MADRID
Ribera del Manzanares/Aniceto Marinas.
Ermita de San Antonio de la Florida
Se trataba de un puente sencillo, económico -en parte- y muy
útil para las barriadas periféricas de Madrid. Digo económico en parte ya que,
realmente, su coste total en levantamiento tampoco debió de ser bajo pues
disponía de muchas pilas -creo que 10-, parte de ellas en el caudal ordinario
del río Manzanares con lo que conlleva horadar la madre del cauce,
probablemente con suelo flojo que ocasionó diversas roturas y daños en la obra
original durante años, además de su fábrica en pilas a base de buena sillería
de granito. Pero lo que, aparentemente, parecía robusto, no dejó de ser ‘un
gigante con pies de barro’ que en cuanto hubo avenidas agresivas en el río, se
descalzaba alguna pila y originaba la caída de varios vanos. Me sigue
sorprendiendo lo de los 11 vanos que, aproximadamente y en función de la
anchura del cauce y aterramientos fluviales (antes del encauzamiento), nos
indica que serían de una estructura de unos 127 metros, incluyendo el actual
Paseo de la Florida con 10 pilas de 2 metros de grosor y longitud de estribos
nos da a entender que sus vanos serían de aproximadamente 7 metros cada uno.
Cuando observamos alguna fotografía o dibujo del puente, plenamente firme y
robusto, cuesta creer que tuviera tantos daños a lo largo de su vida. Se
observa que, además de las fuertes pilas de sillería, suponemos que con una
profundidad en su fundamento que podría llegar hasta los 3 metros con los
sistemas barrocos de época a base de ataguías con un pilotaje o hincado de
maderos y su correspondiente emparrillado para afirmar el fondo, se crearían
vanos relativamente estrechos que además de pilas como apoyo disponían de
fuertes pies derechos o puntales de maderamen que apoyaban en cuencos horadados
en cantos de pilas (mechinales) para mayor firmeza del entablamento y sostenían
el tablero de madera a base de viga en celosía con cruces de San Andrés, lo que
también daría rigidez al tablero. Cuesta creer que la estructura haya sido tan
frágil salvo que -desde un principio- se haya fundamentado sobre suelos débiles
y flojos que en riadas importantes, hayan movido las pilas y/o estribos por
socavamiento creando un colapso de la estructura.
Pascual Madoz lo describe en la década de los años 40 del
siglo XIX de este modo: El Puente Verde se halla al frente de San
Antonio de la Florida y es de madera pintada de verde. Sirve para la
comunicación de los lavaderos que se ven a la derecha del río y es de 11 ojos
sostenidos por fuertes pilares de piedra sillería y ladrillo. Por su
parte, la historiadora Pilar Corella nos cuenta al respecto: El primer
puente verde de piedra sobre el río Manzanares tuvo un proceso de construcción
que abarca aproximadamente desde 1720 a 1739 y en él intervino el arquitecto
Pedro de Ribera que había acabado con éxito el Puente de Toledo. Corella
también nos advierte sobre la confusión en fuentes y documentación relativas a
los varios puentes que con esa denominación de ‘puente verde’ existieron sobre
el río Manzanares y nos recuerda que hasta el precioso e histórico Puente de San Fernando se llamó así popularmente. Otras fuentes al respecto nos dicen: Puente
Verde: Proyectado en 1728 por el arquitecto Pedro de Ribera, estaba
localizado a pocos metros del actual puente de la Reina Victoria, en las
proximidades de la Ermita de San Antonio de la Florida. De once ojos, y
con una estructura de madera, la zapata y la pila serían de granito.
Quedó destruido en enero de 1906 como consecuencia de una riada del Manzanares,
no obstante la estructura continuó conviviendo durante buena parte del
siglo XX con el adyacente puente de la Reina Victoria, proyectado en
1907 e inaugurado en 1909.
Puente de la Reina Victoria. Al
arruinarse el ‘Puente Verde’ se procede a una convocatoria o concurso público
para levantar obra nueva junto al puente arruinado que se publicó en fecha
14-12-1907 y que ganaría la empresa “Compañía de Construcciones Hidráulicas y
Civiles”, empresa fundada por el ingeniero civil José Eugenio Ribera Dutaste,
técnico del cuerpo ministerial que había dejado hacía años su puesto en la
Administración creando una empresa constructora al efecto. Tengo entendido que
la memoria de condiciones se abría a cualquier tipo de estructura, ya fuere de
acero, piedra, hormigón o cemento armado y nuestro ingeniero, además de docente
en la Escuela de Ingenieros de Madrid, era un innovador en la construcción de
obra civil a base de hormigón, ya fuere en masa como armado. Probablemente y
con su colega francés François Hennebique era la autoridad más innovadora en
Europa en la adaptación del concreto u hormigón a estructuras pontoneras. Como
se trataba de un puente urbano, plenamente integrado en el urbanismo de la
capital, su diseño no debería ser puramente lineal o geométrico, sin
aditamentos, sino que debería de recargarse con decoración acorde a las
circunstancias para lo que contó con la colaboración del arquitecto Julio Martínez-Zapata Rodríguez, habitual técnico en algunos diseños de Ribera en
España como fue el bello Puente de María Cristina en la ciudad de San Sebastián
sobre el río Urumea.
Con fecha 18-05-1908 se
inauguran las obra en presencia del entonces ministro de fomento Agustín González-Besada Mein. Las obras se ejecutaron con estricta sujeción al proyecto,
según cuenta su autor y tanto alzado como secciones se representan en las hojas
de los planos. Las obras duraron 12 meses por lo que las pruebas oficiales
pudieron realizarse en los primeros días de junio aunque el puente no pudo
abrirse al tráfico por dificultades en las expropiaciones de la avenida
derecha. Como se ve en los planos, incide Ribera, la disposición general de
este puente obedece al mismo principio que con tan singular acierto aplicó el
eminente ingeniero Paul Sèjournè en el magnífico Puente Adolfo en Luxenburgo y
recientemente en el de Amidonniers o de Los Catalanes en Toulouse. En ellas,
Sejournè limitó la aplicación del hormigón armado a los tableros que unen los
dos arcos exteriores; pero sabido es el elevado precio que la sillería tiene en
Madrid y no es, por lo tanto, de extrañar que sustituyéramos este material por
el hormigón armado en las bóvedas y tímpanos del puente. Las vigas del tablero
central se apoyan sobre los tabiques de los tímpanos y se establece así una
solidaridad completa entre todos los elementos del vano central al que se ha
dado 30 metros de luz en arco escarzano rebajado al 1/10 de círculo. Para las
avenidas se dejan dos tramos rectos de cada lado también de hormigón armado de
5 metros de luz cada uno con lo que el desagüe lineal de todo el puente es de
50 metros, semejante al del Puente de la Princesa. Los estribos del arco, según
se ve en los planos, están cada uno de ellos formados por dos pilastras
separados en cada margen y se comprueba aquí la enorme ventaja de esta
disposición para puentes de gran anchura pues en el caso presente nos permite
economizar una anchura de estribo de 8,40 metros en cada cabecera e igual
anchura de bóveda que queda sustituida por un tablero de hormigón armado con
esa luz que siempre resulta mucho más económico que la bóveda correspondiente
de 30 metros de luz …/… Se ha procurado también dar al puente condiciones
arquitectónicas si bien, sometiendo la decoración a la estructura general de
nuestro sistema y creemos haberlo conseguido merced a la colaboración del
arquitecto Julio M. Zapata que ha sabido encerrar su fantasía dentro de los
límites estrechos de la seriedad que requiere una obra pública y de una gran
economía. Se han ejecutado estas obras bajo la inteligente inspección del
ingeniero de la provincia de Madrid Francisco Albacete y por cuenta de nuestra
compañía, la dirección la llevó a cabo el joven ingeniero Cayetano Rodríguez
Noguera. Señalar que los estribos del arco se fundaron por medio de 4 cajones
de hormigón hincados por aire comprimido hasta una profundidad de 8 metros,
según proyecto, hasta donde encontramos una capa muy resistente de arcilla
dura. Los muros y pontones de avenida se fundaron en parte directamente y el
resto con pequeños agotamientos. Terminados los cimientos en fecha 10-12-1908
se interrumpieron los trabajos por causa de heladas hasta el 15-01-1909
continuando los trabajos hasta el 29-05-1909 en que se acaba la obra de lo que
se desprende que la estructura completa se realizó en cinco meses y medio.
Respecto a la decoración del arco y tímpanos, se ha obtenido con el hormigón
moldeándolo y frenteándolo con una mezcla especial que imita perfectamente a la
piedra de granitos y calizas. La barandilla, faroles y jarrones son de hierro
fundido y se deben al ilustre fundidor señor Iglesias. Toda la ornamentación
supuso un coste de 23.000.- pesetas siendo el presupuesto total de la obra de
438.000.- pesetas. Las pruebas de verificación y resistencia se detallan
minuciosamente en su artículo para la ROP del año 1910. Quiero entender, según
nos cuenta su autor, que para mejorar las capacidades de resistencia en el
bi-arco se añadieron en intradós algunas traviesas de hormigón armado que
actuaban como arriostramiento entre ambos arcos.
Características actuales de la
obra. Nuestro puente tiene una longitud aproximada de 68,50
metros incluyendo estribos y un ancho regular de 14,60 metros hasta cantos del
tablero. Aunque en el proyecto original se incluían en los extremos un par de
arcos de medio punto que actuaban como aliviaderos o posibles canalizaciones,
lo cierto es que la obra actual dispone de 5 vanos, dos en cada lado de tipo
adintelado y uno central rebajado al 1/10 de círculo con una secuencia de
5+5+30+5+5 metros de luces que permite una luz total de 50 metros para
desalojos máximos. En fotografías antiguas como una que expongo del momento en
que se producen las pruebas de carga todavía se ven estos arcos de bóvedas
extremas. Por alguna razón que desconozco, los vanos actuales extremos junto a
estribos se encuentran enrejados -hasta hace unos años, incluso ocluidos- y si
bien es verdad que existen controles de caudales en los embalses de aguas
arriba, nada excluye que una DANA profunda y local pudiera elevar el nivel de
aguas en este punto hasta límites que rebasen la altura de rasante de estos
discretos vanos extremos donde las rejas originarían el efecto presa por
cúmulos de sólidos y arbolado, impidiendo que desalojen los caudales apropiados
según su diseño original. El vano central se compone de dos arcos independiente
de hormigón en masa debidamente arriostrados con viguetas de hormigón armado y
asociadas al tablero que también es de hormigón armado y dispone de un mínimo
vuelo en cantos. La hinca del pilotaje importante de produce en las pilas
anejas al gran arco siendo el de las restantes así como estribos más
superficial como ya nos indicó su autor. También hay diferencia en estos
apoyos, siendo los del arco central dobles en sección cuadrangular aunque
independientes mientras que en el resto de pilas o semipilas se recurre al tipo
tabique, que cubre la anchura del vuelo. Los vanos laterales son adintelados
con una cubrición del propio tablero mientras que el vano central curvado
recurre a palizadas, bellas columnillas que recorren ambos tímpanos que crean
siete vanos en disminución desde claves y una zona central soldada al tablero
también con bellos adornos a base de capiteles diminutos. Parece ser que la
estructura escultural de la obra plena es a base de hormigones en masa con
selección de áridos, aglutinantes y tintes que se han ido moldeando en fresco
para conseguir estas auténticas aunque falsas tallas. Lo mismo ocurre con los
paños de aparente piedra ya sea en los aristones de esquinas, sillería en
general o mampostería de cara vista muy cuidada, abrupta y forma geométrica cuadrada o hexagonal, esto
es, concertada y careada con excelente técnica aunque en moldes o tallas sobre
el hormigón fresco.
La labor en la rejería es
admirable y de gran mérito teniendo en cuenta que se sigue conservando
espléndidamente pese a tratarse de hierro forjado. Tanto las barandillas como
farolas y esculturas son obras del taller de forja artesanal y artística de Francisco Iglesias Angelina muy
bien ensambladas en las peanas de hormigón sobre los témpanos o columnas de
soporte a lo largo del tablero.
Respecto al tablero, con una
latitud superior a los 14 metros, Ribera pretende poner en valor las
incipientes obras pontoneras en hormigón armado con respecto a las de piedra o
metal y hace varias comparaciones de su puente con respecto al recientemente inaugurado
en acero, proyecto de Vicente Machimbarrena Gogorza, conocido como ‘Puente de la Princesa’ y que tiene un tablero menos ancho y además, tuvo un coste
ligeramente más alto que el de Ribera y su mantenimiento futuro presume que
también será menor que el de cualquier puente metálico. Todas estas defensas
que hace el ingeniero Ribera sobre su puente de hormigón son debidas al
escepticismo imperante a principios del siglo XX sobre estas estructuras; hay
que tener en cuenta que el Puente de la Reina Victoria fue la primera
estructura en hormigón para la ciudad de Madrid y como demuestra el tiempo,
pasado un siglo, parece que el señor Ribera tenía razón en sus planteamientos
al respecto.
La interesante web de ‘Pasión por Madrid’, nos hace el siguiente relato de ambos puentes: El gran
arquitecto Pedro de Ribera (1681-1742) llevó a cabo diferentes intervenciones
urbanísticas en el entorno del río Manzanares. Algunas de ellas, como el
Puente de Toledo y la Ermita de la Virgen del Puerto, han llegado hasta
nuestros días, pero otras no han sobrevivido al paso del tiempo. Es el caso del Puente Verde de la Florida, llamado así por el color con el que
estaban pintados sus pretiles. Estuvo situado a escasa distancia del actual
emplazamiento del Puente de la Reina Victoria (1908-1909), en las proximidades
de la Ermita de San Antonio de la Florida. El Puente Verde de la Florida empezó
a construirse en 1728, un año después de que Pedro de Ribera concluyese el
Puente de Toledo, uno de los mejores trabajos de su brillante carrera. Pero, a diferencia de éste, se trataba de una obra menor, que partía de un
planteamiento absolutamente temporal, sin grandes retos arquitectónicos y para
un uso exclusivamente peatonal. Tal extremo se comprueba en la fragilidad del material empleado en la fábrica.
Era de madera, excepción hecha de las pilas, que, por su contacto con la
corriente, estaban labradas en piedra de granito y ladrillo. A pesar de ello,
fueron necesarios dos años para terminarlo, dada la complejidad de la
estructura, con nada menos que once arcos. Aunque fue levantado para enlazar el
Camino Real de El Pardo con el Camino de Aravaca, en el siglo XIX tuvo una
utilización preferentemente gremial, vinculada a los famosos lavaderos del Manzanares
que estaban en ambas orillas del río. La inauguración en 1909 del Puente de la
Reina Victoria lo dejó completamente en desuso, aunque ello no significó su
desaparición. Según la planimetría de la época, pervivió al menos hasta 1926,
cuando es muy probable que fuera definitivamente eliminado, junto con distintos
lavaderos abandonados, en el contexto de un plan de ordenación del río. Con
todo, cabe entender que, a esas alturas, sólo se mantuvieran en pie los
elementos hechos en piedra, tras la terrible riada de 1906, que se llevó por
delante las partes realizadas en madera, como puede comprobarse en la siguiente
fotografía, publicada por el periódico ABC el 4 de enero de 1906. No
fue el único infortunio que padeció el puente a lo largo de sus casi 200 años
de existencia. A principios del siglo XX, un grupo de personas sufrió heridas
de consideración al caerse al cauce, tras romperse la barandilla de madera. Suceso
que el escritor Ramón
Gómez de la Serna (1888-1963) describió en los
siguientes términos: "sólo se debió al desorden del público el que un día
de San Antonio se desprendiese uno de los pretiles y se cayesen varias personas
al río, haciéndose graves daños, no por causa del caudal de agua, sino por la
altura y violencia de la caída en seco". Los puentes y pontones de
madera sobre el río Manzanares fueron muy recurrentes en el siglo XVIII. Además
del puente que ocupa nuestra atención, hubo otro en El Pardo, anterior al
de San Fernando, que igualmente fue conocido como Puente Verde, porque su
balaustrada también tenía este color. Asimismo, hay que señalar la pasarela de
madera que comunicaba el Campo del Moro con la Casa de Campo, precedente del
actual Puente del Rey.
Para saber más: Sin
duda, la fuente principal de esta estructura es la que su autor, José Eugenio
Ribera Dutaste, nos ofrece en el artículo para la ROP (Revista de Obras
Públicas) del año 1910, tomo 1807 de 12 de mayo donde se incorporan hasta los
planos de la obra. También alude a este puente en su artículo para la ROP del
año 1923, tomo 2394 con sus modelos de puentes-arco para carreteras y en su
famoso manual docente titulado “Puentes de fábrica y hormigón armado”, obra
reeditada en 1925 por ‘Gráficas Barragán’ de Madrid, capítulo IV, puentes en
arco, páginas 111 y siguientes. Otro buen artículo anónimo en la ROP se
publicó, quizás por parte de su director Manuel Maluquer Salvador, en el año
1909, tomo 1762 señalando sus características técnicas así como las de pruebas
de resistencia. También en la ROP cabe señalar el interesante artículo haciendo
inventario de los puentes del río Manzanares que publica Vicente Machimbarrena Gogorza
en el año 1924, tomo 2417 de 15 de noviembre. Por último y también en la ROP
cabe señalar los espléndidos artículos de Carlos Fernández Casado sobre los
puentes madrileños del río Manzanares, donde destaca el relativo a nuestro
puente de hormigón en esta revista del año 1975, tomo 3119, páginas 148/150. Entre
los manuales o inventarios pontoneros destaca el titulado “Puentes, Viaductos y
Acueductos de la Comunidad de Madrid”, obra de varios autores editada por la
CAM en 2018, páginas 244/245. El librito titulado “Puentes históricos en la
Comunidad de Madrid”, obra de varios autores editada por la ‘Consejería de
Cultura y Turismo’ de la CAM en el año 2007, página 16. El ingeniero Juan José Arenas de Pablo hace referencias al puente de Reina Victoria en su amplio
tratado en dos volúmenes titulado “Caminos en el Aire. Los Puentes”, obra
editada por el CICCP en el año 2002, páginas 957/988, donde se extiende con
detalle en otros proyectos de Ribera. Arenas puede que sea el técnico que más
intentó comprender la visión ingenieril multifacética de Ribera pues tuvo que
enfrentarse a algunas rehabilitaciones y modificaciones modernas que había
diseñado y construido el propio Ribera un siglo antes; obras icónicas como son
el Puente de Valencia de Don Juan sobre el río Esla o el Puente de María Cristina sobre el río Urumea en San Sebastián. El equipo de Arenas lo componía
también Marcos J. Pantaleón Prieto (Apia XXI). También presta atención a este puente y sus
cualidades técnicas José Ramón Navarro Vera en su estudio en dos tomos titulado
“El puente moderno en España. De 1850 a 1950”, obra editada por la Fundación
Juanelo Turriano en 2001, páginas 36/38 del tomo II. Pequeñas referencias a la
obra civil de hormigón se muestran en el libro titulado “Puentes de España.
Tránsitos de Culturas”, obra de varios autores editada en el año 2009 por
Lunwerg, página 166, con estudio de Leonardo Fernández Troyano para la
pontonería de los siglos XX y XXI. Con respecto al viejo ‘Puente Verde’ existen
algunos estudios como el titulado “El Puente Verde sobre el río Manzanares. Una
obra civil del arquitecto Pedro de Ribera en el Madrid del siglo XVIII”, obra de
carácter arqueológico de Ernesto Agustí García, Pablo Guerra García, Jorge
Morín de Pablos y Laura Cantallops Perelló. Pascual Madoz Ibáñez lo describe
con cierta precisión en su magnífico “Diccionario Geográfico-Estadístico”
editado en 1846, tomo X, página 929, voz ‘Madrid’. En internet aparecen
diferentes sites que tienen voz propia para esta obra civil o
desarrollan estudios técnicos o divulgativos sobre la estructura, destacando la
Wikipedia, la web de PasionporMadrid, Madriddiario-es o RutasconHistoria, por
mencionar algunas.
Se sigue cierto orden
cronológico en la exposición gráfica.
Trazas para el puente en alzado, sección longitudinal y semi-planta levantadas entre los años 1907 y 1908 por el ingeniero autor del proyecto José Eugenio Ribera Dutaste que se divulgaron en la ROP del año 1910, tomo 1807.
Fotografía del colapso del Puente Verde producido el 13.01.1906. La toma es de Francisco Goñi Soler (1873/1936), fotoperiodista del primer tercio del siglo XX, colaboró en ABC, Revista Gráfica o Blanco y Negro entre otras publicaciones. También fue fotógrafo de la casa real de Alfonso XIII y corresponsal en la Guerra de Melilla en 1909.
Toma oscura desde aguas abajo del río donde se aprecia el puente viejo y un estribo del nuevo. Se exhibe en el artículo de su autor José Eugenio Ribera en la ROP del año 1910, tomo 1907.
Otras dos tomas de detalle del puente realizadas por José González en fecha octubre de 2022 para Google Map. Interesante y única fotografía del intradós del vano central del puente que he podido observar. También capta la atención o detalle del estribo derecho (visión aguas abajo) con la escalinata hacia el cauce y un vano menor ocluido a modo de chalecito ajardinado.
Tanda de fotos de fecha 09.09.2024 en secuencia consecutiva desde aguas arriba del puente, aguas abajo, intradós, tablero, rejería, estatuaria y entorno.