martes, 29 de diciembre de 2020

PUENTE DE LA MAGDALENA. León

 PUENTE DE LA MAGDALENA SOBRE RÍO LUNA
LEÓN
LE-493 PK 0  y CL-626 PK 79

Esta localidad o el conjunto que representa su unión con Canales dentro de la comarca leonesa de Luna no deja de ser una especie de crossroad desde tiempos antiguos. Se cree que por estos contornos ya se perfilaban algunos caminos secundarios de origen romano. Parece más plausible que lo fuera el que sigue el curso del propio río Luna hacia Babia y los puertos de Somiedo o más al W el de Leitariegos cuya nomenclatura actual es la de la carretera autonómica CL-626. Pero nuestro puente sirve para las comunicaciones por otra ruta que también intenta superar las crestas montañosas del Sistema Cantábrico (Montaña Occidental de León) siguiendo la traza que hace el propio río Omaña, superando riscos y puertos como el de La Magdalena y que permite la comunicación con las aldeas y pueblucos de Las Omañas dentro del término municipal de Murias de Paredes. Esta vía que ahora lleva la matrícula LE-493 ya era de por sí un camino carretero desde hace siglos muy utilizado por la arriería maragata así como por ganaderos que hacían la trashumancia y que , en definitiva, intentaban conectar con el viejo camino real que ya he citado como CL-626 en el pueblo de Rioscuro. Por otra parte, también llega a esta localidad de La Magdalena la propia calzada autonómica CL-623 desde el sur, cuyo origen está en la propia ciudad de León. En fin, este cruce de caminos a que me refería origina cierto auge en esta población y especialmente en la cercana La Robla generando prosperidad a la zona a la que habría que incluir en el último siglo la actividad minera. 

Las primeras referencia a puentes en la zona las recojo del trabajo de Cadiñanos, estudioso de la pontonería leonesa pero apunta datos genéricos y ambiguos como por ejemplo: En el año 1736 el Concejo de Luna, compuesto por 16 lugares …/… solicita exención de repartimientos extraños (a otros puentes o caminos) alegando que mantenía a su costa numerosos puentes de madera sobre los ríos Luna, Castro y otros más, todos ellos en los caminos reales. Incluso se solicitó la renovación de esta gracia a principios del siglo XIX por tiempo ilimitado. El Consejo Real decidió mandar como inspectores a los canteros Nicolás García y Santiago Melcón pero no se sabe más del asunto. (AHN, Cons. Leg. 28497). 

El empujón que pretenden dar los políticos decimonónicos a las comunicaciones de esta zona en tiempos del reinado de Isabel II o de la Restauración se traduce en un nuevo proyecto para este camino tipificándolo como carretera secundaria de tercer orden que llevaría aparejado un mejor trazado, un firme de macadam más seguro para carros y jinetes así como la sustitución de muchos puentes y pontones de madera por otros más firmes y duraderos en piedra. Dentro del amplio proyecto que representaba la traza de la carretera de León a Caboalles por Murias de Paredes y en su sector 5º se enmarca el levantamiento de un puente por parte del ingeniero Soto Seijas que lleva su firma en fecha 28.10.1863. Soto incluso levanta un mapa del trazado del río Luna en este entorno y remarca la situación de su puente de madera así como otros dos pontones que daban servicio a molinos en canales paralelos al cauce principal. Todos eras de madera y sujetos a continuos daños y colapsos ante las fuertes avenidas de este río en momentos de lluvias y deshielos en las cabeceras de la cuenca. En el proyecto de Soto se observa la traza de un puente de 3 vanos escarzanos de 10 metros de luz cada uno y un juego de dos pontones sobre los canales con 6,80 metros de luz cada uno. Lo cierto es que según los dibujos debería de ser un precioso puente donde destacan especialmente las boquillas del dovelaje donde se utiliza el recurso del montacaballo, técnica canteril muy elaborada y que podemos observar a menudo en la pontonería ferroviaria de época. Desgraciadamente no se llegó a levantar, seguramente por falta de fondos en el Tesoro por lo que se hicieron varios apaños en las obras de madera para que siguieran siendo útiles a los viajeros y carreteros. En los registros del Ministerio de Fomento se citan varios reparos entre los años 1873 y 1881. Me llama la atención que viajeros o enciclopedistas como Pascual Madoz no haga referencias a este puente y a su estado, matizando simplemente que allí existe un puente de madera sobre el Luna y algún pontón que daría servicio a alguno de los 8 molinos harineros de este pueblo; algo parecido ocurre con Emilio Valverde que anota en su libro que cruza la carretera el río Luna en este punto pero no señala, como en otras ocasiones, la calidad y firmeza del puente en cuestión. Por todo ello, pensaremos que en la segunda mitad del siglo XIX y hasta la construcción del puente nuevo, la estructura de maderamen se encontraba en buen uso y paso franco sobre el río Luna. Por otra parte, conviene recordar que si bien es cierto que ahora, nos sorprendería ver en nuestros caminos obras en madera -salvo las pasarelas que se van imponiendo en sotos y parques fluviales- hasta finales del siglo XIX era más común en cualquier periplo carretero encontrarse con estructuras de madera, quedando las de piedra como obras importantes y para cauces de cierta relevancia, en número sensiblemente menor, por toda nuestra geografía. Esto era extensible también a la pontonería ferroviaria del último tercio del siglo XIX donde era habitual construir puentes y pontones a base de tableros en celosía con maderamen. 

Por lo que respecta a nuestro puente, finalmente el ingeniero José Nogales Merino, adscrito durante un tiempo a la dirección provincial de obras públicas de León realiza un proyecto definitivo en fecha 10.08.1878 para este puente modificando en algunos aspectos el que levantó Soto, especialmente eliminaba los pontones por lo que la obra rebajaría bastante sus costes. El proyecto se aprobó en mayo de 1879 y fue adjudicado por contrata a la empresa de Juan de Guisasola por 733.245.- reales. (Documentación en archivo Ministerio de Fomento, DGOP, año 1883, páginas 404-405). Nogales llegó a ser ingeniero-jefe de la demarcación de Zamora a finales del siglo XIX y participó en la construcción del espectacular puente ferroviario sobre el río Duero que todavía podemos contemplar en esa capital. 

Características actuales de la obra. Nuestro puente tiene una longitud total de 178 metros entre las rasantes de carretera en ambas cabeceras. Dispone de amplios y largos aterramientos en ambos lados para suavizar las pendientes de acceso al tablero. Su longitud sensu stricto entre estribos es de 67 metros que cubre más o menos holgadamente las posibles crecidas del río Luna. Dispone de 3 vanos de geometría escarzana con luces semejantes de 15 metros cada uno, Los apoyos de producen en estribos esbeltos y fuertes y dos pilas intermedias cuya anchura es de 2 metros. 

Sobre rellenos de tierra, cascajo y hormigón en masa se realizan los placajes de esta obra en excelente sillería de piedra caliza, gran parte de sus lienzos y bóvedas con tonos rosas o rojizos que matizan la fábrica embelleciéndola. Son piezas de gran tamaño, bien escuadradas y dispuestas en hiladas perfectamente horizontales de cara vista muy picada y con juntas muy finas donde a penas se advierte el mortero que fija estas piezas. Además de cuidar la elaboración y disposición de su aparejo, la estructura intenta aportar matices muy decorativos: Las pilas, del tipo tabique, se prolongan sobre cauce para crear tajamares y espolones semicirculares donde el trabajo de sillería es espléndido. Sobre ellas y en relieve se dispone un grueso listel de piedra sobre el que apoyan los arranques de los arcos y se completa el cierre con sombreretes semicónicos, todo ellos de buena traza. También destaca la cuidada talla de los salmeres, en parte visibles porque estos tejadillos son bajos; estos salmeres se componen de dos hiladas gruesas de sillería en forma trapecial que recogen perfectamente las cargas de las bóvedas. Lo mismo ocurre con los lienzos de sillería en frentes y tímpanos donde minuciosamente las hiladas se asocian a las roscas de boquillas con piezas triangulares o trapezoidales para adaptarse a la curvatura de los arcos sin dar concesión a huecos o a la incorporación de ripio por lo que podemos decir que la labor de tallistas y alarifes en este puente es ciertamente singular. Las propias bóvedas disponen de un dovelaje de largo tizón, que lleva hasta un metro, y en boquillas las piezas también son de gran tamaño y elaboración. 

En estribos la estructura se ensancha con pilastras laterales para dar mayor cobertura a las cabeceras y se añaden semipilas semejantes a las pilas intermedias en cuanto a forma y diseño. En el estribo izquierdo si se observa la incorporación de grandes mampuestos aunque perfectamente encuadrados en aristones de buena talla. Sobre estas bases de apoyo se dispone una gruesa imposta de piedra bien tallada que soportaba el antiguo tablero y pretiles. La cubierta tenía en origen la anchura de bóvedas, aproximadamente de 6 metros que permitía una calzada libre de unos 5 metros y pretiles de 2x0,50 metros. Estos pretiles eran robustos y se formaban por amplios ortostatos de caliza de un metro de altura y sin albardillas, como se puede observar en alguna vieja fotografía de época. 

Recientemente, a principios del siglo XXI se aprobó el ensanche del tablero. Se eliminó la cañería que cruzaba el puente, se reforzaría el extradós de la estructura y se dispuso un nuevo tablero a base de losas de hormigón armado con amplio vuelo en ambos cantos. Al contrario de lo que ocurre con otros ensanches más cutres, en este caso los bordes externos de estas losas se cierran o redondean con una especie de imposta de hormigón que ayuda decorativamente al modificado del tablero. La anchura total de la cubierta es ahora de unos 8 metros permitiendo una circulación cruzada y aportando dos aceras para el paso de peatones. Los soberbios pretiles desaparecieron y se incorporan las usuales barandillas de acero que imitan la rejería de hierro forjado. Se completa la obra con una iluminación de farolas de estilo isabelino. Como decía, la cubierta se ensancha -ya desde su diseño- en ambas cabeceras quizás para permitir o mejorar el paso de los numerosos ganados de la trashumancia. En cabecera derecha este ensanche se completa con iluminación de farolas estilizadas modernas. El firme es de aglomerado asfáltico y las aceras de hormigón con enlosado sencillo. También se han protegido los bordillos con biondas tubulares de acero asociadas a cartabones clavados en los propios bordillos. 

La obra, de ejecución soberbia y muy bella se completa con accesos al cauce en ambas cabeceras. La de la izquierda con una escalerilla un tanto cutre pero eficiente y un acceso en rampa para vehículos. La contraria dispone también de una rampa con acera y barandilla que permite bajar al río y transitar por una senda junto a la orilla. El mantenimiento de la estructura tiene cierto abandono pues proliferan entre muros y arranques muchas hierbas, humedades, manchas, líquenes y en bóvedas exceso de eflorescencias que van dañando el dovelaje de piedra. Aunque es una obra civil de gran mérito y que se acerca al siglo y medio de existencia, el pueblo o los órganos administrativos leoneses no parece que le presten atención como monumento de obra pública. Se debería incorporar señalización de tráfico advirtiendo sobre este monumento con las típicas placas de fondo rosa para que el viajero o turista pueda conocerla y visitarla. También sería de interés colocar un panel informativo sobre su historia y vicisitudes que nos permitiera conocer la magnitud de esta obra y su impacto en las comunicaciones zonales. A veces, por desidia o ignorancia omitimos exhibir con orgullo nuestro patrimonio, en este caso pontonero y que para el pueblo de La Magdalena, según mi discreta opinión, es la obra histórica de mayor interés que posee. 

Para saber más. Lo trata con cierto detenimiento el libro titulado  "Catálogo de puentes de León anteriores a 1936", obra auspiciada por José Antonio Fernández Ordoñez a través de su cátedra de Estética de la Ingeniería en la ETSICCP de la UPM donde coordinaron esta trabajo Tomás Abad Balboa y Pilar Chías Navarro con la inestimable colaboración de un nutrido grupo de estudiantes de la Escuela, destacando en los referente a las obras civiles de León durante los años 1984 y 1988 Carmen Andrés, Rafael Castejón, Pablo Otaola, Julio Suances, Consolación Pérez Alda y Ana San Salvador del Valle Zarrabeitia, libro editado por el CICCP y CEDEX en 1988. En el citado catálogo se recogen las referencias a los legajos depositados en el Ministerio de Fomento sobre esta obra civil. En la revista del Ministerio de Fomento número 685 especial de julio-agosto de 2.018 y con motivo de los Premios Nacionales de la Ingeniería Civil, el historiador de puentes Luis Solera Selvi  se ocupó de la obra y semblanza de José Antonio Fernández Ordoñez o JAFO -como se le conocía popularmente- con un artículo al respecto publicado en las páginas 32 a 39 donde se pone de relieve su labor como ingeniero así como la de divulgador de la pontonería histórica y muy especialmente la leonesa. Otro trabajo interesante con referencias a estas vías de comunicación es el titulado “Historia de las obras públicas en Castilla y León. Ingeniería, Territorio y Patrimonio, Capítulo VIII, Caminos y puentes de Castilla y León” obra de los anteriormente citados Abad y Chías, editado en 2008 por el CICCP-Demarcación de Castilla y León y por la Cámara de Contratistas de Castilla y León; aunque no citan esta obra sí nos informa sobre los itinerarios junto al río Luna o Las Omañas en las páginas 30 y 31 del trabajo. Consultar el estudio de Inocencio Cadiñanos Bardeci titulado “Puentes de León en la Edad Moderna”, editado por la Revista Tierras de León, número 113 del año 2001 aunque como ya he indicado sólo hace una breve referencia al Concejo de Luna en su página 96. Entre los tratados geográficos o libros de viajes destaca el de Pascual Madoz Ibáñez titulado “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España”, editada en el año 1856 en Madrid, tomo V, página 390, voz Canales. Otros tratados al  respecto son “Los diarios de Gaspar Melchor de Jovellanos” donde se hace variadas referencias a estos caminos. Este vieja carretera también se detalla aunque sin referencias al puente en la extensa obra titulada “Guía del viajero por el Antiguo Reino de León”, obra de Emilio Valverde Álvarez editada en Madrid en 1886. Valverde acopla esta vía en su itinerario 108 o Carretera Regional de Benavente a Canero por Villamañán, León, Cangas de Tineo y Espina refiriéndonos su paso por La Magdalena y Murias de Paredes. Respecto a la interesante carretera autonómica CL-626, conocida como “Eje Subcantábrico”, probablemente una de las más largas de la península en su tipología, escribí un par de artículos en los que cito el puente, el pueblo y muestro el patrimonio lineal y la pontonería que exhibe esta calzada en su largo periplo y se pueden leer en la revista Solo Furgo, números 188 y 189 de octubre y noviembre de 2.016. Recientemente, en unos trabajos que he escrito para el periódico leonés La Nueva Crónica, edición del 11.09.2018 aludo a las coladas y veredas montañesas de la trashumancia que confluyen en la Cañada Real de La Vizana, citando estos parajes en torno al río Luna y Las Omañas. 

Cómo llegar. El puente de La Magdalena se encuentra muy cerca de la autovía AP-66 por lo que viniendo de lejos es una opción. La salida más propicia es la del PK 113 para continuar por la autonómica CL-626 hacia la población, el río Luna y nuestro puente. Ya desde esta autovía y junto al PK 111 al cruzar el río Luna podemos divisar a lo lejos este puente. Desde León y quizás la opción más fácil es tomar la carretera autonómica CL-623 en dirección N por Lorenzana hasta que alcancemos de nuevo la citada CL-626 por la que seguiremos hacia el W por Otero de las Dueñas y La Magdalena hasta llegar al puente.

 



Cartel de entrada a La Magdalena. Toma de fecha 03.02.2020


Carteles de dirección de la LE-493 a la que presta servicio nuestro puente.


Plano del cauce del río Luna a su paso por La Magdalena-Canales donde se reflejan (en rectángulo naranja) el puente de madera y los pontones sobre los cuérnagos a los molinos. Proyecto para el nuevo puente de R. Soto Seijas en 1863.


Planos de alzado y planta del proyecto para el puente y pontones de Soto Seijas en 1863 que no llegó a realizarse.


Alzado con cimbra y secciones del puente proyectado en 1878 por José Nogales Merino.


Postal comercializada hacia 1970 por Ediciones M. Royuela.


Postal de puente comercializada hacia el año 1980 de Ediciones Hijos de F. Alonso de León.



Fotos del puente tomadas hacia el año 1986 para el libro "Catálogo de puentes de León anteriores a 1936". 


Foto tomada en el año 2008 por Pilar para la web de Verpueblos donde ya se observa el nuevo tablero del puente.


Foto panorámica con el puente realizada en fecha 01.03.2009 por Julio García Alonso para la web Verpueblos.





Tomas del puente en fecha 06.10.2012



























































Tanda de fotos de fecha 03.02.2020




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