domingo, 14 de febrero de 2016

PUENTES DE LA RIBERA DEL CARDÓS

CAZANDO PUENTES MEDIEVALES POR LA RIBERA DEL CARDÓS EN EL PALLARS SOBIRÁ-LLEIDA
Carretera L-504

El Quirce, muy serio en su blog de puentes, hoy hace un mix publicando un artículo que escribió sobre este tema en la revista Solo Furgo número 166 de diciembre 2.014 al que añade referencias más explicitas de los puentes románicos ubicados en la cuenca del río Cardós.

El lobo zascandil no tiene remedio y en cuanto caza tiempo al tiempo, mueve goloso el rabo y planea fugas a cualquier lugar. Cierto es que cumplió sus compromisos profesionales y entregó planos y documentos a los responsables de la obra, pero... ¿y luego,  qué tenía que hacer? esperar, nada más, y ahí descubrió el filón.

En general, el Quirce se mueve con el camión para diferentes obras de la empresa que suelen ser en cualquier aeropuerto peninsular. Pero en esta ocasión había cambios y era muy urgente hacer un servicio al Aeropuerto de Montferrer i Castellbó, junto a La Seu d´Urgell,  entregar una serie de planos para corregir y volverlos a llevar al de Barcelona, en El Prat de Llobregat. La suerte curiosa ayudó al Lobo que entre correcciones, verificaciones y otras puñetas, disponía de cinco o seis horas de ¿aburrimiento?, no, qué va, de puro y duro relax para un cánido trotamundos que aprovecharía esas horas densamente.

Estoy junto a La Seu d´Urgell, en plena N-260 (jodida y maravillosa carretera nacional de la que escribiré algún día) y con La Chata...,- barruntaba en su caletre el propio lobo-.

Nota: La Chata es el nombre de la nueva furgoneta  Mercedes-Benz Citan que lleva el Lobo Quirce cuando se baja de su camión, o sea, de La Merche...,eeuuhh, sí, otro Mercedes-Benz, pero más grande.

Sí, había que hacer algo. ¡Cinco o seis horas libres...! Lo cierto es que el viaje relámpago empezó la tarde-noche anterior para adelantar tiempo y Quirce pernoctó en un hotelucho cerca del aeropuerto, abajo, junto a la N-260 en Montferrer (también es conocido como Aeropuerto de Andorra), para completar el servicio a primera hora de jornada de curritos, o lo que es lo mismo, a las 8 a.m. Cayó en sus manos un folleto que hablaba de puentes medievales por allí cerca, en dirección norte, como hacia Francia; claro está que hablarle de puentes y carreteras al Quirce es como invitarle a unos riojas del 2005, regalarle unas entradas para ver al Barça, conseguir una cita con Pepa Bueno o ponerle en manteles un buen plato de fabes con almejas, por citar menudencias, jeje. Lo cierto es que babeaba mientras ojeaba el folletito y su zona neuronal, aunque muy disminuida de los traqueteos del camión, parece que asimilaba la información, la procesaba y hasta aportaba soluciones.

Los cálculos que hacía el perrilobo con las pezuñas, no fallaban: De Montferrer i Castellbó (qué nombre más fino) a Tavascan hay  85 kilómetros y en furgo eso era una hora y media, aproximadamente, o tres, contando la vuelta; le sobraban dos, como poco, para olfatear, seguir rastros, cazar puentes, destriparlos fotográficamente, observarlos..., y admirarlos; bueno, debería haber tiempo para la manduca, aunque ésta fuera breve. ¡Ah, sí, lo olvidaba! Alguno sonreirá cuando lea lo de 85 kilómetros en hora y media con furgo. Bueno, es comprensible si no conoce las carreteras del Pallars Sobirá, en el Alt Pirineu i Aran.

Para ir situándonos  en el tema, comentaré que el destino que tengo como objetivo está en la zona norte de la comarca catalana del Pallars Sobirá, en Lleida, cuya capital es Sort. Es la cuarta comarca más extensa de Cataluña y uno de los lugares menos poblados del mundo civilizado, con cuatro habitantes por kilómetro cuadrado, lo cual gusta al lobo viajero, poco amigo de concentraciones, gentíos y apreturas entre humanos. Disfruta en la soledad de la cabina o en la de un paraje inhóspito junto a la cuneta de cualquier carretera secundaria. El Pallars está desierto en esta época, muy otoñal, con multitud de tonos ocres y marrones en la inmensidad de una vegetación rica, elevada, con profundos bosques que serpentean entre cañones, majadas y valles pirenaicos. Desde cerca puedo admirar el picacho que se yergue orgulloso hacia oriente denominado Pica d´Estats que con la cota en 3143 metros se le considera el punto más alto de toda Cataluña.

                                      


Desde Montferrer, en el PK 228 de la carretera nacional N-260, me dirijo hacia el W hasta llegar a Sort cubriendo una distancia de 52 kilómetros de denso tráfico y con muchos pesados. En esta localidad y en dirección N cojo la carretera autonómica C-13 hasta Rialp y continuo por la misma llevando a la vera al río Noguera Pallaresa hasta Llavorsí, donde este río confluye con el Cardós que, más o menos, es el objeto de mi viaje. Se abre un pequeño valle, denominado precisamente Valle del Cardós, Noguera del Cardós o Ribera del Cardós, tanto monta,  por el que fluye este río casi desde el límite francés hasta Llavorsí. He cubiertos otros 18 kilómetros por la C-13 y ahora inicio mi periplo por la carretera local L-504 en busca de los viejos puentes medievales del Cardós.

Tras cruzar Ribera de Cardós sigo hasta Cassibrós, en el PK 10 donde sin búsquedas ni ejercitando mis artes venatorias lobunas, me doy de bruces con el primer puente románico -es un decir- de la ruta. El lobo es castellano viejo y está acostumbrado al arte románico meseteño, el que difunde con tanto empeño y calidad nuestro insigne Peridis, y gusta del sillar bien esculpido, que encaja en hiladas perfectas y admira los arcos de rosca a compas, tableros llanos y anchos, en fin, otra cosa. Mas... ¿Qué tienen esos puente humildes y rústicos? Tienen belleza, armonía, fidelidad, cercanía al maestro que lo construyó, al pueblo para el que se utilizaba, su tránsito de menestral cargando el saco de mies o a lo sumo, una recua de mulas o una carreta de bueyes cargada con todo lo imaginado, como nosotros, los camioneros o furgoneteros, cuando portamos mercancías para cualquier uso. El río que se cruza lentamente por un empedrado áspero y rugoso, veredas o sirgas pegadas a la ribera, bosques, vegetación exuberante y un rumor de aguas bravas, viento, algún pájaro cantor, el lobo Quirce se siente en el edén... y continúa.

DATACIÓN DE ESTOS PUENTES: Imposible precisar fecha de construcción pues se carece de testimonios ni reseñas arqueológicas al respecto. En esta zona del Pallars se ubicaban ancestrales caminos desde época romana y dispondrían de pontones de madera para cruzar estos ríos y arroyadas. Estas villas y pueblucos se consolidad en los siglos XII-XIII como se puede apreciar en las dignas obras de edificación, ya sea en casonas hidalgas o en iglesias y capillas románicas correspondientes a esos siglos. A lo largo del Alto Medievo se irán construyendo y reconstruyendo estos pontones sobre la base de un estilo rústico pero propio, económico y eficiente que cumplía con creces las necesidades de los lugareños a base de utilizar la piedra desgastada del fondo del cauce o la de los contornos, generalmente canto rodado y láminas de esquistos y pizarras.

PUENTE ROMÁNICO DE CASSIBRÓS
Características de la obra: Fábrica de mampuestos y lajas de esquistos y pizarras en paramentos y estribos que apoyan en roca madre. Excelente vano en arco rebajado de 5,92 metros de luz que apoya en salmeres donde el trabajo es de mayor calidad. Boquilla de lajas en piezas semejantes al ladrillo formando una rosca perfecta; intradós de misma obra con fuerte llagado de mortero, rehabilitado no hace mucho; huecos a dos alturas o mechinales donde se empotran las cimbras (las originales y las de alguna reconstrucción por ruina del arco). Tablero a dos aguas de 22 metros de longitud, muy angosto con 1,20 metros de ancho más altos pretiles groseros en hormigón en masa mal fusionado con impostas donde quedan rebabas de cemento; coronando, albardillas de mampuestos a modo de pasamanos. Dado que el Torrent de Cassibrós desagua muy cerca de allí y para aumentar el calibre de paso de aguas durante los deshielos, se ha habilitado junto a estribo izquierdo una tajea que cruza el muro a modo de aliviadero. Calzada con cubierta pobre de hormigón asfáltico que, en varios puntos, permite ver el antiguo enlosado de piedra esquistosa.













PUENTE ROMÁNICO DE LLADRÓS

Más arriba, pasado Lladrós, antes de llegar al PK 15 y tomando una vía de tierra a la derecha aparece el segundo puente, algo diferente, como de cuentos de brujas, enanitos y setas coloradas, con un tablero a dos aguas y pretil precioso. Sigue admirado el cánido con estos  encuentros; acaricia la piedra centenaria, los musgos frescos que colonizan los muros y hace fotos, claro, hasta cansarse.

Características de la obra: Se trata de un pontón más pequeño que el anterior y muy modificado. Fábrica de esquistos y pizarra, dispone de un arco de medio punto peraltado con luz de 6,60 metros que se prolonga en largos salmeres que apoyan en estribos sobre roca madre pizarrosa. Buen trabajo en boquillas e intradós aunque obedece a una gran reconstrucción por alguna ruina. Dispone de un pequeño tablero de 16,33 metros de longitud, a dos aguas y con gran pendiente y se ha modificado el ancho con voladizos dando una medida actual de 2,10 metros para paso de vehículos ya que en cabecera izquierda se encuentra la capilla de la Mare de Déu del Pont, muy visitada en fiestas y romerias. Calzada actual de piedra, en mampuestos careados y estrechos viales de lechadas de cemento. Altos pretiles de hormigón forrados en caras externas con buena factura de sillarejo tallado en forma de ladrillo. Pasamanos de canto rodado hincado en la masa hormigonada de pretiles. Rehabilitación excesiva que quita prestancia medieval al conjunto.














PUENTE ROMÁNICO DE BORITO EN LLADORRE

Apenas un par de kilómetros más adelante, pasado el pueblo de Lladorre, en el PK 17 de esta bella carretera es donde el Quirce caza el famoso "Pont de Borito" pues así le llaman los lugareños y que cruza la Noguera del Cardós, como denominan también aquí a este río. Admirable, sin más. Costó encontrarlo, eso sí, sin indicaciones o carteles por ningún sitio, ni siquiera en el jodido pueblo; hubo que seguir rastros olfativos, por veredas junto al río, cruzar alambradas y saltar lindes de prados, cotos y no sé que más obstáculos. Pero llegué, me iba el orgullo en ello, canastos. ¡Coña!, si además era precioso, cómo me iba a rendir, después de tanto periplo.

Características de la obra: Se trata del pontón más pequeño de la ruta y probablemente el más genuino. Dispone de un corto tablero a dos aguas de 12 metros de longitud, abocinado en cabeceras, con una anchura de 1,10 metros. Calzada empedrada muy antigua aunque apenas visible pues el polvo y arenas acumuladas han producido un manto de césped que cubre la superficie; pretiles de fábrica rústica, bajos y potentes, con canto superior mal recubierto de cemento en alguna vieja intervención. En cabecera izquierda subsiste una larga piedra en la embocadura muy gastada por el roce de sogas para elevar cubos o cazos con agua para abrevar caballerías en el tránsito. Paramentos de mampuestos pequeños de canto rodado y algo de sillarejo de esquistos muy reafirmado con ripio y mortero de cal. Mantiene un precioso vano en forma de arco ligeramente superior al medio punto que recuerda la impronta visigoda y que se denomina de herradura pues el ancho de luz -de 5,55 metros-  está por encima de la línea de arranque del arco; éste, apoya en salmeres fusionados a la roca madre. Pese a la estrechura del vano, la capacidad de desagüe no merma ya que los apoyos en roca de orillas son francamente altos sobre lámina de aguas con lo cual, se admiten cauces con altas crecidas sin impedimento o peligro en la estructura. Estribos de misma fábrica que apoyan sobre bloques de roca, de hecho, la plataforma o entrada en cabecera derecha es una enorme roca aplanada. Intradós bien trabajado con dovelaje estrecho y comprimido que mantiene restos de argamasa de algún antiguo enlucido. Curiosas boquillas con estrechas lajas de esquisto dispuestas imitando el aparejo cerámico de media espiga, oblicuo, buscando la curvatura, con fino llagado de mortero y buscando una clave imposible que se consigue por medio de piezas más pequeñas que terminan juntándose formando una uve.












PUENTE ROMÁNICO DE TAVASCAN

Por último, al llegar al PK 20 de esta pequeña carretera, se alcanza Tavascan, con el puente más airoso de la ruta, el más civilizado también, pues está inserto en pleno casco antiguo de la localidad y sirve de unión o conexión entre dos casonas viejas. Salva el pequeño cauce del río Tavascan a unos pocos metros de su unión al Lladorré que forman el arranque de la Ribera del Cardós. Brillos centelleantes tras la lluvia de un día plomizo contrastan con la piedra pontonera tiznada, mezcla de esquistos y pizarras lugareñas que con la paciencia de manos expertas, fabricaron aquel puente hermoso.

Características de la obra: De fábrica semejante a los anteriores; obra más grande con un tablero alomado de 19 metros aproximadamente de longitud, abierto en cabeceras prácticamente empotradas en muros de casas aledañas. Pretiles de medio metro de alto en rústicos mampuestos y lajas con borde muy irregular. Calzada pseudo-medieval con mampuestos y canto rodado de esquistos y algunos adoquines de gneis con un ancho de 1,10 metros. Paramentos al uso con predominio de mampuesto pequeño, lajas y canto rodado bien embutido en masas de mortero de cal. Como en el resto de modelos, el intradós y el dovelaje es lo más significativo; lo constituyen lajas de esquisto bien encuadradas y adheridas con su masa de mortero. Mantiene el vano más grande de la colección con un arco ligeramente escarzano con luz de 16,80 metros. Boquilla bien trabajada que destaca sobre la obra plena. Estribos ligeros que apoyan sobre roca madre. Como dato curioso, destacar que es el único puente de la serie que -en arranque de estribo derecho y sobre roca viva trabajada para aplanarla- se han colocado auténticos sillares de buena labra escuadrada y amplio cubicaje, semejante al opus quadratum mediano romano. Imponentes muros de encauzamiento que embellecen el conjunto.










Bien, tuvo tiempo el lobo curioso para todo y regresó al aeropuerto pirenaico sobrado de minutos y contento de las joyas que mantenía ocultas el intrincado Valle del Cardós, ahora descubiertas, cazadas y mostradas a todos los lectores de Solo Furgo. 

Ahí queda el relato y muchas de las fotos que desvelan la belleza profunda de este valle y sus puentes medievales. Seguir "al loro" concentrados en la conducción, pero mirar el paisaje y, siempre, salud y buena ruta.

Todas las fotos fueron realizadas el 02.11.2014





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