PUENTE DE ALMANZA SOBRE EL RÍO CEA. León
LE-232 PK 33,500
Almanza es un pequeño municipio de la comarca Tierras de Sahagún con
visos de ser lugar antiguo pues todavía mantiene algunos lienzos de muralla con
un arco gótico y cubos de defensa del viejo castillo medieval. El término lo
bañan el río Cea y un par de arroyos llamados
La Reguera y La Tejera. No cabe duda de que, desde tiempo inmemorial, el
pueblo tendría puentes para salvar las aguas de sus ríos, especialmente el Cea,
cuando estos llevaban aguas bravas por avenidas y deshielos rápidos en las
cabeceras. Como ocurre en la mayoría de los casos, dispondría de vados
naturales que utilizarían carros, caballerías y ganados. Cuando subían los
niveles de caudal se acondicionaría un puente a base de tableros de madera con
algún apoyo central por medio de rocas a modo de pilas.
Si bien es cierto que la mítica calzada de origen romano llamada Del
Pando cruzaba por este núcleo, no se observan testimonios que nos hagan pensar
en que existiría en este punto alguna mansio
o punto de avituallamiento que precisara de un puente de fábrica. Pero si es
verosímil que en el Bajo Medievo existieran tránsitos fluidos por esta vía en
virtud de los movimientos de personas y mercancías hacia las zonas de montaña
de Asturias y Cantabria como ya se recogen en informes y legajos antiguos.
Con el auge de los movimientos ganaderos desde el siglo XIII se puede
considerar un itinerario secundario que cruzaba el río Cea por este punto. La
Cañada Real Leonesa Oriental -en un itinerario bastante conocido- tomada
dirección hacia Palencia (Guardo y Saldaña) unos pocos kilómetros al norte de
Almanza pero si se sabía que los puentes sobre el río Carrión estaban derruidos
o en mal estado por recientes avenidas , los mayorales y autoridades de los
ganados que bajaban de Valdeburón en trashumancia hacia Extremadura,
continuaban por las márgenes del río Cea hasta Sahagún, aprovechando las
extensas praderas de hierbas y pastos que ofrecían las terrazas del río Cea y
parece natural que vadearan nuestro río en el pueblo de Almanza.
También tenía su importancia un eje subcantábrico en dirección E/W por
Cistierna, Boñar, La Robla o La Magdalena, buscando el cauce del río Órbigo por
Hospital de Órbigo y La Bañeza camino de Benavente y el Bajo Esla para continuar por Salamanca hasta los
invernaderos de Extremadura. (Este itinerario dispone de algunos de los puentes
más emblemáticos -no sólo de la trashumancia- sino de los viejos caminos carreteros
de origen tardo-romano y medieval). En las ciudades de Astorga o La Bañeza se
producía la unión de estos rebaños con los que procedían de la Cañada Real de
la Plata. Ya en tierras salmantinas, en la localidad de Béjar, se engrosaban
estos rebaños con los que venía de la Cañada Real Soriana Occidental.
El poderío e influencia que fue adquiriendo el Honrado Concejo de la
Mesta, especialmente desde finales del siglo XV, debió de ser determinante para
que se financiara o reconstruyera un posible puente en esta localidad que solía
costearse con los propios fondos de los ganaderos del Concejo y la
municipalidad implicada. Aunque no hay constancia de ello, es muy probable que
así se decidiera levantar una obra pontonera en este punto, probablemente más reducido
que el actual, con 3 o 4 ojos, alguna pila intermedia y seguramente de fábrica
de piedra en mampostería.
Otras circunstancias que motivarían la construcción y un buen
mantenimiento de alguna puente están relacionadas con los movimientos de
peregrinos jacobeos que, desde el Cantábrico, derivaban hacia el camino francés
por los pasos de las Montañas de Riaño (Ruta Vadiniense) y que debido a
inundaciones o problemas con los puentes del camino, solían seguir por la vieja
calzada romana hacia el sur cruzando Almanza, para llegarse hasta Sahagún de
Campos, punto determinante del Camino de Santiago francés. Para que esta
localidad dispusiera desde antiguo de una ermita y hospital de ayuda a peregrinos
y pastores en trashumancia, solía ser condición indispensable la existencia de
una puente, punto de cruce de aguas peligrosas y lugar de encuentro, espera,
descanso y pernoctación de viajeros, buhoneros, trajinantes, pastores y ganados
en ruta. También en Sahagún se incrementaban las cabezas de merinas con las que
venían de la vertiente W de León, en la denominada Cañada Real Leonesa
Occidental aunque estas, solían derivar desde este punto, hacia Medina de
Rioseco para seguir por Gredos y el valle del Tiétar hasta tierras cacereñas.
Añadir claridad a estos movimientos ganaderos de origen medieval es
dificultoso, especialmente en las vías pecuarias leonesas y sus variados
caminos ya que, existían multitud de pasos al N y al W que, dependiendo de la
climatología o la calidad de caminos y cañadas, obligaba a los mayorales a
tomar una dirección determinada. Se cuantifican en León, aproximadamente 400
pasos de altura o portillos de montaña por los que los rebaños podían ejercitar
su paso autorizado ya que muchos de ellos se consideraban de utilidad pública y
eran francos.
Respecto a la antigüedad de estos movimientos, sus costumbres, reglas y
ordenanzas, siempre está abierto el debate sobre si ya antes de la fraternidad
del Honrado Concejo de la Mesta se daban estos periplos de merinas buscando su
mejor acomodo y pastos hacia el sur peninsular. Los historiadores del mundo
romano hispano advierten de que el pastoralismo autóctono ya existía en
Hispania aunque llama la atención que escritores y viajeros romanos como Plinio
o Tito Livio no hagan referencias al tema. Sin embargo, Catón o Columela,
provenientes del mundo agrario y más agudos, si tocan en sus múltiples escritos
la "agrestis pastio" aunque
sin confirmar que se produjeran movimientos controlados y sucesivos de ganado,
como en la trashumancia medieval. No se pueden considerar movimientos, sino en
todo caso concentración, cercados para ganado o redileo, estos testimonios
romanos que conocemos por algunas inscripciones relativas al tema, como la que
se refiere a hitos de delimitación de procedencia militar como el que dice
" 20 términos asignados a la Legio IIII Macedonica", ubicada entre
Iuliobriga y Segisamum, o a la que hace referencia a ganados en la "castra
legionis" de Pisoraca (Herrera de Pisuerga). También en las cercanías del
actual pueblo de Castrocalbón (donde todavía subsiste un precioso puente
metálico del tipo bow-string que da servicio a la LE-110) apareció un hito o
término que alude a los límites de pastizales que tenía la Legio X Gemina y la
Cohors IIII Gallorum frente a la civitas Benudiensum. Obviamente, la
administración romana gozaba de eficiencia y organización, con leyes y ordenes
que regulaban los ganados pero no se puede inferir que existiera una
organización concreta para la trashumancia.
Existe una referencia epigráfica del siglo VI en la que se informa que
Diacono Vincencius dona ganado en movimiento o tránsito entre las localidades
de Boltaña (Pirineo oscense) y la palentina Saldaña, punto de paso de la Cañada
Real Leonesa Oriental. El eremita Valerio del Bierzo también cita en sus escritos
ciertos movimientos de pastores y arrieros y su maestro, Fructuoso de Braga
habla de una cañada de La Vizana (valioso puente que todavía podemos contemplar
y que daría servicio a estos ganados que cita Fructuoso, perteneciente a Alija
del Infantado). Textos de ordenamientos más recientes son la llamada Lex Visigothorum para rebaños.
Ya en el siglo XIII y a instancias de Alfonso X se reúnen los representantes
ganaderos de León y Castilla para asociarse en lo que se llamó Honrado Concejo
de la Mesta, otorgándoseles determinados privilegios y prerrogativas para
potenciar la economía ganadera.
Con
anterioridad, los ganaderos se reunían en asambleas o consejos llamados
"mestas" (la palabra mesta proviene de mixta,
que significa 'mezclada') en diversas localidades dos o tres veces al año con
el fin de tratar de los negocios concernientes a sus ganados o gobierno
económico, y para distinguir y separar los mestencos (animales sin dueño
conocido) que se hubiesen mezclado.
Durante
la Edad Media y con el paso del tiempo, se añaden nuevos privilegios
reales a la Mesta, como pasará a ser conocida, junto con una fiscalización
especial para protegerla de los agricultores, lo que provocó largos e
incontables pleitos hasta el año 1.836, en que se abolió.
La Mesta es
considerada una de las agrupaciones corporativas o gremios más
importantes de Europa durante la Edad Media y el primer gremio
ganadero, aunque existieron corporaciones locales de ganaderos anteriores
en Aragón, como la Casa de Ganaderos de Zaragoza. La construcción,
mantenimiento y administración de muchos puentes peninsulares se debe a iniciativas
de de esta Organización.
Datos históricos del puente de Almanza: Aunque hay cierta información sobre un posible
levantamiento de esta obra civil entre los siglos XI y XII, opinión factible ya
que algunas de las construcciones del pueblo se pueden atribuir a esos siglos,
lo cierto es que los testimonios que han llegado hasta nuestros días arrancan
de principios del siglo XVII con una petición de la municipalidad para que se
arregle su puente antigua y prefiero seguir al respecto la información que
ofrece el historiador Inocencio Cadiñanos para esta obra civil: [...] Ubicado en tierras leonesas era un
punto importante para el paso hacia Las Asturias o en sentido inverso hacia la
provincia de Palencia. Textos del siglo XVII dicen que "era paso muy
preziso y nezesario para todas las Montañas" y en el año 1.614 los vecinos
de la villa exponen al Consejo Real que tienen una puente de piedra que es paso
hacia Asturias, Galicia y otras partes y que la riada de aquel año, producida
en el mes de noviembre, había arruinado 2 cepas y sus arcos por lo que su paso
era impracticable. Se sabe que años antes, en 1.594, había sido ya reconstruido
tras los daños ocasionados por otra gran avenida y cuyo costo ascendió a la
cifra de 24.000.- ducados que se repartieron entre las poblaciones dentro de un
radio de 20 leguas. Según la información de la municipalidad, ahora quedaban 4
arcos en pie, luego debemos entender que constaba de 6 vanos [...]
[...] En 1.615 es reconocida la
obra por los maestros canteros Pedro de Llánez y Marcos de Aza que certifican
que " la riada había sobrepasado los arcos llevándose enteramente dos
pilares y sus arcos más otros dos que las pilas que quedaron enteras las dejó
tormentadas con algunos huecos y hendeduras". Debían reconstruirse
deshaciendo los restos de las antiguas roscas y levantándolos hasta la altura
de los demás. Ese cambio precisó encauzar la corriente y añadir otros dos arcos
más. Todo ello se tasaba en 10.000.- ducados. El propio Consejo interesado en
la obra solicita a estos canteros que levanten planos y que se haga la obra en
sillería plena, además de otras condiciones. En la puja final intervino el
cantero Juan del Monte igualando la tasación previa pero fue Andrés de la
Cájiga el que se llevó el remate por 7.000.- ducados.
Inició las obras el propio Cájiga y
cuando la estructura estaba muy avanzada un potente riada producida en 1.619
produjo daños considerables en la parte del puente más antigua. Se vuelven a
producir nuevos informes y tasaciones por parte de los inspectores canteros
Pedro Vélez de Prado y García de Orna y la reforma y consolidación del puente
se adjudica al propio Cájiga, en este caso, con la colaboración de Juan de
Llánez que ya figuraba como veedor oficial de las obras del puente. Con la
muerte de Andrés de la Cájiga será el mismo Llánez quien acometa los trabajos
finales de la obra. En los informes de inspección del año 1.622 que levanta
Domingo de la Lastra se especifica que aún faltaba cerrar dos arcos, colocar
los pretiles y otros pequeños detalles cuyo montante final ascendía a otros
1.000.- ducados más.
Como venía siendo habitual, esta
obra se alargó mucho pues era frecuente la polémica y discusión sobre que
villas y pueblos tenían la obligación de pechar por los costes de la puente.
También era frecuente que el Estado, carente de fondos en muchas ocasiones,
demorara en el tiempo los pagos a contratistas y canteros. Entiendo que la
estructura no debió quedar terminada o quizás, no se levantaron las manguardias
pertinentes para encauzamiento de aguas por lo que, tras unos decenios, en el
año 1.661, se produjeron nuevas avenidas que destrozaron parte de la estructura
[...] La información que nos da Cadiñanos dice:
Según las autoridades locales, se estimaban los costes de los reparos en
80.000.- reales que deberían repartirse entre muchos pueblos del entorno ya que
Almanza tenía por aquellas fecha censados entre 70 y 80 vecinos que no podían
afrontar estos costes en exclusiva. También se apuntaba que la obra a realizar
era demasiado compleja al actuarse sobre obra muy antigua " a muchos años que se fabricó y al presente está muy demolida y
hundida y arruinada y en particular dos oxos con todos sus cimientos y lo más
de los antepechos".
Inspeccionan la ruina los canteros Martín de la Peña y Lucas Díez
informando que se deben reconstruir dos arcos que se había llevado el río de
cuajo, manguardias, una calzada, pretiles, rectificar la tercera cepa y
levantar un puentecillo en el cercano arroyo de Carrizo y cuyo coste total
ascendería a 24.300.- ducados.
La lenta burocracia y las penurias dinerarias del Reino en tiempos de
Felipe IV y debido a los conflictos bélicos, alargaban en exceso, no sólo esta
actuación, sino cualquiera de las obras públicas del estado y cierto es que, el
Barroco español o el reinado de los Austrias no fue precisamente muy productivo
en la construcción de calzadas y puentes. En el caso que nos ocupa, no fue
hasta 1.668 cuando aparecen nuevos informes sobre el puente de Almanza,
firmados por los maestros canteros Diego Zorlado y Antonio de Guevara
confirmando la inspección anterior de De la Peña y Díez pero elevando sus
costes hasta la cifra de 25.436.- ducados. En la puja por la obra intervinieron
varios contratistas entre los que se encontraban los hermanos Andrés y
Francisco Díez, Francisco de Compostizo y Francisco del Piñal, que pujó por
12.000.- ducados pero fue Antonio de Agüero el que se llevó el remate por
10.000.- ducados en adjudicación del año 1.674. Esta cantidad fue repartida
entre las poblaciones comprendidas en un radio de 20 leguas a la redonda.
Otras informaciones de posibles actuaciones se refieren al proyecto de un
nuevo puente según alzado del prestigioso arquitecto Bernardo Miguelez firmado
en 1.775 y que se pretendía financiar -entre otras fuentes- con un arbitrio de
17 maravedíes por cántara de vino vendida en las tabernas del pueblo y sus contornos durante el plazo de 8 años y
medio. Otro proyecto de fecha 1.817 es del arquitecto Pedro García González por
un montante de 344.826.- reales que aunque la RABASF (Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando) consideró conforme, nunca se llevó a efecto (Archivo
Rabasf 31-9bis/2, legajos 3732, 32706 y 33881).
El historiador de puentes Miguel Ángel Aramburu-Zabala al citar la ruta
crítica del río Cea que conexionaba León con el centro peninsular nos dice que
el puente de Almanza así como el de Valderas, Gordoncillo, Mayorga, Sahagún y
Cea se encontraban dañados o con reparos en la primera mitad del siglo XVII.
Nuestro puente, según cuenta, se encontraría en reconstrucción entre 1.600 y
1.604 y con nuevas reparaciones entre los años 1.617 y 1.620.
Es muy probable que en el proyecto de carretera de segundo orden que
desde Sahagún terminaba en Las Arriondas, periplo de las actuales carreteras
matriculadas como LE-232, LE-234 (parte ahora bajo las aguas del pantano de
Riaño), LE-215, N-621 hasta Riaño y continuación por N-625 hasta Arriondas, en
Asturias y que en el sector de Almanza se actuó en 1.897 afectara a nuestro
puente que, si bien es cierto que no se ensanchó, si que se repararía como se
puede apreciar en algunos lienzos de paramentos y cabeceras.
Otras actuaciones que han dejado huella por lo grosero de su intervención
se debieron producir en los años 50 o 60 del siglo XX y especialmente relevante
es la construcción de un colector de buen diámetro que surge por la cabecera
derecha y hasta recurva pasando bajo el décimo arco, sin considerar otras
posibles soluciones menos agresivas con este monumento. Estamos en el año 2.018
avanzando en el respeto, cuidado y difusión de nuestro patrimonio artístico o
civil, pero ahí sigue.
Pese a las diferentes modificaciones que ha sufrido esta estructura, se
podría calificar como de sobrio estilo barroco aunque también se deja ver una
impronta sencilla, exenta de decoraciones y de geometría marcada en planos y
arcadas, muy generalizada en tiempos renacentistas, donde se procuran construir
tableros horizontales y de lo que se desprende probablemente la huella más
antigua de su fábrica original, borrados ya sus posibles orígenes medievales
tras las comentadas ruinas. En mi modesta opinión, creo que nos encontramos
ante una obra civil robusta, plena y de trazado largo y dificultoso que es
bella, eficaz y se asocia muy bien al paisaje y al entorno rural donde está
ubicado.
Sin querer entrar en polémicas de eruditos e historiados de arte, sí debo
declarar que me pareció chocante (no sólo a mi) la opinión que sobre esta obra
declaró el insigne maestro y auténtico polígrafo Manuel Gómez-Moreno Martínez,
excelente arqueólogo e historiador del arte, muy activo en la primera mitad del
siglo XX. En su magnífico trabajo titulado "Catálogo Monumental de España,
tomo II, León", para el que se documentó "in situ" entre los años 1.906 y 1.908, se hace referencia a
nuestro puente con la frase lapidaría ( o
dogmática) siguiente: El puente de Almanza es grande, viejo y anodino. Así de simple y deberemos alabarlo pues, al
fin y al cabo, se fijó en la obra, caso bastante inusual en otros muchos
historiadores de arte de la época que transitaron por media España catalogando
monumentos pero que nunca hacían referencia a los puentes por los que pasaban.
Bien, este lobo
montaraz que escribe un siglo después de Gómez-Moreno lo valora de otra forma ya
que además de que la obra es más vetusta pues ha añadido un siglo a su
historia, considera que es un puente bello, armónico, con una geometría
regular, sin líneas abruptas, que se construyó sabiamente para acoger con
cierta seguridad las aguas del río Cea, especialmente cuando lleva avenidas de
importancia y pese a la complejidad de sus extensas terrazas en ambas márgenes.
Al Señor Gómez-Moreno le podrá gustar o no, pero tacharlo de anodino no
procede, ya que si el significado de este palabro es el de insignificante o
ineficaz, como recoge la RAE, parece resultar todo lo contrario: estructura
amplia y grande que domina el cauce del río ante ensanchamientos por avenidas y
muy eficaz o útil, ya que hasta hoy mismo, sigue prestando sus servicios a una
carretera provincial.
CARACTERÍSTICAS ACTUALES DE LA OBRA: Por lo que he podido comprobar, se trata de un puente largo, con 133
metros de longitud, que pudiera parecer excesivo con respecto a sus cauces en
estiaje pero que, por propia experiencia, se decidió alargarlo con
incorporación de nuevos vanos para poder desalojar las aguas altas de las
avenidas que se suelen producir cada pocos años y que -como sabemos por su
historia- producían constantes daños o ruinas en la estructura. Sigue
existiendo un vado natural junto al puente que utiliza la maquinaria agrícola
cuando hay aguas bajas.
Dispone de 10 vanos con luces de 9+9,30+9,35+8,40+8,40+8,90+9,80+11+11,35+11
metros (desde aguas arriba margen izquierda) muchos de ellos reducidos en
anchura por colmatación de arenas y lodos, en geometría de medio punto. Las
flechas o altura de arcos desde claves hasta lecho del río son relativamente
bajas pues no se presuponen grandes avenidas en altura que rebasen los pretiles
sino que -al igual que ocurre con otros cauces semejantes- el problema es que
las aguas se desmadran ensanchando el cauce por lo que el puente debe ser largo
y con muchos ojos para mejor evacuación de caudales y evitar el efecto presa o
las salidas de madre por cabeceras. Las pilas tienen una anchura variable que
oscila entre 2,65 y 4 metros, producto de las diferentes rehabilitaciones y
disponen de refuerzo en ambas caras, aguas arriba por medio de fuertes
tajamares en cuña y aguas abajo por medio de espolones o contrafuertes de
sección rectangular; en ambos casos llegan hasta la rasante del puente y
producen descansaderos o refugio para viandantes ante el cruce de carros o
ganados.
Es una obra plena de piedra caliza en sillería bastante regular por
volumen y disposición de hiladas dentro de lo que permiten los paramentos,
relativamente bajos y donde la mayoría de sillares se disponen en los tímpanos,
quedando el resto reducido a las caras de espolones y tajamares y poco más en
estribos pues aunque se habla en las intervenciones históricas de manguardias o
muros de encauzamiento, lo cierto es que los actuales son minúsculos.
En las bóvedas cabe distinguir algunas de buena rosca con dovelaje
perfecto, bien colocado y contrapeado sin grietas o humedades y otras, las más
cercanas a las cabeceras, que ya tienen serios problemas. Probablemente debido
al exceso de peso de camiones que cruzan el puente, las bóvedas han cedido a
estas presiones y aunque mantiene la geometría de medio arco, se han expandido
hacia los salmeres de lo que -visto en boquillas- parecieran arcos ligeramente
carpaneles. El intradós de ellas, especialmente la 1ª y la 2ª, muestra fractura
en muchas dovelas y grietas en las roscas exteriores. Los reparos que se
debieron hacer en el año 2.003 por alguna empresa enamorada del portland y que
supongo que actuó en bóvedas, pretiles y rejuntado de sillares, han sido
groseros e inadecuados para una obra histórica.
Así mismo, lo que se aprecia en boquillas también tiene diferencias en
cuanto a la fecha de las intervenciones, aunque en general, guardan cierta
regularidad con piezas o dovelas semejantes o a dos alturas pero acuñadas. No
ocurre lo mismo con las hiladas que conjugan con las roscas donde hay también
trabajos de cuidado y buen remate y otros no tan profesionales.
En extradós y sobre la línea que marcan las claves de los arcos se sitúa
una potente imposta, en ligero relieve como motivo decorativo sobre la que
descansan los pretiles sin que se observen imbornales o desaguaderos. Quizás,
no fueren necesarios pues aunque el tablero es horizontal, mantiene ligera
pendiente hacia ambas cabeceras que servirían para desalojo de aguas de lluvia
hacia extremos.
En estribos también parece que hay diferencias. El derecho, corto y
perdido, sufrió una drástica modificación para empotrar el colector de aguas.
No se puede inspeccionar con detenimiento al encontrarse vallado por fincas
contiguas y con mucha vegetación. Se aprecia un muro de encauzamiento que se
correspondería con un viejo cuérnago de un molino abandonado. En el izquierdo
existen unos pocos metros de muro de acompañamiento que enlazan con el talud
del cauce, sin aletas.
Respecto a la cubierta, cabe señalar que dispone de un tablero acorde con
los tiempos en que se construyó por anchura pues se encuentra -según zona-
entre los 4,10 y 4,50 metros, de los que pertenecen a calzada 3,60 metros,
aproximadamente y el resto a pretiles
con 0,25 metros de ancho para cada uno. En cabeceras se producen abocinamientos
de sección rectangular en un extremo y en el otro angular que recogen la
anchura propia de la carretera decimonónica de 6 metros de ancho, finalizada en
este sector en el año 1.897. Llama la atención la calidad de los pretiles,
soberbios, anchos y redondeados en su cara superior a modo de albardilla en
piezas u ortostatos de gran altura pero que no se refleja en la situación
actual, que parecen chatos y han perdido la función de petos de seguridad para
transeúntes o caballerías que podrían caer al cauce. Entiendo que se debe a
alguna intervención antigua sobre extradós, acumulación de rellenos y hormigones
y por último, varias o muchas capas de asfaltado, que además de reducir la
altura de pretiles, muy posiblemente hayan incrementado ostensiblemente la
pesadez de la cubierta que pudiera influir en la deformación evidente de
algunas bóvedas. Sin embargo, en los cantos y donde se unen pretiles con
imposta parece que existen huecos que tendrán la función de ventilación y
desaguaderos para que, al menos, los pesos del relleno no se incrementen con
las lluvias ni actúen sobre bóvedas degradándolas.
Como suele ocurrir, la solución fácil para evitar caídas al vacio en un
puente histórico, era la de poner barandillas de acero empotradas en los
venerables pretiles y así, tenemos una obra civil vetusta, monumental y muy
práctica porque sigue en uso, pero con el pegamento de unas barras de hierro
modernas que distorsionan la impronta de la obra civil centenaria. Por último,
dispone de un firme asfáltico y la superficie de las balconadas (tajamares) se
cubre con hormigón, careciendo de viales peatonales o cunetas.
Se trata de una estructura, como digo, en pleno uso pues aunque angosto,
permite el tránsito de todo tipo de vehículos sin limitación de MMA o anchura
de ejes con paso preferente para los que entran por cabecera derecha (desde
aguas arriba). Respecto a su mantenimiento cabe distinguir entre la propia
estructura a la que se debería prestar más atención eliminando brotes de
hierbas y matojos que crecen en los muros y arcadas y muy especialmente a la
tala de arbolado y arbustos que prácticamente ocluyen los dos primeros arcos.
También causa sonrojo la vista de esta digna obra desde aguas arriba donde
subsiste una canalización de gran perímetro del sistema de alcantarillado,
apoyada en zapatas de hormigón sobre cauce y que no solo está pegada al puente
sino que deriva en ángulo y se introduce bajo el último arco (cabecera derecha)
en una actuación antigua sí, pero que ya hace tiempo que se debería eliminar pues
resulta vergonzoso observar el monumento desde ese punto de vista. Sin embargo,
observo por comparación con fotos antiguas que se ha retirado una tubería
vertical de color verde que, desde cauce, llegaba hasta pretiles,
aproximadamente hacia la 3ª o 4ª pila.
También y aprovechando los huecos que se producen en esta canalización,
abundan los escombros y deshechos. Releo la información que facilita el famoso
libro "Catálogo de puentes de León", cuyo técnico visitaría la obra
aproximadamente hace 40 años y sus quejas o advertencias siguen siendo las
mismas, según comenta: convendría desbrozar la maleza circundante y limpiar las
basuras además de la observación más técnica de que sería necesario eliminar
arenas y lodos para evitar que en algunos arcos las aguas bajas propias de
estiaje lleguen a la altura de riñones.
En definitiva, sigue siendo lamentable el trato y la atención que se
presta a la obra civil o arquitectura de tipo industrial histórica en este país
por parte de las autoridades , pese a que -lentamente- ya se observen signos de
cambio.
No he observado que existan señales de tráfico que adviertan o dirijan a
este monumento ni tampoco carteles o paneles informativos sobre su historia y
vicisitudes. Han tenido el acierto en los últimos años de crear una especie de
zona fluvial o parque con praderías de verde, choperas, algunos bancos, mesas y poco más pero que inducen a los
ciudadanos a participar del río, contemplar y respetar el puente como obra
civil digna y creando una asociación paisajística con este monumento. No
obstante, cuando crezcan los chopos y aumente la vegetación en cara naciente se
acentuará la barrera que impide la observación panorámica del puente.
Por alguna razón que
ignora este cánido cazador de puentes, parece que hay cierta intención
institucional en tapar estos dignos e históricos monumentos a base de que se
entierren en lodos o más fácil aún, que la vegetación cubra sus costados lo
antes posible para que parezcan invisibles, quedando como único mantenimiento
el correspondiente a su tablero o calzada a base de sucesivas capas de hormigón
asfáltico. Luego está la manía de las choperas, enormes, densas, que ofrecen
dineros más o menos generosos a las arcas municipales implicadas pero que
deberían respetar una distancia mínima con respecto al puente histórico para
que no haya interferencias visuales y se pueda contemplar o fotografiar la obra
plena. Este vicio rancio no sólo se produce en los ayuntamientos de esta
provincia sino que el problema es extensible a toda la geografía peninsular y
que, en muchos casos, afecta a puentes verdaderamente icónicos y famosos aunque
también es cierto que se van produciendo honrosas excepciones.
Para saber más: Pascual Madoz trata las obras del puente en su compendio
"Diccionario Geográfico-Estadístico, tomo León, voz Almanza", editado
en Madrid entre los años 1.845 y 1.850. El libro de cabecera para los puentes
de León sigue siendo el metódico y profesional "Catálogo de puentes de
León anteriores a 1.936" auspiciado por José Antonio Fernández Ordoñez y
coordinado por Tomás Abad Balboa y Pilar Chías Navarro, editado en 1.988 por el
CICCP-CEDEX. La mayoría de los datos históricos los aporta Inocencio Cadiñanos
Bardeci en su trabajo "Puentes de León·", publicado en la revista
Tierras de León, número 113 del año 2.001. Otra obra importante para los
puentes de León aunque los trate más someramente es "La arquitectura de
puentes en Castilla y León entre los años 1.575 y 1.650", cuyo autor es
Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera, publicado por la Junta de Castilla y León
en 1.992. Para alarifes y canteros involucrados en este puente conviene
consultar el libro "Artistas cántabros de la Edad Moderna", obra de
María del Carmen González Echegaray et al., editado por la Institución
Matarrasa-Universidad de Cantabria en 1.991. No he observado en internet nada
interesante aunque la Wikipedia hace alguna referencia que toma del libro de
JAFO y la web municipal pone foto en cabecera. El Diario de León nos muestra
una buena foto del puente en la famosa crecida del río Cea acaecida el
19.01.2013. La Lista Roja del Patrimonio describe algunos monumentos
interesantes de esta villa y cita nuestro puente. También lo trata la Guía Repsol. En doc.Almanza hay un documento amplio sobre la historia de este pueblo
y su interesante puente. La web de Valdecea y el blog Templete. Luis Solera Selvi lo trata en profundidad en sus artículos sobre la Cañada Real Leonesa Oriental para el periódico La Nueva Crónica en su edición de fecha 30.07.2018.
Cómo llegar: Nuestro puente se encuentra en la carretera provincial LE-232 a la
altura del PK 33,500 antes de entrar en la población. La vía principal más
cercana es la nacional N-625 que desde Mansilla de las Mulas se dirige a
Arriondas y que debemos tomar hasta llegar a Sahechores, aproximadamente en el
PK 40,800 de esta nacional para desviarnos hacia el E por la provincial LE-231
por donde circularemos durante 16 kilómetros más, hasta destino en Almanza. La
autovía más cercana es la A-231 que podremos tomar hasta Sahagún, con salidas
50 y 55 para seguir hacia el N por la provincial LE-232 que nos llevará hasta
nuestro destino.
Dibujo de alzado y planta de nuestro puente, tomado del libro Catálogo de puentes de León anteriores a 1.936.
Las fotos más antiguas de esta obra, probablemente tomadas entre los años 1.985 y 1.986 y sin las barandillas de metal. Cogidas del libro citado anteriormente.
Foto que difundió Diario de León con motivo de la crecida de fecha 19.01.2013
Fotografías del blog Vivealmanza, de marzo de 2.013 cuando las aguas empezaban a volver a sus cauces normales de inicio de primavera y dejaban arbolado cruzado en el puente. Yo diría que la segunda es anterior, de otra riada, a juzgar por la falta de desbroce vegetal en paramentos y donde todavía aparece esa columna o tubería verde vertical junto al arco central.
Estado del tablero en tomas de fecha 16.09.2014
Tanda de fotos de fecha 14.06.2017
Interesante fotografía del blog Forociudad sin fecha pero anterior a la retirada de la tubería vertical y cuando se había producido una poda y limpieza de los muros del puente. Se observa una buena panorámica desde aguas abajo.
Fotografía sin fecha tomada de la web municipal.
Blasón de Almanza que figura en la web municipal y donde en el cuartel superior derecho se observa en relieve escorzado el histórico puente.
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