LA HERMIDA. Cantabria
N-621 PK 163,648 y CA-282 PK 31
Siguiendo por la ruta que me he marcado a través del Desfiladero de La Hermida -en esta ocasión en sentido decreciente de las aguas
del río Deva- y tras catalogar otros puentes históricos de este cauce, me llego
a la localidad de La Hermida, población sensu stricto muy antigua ya que
se la cita en el viejo mapa que levantó Thomás López Vargas-Machuca en el año
1774, reconocido geógrafo en tiempos del reinado de Carlos III y que recibió el
título de ‘geógrafo de los dominios de Su Majestad’ haciéndose
cargo del nuevo Gabinete de Geografía creado por este monarca. Ciertamente y
pese a sus imprecisiones, fue el catálogo de mapas más fiable hasta los que
levantó más adelante Francisco Coello de Portugal Quesada, terminados en 1846
en tiempos del reinado de Isabel II y donde contó con la colaboración del
geógrafo y estadístico Pascual Madoz Ibáñez. También se recoge la ubicación del
lugar de La Hermida en el inventario titulado “España dividida en provincias e
intendencias”, obra editada hacia el año 1789 y auspiciada por José Moñino
Redondo, más conocido por su título nobiliario de conde de Floridablanca y que
ocupó el cargo de Secretario de Estado en varios gobiernos bajo el reinado de
Carlos III. En la caminería histórica se le reconoce como el artífice de una
especie de germen administrativo de las obras públicas ya que bajo su dirección
se creó la Dirección General de Caminos en 1785. Así, en la distribución para
el ‘Valle de Peñamellera’ se hace referencia a los valles que componen esta
zona y se citan ‘Valle de Cueto de Abaxo’, ‘Valle de Cueto de Arriba’, ‘Valle
de Piélagos’ y ‘Valle de Peña Rubia’, a éste último pertenecían los lugares de
Caldas, Cicera, La Hermida, Linares, Piñeres y Roza, todos ellos tipificados
como de ‘realengo’ y administrados por regidores pedáneos y/o alcaldes
ordinarios.
A nivel de comunicaciones, estos lugares y especialmente La
Hermida no parece que tuvieran en el siglo XVIII caminos reales por lo que cabe
pensar que nuestro puente todavía no se había levantado. Al carecer de fuentes
fidedignas sobre su levantamiento deberemos ajustarnos a lo que marcan los
mapas de época. En el de Thomás López no aparece vía alguna que precisara del
puente y probablemente las comunicaciones con los otros pueblucos del Valle de Peñarrubia se harían por sendas o trochas para caballerías cruzando el Deva por
algún vado natural. Obviamente y como se refleja en el sector del mapa de López
que incluyo, las comunicaciones se harían por medio de posibles caminos que
remarco con traza roja y amarilla aunque en aquel mapa no se detallan. Las
necesidades, a partir del siglo XIX, de mayores comunicaciones con el
Cantábrico -teniendo en cuenta que la ruta por el desfiladero de La Herminda no
existía- se orientaban en dirección E/NE buscando el valle del río Nansa,
presumiblemente más apto o menos complicado para más adelante y en dirección N
intentar conectar con Panes hacia el W o con Cabezón de la Sal hacia el NE, dos
localidades importantes y muy comerciales en aquellas épocas. Desde un punto de
vista de comunicaciones y observando el trazado actual de la carretera
autonómica CA-282 -antigua comarcal C-6314- parece plausible imaginar que
nuestro puente se levanta para acceder a esa vía hacia el N de Cantabria y/o
Asturias.
Si indagamos en noticias o artículos de obras públicas de
finales del siglo XIX como son los de la ROP en el año 1873 donde se detallan
las carreteras cántabras de aquellos años, no figura en ningún caso esta
calzada e incluso se llega a apuntar para la zona que carece por completo de
comunicaciones acordes a esos tiempos ni siquiera como ‘carreteras de tercer
orden’. No obstante y dado que los proyectos carreteriles decimonónicos eran de
muy lenta realización, podríamos conjeturar que, al tiempo en que se va
construyendo la carretera del desfiladero para unir Panes con Lebeña y Ojedo cuyo
proyecto data del año 1862 parece razonable que también se estuviera trabajando
en la comunicación de La Hermida con Puentenansa. Al contario de lo que ocurre
con la tipología de los puentes del Deva para la nacional N-621, el que aquí se
presenta, además de más largo -no hay tanto encajonamiento del cauce- y con
doble vano, sí parece evidente que su fábrica es diferente, diríamos que
incluso menos cuidada y carente de algunos recursos canteriles como es su
estereotomía. Con todas las cautelas posibles, también se puede creer que el
puente de La Hermida se debió de levantar en el último tercio del siglo XIX.
Características actuales de la obra. Nuestro puente, quizás
el mas largo sobre el río Deva en territorio montañés, tiene una longitud total
de 52 metros y un ancho regular de 4,64 metros. Hasta la fecha y espero que por
siempre, no se ha decidido ensanchar su tablero modificando la bella impronta
que presenta. Dispone de 2 vanos de geometría abierta o escarzana con luces de
8+10 metros, interpretando ese desequilibro entre ambos arcos debido a que se
utiliza como pila intermedia un suelo firme y duro de roca madre en la medianía
del puente.
Al contrario de lo que ocurre con la serie de puentes de la
N-621 en este caso llama la atención la fábrica de la obra, menos cuidada
aunque con piezas también de gran volumen en paralelepípedos bien dispuestos y
en hiladas horizontales pero de cara vista abrupta y con un llagado más
evidente. La sillería que cubre los tímpanos es de calidad y su unión con el
arco se realiza con piezas de sección trapezoidal en una labor esmerada pero
muy diferentes a la que presentan los puentes mencionados con disposición de la
sillería ‘a montacaballo’. Los estribos, con muros del tipo baluarte también se
cubren con sillería de calidad aunque ya se muestran injertos o apaños a base
de piezas ciclópeas de cara vista abrupta. El remate en esquinas de estos
estribos es encomiable con aristones de perfecta talla y colocación, todo ello
en piedra caliza. Son también de gran calidad los remates para semipilas
-interior de estribos- así como para los muros de acompañamiento y esquinazos. Las
bóvedas son formidables dotadas con unas roscas bien imbricadas de dovelas, más
visibles en las exteriores o boquillas, perfectamente conservadas en la
actualidad. La pila central, soberbia, se asienta sobre una cama previamente
tallada en el peñasco que la sustenta, también goza de detalles decorativos
como son su basa de soporte por medio de dos hiladas de grande sillares de
excelente talla que sobresalen del aplomo y redondeados en cantos a modo de
tajamares y espolones así como su tabique y un grueso listel en relieve que
rodea el perímetro de la pila. La fortaleza de esta pila hace que en su zona de
salmer soporte la descarga de las dos pesadas bóvedas en su punto central. Estos
tajamares/espolones también se cubren con tejadillos a dos aguas aunque un poco
tapados por la vegetación y lodos.
Sobre el vuelo e incluso cubriendo los estribos se dispone
una imposta más o menos gruesa de buena talla que soportará los pesados
pretiles de la obra. La cantería de estos muretes en cubierta es curiosa cuanto
menos. Da la sensación de que se componen de doble muro, quizás con piezas de
escaso tizón: en sus caras exteriores se observa un aparejo descuidado o más
barato a base de sillería y sillarejo de peor calidad, abrupto en su cara vista
y con grueso llagado bien aglomerado con los morteros de época; sin embargo, en
la cara interna de estos pretiles, la que da a cubierta, el trabajo de cantería
es soberbio con piezas semejantes, de soga larga, bien imbricadas y cara vista
lisa a base de tres -quizás cuatro, una oculta por el asfalto- hiladas de
sillería de perfecta ejecución que también se fijan o soportan con témpanos
intermedios de buena piedra y los esquinazos en ambas cabeceras ya que el
tablero tiene abocinamientos. Sobre estos muretes y a modo
de gruesas albardillas se disponen piezas largas que cubren el largo de
pretiles hechos con buena talla, disposición, fijeza y cara superior convexa y
sobresaliendo sobre el aplomo de muretes en una actuación canteríl ejemplar. Su conservación actual es óptima.
El tablero, muy angosto y con firme de aglomerado asfáltico y
líneas horizontales pintadas de blanco que marcan los arcenes permite una
circulación alternativa, teniendo preferencia de paso los vehículos que acceden
desde Linares. También subsisten en los esquinazos del ensanche algunos
guardarruedas de época. No existen señales de limitación por MMA o anchura de
ejes por lo que podemos interpretar que técnicamente la obra civil soporta todo
tipo de cargas.
Su estado actual es de abandono: bóvedas muy erosionadas y
con manchas de humedades, líquenes y eflorescencias que dañan la piedra, zonas
donde la piedra está quebrada o hay fisuras, exceso de vegetación en todos los
paños que imposibilitan observar la obra plena así como pintadas y grafitis
impropios en una obra civil que debería de estar ya tipificada como monumento.
También se deberían eliminar las tuberías negras que pasan por sus cabeceras.
No es comprensible que en estos pretiles de mérito se claven los arranques de
las típicas biondas de acero cincado tan horribles. Ya se ha comentado en
alguna foto de la galería la inconveniencia de que se cierre el paso por la
cabecera de la nacional N-621 a cualquier visitante o curioso que quiera
acceder a los bajos del puente o al río, ya que existen cancelas y muretes que
impiden el paso cuando se trata de un puente cuyos accesos deben ser de dominio
público. Tampoco hay señalización de tráfico que advierta al conductor o
visitante -las señales de fondo rosa- que se encuentra en un punto donde puede
visitar un puente antiguo e histórico. Obviamente, tampoco existe cartelería o
un panel informativo sobre la historia y vicisitudes de este bello puente que
pueda ilustrar al visitante o autóctono.
Respecto a la historiografía consultada -nada sobre este puente- para las estructuras de la N-621 o del propio desfiladero de La Hermida se pueden consultar las entradas para el Puente Naves o el de Lebeña. Quizás, destacar que hasta los años 30 del siglo XX esta vía era incompleta y así se refleja en la "Guía de las carreteras de España" que editó en 1926 la compañía de seguros "La Prèservatrice" donde se señala en uno de los mapas la localidad de La Hermida, dentro del itinerario de la actual N-621 pero sin puente ni conexión con Quintanilla aunque ya existía una calzada que unía precisamente Quintanilla con Puentenansa. Parece probable que incluso hasta los años 70 del siglo XX, la calzada a la que daba servicio nuestro puente fuera un camino de tierra o macadam, propios de época finisecular. Lo cierto es que, para llegarse al cementerio de La Hermida, desde luego que había que cruzar el puente. Por otra parte, la interesante web Valle del Nansa y Peñarrubia data nuestra obra a principios del siglo XX e incluye planos de alzado del puente y situación. Desde mi modesta opinión, creo que en los puentes que inician el siglo XX ya se trabaja con otra impronta y la sillería de piedra se va sustituyendo por mezclas de mampostería y hormigón, especialmente en las bóvedas.
Dibujos de alzado del puente y mapa zonal de su ubicación. Se exponen en la web de Valle del Nansa y Peñarrubia.
Tanda de fotos de fecha 24.02.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, intradós, tablero y cauce.
Tomas de la vivienda en fecha octubre de 2023, ya reformada, en visión de Google Street View.
Tomas de octubre de 2023 según Google Map.
Ubicación de nuestro puente en círculo negro según el mapa del IGN (Instituto Geográfico Nacional), hoja número 56 de Panes, levantado en el año 1987.
Limón (Citrus x limon (L.) Osbeck. Rutaceae)
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