TORO. Zamora
N-122 PK 428,560 + CL-602 PK 0,775 + CAMINO 1,240 KM
Se expone en esta entrada una obra civil de las
más prestigiadas en la pontonería peninsular, a la altura del puente de
Tordesillas, Peñafiel, Simancas o el de la ciudad de Zamora, con el que guarda,
además, cierta similitud. Con respecto al viejo debate sobre el origen o
autoría de muchos de nuestros puentes a los que se adjudica la mano romana cabe
decir que, en este caso, es imposible detectar rastros o restos de esa época ya
sea en sus hormigones de relleno, asentamiento o fundación de pilas o simples sillares
de estilo romano. Claro que pudo existir un antiguo paso sobre este caudaloso
río dentro del viario romano de los primeros
siglos de nuestra Era pero no hay restos y cabe siempre la posibilidad
de que la obra -como otras muchas de raíz romana- fuera construida en madera,
desapareciendo en las invasiones godas o en el Alto Medievo.
Los estudiosos adjudican el levantamiento de este
puente entre los siglos XII y XIII a juzgar por su fuerte impronta románica con
inclusión de vanos ojivales y otros de medio punto. No se aprecia un tablero a
dos aguas por lo que de haberlo tenido, desapareció en las múltiples
restauraciones a lo largo de los siglos. También es significativo que disponga
de arquillos de aligeramiento en algunas pilas, creo que tuvo hasta cuatro o
cinco, también con geometría en bóveda de cañón y otra ojival. Su trayectoria quebrada
de tablero también nos indica recomposiciones de la obra, tablero y arcadas. La
existencia de una torre defensiva o de control hacia la cabecera izquierda
(visión desde aguas arriba) que se incluiría en el amurallamiento de la ciudad
nos indica una impronta netamente medieval, sin especificar más. Por otra
parte, los refuerzos de pilas, ya sea con tajamares/espolones de sección en
cuña, ahusados o semicilíndricos -de diferentes épocas- tampoco ayudan a una
datación precisa de la estructura original.
Entre las fuentes más fiables al respecto,
expondré lo estudiado por el historiador de puentes Miguel Ángel
Aramburu-Zabala Higuera y que dice lo siguiente: […] Su construcción data de
la última década del siglo XII o primeros años del XIII en estilo románico
tardío, es decir, siguiendo la tradición romana pero usando arcos apuntados y
tajamares de ángulo agudo. Fue reparado en época de Enrique III y durante casi
todo el siglo XVI (en 1523 por Pedro Martín, en 1545 por Antonio de Villafaña,
entre los años 1563/1564 por Rodrigo Gil de Hontañón entre otros, en el año
1585 por Diego de Hano, Felipe de la Cajiga y Pedro de la Gándara). La
reparación más importante se produce a partir de 1597con nueva traza y
condiciones de Juan del Ribero Rada y Pedro de Mazuecos y ello a pesar de que
se les ordenó recomponer la ruina del puente sin “ynventar ni azer cosa de
nuevo”. Adaptándose a los nuevos tiempos, el puente se ensancharía para
permitir el paso cruzado de carros, se encadenarían los cimientos y se haría
frente a una causa frecuente de las ruinas de puentes. Al enlosarse su calzada
se evitaría que el agua filtrara al interior de la estructura y deshiciera la
obra. Se repararon numerosos arcos que se recompusieron en medio punto así como
los pilares y cabeceras de la obra civil. Estas obras se comenzaron en el año
1598 a cargo de Juan de Ribas al que más tarde reemplazó Francisco del Río
Zorlado y Juan de Alvarado. En 1603 y con las obras en marcha se cayó un
paredón provocando la desviación del cauce del río y dejando en seco el puente.
Se desplazaron varios inspectores y técnicos para emitir sus informes entre los
que destacan Pedro de Mazuecos, Juan Martínez del Barrio, Domingo de Palacio,
Juan de la Puente, Domingo de Cerecedo, Domingo de Arcos, Juan del Haro, Francisco
de Contreras y Juan de Ucete, insignes maestros de obra con larga tradición
pontonera a sus espaldas. También de desplazó desde Valladolid para estudiar la
situación el ingeniero Andrés García sin que se lograra una solución al tema.
Nuevas inspecciones se produjeron en el año 1608 con la presencia de los
prestigiosos maestros Juan González de Sisniega y Pedro de Llánez que quizás,
tras sus informes negativos a cómo se llevaba la obra, produjo que se
encarcelara a Juan de Alvarado aunque pronto se le exoneró de culpas y fue
liberado en 1609. Las obras continuaron en 1614 y se prolongaron hasta 1619
pues en aquel año hay documentado un repartimiento económico para hacer el
paredón. A partir de 1630 comienzan las gestiones para una nueva reparación más
modesta y de la que se encargó Juan de Senderón. En el año 1635 se detienen las
obras por la guerra con Portugal; en el año 1640 todavía se continuaba la obra.
De nuevo fue reparado en 1698 y existen noticias de también se actuó en el
puente en los años 1714, 1717, sin seguridad en el año 1792 y en el año 1889
para arreglar los daños por voladura que se produjeron durante la Guerra de la
Independencia y, por último, en el siglo XX […]. Entiendo que los arreglos
que cita Aramburu para el siglo XX son los que debió de realizar Fernández
Casado hacia el año 1970. Recientemente y ya para dejar el puente como pasarela
peatonal se hizo una profunda intervención de mantenimiento y consolidación
hasta en el tablero, con incorporación de pretiles faltantes, enlosado del
firme, imbornales y reparación de cabeceras, proceso que debió de efectuarse
hacia el año 2018. Obviamente, para abandonar esta estructura como paso de
vehículos, hay que resaltar que ello se debe a que previamente ya se había
levantado otro puente moderno aguas arriba de éste, probablemente a finales del
siglo XX independientemente de que ya existía el precioso puente metálico que
data de la primera década del siglo XIX y que ya daba servicio a las
localidades del sur de Toro.
Entre las descripciones de esta obra civil es muy
interesante la que nos hace el prestigioso ingeniero Juan José Arenas de Pablo
y que expongo a continuación: […] Si seguimos el cauce del río Duero por la
carretera de Tordesillas a Zamora nos encontraremos el viejo puente de Toro,
ejemplo realmente venerable de puente viejo, una y otra vez ampliado,
reforzado, enlosado y zampeado. Contemplado desde el alto mirador que esta
población tiene sobre el valle del Duero, el viejo puente compone un trazo
humilde, quebrado y tembloroso que ha permitido desde el siglo XII cruzar el
gran río. Puente cuya orientación respecto al agua llama la atención, por
cuanto se sitúa paralelo al cauce aguas arriba del mismo. Pero es que el río
quiebra la dirección bruscamente saliendo sus aguas perpendiculares a la obra
de fábrica. La presencia de un zampeado que viene a enlazar los pies de todas
las bóvedas y que protege al terreno subyacente contra la socavación es bien
perceptible a través del resalto hidráulico y de su estela de espuma que se
produce aguas abajo del puente. La lista de reparaciones sucesivas según
Aramburu es muy larga …/… consecuencia de su evolución permanente es el mosaico
de estilos que la obra presenta a lo largo de sus bóvedas sucesivas. Hay un
tramo de bóvedas de medio punto rematadas por pretiles de hermosos ortostatos
-llamado de los cinco pilares- junto a bóvedas primitivas ligeramente apuntadas
y de aspecto mucho más rústico y endeble aunque rematadas por una bella
alineación de canetes (canecillos) románicos. Tajamares semicilíndricos
en tal estado de desgaste que llegan a ofrecer la imagen romántica de la ruinas
con alma. Pudiendo deberse las primeras bóvedas a la gran reparación que se
hace a finales del XVI con traza, o sea, con proyecto, de los arquitectos Juan
del Ribero y Pedro Mazuecos a los que, según Aramburu, se les encarga que hagan
ese trabajo pero sin inventar o hacer cosa de nuevo. Arreglo que tuvo también
que ver con el movimiento de la madre del río que parece que llegó a dejarlo en
seco y que obligo a la construcción de un importante muro de encauzamiento.
Wyngaerde nos dibuja la situación del puente a finales del XVI y una vez más,
aparece aquí la torre fortificada sobre una de las pilas medias. Y es que, al
igual que en Tordesillas, nos hallamos ante una ciudad construida sobre los
escarpes de la margen derecha del Duero, posición defensiva que un puente de
paso franco no debía debilitar […]. También aquí, Arenas nos desvela
algunas de las características técnicas de este vetusto puente singular.
Otro estudio interesante sobre esta estructura es
la que hace el ingeniero Carlos Fernández Casado: […] Otro puente en el que
hemos tenido bastante intervención es el de Toro, compuesto de 22 arcos aunque
en realidad, cinco de ellos se han construido en época incierta …/… según Gómez
Moreno en su “Catálogo monumental de la provincia de Zamora” nos indica su
parecido con el puente de la capital, afirmando que tenía un torreón en la
extremidad sur, torreón que fue reforzado en 1475. Quadrado en “España, sus monumentos
y Arte” indica que este puente era de madera en 1398, afirmación que nos parece
insostenible por los rasgos estilísticos del puente, pero además indica que el
puente debía existir cuando se hicieron las murallas de Toro ya que estas bajan
hasta el puente abrazándolo por ambos lados. También Quadrado nos cuenta que a
comienzos del siglo XVIII existía otro puente frente al Monasterio de San
Miguel de Gros, aguas abajo del que tratamos, pero no quedan vestigios del
mismo. Según otros autores, el puente data de 1194 y en el siglo XVI se
hicieron importantes obras y otras en 1717. Se voló en la Guerra de la
Independencia volviéndose a reconstruir en 1889. Como ya hemos indicado,
nuestra intervención en el puente también fue importante aunque sin resultado
práctico ya que se quedó en una primera etapa consistente en investigar
exhaustivamente la estructura interna de la obra, es decir, la naturaleza de
sus fábricas, espesores de las mismas, trabazón entre los distintos elementos,
posibilidades de inyecciones de consolidación o de introducción de barras de
acero para dar trabazón así como acerca del estado de las cimentaciones y
capacidad de las mismas para aguantar cargas…/… Estos puentes no pertenecen a
la red general de caminos del Ministerio de Obras Públicas pero a veces cumplen
un servicio importante. El que tratamos tiene tráficos de camiones durante todo
el año que se intensifica al entrar el otoño con motivo del transporte de la
cosecha de remolacha. El alcalde de Toro, que lo tiene a su cuidado, sin
recursos de ninguna clase para repararlo, estableció contacto conmigo en el año
1972 pero no se pudo conseguir nada a través de la Dirección General de
Caminos…/… Tenemos en este puente una mayor riqueza de elementos morfológicos
que en el puente de Simancas pues hay un elemento nuevo que es el arquillo de
aligeramiento sobre pilas, de los cuales su número, que debió de ser igual al
de pilas, se ha reducido en la actualidad a vestigios de dos y presencia de
otros dos que pueden ser romanos, románicos o góticos. En bóvedas tenemos el
medio punto con sus posibles cinco épocas y el arco apuntado auténticamente
ojival […]. El amplio estudio de Fernández Casado llega hasta las pilas,
tajamares, espolones y multitud de catas para determinar la calidad y solvencia
de los cimientos y rellenos interiores de la estructura. Destaca que la roca
madre era de margas sobre la que se depositan arenas arcillosas y gravas con
arenas además de fangos; la cimentación antigua es de hormigón con argamasa. En
los rellenos de pilas predomina el bolo con conglomerado, arcillas así como en
otros puntos, hormigón ciclópeo y piedras de relleno y una heterogeneidad de
bolos con tierra arcillosa.
En el trabajo sobre el puente de Inocencio
Cadiñanos se advierte que aparecen otros actores importantes de la época en que
reinaba Carlos III, momento en que se trató de renovar y adecentar multitud de
puentes por toda la península y así, se cita al Comisario de Guerra Marcos de
Vierna y al Padre Pontones, el segundo haciendo trazas para un puente nuevo y
el primero autorizando y denegando algunos proyectos al respecto. Una de las
peculiaridades del historiador Cadiñanos es que, buceando en pliegos notariales
y otros archivos, obtiene variada información de edictos y bandos donde se
anunciaban las obras para reconstruir este puente, así como las pujas que
hacían los maestros canteros y quien los remataba, iniciándose las obras o bien
las cesiones a otros constructores con detalle de sus importes en maravedíes o
ducados.
Características actuales de la obra: Se trata de un soberbio puente, quizás de los de
mayor longitud del país, con 404 metros de largo y un ancho variable -según las
reconstrucciones- que oscila entre 6 y 6,70 metros con cierto abocinamiento en
cabeceras. La estructura antigua, que llegaría hasta la torre defensiva tenía
ya 340 metros de longitud. Dispone de 22 vanos con formas y luces variadas. Se
podrían considerar de factura medieval 17 de ellos, de los que 11 son en
bóvedas de cañón y otras 6 de forma ojival además de 2 arquillos de
aligeramiento. Debemos de suponer que, originariamente y dentro de la
disciplina románica, sería probable que sobre todas las pilas existieran
tímpanos calados con una serie de arquillos de este tipo. Tras la torre de
control o defensiva en cabecera izquierda (visión desde aguas arriba) se alargó
la estructura con 5 nuevos vanos con bóvedas de cañón por donde se canalizarían
las aguas en momentos de crecidas. Las luces del conjunto de arcos oscilan
entre los 5,50 y 9,50 metros. Las pilas tienen una anchura entre los 6 y 7
metros. La flecha desde tablero hasta lámina de aguas es de 9,20 metros. Todas
las pilas tienen defensas en ambos lados. En aguas arriba a base de tajamares
de sección en cuña, alguno con muros escalonados, también alguno ahusado y la
mayoría semicilíndricos; en aguas abajo los espolones son parejos, semejantes a
sus contrarios. Los placajes de estas defensas no están trabadas a la fábrica
de las propias pilas y su altura no sobrepasa los riñones de las arcadas por lo
que deducimos que no se corresponden con obra medieval, sino posterior. El
puente medieval como prototipo es de tablero estrecho y dispone de
descansaderos o refugios que son, en sí mismos, los tajamares o espolones que
llegan hasta la rasante o cubierta.
Respecto al tablero llama la atención su
estructura, demasiado tangencial con respecto al cauce, quizás debido a las
variadas salidas de madre del río que han cambiado la orientación del cauce
regular. También resulta curioso que, tratándose de una obra medieval, haya
mantenido un tablero bastante horizontal, independientemente de algún badén
debido al ligero hundimiento de alguna pila en el lecho del río; por demás, la
traza no es rectilínea ya que presenta algún quiebro.
En cubierta destacan los restos de su antiguo
pretil a base de dos/tres hiladas de sillería y albardilla incluida de piedra
caliza de buena talla y restos de un cornisamento a base de modillones o
canecillos de piedra de excelente talla que parece ser obra del siglo XVII.
También dispuso de un enlosado de piedra desde hace siglos. Todo ello ha sido
recientemente reconstruido acertadamente. Otro aspecto interesante de la obra
es su formidable manguardia perpendicular a la cabecera derecha de gran altura
a la que llaman ‘del Pilón’ con amplia sillería ciclópea, bien dispuesta y muy
antigua donde también aparecen un par de arcos ciegos o de descarga. Este muro
es el que debió de causar graves problemas en las obras al desplomarse y
cambiar el curso del río, quedando gran parte de la obra en seco.
El resultado final tras la reciente restauración
del año 2018 es óptimo aunque convendría seguir con la rehabilitación hasta los
últimos arcos de la margen izquierda del puente. También se echa en falta un
panel indicativo que nos ilustre sobre la historia y vicisitudes de este
formidable puente. La zona ajardinada junto a la cabecera derecha es cutre,
polvorienta y no se integra en un paisaje histórico.
Pasa saber más: El tratado más amplio y detallado sobre esta obra civil
monumental es el titulado “Los caminos y la construcción del territorio en
Zamora. Catálogo de Puentes”, obra coordinada por Pilar Chías Navarro y Tomás
Abad Balboa, editada por el CEDEX/CEHOPU, FCC Construcciones, S.A. y el
Instituto Florián de Ocampo-Diputación de Zamora en el año 2004, páginas 62 a
71 y donde se reflejan innumerables notas de fuentes, autores y archivos
consultados. Otro libro interesante por lo metódico del trato concedido a este
monumento es el que hace Carlos Fernández Casado titulado “Historia del puente
en España. Puentes romanos”, obra editada por el CSIC en el año 1980 y
reedición en Madrid de 2008, páginas 508/514. El historiador de puentes Miguel
Ángel Aramburu-Zabala Higuera también lo analiza un poco en su tratado titulado
“La arquitectura de puentes en Castilla y León entre 1575 y 1650”, páginas
192/196, obra editada por la Junta de Castilla y León en 1992. Este autor lo
trataría con más detenimiento en su inédita tesis doctoral de tres tomos
depositada en la UAM (Universidad Autónoma de Madrid) en 1989 bajo el título
“Las obras públicas en la Corona de Castilla entre los años 1575 y 1650. Los
Puentes”, fuente a la que no he tenido acceso. El historiador Inocencio
Cadiñanos Bardeci estudia esta obra en su tratado titulado “Los puentes en
Zamora”, páginas 622/625 y algunas ilustraciones, editado en el anuario de 1997
por el “Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo”. Otro tratado
interesante con extraordinarias fotografías de puentes es el titulado “Puentes
de España. Tránsito de Culturas”, obra coordinada por Santiago Hernández
Fernández y textos del experto en puentes medievales Manuel Novoa Rodríguez con
fotografía en páginas 74/75 y ficha técnica 31 en página 216; obra patrocinada
por Ibercaja y editada por Lunwerg, S.L. en el año 2009. También le presta
atención el ingeniero de caminos Juan José Arenas de Pablo en su obra titulada
“Caminos en el Aire. Los Puentes”, volumen I, páginas 215/217, obra editada por
el CICCP en el año 2002. El librito titulado “Puentes singulares en Castilla y
León” obra de Luis Grau Lobo editada en el año 2011 editado por El Mundo,
página 45. La revista del viejo MOPU lo trata en su número extraordinario 345
de julio-agosto de 1987 titulado “Guía de puentes de España”, apartado “Puentes
Medievales” en un artículo de María del Mar Merino, páginas 53/78. Para conocer
a muchos de los alarifes y maestros de obra que intervienen en este puente se
puede consultar el vademécum titulado “Artistas cántabros de la Edad Moderna”,
obra de María del Carmen González Echegaray et al. editada en 1991 por la
Institución Mazarrasa y la Universidad de Cantabria. En la red se pueden
consultar variadas sites que aunque alguna tiene errores o se copian la
información, disponen de fotografías interesantes del puente, destacando la
Wikipedia, romanicozamora, hispanianostra, asturnatura, turismocastillayleon,
artmedieval o verpueblos entre otras. En Google View también se exhiben múltiples
fotografías de nuestro digno puente.
Documentación gráfica que se muestra en el libro "Historia del puente en España: Puentes romanos" obra del ingeniero Carlos Fernández Casado, editado en el año 1980 por el CSIC. El autor nos informa de que se presentó en Toro para intervenir en el puente pero su amplio proyecto para rehabilitar y estabilizar toda la estructura se desestimó. Cabe pensar que, al menos, rehabilitaría los daños en tablero, bóvedas y tímpanos perjudicados.
Dos imágenes del puente que presenta el ingeniero Juan José Arenas de Pablo en su libro titulado "Caminos en el aire. Los Puentes" y que, probablemente, se realizaron hacia el año 1998.
Buena toma del tablero en su punto medio y antes de su profunda rehabilitación aunque ya no estaba en servicio como muestran las piedras que impiden la circulación. Lleva fecha 22.03.2008, su autor es Getafe y se exhibe en la web de Ver Pueblos.
Tanda de fotos de fecha 22.09.2022 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, tablero, muros de cabecera derecha, viejo camino perpendicular a la torre desaparecida y cauce. del río Duero.
Excelente panorámica del puente desde aguas abajo en trabajo realizado por Francisco José para Google Map con fecha mayo de 2023.
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