PUENTE DE ORIGEN ROMANO DE TALAMANCA DE JARAMA-M SOBRE EL RÍO HOMÓNIMO
M-103 PK 23
La carretera nacional N-320 tiene un itinerario extraño en la red peninsular pues parece que ni su origen o destino es población relevante. Actualmente su periplo se inicia en La Gineta-AB y acaba en Venturada-M tras recorrer 320 kilómetros por estepas y altiplanos manchegos o alcarreños para unirse a la N-I o A-1 en las faldas del Sistema Central por la vertiente de Somosierra y tener acceso directo al norte de España o a Francia. Es una carretera curiosa que conozco bien y de la que ya escribí algún artículo para la revista Solo Camión. Debido a que La Merche (mi camión) pernocta y descansa en una nave de Azuqueca de Henares, en ocasiones y si no llevo demasiada carga, en los destinos hacia el norte, acorto kilómetros por esta vía para salir a la A-1 y evito la entrada en Madrid con los consiguientes agobios, atascos y pérdidas de tiempo. Es un bello tramo que atraviesa campiñas cerealísticas, pueblucos pintorescos, bosquetes de pinos, algún regato y muchos kilómetros a la ribera del río Jarama, el gran río de la Comunidad de Madrid y al que vierten aguas otros famosos cauces como el Guadalix, Manzanares, Henares, Tajuña o Lozoya, por nombrar unos pocos. El río Jarama, que nace entre las angosturas del Sistema Central, se desplaza por territorio madrileño y alcarreño en trayecto N/S para juntarse al río Tajo cerca de Aranjuez, tras recorrer 190 kilómetros entre los que se encuentran muchos nichos biológicos que son la joya de la Comunidad de Madrid.
En este último tramo de la N-320 destaca sobre todo la histórica y
bella localidad de Torrelaguna pero hoy el Quirce focaliza el asunto en otro
pueblo cercano, a la vera de la misma carretera nacional y que se llama
Talamanca del Jarama. Bien por la N-320 o por la autonómica M-103 accederemos a
un puente viejo como el tiempo y que actualmente, tras las últimas reformas,
podemos considerar bello y elegante. Se tiene como de origen romano y así lo
atestiguan los carteles indicativos en la propia localidad y hasta su propio
acceso, por medio de las calles llamadas de Adriano, Vía Romana o Vía Augusta,
para terminar en la calle de la Soledad que emboca con una de las cabeceras del
puente, en las afueras del pueblo.
Entra dentro de lo plausible una calzada romana que comunicara el
sudeste peninsular (donde si hay evidencias en lo que actualmente es la N-310)
con el N o NW, cruzando el Sistema Central por el portillo de Somosierra para
acceder al valle del Duero y esa calzada como la mayoría de ellas, fabricada
lentamente hasta los siglos II/III de nuestra Era se abandona en la Alta Edad
Media e incluso después; convertidos en caminos carreteros, de uña de caballo
o, simplemente, desaparecidos o cubiertos por lodazales, se pierde su origen. La
otra hipótesis se corresponde con el antiguo itinerario de Caesaraugusta
(Zaragoza) hacia Emerita Augusta (Mérida) por el sur del Sistema Central y que
seguiría en estas zonas por las vegas del río Jarama. Los restos de obras
pontoneras perviven más en el tiempo que los propios caminos a los que sirven,
aún semiderruidas, por su volumen y porque derribar completamente pilas y estribos
no es fácil; suelen permanecer cientos de años así, hasta que se aprecia la
necesidad de volver a recuperar un viejo itinerario que era productivo y se
afrontan obras para el camino y para los puentes que eran imprescindibles para
salvar ríos, cañones o ramblas. Obviamente, esas recuperaciones de obras
civiles llevarán la impronta del tiempo en que se renuevan, ya sean medievales
o modernas. Por todo lo anterior, sí se podría deducir un origen romano al
puente de Talamanca atendiendo a parámetros como el de la red de calzadas en el
Bajo Imperio. El resto, muy diversificado, observando los materiales ahora
visibles: dovelas en el intradós de algunas bóvedas, algunos sillares
dispuestos en diferentes paramentos del puente y, sobre todo, en los tajamares
y espolones, muy especialmente en las partes bajas, con sillares de caliza
blanca, amplios, bien tallados y dispuestos en hiladas perfectas. Es una pena
que en la última remodelación no se procediera a hacer catas en pilas y
tajamares (se encuentran enterrados aproximadamente un metro sobre el antiguo
lecho) para estudiar los basamentos, pilotes o red de emparrillado y determinar
su origen cierto. La gran terraza fluvial que formaba antaño el río Jarama, con
cauces muy irregulares pero con severas riadas que depositaban millones de
metros cúbicos de arenas y limos en esta zona llana obligaría a los ingenieros
romanos a construir un puente muy largo, probablemente el doble de su dimensión
actual, con un tablero horizontal apoyado en un quincena de arcos de medio
punto y puede servir como modelo de referencia el puente de Hospital de Órbigo
cuyo origen romano no se cuestiona pero del que la actual configuración es
puramente medieval y recuerda mucho al de Talamanca: enormes tajamares en cuña,
sillares bien dispuestos hasta tímpanos y resto de paramentos en coronación de
mampostería con canto rodado que no dejan de ser simplemente los pretiles. Los
tableros -en ambos casos- horizontales son forzados a una ligera elevación en
la zona central al fabricar arcos de más luz o sencillamente al construir arcos
ojivales, con más flecha, como ocurre en Hospital de Órbigo.
Lo que se admira ahora del puente de Talamanca es la obra en sí misma,
una sucesión de vanos escarzanos, dovelas, tajamares y piedra dorada que ayuda
a iluminar una obra pontonera muy digna, cuidada y bella, como ya dije. Es una
pena que la miopía municipal, la desidia, la ignorancia o simplemente una mal
entendida codicia, evite admirar el conjunto, la panorámica o la geometría de
la obra plena: A ambos lados del puente y separados por unos pocos metros del
mismo, tuvieron la genial idea de plantar choperas (posible explotación) que,
al crecer, impiden en absoluto estudiar la obra desde un punto de vista
razonable. Lo curioso es que siguen teniendo muchas hectáreas para plantación
pero no, se propusieron empezar desde el mismo puente para taparlo bien y que
el curioso visitante no encuentre un punto de vista amplio que capte toda la
obra. En fin, nada nuevo en la estepa baldía cultural española que sigue
teniendo muchos ejemplos de dejadez, desidia u olvido en lo referente al
patrimonio pontonero. Recientemente, en un incursión al Pirineo para cazar
aquellos puentecillos rústicos medievales que salvan los briosos cauces del Aragón,
Ara, Los Nogueras, Isábena, Cardós y otros cuantos, he tenido que perder horas
para encontrar algunos por la mala o nula señalización; en ocasiones, he
comprobado que se han saboteado los carteles y hasta en un caso concreto -el
soberbio puente sobre el río Alcanadre- parte de la calzada milenaria en la que
se ubica, ha sido usurpada por algún labrador que alegremente lo incorporó a
sus campos, arando el camino e impidiendo el acceso original y más fácil al
puente... y no pasa nada. Es curioso, ya en Las partidas y otros edictos de
Alfonso X (hablamos del medievo) se sancionaba al aldeano que precisamente
hacía eso, usurpar los caminos públicos para sus labrantíos propios. ¿Vamos
para atrás...? Bueno, espero que no, soy optimista.
Características actuales de la obra: Pese al impedimento de los
chopos, lo que si he podido comprobar en el puente de origen romano de
Talamanca de Jarama es lo siguiente: dispone de un largo tablero quebrado de
aproximadamente 172 metros sumando los segmentos antiguos y nuevos. Es plano en
la cabecera derecha los primeros 17 metros y luego surge la rampa hasta el
cenit del lomo de asno; la parte izquierda es toda ella en rampa uniéndose el
estribo y murete nuevo con la plataforma vieja; el ancho es irregular pero no
sobrepasa los 5 metros entre pretiles; dispone de cinco vanos con arcos que
oscilan entre el medio punto -teniendo en cuenta que los arranques se
encuentran enterrados aproximadamente un metro- y otros sencillamente abiertos
o rebajados que se corresponderían con reconstrucciones llevadas a cabo en el
siglo XVIII y que disponen de variadas luces (17,90 m. el más grande y entre 8
y 3,25 m. los restantes) así como la altura interior o flecha (oscila entre los
6 metros del mayor y los 2,45 metros del menor, sin tener en cuenta los
aluviones que entierran parte de los mismos). La construcción de bóvedas,
disposición de dovelas y boquillas, tras diferentes rehabilitaciones, es aceptable,
aunque cabe señalar, como siempre, que el exceso de llagado de mortero en
juntas quita vistosidad al conjunto. Sobre cubierta a ambos lados, altos
pretiles de mampostería con canto rodado del propio lecho del río, también
rehabilitados recientemente y coronándolos, -no en toda su extensión-
albardillas de granito de Colmenar, con pasamanos bien tallado de forma
semicircular y un extenso apartadero en cuña que se corresponde con el ciclópeo
tajamar que llega a coronación. La calzada -más o menos repuesta- consta de
amplias losas de caliza, en algunos lienzos muy antiguas, al estilo medieval y
en otras zonas, reformadas con canto rodado, nuevos solados con placas de
granito junto a zócalos o arranque de pretiles y en cabecera izquierda se ha
elegido el adoquín, en la rehabilitación del año 2.008. Por lo que respecta a
paramentos exteriores, tímpanos y enjutas, se aprecia una labor de cantería muy
variable, con tallas en piedra caliza de varios tonos, abundando las dolomías
de las canteras cercanas de Tamajón. Cantería de volumen irregular y talla más
o menos tosca, con disposición en hiladas que buscan la horizontalidad hasta
línea de claves; desde esa línea hasta rasante existe una variedad de sillarejo
y mampuestos hasta de piedra menuda (canto rodado) empotrado en masas de
mortero de cal y arenas. Del resto, cabe señalar en "aguas arriba" el
fuerte paredón de amplios sillares a la izquierda para contener aguas bravas,
un tajamar en cuña soberbio -ya citado- que llega a coronación y otros 3
menores pero de las mismas características, a los que les falta el copete a dos
aguas y se adivina la mezcla de componentes del hormigón que se utilizó. "Aguas abajo" y en su margen
izquierdo existen dos pequeños contrafuertes en el arranque y entre vanos hasta
el otro extremo, cuatro espolones en cuña, alguno mediado y otros con apenas las
basas de piedra pero en los que se observa buena calidad en su ejecución; el
espolón más cercano al actual cauce aún conserva su copete semicónico con
sillares bien labrados, probablemente de factura clasicista. Añadir que existe
un concienzudo estudio sobre grafismos de canteros inventariados en las partes
visibles (apartaderos, calzada, intradós, tajamares y dovelado) con 224 marcas,
65 ideogramas, 4 signos especiales y hasta un sillar con leyenda epigráfica
barroca actualmente indescifrable en su mayor parte. (Ver Wikipedia en la voz
"Puente de Talamanca del Jarama" , según trabajo y fotos de Grosasm).
En el devenir de la obra civil se pueden cotejar diferentes
restauraciones y rehabilitaciones desde su origen romano; quizás, la más
determinante y que otorga su actual estilo medieval debe situarse en el siglo
XI y las más contundentes por técnica, consolidación y utilitarismo datan del
siglo XVI y así, en el documento "Las Relaciones" de Felipe II se le
menciona como en buen uso. Destruido en alguna avenida posterior, permanecería
inservible durante un tiempo hasta las intervenciones del siglo XVIII que
rescato de un buen trabajo histórico de este puente: En 1.758 solicitaron las
autoridades municipales de Talamanca al Consejo de Estado la reparación de su
puente. Intervino el entonces comisario de obras Marcos de Vierna que evaluó
los daños en 130.000 reales y se adjudicaron los trabajos de reparación al
maestro de obras Pedro Rol unos años después, en 1.763. Las fuertes avenidas
producidas en 1.770 produjeron nuevos daños y se desplazaron para su
reconocimiento los maestros Fernando de la Riba e Hilario de Jorganes cuyo informe técnico fue aprobado
por el comisario Vierna el 3.11.1774 con costas por repartimiento entre los
pueblos aledaños. Antes de iniciarse estas actuaciones las violentas riadas de
1.777 dañaron aún más la estructura lo que supuso una nueva revisión y
evaluación de daños, adjudicando en este caso el nuevo proyecto a los maestros
canteros y hermanos Juan Eusebio y Nicolás de la Viesca. Ante la lentitud de
las obras, que no se iniciaban, y ante las reclamaciones del municipio y del
propio intendente de Guadalajara, el Consejo de Estado decidió remitir el
expediente a la Academia de Bellas Artes. En 1.788 la comisión de arquitectura,
ante la falta de información sobre la obra y en concreto la ausencia de los
planos de Marcos de Vierna, decide reiniciar el proceso a los arquitectos
académicos Manuel Martín Rodríguez, Francisco Sánchez y Alfonso Regalado
Rodríguez. (Nótese que en aquellas fechas la lucha por los proyectos
ingenieriles que llevaban a cabo los viejos maestros canteros -especialmente
los trasmeranos- con su principal valedor Marcos de Vierna o el propio
Jorganes- con los nuevos técnicos que se graduaban en la nueva Academia, era una
contienda seria y comprometida. Sin duda, la Ilustración venció y fueron los
futuros arquitectos los que coparon los proyectos pontoneros hasta que aparecen
los ingenieros militares y civiles.) Este proyecto, aunque fuera sólo en parte, respetó la vieja
obra romana y medieval. Las luchas burocráticas para terminar la obra duraron
treinta años y lo cierto es que sirvieron de poco ya que a comienzos del siglo
XIX y motivado por las propias avenidas y la colmatación de arenas, el cauce
derivó poco a poco hacia el N/NW unos cientos de metros fuera de la obra civil
dejándola inservible o con una utilidad dudosa. Aunque también es cierto que en testimonios
del año 1.580 ya se comentaba esta deriva y -en ocasiones- el cauce no pasaba
por todos sus arcos. Actualmente fluye por su primer arco izquierdo (vista
naciente) un regato con cierto caudal llamado Arroyo del Caz pues no deja de
ser un canal o cuérnago (caz) para riego y que en su día sirvió como fuente de
energía a un molino cercano.
Otras intervenciones de
mantenimiento y limpieza se producen en 1971 y 1973 (en esta última se rebaja la
salida hacia la dehesa y se acondiciona para viandantes, al tiempo que se
reconstruye la quinta bóveda). En 1996 se acometen otras obras de reconstrucción
y consolidación, otorgándosele la consideración de BIC con protección en grado integral el
22.05.1997. En el año 2.004 se procede a la urbanización del entorno,
denominándose al conjunto "Paseo del Puente Romano" aunque también se
llama "Parque de la Chopera". Según mis apuntes y de acuerdo con el
ambicioso proyecto de la CAM (Comunidad de Madrid) que pretende poner en valor
110 puentes madrileños con más de un siglo de antigüedad, la última
intervención en este puente se ha producido en septiembre de 2.008, año en que
se terminó la rehabilitación promovida por la CAM (expediente 36/2007) con un
coste de 803.669.- € (ver El País, 22.02.2014) y cuya información aporta la web de la Dirección General del Patrimonio Cultural de la propia CAM y dice así:
En primer lugar, se
efectuaron catas arqueológicas con el fin de establecer la cota de arranque de
pilas, bóvedas y tajamares y analizar la estratigrafía de sedimentos. Además,
se realizó una lectura de paramentos, permitiendo, por todo ello, obtener
información e identificar las distintas etapas históricas, constructivas y de
uso del puente. La principal actuación se realizó en la plataforma, siendo su
objetivo la impermeabilización para evitar la transmisión de humedades a las
bóvedas, para lo cual se levantó el pavimento, se creó una solera de hormigón
de cal, arena y grava de 15 cm, con armadura en masa de hormigón a base de
fibras de polipropileno. Posteriormente, se repuso el pavimento. Los
trabajos más delicados fueron el desmontado de la pavimentación existente sobre
los vanos dos, tres y cuatro, previa numeración, planimetría y fotografía.
Algunas losas se restauraron y cosieron para ser reutilizadas. El resto se
pavimentó con empedrado de canto rodado, dejando sendas filas perimetrales de
losas de piedra de Campaspero. El sistema de recogida de aguas estaba concebido
de modo que era el propio tablero del puente el que actuaba como gran canaleta
que conducía el agua al exterior. Se respetó el sistema, pero recogiendo el
agua al principio (zona de entrada del puente) y al final del tablero. Para
ello se colocaron unas piezas de piedra caliza, a modo de rejilla que recogen
el agua en esos puntos. Debajo de estas piezas se dispuso una canaleta que
conduce el agua a ambos lados del puente. En el encuentro de la tubería y
el terreno se colocó una capa de grava drenante. En los pretiles, paramentos
verticales y tajamares se limpió la vegetación enraizada, se picó y rejuntó la
piedra y rellenaron las oquedades existentes, realizando el sellado de
las grietas y repaso de juntas con mortero de cal. Se impermeabilizó con
morteros hidrofugantes la cara superior de los pretiles. Finalmente, se
prolongó la rampa del tablero del puente hasta unirla con la cota del terreno
con un suplemento en hormigón armado en cubierta con cantos rodados y
delimitada con bolardos de fundición para evitar el paso de vehículos y se
acondicionó el camino de acceso.
Ficha técnica:
Coordinación técnica: Dirección
General de Patrimonio Cultural. Área de Conservación y Restauración. Jefe de
Área: Luis Serrano Muñoz. Arquitecto: José Juste Ballesta. Arquitecto técnico:
Antonio Galindo Sainz.
Redacción y dirección del
proyecto: Mª Pilar Muñoz Martínez, arquitecto. Dirección de
obra: Aurelio Pérez Borlán, arquitecto técnico.
Empresa de
restauración: Kérkide S.L. Período de ejecución: 2007- 2008.
Inversión: 803.669,24
euros, con la financiación del 1% cultural de la Comunidad de Madrid. Fundación
Caja Madrid.
Para saber más:
El trabajo titulado "En torno a la Corte. Sobre puentes y canales
del siglo XVIII" de Miguel Ángel Castillo Oreja, editado por la UCM
(Universidad Complutense de Madrid).
El trabajo titulado "Conjunto Monumental de Talamanca de
Jarama" de Rafael Fort González et al. del Instituto de Geología Económica
CSIC-UCM presentado el 15.11.2006 en la VI Semana de la Ciencia en Madrid.
En la Wikipedia hay una voz concreta para este puente con material de
Grosasm, como autor de la página.
En la web de Biodiversidad
Virtual, sección Etnología, subí hace tiempo varias fotos y texto sobre este
puente que se puede ver aquí.
Sobre la interesante carretera nacional N-320 (La Gineta-Venturada)
dando a conocer su orografía, paisaje y patrimonio lineal elaboré un artículo
para la revista Solo Camión que se publicó en abril de 2.012.
Cómo llegar: El acceso más rápido es por la A-1 hasta el PK 50
donde tomaremos la citada carretera nacional N-320 hasta llegar al PK 324,400
donde cogeremos la autonómica M-103 en dirección hacia Alcalá de Henares y al alcanzar el PK 23 de esta calzada llegaremos a Talamanca de Jarama. También se
puede coger en la A-1 un desvío en el PK 47 para seguir por la local M-122,
bellísima y dura carretera que a través de El Vellón y El Espartal nos dejará
en la N-320 más cerca del pueblo de Talamanca de Jarama.
Bueno, pues eso es todo. Salud y buena ruta a camioneros, furgoneteros
y viajeros curiosos que circulan por nuestra extensa red carreteril y una
invitación a visitar el precioso puente de Talamanca de Jarama si tienes la
suerte de rodar por la entrañable N-320.
Tanda de fotos de fecha 10.08.2014
Estado de la cabecera izquierda antes de la restauración de 1.973
Dibujos de planta y alzado tomado del texto "Conjunto monumental de Talamanca de Jarama)
Tabla de grafismos que aparecen como marcas en sillares y otras piezas del puente. Grosasm en Wikipedia.
Dos instantáneas de un viejo paso sobre el Arroyo del Caz con cinco medios caños de hormigón encofrado in situ y varios estratos en la calzada, ubicado junto al puente.
Foto dela placa del Paseo del Puente Romano en jardines y chopera del entorno del puente.
Foto de 10.08.2014. Allí mismo, en este arroyo, una imagen actual de lo que pudo ser el primer puente o paso libre sin pisar el agua, no sólo para los homínidos anteriores al homo sapiens sino para muchos animales que se aventuraban a cruzarlo.
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