sería el caso del Puente del
Paso Honroso. A tenor de lo que indica la comunicación que nos hace de esta
obra el prestigioso “Catálogo de puentes de León anteriores a 1936” apuntando
un posible origen romano en el sector del puente de la margen izquierda del
Bernesga así como a la propia opinión del inspector que lo visitó hacia el año
1986 diciendo que se trataba de una bella obra civil que debería de ponerse en
valor, deberemos de razonar con cierta perplejidad que hasta ahora, no se hayan
hecho catas arqueológicas en las zonas ocultas por los aluviones de arenas y
lodos que puede que oculten una quinta bóveda, en este caso, la primera de la
cabecera izquierda (vista desde aguas arriba), así como que no se rescate la
sección del puente, otras dos bóvedas, ahora insertas en una finca particular en
lo que debería ser terreno de dominio público y que ahora, resulta difícil o
complicado de visitar por parte de estudiosos, técnicos de la obra pública
histórica, simples turistas o amantes de la pontonería.
Parece ser que nuestro río, en algún momento de su devenir y
propiciado por alguna gran avenida, se salió de madre, quedando estos posibles
tres vanos, fuera de su cauce regular pero dentro del perímetro o finca de un
viejo molino que aún mantiene un pequeño cuérnago por donde pasan las aguas del
río, robadas o derivadas a unos 190 metros aguas arriba por medio de un azud
que probablemente y como suele ser habitual, es la causa principal de los
desbordamientos y salidas de cauce ordinarios en la mayoría de los ríos como muestras
diferentes estudios de hidrometría al respecto. Nuestro río se desplazó por su
margen derecho aproximadamente unos 30 metros, destrozando el viejo camino
hacia Beberino por lo que -al parecer- se decidió alargar nuestro puente con
dos nuevos vanos ya de traza clasicista aunque quizás, recomponiendo las
bóvedas existentes de una obra anterior pues la fábrica que lo componen tampoco
es plenamente del siglo XVIII sino más bien, utilizando restos de sillería que
pudieran ser de época anterior, quizás renacentista o barroca. En esta
hipótesis cabe pensar que de ser obra nueva clasicista, se hubieran evitado los
refuerzos en pilas con tajamares de sección en cuña y espolones cuadrangulares,
más propios de tiempos anteriores. También llama la atención que -pese a la
diferencia de época- la restauración de los arcos de la derecha así como las
pilas, sigan teniendo la impronta que parece que tuvo el otro sector de la
izquierda (siempre en visión de aguas arriba), independientemente de la
variedad del aparejo y su disposición, especialmente en bóvedas, sensiblemente
más vetusto en el sector que ahora se encuentra bajo dominio particular.
Desde el punto de vista de la caminería y aportando más datos
históricos de estos caminos se pueden consultar los textos de las entradas en
el blog para el puente de Vega de Gordón y Puente de Alba.
Características actuales de la obra. Nuestro puente puede
tener una discutible medición en cuanto a su longitud. Sensu stricto, lo
que ahora se corresponde entre estribos con los añadidos de hormigón que
afectan a dos bóvedas, tendría una longitud de 27 metros. Si consideramos los
otros dos vanos dentro de la finca e incluso añadimos un posible quinto vano
ahora enterrado, su longitud total llegaría a los 90 metros. La anchura original,
semejante a la profundidad de bóvedas, llega a 3,90 metros y como los pretiles
antiguos tenían una anchura de 0,35 metros pues cabe considerar una calzada
libre de 3,20 metros, aproximadamente, ciertamente angosta para los tráficos
modernos.
Disponía según mi opinión de 5 vanos de los que podemos
aportar mediciones de 4 de ellos que en visión desde aguas arriba y margen
izquierdo sería la de las siguientes luces: 7+8+10,45+8,65 metros. Puede que el
posible quinto vano tuviera una luz menor. Todos ellos presentan una geometría
de arcos de medio punto bien ejecutados sin deformaciones hasta el presente.
Respecto al aparejo, en lo que podemos visualizar de la obra
del siglo XVIII, cabe mencionar cierta regularidad aunque diferenciando paños
donde predomina la sillería o el sillarejo. Son piezas de canto relativamente
estrecho pero bien imbricadas, a soga y tizón, de cara vista picada o punteada,
llagado ostensible cubierto de mortero de cal y otros áridos. La sillería se
dispone en hiladas bastante horizontales aunque hay puntos donde se descabala.
Quizás, la maestría de la obra destaca en las bóvedas, donde hay mayor
regularidad y curiosamente, se emplea sillería o dovelaje de piezas largas,
cercana al metro de soga pero isódomo, bien contrapeado para la mejor firmeza y
trabazón de las roscas. En las boquillas se aprecian piezas de diferente altura
que no casan bien con la unión de hiladas, incluso aportando pequeños
mampuestos y ripio para su consolidación lo que me obliga a pensar que, desde
luego, hubo reparaciones o rehabilitaciones en el conjunto de bóvedas y
tímpanos de este puente.
Respecto a los apoyos relativos a la parte del puente
visitable se puede adivinar un arranque del estribo derecho también de sillería
que sobresale con respecto a tímpanos y que es de piedra aparentemente caliza
aunque hay puntos donde por el color, parece que se utilizó arenisca. El
estribo contrario, también se ensancha con respecto a su bóveda y parece que
dispone de sillería de mejor labra y cubicaje. En este lado, al adosarse el
nuevo estribo de hormigón, impide ver la parte vieja, que como ya se ha dicho,
no era estribo sino una pila. El apoyo intermedio visible lo constituye una
pila con una anchura de 3,30 metros protegida en aguas arriba por un tajamar de
sección en cuña y en aguas abajo una pilastra o espolón de sección
cuadrangular. En ambos casos y para el resto de pilas, estos
tajamares-espolones llegan o llegaban hasta la rasante del tablero creando
descansaderos. Desde el cauce y situándonos en la orilla derecha del río,
todavía se observa la segunda pila y su tajamar, aparentemente de buena
fábrica. En general, la anchura de pilas oscila entre los 3/3,30 metros.
El tablero original tenía, como ya se ha indicado, 3,90
metros aunque disminuido por gruesos pretiles de piedra que apoyarían en una
imposta del mismo material, probablemente con cierto relieve ahora invisible
por el ensanchamiento del tablero. Parece ser que en los primeros años del
siglo XX, hacia la primera década, se procedió a un ligero ensanchamiento del
tablero por su cara de aguas abajo. Se eliminaron los pretiles de piedra y se
adosaron estrechas losas de hormigón que apoyaban (y aún apoyan) en tornapuntas
de acero. Parece que se dispusieron petos a base de barandillas metálicas
empotradas en diferentes témpanos de piedra blanca artísticamente tallados
hasta extremos. Creo recordar que todavía subsiste una pieza al entrar en esta
carretera en sentido creciente pegada al nuevo muro que levantó la propiedad
del molino. El inspector del citado “Catálogo” diferencia dos tipos de
barandillas en su visita probablemente realizada entre los años 1986-1987.
Esta intervención de ensanche, discutible como todas las que
afectan a un puente histórico, fue discreta pero, al parecer, las necesidades
de mayores tráficos en este calzada, obligaron a los políticos a tomar una
decisión drástica al respecto, sin importarles la consecuencias que podría
tener al afectar a una estructura pontonera que ya entonces, era un auténtico
monumento de obra civil. Se trataba de ensanchar el tablero hasta los 10 metros
para lo que era arriesgado ampliar el vuelo por lo que se decidió adosar un
puente nuevo a la centenaria obra. Si bien es cierto que desde aguas arriba la
visión de la obra permanece bien, si observamos el puente desde aguas abajo la
cosa cambia. Es un auténtico bodrio o chapuza poco a nada digna de cualquier
proyectista o ingeniero que se precie o tenga algo de ética o sensibilidad. El
asunto se agrava si además, consideramos que este ensanche afecta a la calzada
hasta su arranque por lo que también se han cegado por el lado izquierdo o de
aguas abajo el resto de los vanos, quizás los que son más antiguos. Se ha
perpetrado un auténtico delito contra nuestros bienes patrimoniales por parte
de algún responsable político pero, al parecer, no ha tenido consecuencias.
Intuyo que el nuevo puente se debió de levantar a principios de este siglo, momento
en el que creíamos que existía mayor sensibilidad hacia nuestro patrimonio,
especialmente el de obra pública, pero debo de estar equivocado.
Siguiendo con la obra, añadir que en cubierta no se aprecia
la unión de ambos puentes debido quizás a que se dispuso una losa de hormigón
armado que cubre todo el tablero además de pequeñas aceras y una discreta
barandilla de acero aunque muy oxidada. Dispone de un firme algo deteriorado de
aglomerado asfáltico.
En la calzada se anuncia el nombre del río pero no se
advierte al viajero o paseante de que se encuentra ante una estructura antigua
digna de ver o fotografiar. El acceso a los bajos es complicado. La estructura
antigua denota falta de mantenimiento, especialmente en las bóvedas, con exceso
de calcificaciones que van dañando la piedra. Existe demasiada vegetación que
impide ver la obra y también daña la estructura, especialmente el arbolado de
grandes raíces. El colmo de las rarezas que tienen que ver con este puente es
que, siendo obra pública, parte de la misma se encuentre encerrada en una
propiedad privada.
Para saber más. Lo trata con cierto detenimiento el conocido “Catálogo de
puentes de León anteriores a 1936”, páginas 294/297, obra auspiciada por José
Antonio Fernández Ordoñez a través de su cátedra de Estética de la Ingeniería
en la ETSICCP de la UPM donde coordinaron esta trabajo Tomás Abad Balboa y
Pilar Chías Navarro con la inestimable colaboración de un nutrido grupo de
estudiantes de la Escuela, destacando en los referente a las obras civiles de
León durante los años 1984 y 1988 Carmen Andrés, Rafael Castejón, Pablo Otaola,
Julio Suances, Consolación Pérez Alda y Ana San Salvador del Valle Zarrabeitia,
libro editado por el CICCP y CEDEX en 1988. En este trabajo se anotan
diferentes referencias a las fuentes de consulta. Tiene interés para conocer la
historia de la zona, donde incluso se habla del puente el trabajo de Pío
Cimadevilla Sánchez titulado “Gordón Inmemorial”, editado en la revista Tierras
de León y el Instituto Leonés de Cultura, tomo XLII, números 118/119 editado en
diciembre de 2004.
Cómo llegar. La vía rápida más cercana es la autovía A-66 por la que
podemos circular hasta el PK 113 a la altura de La Magdalena donde hacia el E
tomaremos la carretera autonómica CL-626 (Eje Subcantábrico) hasta La Robla
donde en dirección N seguiremos por la nacional N-630 hasta La Pola de Gordón y
tras cruzar el pueblo y llegar a un polígono industrial tomaremos a la
izquierda en una raqueta la carretera provincial LE-473 hasta llegar a nuestro
puente. Este itinerario desde La Magdalena, de 26 kilómetros, nos permite
visitar el digno
puente de esta localidad sobre el río Luna, otro semejante en La Robla
sobre el río Bernesga, el viejo
puente y acueducto sobre
el Bernesga en Puente de Alba, el puente arruinado de Vega de Gordón así como
varios puentes ferroviarios de la línea de León-Asturias.
Fotografía de los dos vanos más modernos y dibujo de alzado y planta de los cuatro vanos y un último tajamar que hace de estribo izquierdo en visión desde aguas arriba. Se muestran en el Catálogo de puentes de León anteriores a 1936.
Posible teoría del puente utilizando una sección de Google Map en visión desde aguas arriba y considerando que un tajamar nunca puede ser un estribo. De esta obra, lo visible y visitable aunque con dificultad por el exceso de arbolado, son los dos arcos de la derecha, probablemente reconstruidos hacia el siglo XVIII y que llevan la numeración 4 y 5. Los correspondientes a los números 2 y 3 se encuentran dentro de esta finca privada -antiguo molino- y en el estudio del catálogo citado, se dibujan por lo que entiendo que el inspector que lo visitó pudo acceder a verlos. En lado aguas abajo no existen restos de estos vanos luego se entiende que se cegaron al ensanchar la calzada. Por último y dado que la estructura visible por margen izquierda acaba en una pila-tajamar, sin que existan más vanos, entenderemos que originariamente existiría otro quizás de menor luz que apoyaría en esta pila-tajamar y en un posible estribo junto a lo que originariamente sería la cabecera izquierda del viejo puente de origen medieval.
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