LA PUENTE PEQUEÑA SOBRE EL ARROYO PEQUEÑO
T.M. MOLINASECA. León
LE-142 PK 49,540 por Molinaseca
LE-142 PK 43,550 por Riego de Ambrós
[…] Desde Astorga y
hacia los puertos de los Montes de León partían dos rutas que seguían el
trazado de las correspondientes calzadas romanas. La ruta más septentrional
discurre por el Puerto de Manzanal, prácticamente como ahora lo hace la vieja
nacional N-VI. La otra lo hace por Foncebadón y Monte Irago y antiguamente era
la más fácil y transitada. Parte ésta desde Astorga hacia Valdeviejas y Murias
de Rechivaldo siguiendo la carretera y en Murias se separan temporalmente
aunque se vuelven a unir antes de llegar a Santa Catalina de Somoza -muchas de
estas localidades tenían hospital de peregrinos- y avanzando hacia El Ganso donde
en sus cercanías existía un complejo minero romano llamado de La Fucarona y
vestigios de una calzada romana que no coincide con el viejo camino jacobeo.
Camino y carretera vuelven a separarse tras Rabanal del Camino aunque en
paralelo hacia el alto del puerto de Foncebadón con cota en los 1.490 metros.
Tras pasar por Manjarín y El Acebo se llega a Compludo y nuevamente se abre la
ruta en dos caminos, uno de ellos por las faldas del Valle del Meruelo (ahora LE-142) y
otro, el que nos interesa y desde Riego de Ambrós, desciende acentuadamente
hacia los ahora inaccesibles “Puentes romanos del Mal Paso” sobre el río
Meruelo, en el camino viejo hacia Molinaseca […]. Texto del trabajo
titulado “Historia de las obras públicas en Castilla y León, página 62, con
autoría de Chías-Abad.
[…] Un camino más
directo entre Ponferrada y Astorga iba por Foncebadón y Molinaseca atravesando
los Montes de León. El puente se arregló en 1590 […] Breve cita de
Aramburu-Zabala en su libro titulado “La arquitectura de puentes en Castilla y
León”, página 137, donde hace referencia al puente de Molinasera.
Por su parte, lo que
nos cuenta el “Catálogo de puentes de León anteriores a 1936” y en lo referente
al tramo Astorga-Ponferrada, páginas 48/50 y 93/96 es lo que sigue: […] El
calificativo de Magnífica que aplica Plinio a la ciudad de Astorga no ha
menguado un ápice con el paso de los siglos. Sobre ella se asentaron los
romanos y fundaron Asturica Augusta y acantonaron allí a las legiones VI y X
entre cuyos cometidos estaba el de construir vías militares. Tras la caída del
Imperio Romano, la dominación visigoda así como el asentamiento musulmán, la
ciudad es recuperada por Ordoño II a mediados del siglo IX y repoblada como
baluarte para su futura expansión hacia el sur. La importancia que cobra la
urbe como centro de comunicaciones es indudable: se consolida el Camino de
Santiago y se refuerza la comunicación con Galicia por medio del enlace
Astorga-Ponferrada. Sin duda, el camino más corto entre ambas ciudades (más la
primera que la segunda que era población menor) era por el Alto de Foncebadón
pero no era el más fácil. De la vieja calzada romana sólo existían retazos de
ramales mineros, probablemente creados en la época de Augusto, que comunicaban
Santa Colomba de Somoza y Las Médulas con su centro administrativo en Bergido,
cerca de Cacabelos, así como por el río Meruelo y La Valdueza. Anotar que
aunque quedan restos de estos viejos caminos romanos en las zonas próximas a La
Fucarona, no siempre coinciden camino y calzada genuinamente romana.
Siendo un poco
precisos, la salida de Astorga se realizaba por Puerta Obispo dejando a la
derecha el barrio de Rectivía hacia Valdeviejas por un camino carretero en mal
estado y antes de llegar a Murias de Rechivaldo se cruzaba el río Jerga por un
puente que debió de ser medieval y fue sustituido hacia 1915 por el actual.
Desde Murias hacia Santa Catalina de Somoza discurre el “Camino Francés”
carretero que confluye en este pueblo con la “Calzada Gallega”. El camino romano
y la vía peregrina medieval seguirán juntas hasta las proximidades del pueblo
El Ganso, donde el primero ascenderá hacia el N en dirección a las
explotaciones mineras de La Fucarona atravesando el Puente Pañote en dirección
a Rabanal Viejo, La Maluenga y Foncebadón mientras la vía peregrina ,
básicamente de herradura y documentada desde el siglo XII en el Códice Calixto,
siguió más hacia el S, hacia Rabanal del Camino para confluir en Foncebadón tras
una penosa pendiente de 8 km de longitud. Curiosamente y desde Astorga existía
un viejo camino que pasaba por Murias de Rechivaldo y Santa Colomba de Somoza
para llegar al Alto de Foncebadón y que se corresponde con la actual carretera
provincial LE-142 con ligeros retoques. Era la ruta preferida de los arrieros
maragatos desde el siglo XVI en sus viajes comerciales hacia Galicia. Bien es
cierto que lo que ahora llamamos LE-142 en su conjunto, es una construcción
tardía; hasta el año 1908 no finaliza el tramo de Astorga-Santa Colomba de
Somoza mientras que la sección Molinaseca-Ponferrada se levantaba en 1912 y no
cerró su paso por el puerto hasta 1925, todo ello debido a que ya desde finales
del siglo XVIII el camino hacia Galicia por El Manzanal era prioritario, en
detrimento de éste.
Siguiendo con este camino:
Tras la celebre Cruz del Ferro, se desciende en rápida pendiente, aunque en
tránsito molesto por terreno quebrado y pedregoso sucediéndose pueblos
pobres casi abandonados como Manjarín o
El Acebo aunque en un paisaje magnífico. En El Acebo aparece un ramal del
camino que, en vez de descender a media ladera hacia Molinaseca por Riego de
Ambrós, lo hace próximo al cauce del Meruelo y desde su margen izquierda tras
atravesar los puentes del Mal Paso sobre los arroyos Grande y Pequeño del río
Meruelo …/… Este par de bellos puentes se encuentran en un interesante cruce
caminero que enlazaba las explotaciones mineras romanas de los valles del
Turienzo y La Valduerna con Las Médulas y los respectivos centros
administrativos de Astorga y Bergido. Para evitar las crestas y el penoso
descenso hasta Molinaseca, este camino de enlace con Compludo fue, sin duda,
muy transitado hasta el siglo XIX pero hoy están todos los accesos casi
borrados por la maleza y aunque la excursión a los puentes es muy recomendable
por la belleza del lugar, no conviene hacerla si no es cara al día, con buen
tiempo y un equipo mínimo de subsistencia en la montaña. Entendemos que su
nombre se debe, más que a lo peligroso e inestable de estas estructuras, a la
dificultad del acceso y la distancia importante que hay desde las poblaciones
cercanas a los puentes…/… Ambos puentes son, sin duda, romanos, aunque la
fábrica del primero, el del Arroyo Grande, es más perfecta que la del segundo,
actualmente más desriñonado y deteriorado. Esta puede ser la razón de que
algunos autores lo consideren de época medieval. En cualquier caso, aunque la
documentación que existe sobre sobre estos puentes es muy profusa, los propios
textos evidencian que han sido escasamente visitados. Desde que sirvieran a las
explotaciones mineras romanas, han seguido siendo utilizados como caminos de
herradura locales, aunque hay testigos actuales que comentar haber visto pasar
carros en su infancia por los citados itinerarios, lo que no es de extrañar
dada la estrechez de los carros romanos y las pendientes tan pronunciadas de
los caminos de acceso que en absoluto arredraba a los ingenieros romanos.
Actualmente y tras el trazado de la carretera moderna estos caminos y sus
hermosos puentes han quedado obsoletos, sólo utilizados por excursionistas y
pescadores furtivos […].
Bueno, según estos
texto y aún otros que no menciono, hay una tendencia a creer que son
estructuras de origen romano aunque en mi modesta opinión, de ser cierta la
conexión romana a las minas, parece más probable que se salvaran estas
gargantas fluviales con puentes de madera, técnica en la que los ingenieros
romanos eran muy hábiles. Lo que ocurre es que no existen testigos o vestigios
de la pontonería romana de madera por su fragilidad, tras muchos siglos desde
su factura. Ni siquiera existen puentes de madera medievales en la actualidad
pese a que probablemente construyeron muchos más que los romanos. Tampoco en
este caso parece que las basas o fundamentos de las obras presenten esa
sillería tan voluminosa y bien escuadrada que soportaba la carga de la
estructura; ni siquiera en sus remates esquinados, tímpanos o incluso dovelaje
de bóvedas.
A veces, pensamos que
no todo el aparejo romano es en sillería, sino que -además del ladrillo- se
utilizaba mucho la mampostería ordinaria por cuestiones de costes pero lo
cierto es que, la mano de obra en la obra pública, solía ser esclava por lo que
la cualidad de costes no se tenía tan en cuenta y hasta en este lugar, con roca
de margas, esquistos y granitos, se podrían haber levantado puentes de sillería
y sillarejo de buena talla, disposición, enjarje y unas bóvedas de excelente
dovelaje en talla, forma e imbricación con costes reducidos. Considero, como
algunos otros autores, que su impronta es medieval, de traza rural, grosera,
algo descuidada pero eficiente, que pudo sustituir a los pasos romanos de
madera a finales del primer milenio y con composturas o rehabilitaciones en el
Bajo Medievo mientras que el camino tuvo alguna utilidad. Como digo, desde su
fundación en madera hasta su sustitución en mampostería, o sea, mil años
quizás, estas estructuras se recompondrían o se reconstruirían decenas de
veces, incluso mejorando su técnica, pero normalmente con maderamen que,
además, era lo más cercano como materia prima y lo más barato.
Quizás y apoyando mi
argumentación sobre la imposibilidad de que se tratara de estructuras romanas,
está el panel informativo que se exhibe en Molinaseca y que nos cuenta: […]
Aunque hay quien quiere remontarse al tiempo en que los romanos viajaban entre
Asturica Augusta (Astorga) y las minas de oro de Las Medulas, la opinión más
extendida es que se trata de dos puentes de origen medieval, construidos para
facilitar el paso de peregrinos a Compostela o de los que querían acercarse a
los monasterios y ermitas que entonces salpicaban los montes de La Valdueza, la
llamada Tebaida berciana. Hoy, sorprende lo esmerado de su construcción en un
lugar tan alejado de todo, tan apartado de las rutas más frecuentadas […].
Aunque ciertamente
podríamos considerar que ambas estructuras salvan el río Meruelo, en puridad y
considerando los arroyo y fuentes tributarias de este río, la Puente Pequeña se
asienta sobre una estrecha depresión que salva el Arroyo Pequeño; la Puente Grande
lo hace sobre otro curso que se denomina Arroyo Grande. Ambos, en unión de
otros como el Arroyo de Las Presas, Arroyo de los prados del Duque, Arroyo del
Plantío, Arroyo de la Pretadura así como varias regueras y fuentes se canalizan
hacia el fondo del valle incrementando las aguas del río Meruelo antes de
llegar a Molinaseca.
Respecto a este itinerario tan enigmático durante siglos y revisadas las fuentes de viajeros y geógrafos decimonónicos como Madoz, Miñano o Valverde no encuentro pistas sobre estos pasos pontoneros. Tampoco en el IDM (Itinerario Descriptivo Militar) de 1865 se hace referencias a este camino -técnicamente estratégico- y en las detalladas rutas 1196 de Astorga-Ponferrada por Foncebadón o en la 1195 de Molina-Ferrera a Manzanal, quizás las más cercanas a Malpaso, se alude a nuestros puentes.
Características
actuales de las obras.
Respecto al Puente
Pequeño, el primero que nos encontramos si iniciamos el camino desde
Molinaseca, cabe considerar que se trata de salvar un cañón relativamente
estrecho, probablemente el punto donde las paredes de ambos lados se
encontraban más cercanos entre sí, lo que originaría menores costes de
construcción y en mi hipótesis de puentes originariamente de madera, permitían
salvar el vano con tableros de madera apoyados en pies derechos o tornapuntas
del mismo material que fijados a las paredes rocosas de ambas orillas,
servirían para soportar el maderamen del tablero, sin otros apoyos. Para luces
de poco más o menos 10 metros, resultaban fiables, solidas y duraderas si
existía un mantenimiento adecuado. Destruido o colapsado el puente primitivo de
madera, se ensayó una estructura de fábrica que -con las obvias renovaciones,
rehabilitaciones o modificaciones- ha llegado hasta nosotros.
La Puente Pequeña tiene un tablero
menor, de aproximadamente 20 metros que cubre el vano y los estribos. La bóveda
actual se apoya en la roca madre del cañón a estribos perdidos y se eleva más o
menos 6 metros sobre lámina de aguas. Su luz es de aproximadamente 8,60 metros y proyecta un arco de medio punto muy regular aunque
el peso de los rellenos de tímpanos ha propiciado que el arco se corrija por
las presiones, cambiando la zona de claves de arco de medio punto a ojival. En
los arranques se observa la modificación de las rocas anejas al cauce para
hacerlas como plataformas o plintos donde poder apoyar la estructura. Asimismo
se observa cierto relieve en zonas de riñones de la bóveda que haría de escalón
para la colocación de la cimbra (la original o alguna que pudiera utilizarse en
las variadas rehabilitaciones a lo largo de los últimos siglos). También hay
lienzos, especialmente en los bajos, donde la estructura se refuerza -para
evitar erosiones o descalces- con hormigones en masa de piedra más o menos gruesa
pero bien aglutinada que subsiste hasta ahora.
Respecto a su aparejo,
hay que considerar que -independientemente de los apaños y rehabilitaciones- se
muestra bastante sólido. Predomina la mampostería irregular u ordinaria, tosca
en algunos paños y careada en otras, siempre bien aglutinada con morteros
varios de cal, quizás algunos modernos de tonos blanquecinos con yesos y otros
áridos. La bóveda es la sección más trabajada o elaborada ya que se conforma
con tallas de sillarejo de larga soga, más o menos escuadrada, probablemente de
roca de esquisto y pizarras, que van conformando las roscas exteriores y el
intradós de la bóveda. La anchura del dovelaje en boquillas llega a los 50
centímetros y se conforma el arco con cierta precisión, bien aglutinadas las
piezas y con un tizón profundo para su mejor ensamble y agarre con las roscas
interiores. En cubierta, muy corta, destaca un firme de canto y arenas, propio
para caballerías y senderistas. Su anchura es de 3,20 metros, semejante a la
profundidad de la bóveda inferior. Dispone de unos cordajes a modo de
barandillas sujetos a unos montantes de rollizo de madera. El detalle que nos
ofrece el libro “Catálogo de puentes de León” es el siguiente: […] Ambos
puentes presentan bóvedas de cañón en mampostería concertada y rejuntada con
mortero, realizadas en forma perfecta, aunque la segunda sobre el Arroyo
Pequeño está ligeramente desriñonada. Embocadura de sillería de 0,50 metros de
altura media, ligeramente peraltadas, con una flecha aproximada de 2 m y un
radio de 5. Ambos están cimentados directamente sobre roca madre y presentan un
resalto en el intradós que sirvió para sostener la cimbra. El ancho total de la
bóveda es de 3,20 metros en ambos puentes; tampoco existe pretil en ninguno de
los dos ni vestigios del mismo y la rasante pasa tangente al trasdós de la
bóveda aunque la profusa vegetación y el pavimento de cantos rodados no
permiten distinguir señales de roderas ni deterioros de importancia. Los
estribos, también de mampostería, presentan fábrica a hueso y acompañan durante
casi 10 metros el camino […].
La distancia desde el
arranque del camino en Molinaseca hasta el puente es de 2.300 metros.
La Puente Grande salva el Arroyo Grande
y por lo tanto, es un poco mayor que la otra estructura. Prácticamente igual
que el anterior en cuanto a técnica, aparejo y anchura, la luz de su bóveda
llega hasta los 9,85 metros y su flecha desde claves a lámina de aguas, en este
caso, es menor, alrededor de 5 metros. El arranque de la bóveda por su estribo
izquierdo es más reducido ya que el apoyo sobre la base de las rocas es más
alto y por el contrario en la del estribo derecho se completa bastante bien la
geometría del arco. También se observa mejor trabajo en la boquilla externa -al
menos en aguas abajo- donde el dovelaje toma la forma de sillería, bien
asentada y trabada en hiladas sucesivas en altura. Se adivina bien en algunas
fotos. En boquilla externa se observa la falta de piezas a medida que nos
aproximamos a claves. La cubierta se afirma con mezcla de canto rodado,
mampostería plana y rellenos de arenas.
En general, ambas
estructuras son difíciles de observar con detenimiento por la tupida malla de
maleza, arbustos y arbolado. El puente se encuentra a 2.700 metros desde su
arranque en Molinaseca. Desde mi punto de vista, los puentes precisan de un
mantenimiento más regular y los caminos hacia ellos deben de mejorarse aunque
sigan siendo sendas o trochas para caminantes. Ya el texto sobre estos puentes
que recoge el libro “Catálogo de los puentes de León anteriores a 1936”,
redactado en los años 80 del siglo XX nos advertía sobre su abandono y la
necesidad de mejorar obras y caminos: […] Ambos puentes, muy hermosos y
enclavados en un paraje bellísimo, son hoy sólo visitados por excursionistas y
pescadores. Sería muy deseable dejar expeditos los caminos antiguos -hoy aún
reconocibles entre la maleza- que comunican ambos puentes con Compludo, su
herrería, El Acebo, Riego de Ambrós, Molinaseca y los Barrios de Salas. Su
utilización como itinerarios lúdicos que hoy se realizan en precarias
condiciones, tendrían la seguridad de ser explotados o usados con mayor
profusión por turistas, caminantes y curiosos ya que la distancia entre ambos
puntos, esto es, aproximadamente 11 kilómetros, es un periplo relativamente
suave si el camino esta adecentado y practicable […] . Este texto,
redactado hace casi 40 años nos dice que si el camino no se acondiciona, en un
cuarto de siglo podría ser casi imposible llegar a los puentes y acabarían
arruinándose. Si bien es cierto que el camino sigue siendo practicable -desde
Molinaseca- y lo utilizan un variado grupo de senderistas o excursionistas,
especialmente en verano, los posibles desprendimientos de roca o firme arenoso
así como la invasión de vegetación en los bordes de la senda, podrían incidir
en colapsos que inutilizaran el camino. Curiosamente, la ruta está bien dotada
de cartelería pero lo importante, que es la comodidad de su tránsito, no se
realiza.
Para saber más. El libro que mejor
trata estas obras pontoneras es el titulado "Catálogo de puentes de León anteriores a 1936" obra auspiciada
por José Antonio Fernández Ordoñez a través de su cátedra de Estética de la
Ingeniería en la ETSICCP de la UPM donde coordinaron esta trabajo Tomás Abad
Balboa y Pilar Chías Navarro con la inestimable colaboración de un nutrido
grupo de estudiantes de la Escuela, destacando en los referente a las obras
civiles de León durante los años 1984 y 1988 Carmen Andrés, Rafael Castejón,
Pablo Otaola, Julio Suances, Consolación Pérez Alda y Ana San Salvador del
Valle Zarrabeitia, libro editado por el CICCP y CEDEX en 1988, páginas 93 a 96 y
donde también se hacen llamadas a fuentes consultadas. Se hace una breve
referencia a los puentes y en mayor medida al camino hacia ellos en el trabajo
titulado “Historia de las Obras Públicas en Castilla y León. Ingeniería,
Territorio y Patrimonio”, apartado “La construcción del territorio. Caminos y
puentes de Castilla y León”, obra de Pilar Chías Navarro y Tomás Abad Balboa
editada por el CICCP en 2008, página 62. En internet se puede visitar la Wikipedia
con voz propia para Molinaseca así como la municipal que trata también de estos
puentes. En el blog existen entradas para el viejo puente de Molinaseca así
como otro precioso y muy cercano llamado Puente del Mascarón, a la entrada de
Ponferrada por esta carretera.
Se sigue cierto orden cronológico en la exposición gráfica.
Fotografías del puente, probablemente realizadas entre los años 1984/1986, que se exponen en el libro "Catálogo de puentes de León anteriores a 1936".
Mapa donde se refleja la ruta hacia los puentes desde Riego de Ambrós. Levantado entre los años 1984/1986 para el libro citado anteriormente.
Tanda de fotos de fecha 07.08.2021 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo y tablero.
Señalización, cartelería, paneles informativos, mapas de situación de los puentes y panorámicas de la ruta iniciándola en Molinaseca. Tanda de fotos de fecha 23.09.2020.
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